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Discursos políticos sobre la amnistía: falacias retóricas y confrontación

A la hora de hablar de la amnistía (proposición de Ley Orgánica de Amnistía para la Normalización Institucional, Política y Social en Cataluña) en relación con la retórica, es indispensable hacer una breve introducción. Es habitual ver en medios de comunicación, ensayos y en la conversación diaria el uso de la palabra “retórica” como un adjetivo despectivo que califica a un discurso como vacuo, artificial o falto de contenido. Aunque esta es una acepción aceptada por la RAE, es imprescindible puntualizar, desde un punto de vista académico, que dicho significado proviene de una herencia muy lejana al espíritu retórico que nació en la Grecia clásica y que nada tiene que ver con la concepción que la Nueva Retórica nos legó durante la segunda mitad del siglo XX.

Es lógico que en aquellas sociedades en las que el debate público estaba cercenado por sistemas más o menos autoritarios, los estudios retóricos se convirtieran en poco más que un entrenamiento formal y estético del uso de la palabra. Sin embargo, en nuestra contemporaneidad, en la que las democracias están profundamente asentadas y existe un ágora universal digital, resulta mucho más pertinente entender la retórica a partir de propuestas como las de Kenneth Burke, quien afirmaba: “La retórica (…) está arraigada en una función esencial del lenguaje mismo, una función que es totalmente realista y que renace continuamente; el uso del lenguaje como medio simbólico para inducir la cooperación entre seres que por naturaleza responden a símbolos”.

¿Será posible un discurso integrador en la sociedad española sobre la amnistía catalana? A día de hoy, y sin la necesaria pátina que deja el paso del tiempo, indispensable para cualquier estudio riguroso, se puede afirmar que no. La normalización de falacias retóricas en discursos emitidos por representantes políticos y amplificados en medios de comunicación tradicionales y redes sociales ha generado la construcción discursiva de dos realidades sociales en las que, utilizando palabras de Burke, el uso del lenguaje como medio simbólico no permite la cooperación, más bien la impide dado que no hay principios de acuerdo discursivo en los ejes fundamentales de las propuestas retóricas: el concepto democracia, el concepto nación y el concepto patria.

El momento “del pueblo español”

Prueba de ello, por ejemplo, es que el partido de ultraderecha española, Vox, hable de “golpe de Estado” a la hora de referirse a la futura ley de amnistía. ¿Qué interpretación discursiva implican, sobre conceptos como el Estado o la democracia, dichas afirmaciones? En declaraciones que recoge la propia web del partido, el líder de dicha formación política, Santiago Abascal, afirmaba lo siguiente: “Creemos que es el momento del pueblo español, de la unidad del pueblo, de todos los partidos que están contra el golpe, de la respuesta institucional allí donde no hay una mayoría golpista, es el momento de los jueces que de una manera masiva y total se han opuesto al golpe de Estado, y no tenemos ninguna duda de que hoy éste es nuestro sitio”.

Estas declaraciones son un mero ejemplo de la propuesta discursiva de la ultraderecha que ha llevado a las concentraciones violentas frente a las sedes del PSOE. En las palabras de Abascal son fácilmente reconocibles varias falacias. Por un lado, los argumentos ad populum: cuando dice “creemos que es el momento del pueblo español” está realizando una apelación a un sentir general, a una supuesta opinión compartida que directamente niega el principio del problema social al que trata de dar solución la ley de amnistía. Un argumento idéntico utilizó el Partido Popular en su manifiesto contra dicha ley. Se lee en este texto lo siguiente: “Hoy se escucha a los españoles con una sola voz desde las plazas de todo el país”.

En algunos discursos que se han podido estudiar de la derecha y la ultraderecha española se puede observar una concatenación de falacias retóricas en las que afirmaciones como la citada de Abascal son solo la punta del iceberg. Por ejemplo, son fácilmente reconocibles las falacias contra Pedro Sánchez, en las que se pone en solfa la ley por el mero hecho de que consideran al político un “mentiroso” o un “traidor”; las ad antiquitatem, que apelan a la supuesta tradición de que el ganador de unas elecciones debe ser el presidente del gobierno o las falacias del falso dilema: “O con nosotros o contra la patria”.

Error argumentativo

En el lado opuesto se encuentran, por ejemplo, una parte del PSOE y algunos partidos políticos que participarán en la investidura. En este bloque discursivo también son habituales las falacias. Por ejemplo, la portavoz del Movimiento Sumar, conformado por una confluencia de partidos de izquierda alternativa, Marta Lois, expresaba en el Congreso de los Diputados lo siguiente: “El señor Feijóo y las derechas llevan meses sin enterarse de que los y las españolas no les dieron mayoría. Las mayorías para conformar gobierno se aprueban en el Congreso, sede de la soberanía popular”.

Refiriéndose en este caso veladamente a la ley de amnistía y a las manifestaciones, existe una posible falacia de afirmación del consecuente en la que se afirma que el hecho de poder formar una mayoría parlamentaria tras las elecciones conlleva que existe una mayoría de españoles a favor de la amnistía. Dicho argumento también ha sido repetido en numerosas ocasiones por dirigentes del PSOE y requiere de muchas matizaciones si no se quiere caer en un error argumentativo.

Dicho esto, ¿qué refleja la normalización de estas falacias en la construcción discursiva de la nueva realidad social que es la amnistía? A día de hoy, un paisaje discursivo poco halagüeño si lo que se espera es una cooperación retórica para construir una realidad social integradora. Sin espacios compartidos básicos en el discurso en torno a conceptos fundamentales como “nación”, “patria” o “democracia” solo queda esperar más confrontación y aspereza.

Víctor Gutiérrez Sanz recibe fondos de Next Generation para una ayuda postdoctoral Margarita Salas.

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Los algoritmos optimizan la publicidad en los medios

Thx4Stock / Shutterstock

La publicidad es un factor esencial para el sostenimiento económico de los medios.

En España, pese a la subida de las tarifas publicitarias, factores como la caída de ventas de los medios en papel o el crecimiento de los visionados en streaming, entre otros, han restado poder de negociación a los medios frente a los anunciantes.


Evolución en España de los costes de las tarifas publicitarias según tipo de medio (2010-2021).
Elaboración propia a partir de datos de Infoadex.

Este debilitamiento ha provocado que los medios hayan tenido que aumentar sus espacios publicitarios para obtener los mismos ingresos que antes. El resultado ha sido una saturación publicitaria con consecuencias negativas para los anunciantes, que pierden visibilidad a la vez que ganan el rechazo de los consumidores.

Un grupo de investigadoras de la Universidad Nebrija y la Universidad de Valladolid hemos hecho un estudio para conocer la evolución de los precios de compra de los espacios publicitarios en medios españoles en la última década y descubrir los condicionantes que facilitan una buena negociación publicitaria.

Importancia de la segmentación

La aparición de nuevos medios (en los 80, en España, en la televisión terrestre; en los primeros años del siglo XXI los canales digitales y, en los últimos años, con la proliferación de opciones en streaming y distintas pantallas de visionado) ha permitido afinar la segmentación de las audiencias para enfocar el esfuerzo publicitario en el público objetivo de los anunciantes.

Nuestra investigación muestra que la comercialización publicitaria en los medios va hacia un modelo programático similar al que ya se utiliza en los medios en streaming.

Esta modalidad de compra publicitaria da más importancia al público objetivo del medio que a los contenidos que este emite. La publicidad programática se basa en algoritmos que buscan coincidencