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Cómo el fútbol condiciona la masculinidad y las relaciones de género en los colegios

Dmitrii Rud/Shutterstock

En muchos patios de colegios, el fútbol no es solo un juego; es un fenómeno social que define relaciones, exclusiones y, sobre todo, masculinidades, ya que son mayoritariamente los niños, y no las niñas, los que dedican el recreo a este deporte.

En algunos países europeos (por ejemplo, Alemania y Escocia), el fútbol tiene protagonismo en el tiempo de recreo, aunque por lo general los espacios escolares se organizan de tal manera que se ofrezcan diferentes alternativas de ocio.

En España y en otros países latinoamericanos (hemos recogido experiencias de países como Chile, Colombia y Costa Rica), ocurre que el fútbol es el juego principal y, en algunos casos, prácticamente exclusivo, ocupando los espacios centrales y dejando poco margen para formas alternativas de juego y deporte, sobre todo en escuelas que cuentan con recursos económicos más limitados para opciones de ocio.

A simple vista, nada que objetar: es un deporte de equipo que permite a los escolares disfrutar del aire libre, hacer ejercicio y construir relaciones. Pero ¿qué significa que un niño solo tenga esta alternativa de cara a la construcción de su identidad? ¿Cómo influye en sus relaciones y en las expectativas sociales el hecho de definirse, en el patio, como un niño que juega al fútbol o uno que no? ¿Cómo le marca en otros aspectos de su vida su papel dentro del juego?

Hemos analizado a lo largo de ocho cursos académicos si el fútbol en los patios escolares refleja o refuerza dinámicas de poder, inclusión y exclusión. Y hemos podido comprobar que, más allá del balón, este deporte actúa como un escenario donde se negocian y afirman roles de género, y donde no jugar significa, muchas veces, quedarse al margen.

Cómo el fútbol monopoliza el patio

Uno de los aspectos más valiosos de nuestra investigación es su carácter longitudinal: hemos acompañado a varios niños desde los 3 hasta los 10 años, observando cómo sus experiencias con el fútbol han evolucionado a lo largo del tiempo. Este seguimiento nos ha permitido identificar distintos tipos de trayectorias en su relación con este deporte y, sobre todo, cómo el fútbol en el recreo contribuye a la construcción de la masculinidad.

Desde muy pequeños, los niños empiezan a interiorizar que el fútbol no es solo un juego, sino un espacio de validación social. Al inicio de la Educación Infantil (3-5 años), constituye una actividad más dentro de un abanico diverso de juegos: los niños corren, construyen, imitan, exploran.

Sin embargo, al entrar en Educación Primaria (6 años), el fútbol comienza a monopolizar el recreo, y con ello surge una presión silenciosa: jugar se convierte en un requisito casi obligatorio para formar parte del grupo masculino.

Estrategias de los niños ante el fútbol

Hemos observado distintas formas en las que los niños lidian con esta imposición. Algunos, como Daniel, encuentran en el fútbol una pasión que les da identidad, pero también una fuente de tensiones: la necesidad de destacar, el miedo a la burla si fallan un pase, la competencia constante.

Otros, como Juan, lo utilizan como una herramienta de integración: quizás no les apasiona tanto, pero entienden que jugar les permite hacer amigos y sentirse parte del grupo.

Nuestro último caso es el de Pablo. Se trata de un niño sociable y querido a quien el fútbol no le interesa. A veces siente que el balón no solo ocupa el espacio físico del patio, sino también la atención y la dinámica del grupo. Prefiere otras formas de juego, pero ve cómo sus amigos terminan sumándose al fútbol para no quedarse fuera, y teme que, con el tiempo, pueda quedarse solo.

Más que desinterés, su rechazo es también una forma de resistencia: no se siente cómodo con la agresividad y la presión que rodean el juego en el recreo. Su historia refleja cómo, en un entorno donde el fútbol domina, quienes no juegan pueden quedar relegados a un segundo plano.




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Escuela de masculinidad

El recreo es mucho más que un tiempo de descanso: es un escenario donde se ensayan y refuerzan los códigos de lo que significa “ser un niño”. Y en gran parte de los colegios, el fútbol constituye la actividad que organiza ese aprendizaje. Para muchos, jugar bien a este deporte equivale a tener estatus y ser reconocido por los demás. Los niños aprenden que la masculinidad está ligada a la competitividad, la resistencia física y la necesidad de imponerse sobre el rival. Los que no encajan en esta dinámica corren el riesgo de ser etiquetados como “débiles” o “poco masculinos”.

Pero lo más significativo no es solo lo que ocurre dentro del campo, sino lo que sucede alrededor. El fútbol en el recreo actúa como un mecanismo de inclusión y exclusión: hay quienes tienen derecho a jugar y quienes no; quienes son líderes y quienes son suplentes; quienes mandan y quienes deben conformarse con mirar. Es un espacio de jerarquización masculina, donde las reglas no solo determinan el marcador, sino también la posición social dentro del grupo.




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Un juego jerárquico y excluyente

En nuestras observaciones, hemos detectado varias razones por las que el fútbol es protagonista del ocio masculino infantil. Por un lado, muchos escolares asumen que es el “juego natural” de los chicos, lo que deja fuera tanto a las niñas como a aquellos niños que, por falta de interés o habilidad, no se sienten cómodos en ese entorno.

Por otro lado, el diseño del patio refuerza esta dinámica: el fútbol ocupa los espacios centrales, dejando a quienes no juegan en los márgenes. Además, su estructura competitiva establece jerarquías donde destacar en el juego otorga reconocimiento social, lo que empuja a muchos niños a participar para no quedar excluidos.

La influencia cultural también juega un papel clave: el fútbol está presente en la familia, los medios y la sociedad, reforzando la idea de que es el lenguaje común entre los niños y un símbolo de pertenencia. Así, no jugar puede significar quedar en una posición secundaria en la vida social del recreo.

En el caso de las niñas, cuando intentan jugar, suelen ser relegadas a posiciones secundarias (como porteras) o directamente ignoradas.

Un cambio de cultura futbolística

Hay escuelas que ya han empezado a equilibrar la preponderancia de este deporte con estrategias sencillas: partidos mixtos con reglas que fomenten la participación de todos, “días sin fútbol” que permitan que otros juegos tengan protagonismo, o una mejor distribución del espacio para que no todo gire en torno al balón. También es importante revisar cómo se organizan los equipos, evitando que siempre sean los mismos quienes eligen y quienes quedan fuera.

Pero el cambio no es solo estructural, también es cultural. Si queremos que el fútbol deje de ser una fuente de exclusión, hay que trabajar con los niños para que lo vivan de otra manera: con menos agresividad, más respeto, más cooperación. El juego limpio y la empatía son valores que se pueden reforzar desde la escuela para que la cancha sea un espacio de encuentro, no de rivalidad extrema o de marginación.

Para ello hace falta que los educadores y responsables políticos se impliquen: que reconozcamos el impacto que tienen estas dinámicas en la formación de los niños y exploremos alternativas que permitan que todos los escolares se sientan incluidos, competentes y valorados. Sobre todo, debemos cuestionar la idea de que jugar al fútbol (o jugar bien al fútbol) es una condición para formar parte del grupo.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

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El clima de odio contra la AEMET: una tormenta de desinformación (muy calculada)

Roman Samborskyi/Shutterstock

La Agencia Estatal de Meteorología en España (AEMET) ha sido objeto de una creciente ola de insultos y amenazas en sus redes sociales. Esta hostilidad se ha intensificado en los últimos años, vinculada a la proliferación de teorías de la conspiración y desinformación que niegan el cambio climático.

No es un fenómeno aislado en España –y que vimos agravado durante la dana que afectó a parte de España en octubre de 2024–: en países como Estados Unidos, los meteorólogos sufren situaciones similares, especialmente tras eventos climáticos extremos como los huracanes como Helene y Milton.

Estas campañas de odio y desinformación no solo afectan a la integridad y seguridad de los profesionales de la meteorología, sino que también socavan la confianza pública en las instituciones científicas.

La difusión de teorías conspirativas, como la de los chemtrails (aviones que supuestamente fumigan para cambiar el clima y provocar sequías), ha llevado a que los meteorólogos sean acusados falsamente de manipular el clima, recibiendo por ello amenazas directas a su integridad física.

La estrategia que está detrás: la “lluvia fina”

Las campañas de odio y desinformación contra la Agencia Estatal de Meteorología, según se muestra en el trabajo publicado recientemente en la revista Social Inclusion, se articulan mediante acciones meticulosas que buscan erosionar la confianza en la ciencia y las instituciones.

Una de las tácticas empleadas es la denominada “lluvia fina”, que consiste en la difusión constante y sutil de mensajes falsos o distorsionados para influir en la percepción pública. Esta técnica se basa en la repetición persistente de desinformación, logrando que, con el tiempo, las personas internalicen estas falsedades como verdades.

En este contexto, los llamados “nanoinfluencers” desempeñan un papel crucial. Aunque son perfiles que cuentan con unas audiencias más reducidas en plataformas como X (anteriormente Twitter), su cercanía y credibilidad les permiten amplificar mensajes conspiranoicos que logran una gran difusión en las redes con el apoyo de los algoritmos. Paralelamente, las granjas de trolls y los bots automatizados se dedican a generar y propagar contenido hostil y desinformativo, creando una apariencia de consenso y validación social.

Esta combinación de actores y tácticas facilita el “cultivo de activos ignorantes”, es decir, individuos que, sin ser conscientes de ello, se convierten en propagadores de desinformación, contribuyendo a la erosión de la confianza en entidades científicas como la AEMET.

En el trabajo publicado en Social Inclusion se denuncia un porcentaje significativo de mensajes con contenido de odio dirigidos hacia la AEMET, impulsado por teorías conspiranoicas y negacionistas.

Alrededor del 25 % de los textos analizados contenía hostilidad en grados variados. Esto indica que una parte considerable de la conversación online sobre la agencia está marcada por emociones negativas, que van desde insultos a ataques a la integridad profesional de los científicos y meteorólogos.

El impacto de este tipo de mensajes va más allá del mero daño emocional o personal a la AEMET y a sus profesionales, dado que este discurso del odio genera un clima desinformativo que contribuye a la erosión de la confianza en estas entidades, lo que termina por desencadenar un escepticismo generalizado hacia la ciencia. Este tipo de desconfianza puede derivar en consecuencias graves, como la falta de preparación ante emergencias climáticas o la indiferencia ante alertas meteorológicas críticas.

Por otra parte, el análisis de los mensajes muestra que una gran parte del odio hacia la AEMET está vinculado a la difusión de teorías de conspiración, especialmente aquellas relacionadas con la geoingeniería y los chemtrails. Estas narrativas, que alegan que la agencia meteorológica y otras instituciones científicas manipulan el clima con fines oscuros han sido promovidas por ciertas comunidades en línea movidas por unos intereses muy concretos.

Los mensajes que mencionan estas teorías –y que ganan visibilidad gracias a los algoritmos– no solo desinforman, sino que también generan un entorno marcado por el odio, la radicalización y el rechazo de la evidencia científica.

¿Quiénes están detrás?

Desacreditar instituciones científicas como la AEMET puede ser útil para ciertos movimientos que buscan consolidar poder e influencia. Cuando la población deja de confiar en fuentes oficiales, es más fácil que se adhiera a discursos alternativos que esos grupos promueven. De este modo, la desinformación se convierte en una herramienta eficaz para manipular la opinión pública, frenar avances científicos y socavar la confianza en instituciones clave para la sociedad.

Erosionar la confianza en la ciencia y las instituciones no es, por tanto, un fenómeno espontáneo, sino una estrategia con objetivos y actores concretos. El discurso de odio hacia la AEMET no es solo una manifestación aislada de hostilidad, sino parte de un problema más amplio relacionado con la desconfianza hacia la ciencia y la difusión de teorías conspirativas generadas por un interés desinformativo.

Abordar estos problemas requiere una combinación de esfuerzos: mejorar la comunicación científica, fortalecer la moderación de contenido en las plataformas de redes sociales y promover una cultura de diálogo respetuoso y basado en la evidencia. Solo con una respuesta colaborativa y bien fundamentada se podrá mitigar el impacto del odio y la desinformación en las instituciones científicas, protegiendo así su integridad y credibilidad en el futuro.

The Conversation

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¿Por qué ya no vamos a la taberna sino a la vinoteca? El rico vocabulario del vino y la vid

Dolores Giraldez Alonso/Shutterstock

El mundo del vino ocupa una parte importante de nuestro patrimonio cultural inmaterial. Más allá de su valor económico y gastronómico, el vino está presente en nuestro idioma. Desde refranes: “Con pan y vino se anda el camino” o “Vino con queso sabe a beso” a canciones como la que popularizó Manolo Escobar que decía: “Viva el vino y las mujeres”. Rafael Farina cantaba al “vino amargo el que bebo, (…) vino amargo que no da alegría” y Estopa “soy como un vino tinto, que si me tomas en frío engaño, y con los años me hago más listo”.

El vino está presente en la mayoría de eventos (institucionales, familiares o sociales) y en la religión cristiana la sangre derramada por Jesucristo es representada por esta bebida. Es decir: en el colectivo popular está presente la cultura vitivinícola de una u otra forma.

El vino y su mundo en nuestro idioma

Como no podía ser de otra manera, el mundo del vino está muy presente en nuestra lengua. Estudiar, recuperar, analizar y enseñar la gran variedad de léxico existente consecuencia de la presencia de viñas por todo el territorio nacional es lo que hacen los expertos detrás del Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía (ALEA), por ejemplo, que en 2023 cumplió 50 años de existencia.

En este medio siglo las transformaciones socioeconómicas, el desarrollo tecnológico o el de las comunicaciones han influido e influyen en la aparición y desaparición de términos. En el ALEA podemos observar todos estos cambios y cómo algunos términos desaparecen o sufren modificaciones en función del área geográfica en que se usan. Esto es lo que hemos investigado en un reciente trabajo de campo.




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El origen de la palabra ‘flamenco’ y sus múltiples significados


Usos locales de palabras

Pese a la ubicuidad del vino y del mundo entorno al cultivo de la uva, es curioso comprobar que existen términos específicos que son locales. Por ejemplo, la palabra “mayetos” se usa en el municipio onubense de La Palma del Condado (cuya producción vinícola pertenece a la denominación de origen de Condado de Huelva) para referirse al grupo de jornaleros que vendimian una propiedad. Sin embargo, ese término es desconocido en el territorio zamorano y salmantino que abarca la denominación Arribes del Duero.

Por el contrario, el término “corvillo” (instrumento con forma de hoz pequeña para cortar los racimos de uvas) se usa en las tierras que ocupan las denominaciones de origen de Arribes, pero en la localidad onubense no es conocido.

También existen palabras que se emplean en todas las zonas pero con significados diferentes. La palabra “capachos” se refiere en La Palma del Condado a un tipo de cesta de esparto empleada en la recogida de la uva. Sin embargo, en Fermoselle (municipio zamorano con la denominación de origen de Arribes del Duero) designa un apero redondo de esparto para la elaboración de aceite.

Un capacho, en La Palma del Condado (Huelva).
Wikimedia Commons, CC BY
Un capacho, en Fermoselle, Zamora.
El cortijuelo de San Benito.

El término “yema”, para referirse a los brotes de la vid, se usa por igual en todas las zonas.

Comemos los ‘babos’ y dejamos el ‘escobajo’

Los caprichos dialectológicos hacen que los “granos de uva” o “uvas” se conozcan en Fermoselle como “babos”. Entre las definiciones encontradas en la RAE para este término, ninguna se relaciona con el contexto vitivinícola, aunque sí aparece en el Diccionario de las Hablas Leonesas y se asocia a la zona del Bierzo (León) y a Salamanca, pero no a regiones zamoranas.

¿Se han parado alguna vez a pensar si existe una manera de referirse a lo que queda de un racimo de uvas cuando nos las hemos comido todas? En el ALEA tenemos “escobajo”, mientras que en el municipio onubense aparece “gabado”. Por su parte, la forma usada en Fermoselle es “cascabujo”, término que no consta en los diccionarios.


Shutterstock

La forma más similar encontrada es “cascabullo” que está asociado al cascabillo de la bellota. No obstante, tanto “babo” como “cascabujo” muestran vitalidad en la localidad zamorana, ya que son ampliamente conocidos por los habitantes del municipio.




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¿Se acabaron las tabernas?

Algo que hemos podido comprobar en nuestra investigación es que el término “taberna” comienza un proceso de mortandad en ambas zonas, en favor del vocablo “vinoteca”, término que resulta más moderno y chic para nuestra sociedad, a pesar de las diferencias connotativas de los dos términos.

Otra palabra que está cayendo en desuso es “zarcillo”, que es esa parte fina y alargada, en forma de tirabuzón, que las plantas desarrollan en sus extremos para agarrarse: en La Palma del Condado es desconocida y, en su lugar, aparece “tijereta”. Por su parte, en Fermoselle los habitantes se muestran dubitativos ante ese término reflejado en el ALEA.

Un ‘zarzillo’, palabra casi en desuso.
Shutterstock

Partiendo del ALEA, otros términos que también han desaparecido o están en proceso de mortandad en estas dos zonas son “postura” o “vid nueva”, que están dando paso al vocablo “majuelo” para hacer referencia a una vid o a una viña nueva; “granillo/a” para referirse a las uvas no maduras en un racimo que ya ha madurado; o “espita” en La Palma del Condado y “canilla” en Fermoselle, dos términos que se refieren al grifo de madera del que disponen los toneles o cubas.

Cambios vertiginosos

Comprobar la velocidad a la que el léxico dialectal del ALEA se actualiza nos demuestra el impacto del mundo globalizado en el que vivimos, el constante movimiento de personas y los avances tecnológicos. Todo esto tiene el efecto inevitable en la lengua de perder singularidades de vocabulario y volverse más estandarizada. También que se introduzcan términos nuevos constantemente mientras otros muchos caigan en desuso, y por tanto, en el olvido.

Como escribía Alfonsina Storni en su poema Adiós: “Las cosas que mueren jamás resucitan / las cosas que mueren no tornan jamás (…)”. El objetivo de artículos como este es que, de alguna manera, esos términos tan particulares de las zonas no caigan en el olvido y desaparezcan para siempre, porque eso quiere decir que perdemos parte de ese patrimonio cultural inmaterial que nos caracteriza y enriquece. Aquí quedan escritos: ojalá esto ayude a que perduren un poquito más en el tiempo. ¡A su salud!

The Conversation

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¿Cómo afectará la inteligencia artificial al empleo de los graduados universitarios?

djile/Shutterstock

La irrupción de la automatización y la inteligencia artificial en el empleo tendrá, y está teniendo ya, un efecto sobre el mercado laboral que los economistas se esfuerzan por analizar. De manera simplificada, los economistas han identificado dos tipos de efectos: un efecto destructor de empleo, que es el resultado de la sustitución de ciertas tareas por máquinas, y un efecto transformador, que requiere que los trabajadores se adapten a las nuevas herramientas tecnológicas.

¿Cómo se mide el riesgo de automatización en una ocupación? ¿Y qué impacto tiene la digitalización en las oportunidades de empleo de los egresados universitarios que acceden al mercado laboral?

Inteligencia artificial en el empleo: trabajos con riesgo de automatización

El riesgo de automatización de una ocupación depende de las tareas que se llevan a cabo en ella. En términos generales, las ocupaciones en las que se realizan tareas repetitivas y predecibles, como la transcripción de datos, la fabricación en línea de montaje o la contabilidad básica, son más susceptibles de ser reemplazadas por máquinas. En cambio, las ocupaciones que requieren habilidades sociales, creatividad, toma de decisiones o resolución de problemas complejos corren menor riesgo de automatización.

Uno de los estudios más influyentes en este campo, aunque ya de 2017, estimó que en EE. UU. hasta el 47 % de los empleos podrían estar en riesgo de desaparecer en los próximos 10 a 20 años debido a la automatización. Sin embargo, su enfoque basado en ocupaciones ha sido criticado por no considerar aspectos como la capacidad de los trabajadores para adaptarse a nuevas herramientas tecnológicas y modificar sus tareas en respuesta a la digitalización.

Para abordar esta limitación, otros investigadores desarrollaron una métrica para evaluar los avances de la inteligencia artificial en el empleo. Estos autores, en lugar de centrarse solo en qué trabajos desaparecerán, estiman cómo la inteligencia artificial está reconfigurando las habilidades y tareas a nivel de ocupaciones, midiendo de este modo los efectos transformadores de la digitalización.




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Ocupaciones según el impacto de la inteligencia artificial en el empleo

Nosotras hemos realizado una nueva clasificación de las ocupaciones de los recién egresados universitarios en España en cuatro categorías según su nivel de automatización y transformación tecnológica:

  1. Ocupaciones dentro del campo de los humanos: Son empleos que dependen de habilidades sociales, creatividad y razonamiento crítico, como la enseñanza o la consultoría estratégica. Implican bajo riesgo de automatización y poca transformación tecnológica.

  2. Ocupaciones emergentes: Implican baja automatización, pero alta transformación digital. En estos empleos, la tecnología cambia las herramientas utilizadas, pero no sustituye completamente el trabajo humano. Es el caso de los analistas de datos o los diseñadores gráficos que trabajan con inteligencia artificial.

  3. Ocupaciones en riesgo de desaparecer: Son empleos con alto riesgo de automatización y baja transformación, que tienden a desaparecer porque sus tareas pueden ser completamente ejecutadas por máquinas. Esto incluye trabajos administrativos, del sector manufacturero tradicional y ciertos roles contables.

  4. Ocupaciones dentro del mundo de las máquinas: Afrontan tanto una alta automatización como una fuerte transformación tecnológica. En estos casos, las tareas son absorbidas por la tecnología, pero también requieren una adaptación por parte del trabajador. Algunos ejemplos son los operadores de máquinas automatizadas en fábricas o los asistentes de atención al cliente con inteligencia artificial.

Esta clasificación permite entender qué ocupaciones se verán más afectadas por la digitalización y qué habilidades serán más demandadas.

La educación superior protege frente a la automatización

Uno de los hallazgos más interesantes del estudio es que solo el 15 % de los egresados universitarios en España ocupan trabajos con un alto riesgo de automatización. Este porcentaje es significativamente menor que el estimado para la población general, lo que indica que la educación universitaria sigue protegiendo en gran medida a los trabajadores del impacto de la inteligencia artificial en el empleo y, por consiguiente, del desempleo tecnológico.

Sin embargo, esto no significa que los graduados estén exentos de los efectos de la digitalización.




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Carreras más y menos vulnerables al impacto de la inteligencia artificial en el empleo

Las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) son las que presentan un menor riesgo de automatización, ya que sus conocimientos son altamente demandados en la economía digital. Profesiones como la ingeniería de software, la ciencia de datos o la ciberseguridad han experimentado un crecimiento significativo de la demanda y seguirán siendo esenciales en el futuro.

En contraste, los egresados de áreas como humanidades, ciencias sociales y administración de empresas pueden verse sometidos a mayores desafíos si no desarrollan habilidades digitales complementarias. Trabajos como la redacción de informes, la gestión de recursos humanos y algunas áreas del derecho están experimentando un cambio significativo en sus tareas diarias debido a la automatización.

Factores que reducen el riesgo de automatización

Más allá de la carrera elegida, hay otros factores que pueden reducir la vulnerabilidad de un egresado ante la automatización:

  1. Experiencia laboral previa: Los graduados que han realizado prácticas o trabajado antes de finalizar sus estudios tienen mayores posibilidades de encontrar empleos más estables y menos automatizables.

  2. Dominio de idiomas: En un mundo globalizado, el conocimiento de varias lenguas sigue siendo un factor diferenciador en muchas ocupaciones, si bien su incidencia puede verse reducida a medida que se incorporen los avances de la inteligencia artificial en este campo.

  3. Habilidades en tecnologías digitales: La capacidad para usar herramientas de análisis de datos, inteligencia artificial, automatización de procesos o programación aumenta significativamente la empleabilidad.

  4. Formación continua: Realizar cursos de especialización, másteres y otras formas de educación continua permite a los egresados mantenerse al día con los cambios tecnológicos.

El papel de la educación superior en la era digital

Las universidades desempeñan un papel crucial en la preparación de los estudiantes para un mercado laboral en constante transformación. La enseñanza de habilidades transversales, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la adaptabilidad, es clave para asegurar que los graduados puedan hacer frente a los desafíos de la irrupción de la inteligencia artificial en el empleo.

Además, los programas educativos deben incorporar cada vez más formación en competencias digitales, incluso en disciplinas que tradicionalmente no se han centrado en la tecnología. La combinación de conocimientos especializados con habilidades digitales y de gestión será fundamental para la empleabilidad de los futuros profesionales.

Una redefinición del trabajo humano

El avance de la automatización y la inteligencia artificial en el empleo están redefiniendo el mercado laboral, pero eso no implica el fin del trabajo humano. En lugar de ello, están transformando las ocupaciones y exigiendo nuevas habilidades a los trabajadores.

Los egresados universitarios, aunque menos expuestos a la automatización que otros grupos, deben adaptarse continuamente a las nuevas exigencias del mercado. La clave para afrontar este desafío radica en la educación continua, la flexibilidad y el desarrollo de competencias digitales y sociales. Solo aquellos que logren combinar estos elementos podrán aprovechar al máximo las oportunidades de la era digital y las posibilidades que brinda la inteligencia artificial en el empleo.


Este artículo forma parte de una colaboración con Santander Open Academy, una iniciativa global de Banco Santander que ofrece a cualquier persona acceso a formación para mejorar sus competencias profesionales y su empleabilidad. Incluye cursos 100% subvencionados, contenidos de calidad gratuitos y becas con universidades e instituciones líderes de todo el mundo. Más información en www.santanderopenacademy.com.


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Cómo Rousseau cambió el rumbo de la música

Fiesta musical ofrecida por el cardenal de La Rochefoucauld en el Teatro Argentina de Roma en 1747 con motivo de la boda del Delfín, hijo de Luis XV. Museo del Louvre

Jean-Jacques Rousseau es uno de los personajes más contradictorios de la historia de la filosofía. Por un lado, participó activamente en el mayor proyecto filosófico de la Ilustración –la Enciclopedia de Diderot y d’Alembert–. Pero, por el otro, renegó de la razón y defendió constantemente la fuerza del sentimiento. En lo que respecta al arte supo adelantarse a su tiempo y entrever la sensibilidad romántica.

Retrato de Jean-Jacques Rousseau.
Retrato de Jean-Jacques Rousseau por François Guérin.
Wikimedia Commons

Él mismo nos cuenta en sus Confesiones que desde pequeño sintió una fuerte atracción por la música. La estudió, la cultivó, la amó e incluso vivió de ella como copista de partituras. Pero quizás su legado más importante fuera la teorización que realizó sobre este arte.

Un poco de contexto

Para comprender bien su importancia es necesario que echemos la vista atrás y nos fijemos en el filósofo de las anchas espaldas: Platón.

Este coloso de la filosofía expulsó a las artes de su República ideal. ¿La razón? El arte imita la realidad, pero no es la realidad; no puede comunicar verdad alguna. Tan solo transmite el engaño de las apariencias, propio del mundo sensible. Esta concepción peyorativa del arte se mantuvo prácticamente intacta a lo largo de los siglos. Es cierto que Rousseau no rechazó este paradigma imitativo, pero lo transformó desde dentro de manera definitiva.

El filósofo de Ginebra participó en un debate intelectual ocurrido en París a partir de 1752 conocido como la “Querella de los Bufones”. En él se enfrentaron los seguidores de la música francesa contra los de la italiana. Nuestro filósofo defendió esta segunda facción. Sus razones confluyen todas en un mismo punto: la música francesa no consigue afectar las pasiones del alma; la italiana, sí. Y esto se debe a que en ella la melodía goza de todo el protagonismo que merece y toda la libertad que precisa, lo que convierte esta música en un lenguaje sumamente expresivo.

Música y verdad

Para Rousseau el elemento esencial de la música es la melodía. En ella el ser humano encuentra su lugar, pues esta es el hogar del canto y, por consiguiente, de la expresión emocional. Según él, la música no puede imitar paisajes o estampas, como hace la pintura. En cambio, en sus propias palabras, a través de la melodía sí que “excitará en el alma los mismos sentimientos que se experimentan al verlas”.

Con este pequeño giro, introduciendo la expresión en la imitación, Rousseau consiguió cambiar por completo la concepción negativa del arte heredada de Platón. El arte ya no sería portador de falsedad, sino de la más alta y noble verdad: la verdad del alma humana. Ciertamente, esta conclusión encaja perfectamente con sus postulados políticos y antropológicos. La verdad del hombre se encuentra en el sentimiento, en la pasión y no en la razón. Esta última solo trae engaño y esclavitud. La verdad del ser humano, más que contada, debe ser cantada, debe dejarse llevar por los acentos de las emociones.

Portada del libro de Rousseau en el que presenta su proyecto de nueva notación musical.
Libro de Rousseau en el que presenta su proyecto de nueva notación musical.
Xixis/Wikimedia Commons, CC BY-SA

Así, Rousseau conectó la música con la verdad por medio de lo más íntimo de todo ser humano: su sensibilidad particular. En consonancia con esto, ideó un nuevo sistema de notación musical basado en números cuya ventaja principal consistía en su comodidad para escribir melodías.

Música romántica

La idea de que la melodía constituye el elemento vital de la música no pasó desapercibida. Muchos pensadores la recogieron; entre ellos, el eterno pesimista, Arthur Schopenhauer. Este filósofo alemán no solo amó la música, sino que la calificó como el arte supremo. Para Schopenhauer la música era una copia exacta de la Voluntad, de esa fuerza irracional y ciega que mueve el mundo. Pero no solo eso, sino que, gracias a la melodía la música cuenta la historia secreta del individuo. Sus más profundas emociones y su intimidad son desveladas por la melodía.

Tal y como había dicho Rousseau apenas medio siglo atrás, Schopenhauer suscribió la idea de que la música revela los entresijos de la vida interior del alma, aquello que la agita desde dentro. En una palabra, la música representa la esencia del ser humano.

Esta caracterización de la melodía fue tomada por uno de los más grandes músicos de la historia, Richard Wagner, para desarrollar uno de sus progresos en materia de composición: la melodía infinita. Si la melodía es aquello que expresa la verdad interior del hombre particular, solo ella puede ser verdaderamente significativa. La melodía lleva el peso del drama, lo que la convierte en el elemento ideal para realizar la revolución musical. Wagner quedó asombrado tras leer las ideas de Schopenhauer, y en su obra puede apreciarse claramente la influencia del filósofo.

De este modo, las ideas de un filósofo ilustrado marcaron el rumbo de la música romántica. Desviaron la atención de los parámetros racionales y pusieron el foco en el sentimiento. Con ello, Rousseau, sin saberlo, orientó a la humanidad en una nueva dirección.

The Conversation

Mario Blanco-Tascón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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¿Qué es más efectivo para reducir el consumo de agua, la concienciación o un incremento de las tarifas?

Helena Lopes/Pexels

Abrir el grifo de agua en nuestros hogares y obtener agua potable ilimitada es un acto cotidiano para la mayoría de las personas en países desarrollados. Así, cada ciudadano europeo consume en promedio 128 litros de agua al día.

Sin embargo, esta acción habitual no lo es tanto en muchos lugares producto de la menor disponibilidad de agua asociada a múltiples factores como el cambio climático, el crecimiento poblacional o la urbanización. Si nos referimos al conjunto del planeta, se estima que en 2050 más de 2 000 millones de personas en el mundo enfrentarán problemas asociados a la escasez de agua.

En este contexto, el consumo responsable de agua en los hogares es cada día más necesario.

¿Cómo reducir el consumo de agua en los hogares?

A nivel general, las medidas para reducir el consumo de agua en los hogares se clasifican en dos tipos:

  1. Medidas o políticas económicas que se basan en la premisa de que los incentivos económicos motivan a las personas a reducir su consumo de agua. Entre estas medidas se incluye el incremento en las tarifas de agua o el cambio de la tarifa a una estructura de bloques crecientes en la que, a mayor consumo de agua, se incrementa el precio por metro cúbico del agua de forma progresiva.

  2. Medidas no económicas por las que las personas reducen su consumo de agua motivadas fundamentalmente por factores ambientales, sociales o legales. Incluyen una amplia variedad de medidas como la concienciación ambiental, la implementación de dispositivos de ahorro de agua y el uso de incentivos no económicos o nudges.




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Un empujón para hacer mejor uso del agua urbana


Cómo cuantificar la efectividad de las medidas

Teniendo en cuenta que hay muchas opciones para para reducir el consumo de agua en los hogares, parece conveniente evaluar la efectividad de cada medida antes de su implantación.

Si a eso le añadimos que la inteligencia artificial, el big data y la internet de las cosas (IoT) forman parte de la gestión inteligente del agua, podemos utilizar una herramienta de la inteligencia artificial para intentar determinar qué tipo de medida es más eficaz para reducir el consumo de agua en los hogares.

Los modelos basados en agentes (ABM, por sus siglas en inglés), como herramienta basada en la inteligencia artificial, permiten simular el comportamiento de las personas (agentes) en distintos ambientes teniendo en cuenta sus valores.




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Hacia una gestión inteligente del agua gracias a la tecnología


Comparación de la efectividad de las tarifas vs. nudges

A través de uno de estos modelos, hemos comparado la efectividad, en términos de reducción del consumo de agua, de implementar cuatro tipos de tarifas en bloques crecientes y de un incentivo no económico que consistía en informar a cada usuario del consumo promedio de agua de sus vecinos en comparación al suyo.

Los resultados de nuestro estudio han sido publicados en un artículo en la revista Sustainable Cities and Society. Las simulaciones realizadas evidenciaron que el uso de un nudge –informar del consumo medio diario de agua per cápita para diferentes tipos de vivienda en la factura del agua que recibe cada hogar– es más efectivo que la implantación de una tarifa en bloques crecientes.

Entre otras razones, observamos una relación positiva entre hogares con elevado consumo de agua y altos ingresos donde las medidas de tipo económico no logran el objetivo de reducir el consumo de agua. Por el contrario, la concienciación ambiental desempeña un rol esencial en la reducción del agua en los hogares.

Gestión integrada de la oferta y demanda

Si bien los resultados de este estudio evidenciaron que la implantación de un incentivo no económico basado en la concienciación ambiental puede ser más efectivo que los cambios tarifarios, las reducciones en el consumo de agua estimadas son moderadas (máximo de 15,6 % respecto al actual consumo de agua).

Considerando, además, que el sector urbano consume aproximadamente el 20 % del total del agua, todo apunta a que, en áreas con graves problemas de escasez hídrica, la adopción de medidas para reducir el consumo de agua en los hogares puede no ser suficiente.

Por tanto, es necesario realizar una gestión integrada de recursos hídricos donde se combinen medidas para reducir la demanda de agua con medidas de oferta. Para incrementar la disponibilidad de agua –para agricultura, industria y hogares– podríamos o bien reutilizar agua residual tratada, o bien desalinizar agua de mar.

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Maria Molinos Senante recibe fondos de Agencia Estatal de Investigación

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La televisión en streaming modela la publicidad en los canales en abierto en España

gualtiero boffi/Shutterstock

Aunque la llegada de la televisión en streaming revolucionó la industria audiovisual española, los hábitos de consumo y la producción de contenidos, no ha hecho desaparecer la televisión en abierto.

De hecho, en torno al segundo trimestre de 2024, los telespectadores consumieron más de tres horas diarias de contenidos en abierto.

¿Cómo son los precios de compra y la rentabilidad de los anuncios publicitarios en estos canales? ¿Cuáles son los posibles escenarios comerciales a medio y largo plazo para la televisión en abierto en España?

Siglo XXI: cambia la televisión

La televisión digital llegó a España en 2005, mejorando la calidad de las emisiones y aumentando la oferta de canales. Diez años después aparecieron las primeras plataformas en streaming. A finales de 2022, ya el 62,8 % de la población española consumía sus productos (sin por ello dejar de lado la televisión en abierto).

Por otra parte, el mercado publicitario televisivo sufrió una revolución cuando el gobierno decidió, a comienzos de 2010, eliminar la publicidad de los canales públicos de televisión.

Ese mismo año, el grupo italiano Mediaset, que ya era propietario de Telecinco, adquirió la cadena Cuatro y, en 2012, el grupo Atresmedia, dueño de Antena 3, compró La Sexta. Así, la comercialización de la televisión en abierto quedó en manos de dos grandes grupos de comunicación.

Ante la aparición de nuevos competidores, las cadenas generalistas –que durante décadas fueron la principal fuente de entretenimiento de los hogares españoles– buscaron nuevas estrategias para mantener su relevancia y el interés de los anunciantes.

De ahí su incursión, en 2019, en el servicio de streaming con sus propias plataformas digitales y canales temáticos: atresplayer y Mitele Plus.

Publicidad en TV: ingresos y precios

En 2023, las televisiones españolas en abierto vieron caer sus ingresos un 2,6 % respecto a 2022 (de 1 519,5 millones de euros a 1 480,0) mientras que la inversión publicitaria en televisión conectada (dispositivos de televisión con conexión a Internet) subió más de un 120 %. Pero, este porcentaje tiene truco: las cantidades que se manejan en este segmento son todavía muy bajas. En 2022 fueron 37,2 millones de euros y en 2023 82,2 millones.

El número de espectadores es un factor crucial en cómo los anunciantes planifican sus estrategias publicitarias. La principal consecuencia de la caída de las audiencias ha sido la bajada de los ingresos publicitarios.

En los últimos años, el campeón en audiencias de los canales privados en el horario entre 9 y 10 de la noche (prime time) ha sido Antena 3. De ahí que haya sido la cadena que más ha aumentado sus precios en esa franja horaria (20 %).

Si el número de espectadores marca los precios de la publicidad en televisión, el horario de máxima audiencia también será el más caro: hasta 26 000 euros puede costar un anuncio de 20 segundos.

En 2024, Telecinco tenía los espacios publicitarios más costosos, mientras que Cuatro era la cadena más barata. Los mismos 20 segundos de publicidad se pagaban hasta un 145 % más caros en Telecinco (del rango máximo de Telecinco de 26 000 euros al mínimo de Cuatro de 10 000, en prime time). Una estrategia de precios extremos en dos cadenas que pertenecen al mismo grupo empresarial (Mediaset España).

Este segmento horario, junto con la franja de mediodía (de 12 de la mañana a 2 de la tarde), han subido sus precios en los últimos años mientras que los del resto han caído.

¿Qué hace rentable la inversión en publicidad televisiva?

Los profesionales del sector a los que hemos entrevistado en esta investigación señalan que es más provechoso utilizar la publicidad en televisión para llegar a quien realiza la compra en el hogar.




Leer más:
¿Qué determina quién toma las decisiones económicas en el hogar?


O sea, la publicidad en abierto está más enfocada en las mujeres que en el resto de los telespectadores mayores de 16 años. Estas diferencias se agudizan en los últimos años analizados, y es por lo que anuncios de la cesta de la compra llenan los cortes publicitarios de la televisión en abierto.

Nuestros entrevistados también señalan que la cobertura (la cantidad de personas que ven un anuncio publicitario) y la notoriedad (la capacidad del público objetivo para reconocer y recordar la marca anunciada) siguen siendo las principales ventajas de anunciarse en la televisión en abierto.

No obstante, este medio se enfrenta al gran inconveniente del envejecimiento de sus audiencias. De ahí que, en busca de captar al público más joven, los anunciantes estén diversificando sus presupuestos en publicidad hacia la televisión en streaming.

Previsión de futuro

No hay unanimidad en torno a si va a tener que cambiar la forma de los anuncios y cortes publicitarios en televisión para que haya más impacto y recuerdo. No obstante, sí consideran que la publicidad en abierto pasará a venderse siguiendo los parámetros de los medios digitales (A3 ya sigue esta estrategia), aunque por ahora solo sea un cambio de denominación y no implique ninguna vinculación al entorno digital.

Así, la unidad de medida pasaría del GRP (gross rating point o el número de veces en promedio que el público objetivo de un producto X ha visto su anuncio en la televisión) al CPM, que representa el costo generado cada mil impresiones de un anuncio.

La premisa para este cambio es que el consumo audiovisual a través del aparato de televisión es una actividad grupal. Así, el impacto de las impresiones se multiplican al menos por dos.

En lo que sí están de acuerdo es en que la forma en que se comercializa la publicidad en televisión tiene que adaptarse a la digitalización audiovisual. Y, buenas noticias para las teles, también consideran que, en el corto plazo, podrán seguir sobreviviendo con los ingresos publicitarios.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

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El mito de la escasez de recursos para fabricar coches eléctricos

Instalación de una batería en un coche eléctrico. Rahayu footage/Shutterstock

El creciente desajuste entre demanda y oferta de vehículos eléctricos plantea preocupaciones sobre la disponibilidad de recursos necesarios para su fabricación. Académicos y empresas coinciden en que existe escasez física, especialmente para las baterías.

¿Significa eso que ya no se fabricarán más vehículos eléctricos, o que se encarecerán masivamente en el medio o largo plazo? La respuesta es: no necesariamente.

Aquellos que llegan a estas conclusiones parten generalmente de una hipótesis errónea: una naturaleza estática. Al introducir los conceptos de empresa y transformación de recursos, la escasez física queda en segundo plano, y toma el mando la escasez económica.

Cómo hacer frente a la escasez

Por definición, un recurso es económicamente escaso cuando no se dispone de suficiente cantidad para satisfacer todas las formas en que una sociedad desea utilizarlo. Pero un recurso es algo cambiante y la sociedad tiende a adaptarse a sus propias necesidades de mano del avance de la tecnología.

Al igual que el metal no constituía un recurso para los hombres de las cavernas, pues no podían extraerlo o transformarlo, sí lo es para la sociedad actual. Lo mismo ocurre en el caso de los vehículos eléctricos.

Así, existen tres mecanismos para hacer frente a la escasez de un recurso: innovación, sustitución y reutilización.

Ventas de coches eléctricos desde 2010 hasta 2024 por región geográfica. Fuente:https://iea.blob.core.windows.net/assets/a9e3544b-0b12-4e15-b407-65f5c8ce1b5f/GlobalEVOutlook2024.pdf.
IEA 2024, Global EV Outlook 2024., CC BY

Recursos escasos: litio y cobalto

En la actualidad, el litio y el cobalto son recursos clave en las baterías comerciales.

Existe una moderada cantidad del primero en el océano, pero su concentración es muy baja y extraerlo y purificarlo es actualmente inviable económicamente. Así que la mayor parte proviene de minas terrestres.

Reservas de litio puro por país en 2023.
Jorge Torre et al. a partir de https://pubs.usgs.gov/periodicals/mcs2024/mcs2024-lithium.pdf

Su distribución geográfica es muy desigual. Las reservas de litio son escasas en Europa, Japón y África, lo que complica el desarrollo de industrias autónomas en estos territorios. Además, aunque China posee grandes cantidades, se encuentra mezclado con sodio, magnesio y otros elementos y, por tanto, también requiere de procesos de extracción y purificación complejos y costosos. Por tanto, el litio como material es abundante, pero como recurso es escaso.

Por otro lado, el cobalto está incluido en las listas de materias primas críticas de la Unión Europea y de Estados Unidos debido a su baja tasa de sustitución y reciclaje, así como al riesgo de interrupciones en su suministro. El 60 % de su producción mundial está concentrada en la República Democrática del Congo.

Innovación en la transoformación del recurso escaso

Una vía para remediar la escasez de un recurso es posibilitar o facilitar su extracción y transformación mediante avances tecnológicos. Las universidades están haciendo notables esfuerzos en esto. De hecho, dos investigaciones recientes, publicadas en revistas de alto impacto, proponen métodos de extracción de litio no perjudiciales con el medio ambiente.

La primera describe un dispositivo basado en energía solar para extraer y almacenar ese metal de manera eficiente. La segunda publicación presenta un proceso de extracción basado en diferencias de concentración de iones en agua, para recuperarlo de fuentes acuosas. Aunque la industria todavía se muestra reticente a su uso, estos avances representan un paso positivo.

Asimismo, la extracción selectiva de cobalto sigue atrayendo el interés académico. Este material se encuentra frecuentemente junto al níquel, por lo que su extracción requiere el uso de química innovadora para lograr una alta selectividad.

Buscando sustitutos

La búsqueda de sustitutos es una de las formas en las que el mercado soluciona la escasez de un recurso. En el caso del litio, el sodio ha emergido como una posible alternativa en la fabricación de baterías.

En el ámbito científico, se cree que, una vez desarrollado, el sodio podría usarse en aplicaciones similares a las de las actuales baterías de litio. La principal ventaja de las baterías de este elemento es su abundancia y su menor coste frente al litio. Su extracción y purificación son más económicas.

Además, los materiales de estas baterías se fabrican con metales abundantes y baratos como hierro, manganeso, cobre, vanadio y titanio. A diferencia de las baterías de litio, las de sodio no requieren cobalto, un recurso escaso, haciéndolas sostenibles y asequibles en países tanto ricos y pobres.

Aunque actualmente siguen en desarrollo, ya existen iniciativas comerciales que han comenzado a introducir baterías de sodio en el mercado. Tanto el mundo universitario como la industria coinciden en que tienen potencial, pero señalan que estas tecnologías serán soluciones complementarias en lugar de sustitutos absolutos.

En cuanto al cobalto, estudios recientes apuntan a la utilización de hierro como solución complementaria de bajo coste y alto rendimiento.

El cobalto tiene propiedades magnéticas similares al hierro, como su dureza, resistencia a la tensión y propiedades térmicas.
Wikimedia Commons., CC BY

Reutilización del recurso escaso

La creciente demanda de vehículos eléctricos impulsa el desarrollo del mercado de reciclaje. Los métodos industriales actuales son intensivos en energía y poco sostenibles, mientras que los desarrollos académicos, aunque más ecológicos, no suelen permitir un desarrollo industrial escalable.

Actualmente, menos del 10 % del litio es reciclado anualmente. Aunque en las próximas décadas se espera que el reciclaje podría compensar parte de la escasez, sobre todo de metales, tiene que hacer frente a retos técnicos y ambientales.

Por tanto, la economía no se limita a los recursos físicos disponibles. La sociedad, en su naturaleza adaptativa, no dejará de tratar de satisfacer sus necesidades. La innovación tecnológica, la búsqueda de sustitutos y la reutilización constituyen estrategias clave para garantizar la sostenibilidad del sector.

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Teresa Díez: ¿una pintora en la Castilla del siglo XIV?

Mural de la Vida de Cristo: representación de la aparición de Cristo a santa María Magdalena. Foto del autor
Segunda fase de la serie ‘Las mujeres del arte medieval’.
Segunda fase de la serie ‘Las mujeres del arte medieval’.
The Conversation, CC BY-NC-SA

TERESA DÍEZ ME FECIT (es decir, “Teresa Díez me hizo”).

En realidad, esto es todo lo que sabemos acerca de esta mujer que floreció en Toro (Zamora, España) a mediados del siglo XIV. El único testimonio que nos da cuenta de su existencia es epigráfico: la inscripción que acompaña a la representación de san Cristóbal en el conjunto de pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro.

Inscripción _TERESA DÍEZ ME FECIT_ en el mural de san Cristóbal, otrora en el coro del convento de Santa Clara de Toro.
Inscripción TERESA DÍEZ ME FECIT en el mural de San Cristóbal, otrora en el coro del convento de Santa Clara de Toro.
Foto del autor.

No obstante, pese a la precariedad de las fuentes, sobre esta mujer corren ríos de tinta a los que solo podrá poner fin la improbable aparición de un documento que despeje las dudas acerca de su identidad.

Las pinturas murales en las que aparece su nombre, descubiertas a mediados del siglo XX, fueron arrancadas de los muros del coro del convento de Santa Clara en 1962. Tras una sucesión de eventos, se pueden ver actualmente en la iglesia de San Sebastián de los Caballeros de Toro.

La comunidad de clarisas a la que estas pinturas murales sirvieron durante un tiempo como imaginario para sus vivencias religiosas durante su vida en clausura abandonó el convento en 2019.

Su escaso archivo conventual no nos ha deparado documento alguno en el que aparezca el nombre de Teresa Díez o el de algún personaje que pudiera ser contemporáneo suyo. Solo el Archivo Apostólico Vaticano permite conocer a cierta sor Isabel Ibáñez, que hubo de ser readmitida en el convento en 1357 por orden del papa Inocencio VI. Sor Isabel quizás podría contarnos algo, pero, por desgracia, no es posible interpelarla.

Restitución de la secuencia de las pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro: en la parte superior, el muro meridional; en la parte inferior, en muro septentrional.
Restitución de la secuencia de las pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro: en la parte superior, el muro meridional; en la parte inferior, en muro septentrional.
Elaboración de Francisco M. Morillo Rodríguez, LFA-UVa, según propuesta del autor.

¿Autora o comitente?

La duda más importante que plantea la inscripción que da a conocer a Teresa Díez es el valor que debemos dar a la expresión latina me fecit (me hizo). En principio, debemos entender que indica la ejecución material de la obra a la que se asocia (en este caso, las pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro). Si aceptamos esta interpretación, Teresa Díez sería una pintora y, como tal, la autora de uno de los conjuntos más importantes de la pintura castellana de estilo gótico lineal del siglo XIV.

Sin embargo, el concepto medieval de “agencia” (es decir, capacidad de actuar) era muy distinto del nuestro. La expresión me fecit se usaba también en ocasiones para indicar no la persona que había ejecutado materialmente una obra, sino la persona que había encargado una obra (la comitente). Ello a pesar de que el rol de esta podía expresarse más claramente con expresiones como fecit fieri o fieri iussit (hizo hacer o mandó hacer).

Por lo tanto, la cuestión a dirimir es si Teresa Díez fue la autora de las pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro o si fue su comitente.

Mural de San Juan Bautista: representación del santo reprendiendo a Herodes por su relación con su cuñada Herodías.
Mural de San Juan Bautista: representación del santo reprendiendo a Herodes por su relación con su cuñada Herodías.
Foto del autor.

En este caso, para ser precisos, si fue la comitente del mural de San Cristóbal en el que aparece su nombre. Aunque percibamos este conjunto de murales como una unidad debido a que, con la excepción del mural de San Bernardino de Siena, todos fueron ejecutados por un mismo taller, se trata en realidad de una sucesión de murales independientes, cada uno con sus propios comitentes, según pone de manifiesto la heráldica.

Lo cierto es que nos planteamos esta cuestión por el mero hecho de que precede al me fecit el nombre de una mujer; si fuese el de un hombre, jamás dudaríamos de que se trata del autor del conjunto. En primer lugar, porque en este periodo es más extraña la presencia de una mujer artista que la de un hombre (no imposible, pero sí extraña). Por lo tanto, las firmas de hombres se asumen y las de mujeres se cuestionan en tanto no haya evidencias adicionales. Y en segundo lugar, porque al hablar de unas pinturas murales que están en un espacio de estricta clausura conventual, el único rol que hubiese podido desempeñar ahí un hombre hubiese sido el de autor.

El contexto espacial (interior de una clausura monástica femenina en la que Teresa Díez pudo ser una de sus religiosas, quién sabe si su abadesa) habla a favor de una Teresa Díez comitente. El contexto epigráfico (no solo la fórmula me fecit, sino también la manera en que se presenta la inscripción dentro del recuadro que contiene la representación de san Cristóbal, así como la ubicación original de este justo enfrente del acceso al coro desde el claustro) habla a favor de una Teresa Díez autora.

Con este panorama, creo que, mientras no aparezca documentación concluyente, se debe dar por válido, aunque con reservas, que Teresa Díez fue una pintora (pues es, en efecto, indudable que en los siglos del gótico hubo mujeres pintoras) y, como tal, la autora de las pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro.

¿Quién era, fuese lo que fuese?

La controversia sobre Teresa Díez no se ciñe a la determinación de su rol. Comprende, asimismo, la determinación de su identidad personal y social y, en estrecha relación con esta, la determinación del corpus pictórico que cabe atribuirle (asumiendo, en todos estos casos, que fuese una pintora).

Mural de _Santa Catalina_: representación del martirio fallido de la santa.
Mural de Santa Catalina: representación del martirio fallido de la santa.
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Foto del autor

Puesto que su obra de referencia se encuentra en el interior de una clausura monástica, se ha planteado si pudo ser, acaso, una religiosa del propio convento de Santa Clara de Toro. Pero lo cierto es que obras de la misma autoría se encuentran en la colegiata, la iglesia del Santo Sepulcro o el convento de Sancti Spiritus de Toro, lo que aboga por su condición de laica.

Puesto que la inscripción que nos ha transmitido su nombre se presenta asociada a un escudo de armas, se ha planteado si pudo pertenecer a la nobleza, pero lo cierto es que el empleo de la heráldica no era, en este momento, privativo de esa clase social (aunque denota, en cualquier caso, un importante grado de autoconciencia).

Sea como fuera, el conjunto de pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro es uno de los testimonios más importantes de la pintura castellana y española del siglo XIV y uno de los testimonios más importantes de la espiritualidad femenina en clausura del Occidente medieval. Y es indudable que Teresa Díez, quienquiera que fuera, jugó un papel activo en su conformación.

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Fernando Gutiérrez Baños es miembro del Grupo de Investigación Reconocido IDINTAR (Identidad e intercambios artísticos. De la Edad Media al mundo contemporáneo) y del Instituto Universitario de Historia Simancas de la Universidad de Valladolid.

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Los oficios perdidos del Siglo de Oro (y los que seguimos manteniendo)

‘El extractor de dientes’, de Gerard Van Honthorst. Museo del Louvre

El siglo XVII, que en España forma parte del denominado Siglo de Oro, es conocido por ser un momento de gran producción artística nacional. Es la época de figuras como Miguel de Cervantes, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Lope de Vega o Pedro Calderón de la Barca, pero también de Diego Velázquez, Francisco de Zurbarán o la Escuela de Salamanca.

Frente a esta realidad tan rica, existe otra, que puede ser más desconocida y que también tiene su interés, que explica el modo de vida de los habitantes de esta centuria.

El setecentista es un siglo marcado por la decadencia del Imperio. El gobierno de la nación se centra en la política exterior, lo que tiene repercusiones negativas en la vida social de la población española. Las continuas guerras, como la que les enfrenta a los ingleses (1625-1630) o a los franceses (1635-1659), dejan patente las prioridades de la monarquía, que obliga a realizar un gran desembolso económico y, por tanto, a pedir un enorme sacrificio a gran parte de la sociedad. Así, se implantan severos impuestos destinados a sufragar las continuas y duraderas contiendas bélicas.

Sin embargo, la presión fiscal es tan fuerte que hace empobrecer a la población. Esta realidad se traduce, por tanto, en la configuración de la sociedad en la que se percibe la difuminación de las clases sociales intermedias. De este modo, la nobleza y el clero ocupan los puestos privilegiados frente al resto de la población, que se ve abocada a sobrevivir.

Las invisibles del ‘resto de la población’

La vida cotidiana de este gran sector de los ciudadanos empieza con la familia, que es el vínculo social más fuerte que estructura a la sociedad. La casa, el lugar en el que se vive, se convierte en una “unidad de producción, consumo, proveedor de estatus y beneficiaria de los derechos colectivos de la comunidad, con un patrimonio simbólico y moral representado por el conjunto de honores que ostentaba la familia”.

Inventario de los bienes de un cerero y confitero.
Archivo Histórico Municipal de Valladolid

El hombre es la figura más importante y la que administra los asuntos. Es, además, el único con derechos políticos, mientras que la mujer tiene un papel secundario y su destino se limita a dos opciones: el matrimonio –donde ejerce fundamentalmente las labores del hogar– o la Iglesia.

No es de extrañar entonces que los oficios de este siglo estén desempeñados principalmente por ellos. Algunos aparecen en los inventarios del Archivo Histórico Municipal de Valladolid y sus descripciones permiten conocer parte de las profesiones que se ejercían en esta centuria.

Trabajos diversos

Un oficio de prestigio era el de guadamacilero, quien fabricaba y vendía guadamecíes, cueros pintados o labrados artísticamente. Con ellos se decoraban, entre otros lugares u objetos, las casas, sobre todo las más pudientes. Esta profesión tiene probablemente su origen en la ciudad de Ghadames, en el Sáhara, ya que “es el lugar que más fama tenía entre el pueblo árabe por sus cueros labrados y dorados, de donde tomaron el nombre de ‘ghadamesi’, que al extenderse y españolizarse daría el actual guadamecil”.

En el terreno de la alimentación existían fruteros, pasteleros o confiteros. Pero también andaban por allí los cereros, que se encargaban de fabricar la miel o venderla en la tienda, y los alojeros, quienes comerciaban con aloja, una bebida compuesta por agua, miel y especias que hacía las delicias de los espectadores que presenciaban una comedia del Siglo de Oro.

Un aguador de Sevilla pintado por Diego Velázquez hacia 1620.
Un aguador de Sevilla pintado por Diego Velázquez hacia 1620.
Apsley House

Para la ropa no faltaban los sastres o los mercaderes de ropería. Estos últimos se dedicaban a vender vestidos hechos. Debido al crecimiento del número de roperos, su trabajo alcanzó el estatus de oficio y se les fueron destinando mejores lugares en las calles más importantes de las ciudades. Los coleteros, por su parte, fabricaban y vendían coletos –vestidos con casaca o jubón hechos de piel o cuero–.

En el ámbito de la salud contaban con boticarios, médicos y curanderos. Y en un estatus intermedio entre estas dos últimas profesiones, también tenían barberos sangradores, el escalón más bajo de las profesiones sanitarias propiamente dichas. Los integrantes de este oficio se encargaban de cirugías menos importantes destinadas a sangrar, es decir, realizar una incisión en la vena para vaciarla de sangre y curar determinadas enfermedades.

Tampoco hay que olvidarse de otras profesiones que han llegado hasta hoy, como las de carpintero, librero, abogado, mesonero –una práctica muy habitual en ese período que consistía en dar hospedaje a alguien– y corneta –que, como su propio nombre avisa, era la persona dedicada a tocar este instrumento–.

Y también en el gobierno

Finalmente, en el terreno político se recogen otros oficios como el de alcaide de las cárceles secretas de la Inquisición; relator de la Real Chancillería; regidor presbítero, es decir, gobernador de los sacerdotes, y contador de rentas y quitaciones del rey –responsable de la economía gubernamental–.

Es una pequeña muestra de las variadas labores que desempeñaban los españoles del siglo XVII en su vida diaria y que retratan no solo la prosperidad de la época, sino también su cotidianeidad.

The Conversation

Javier Mora García no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.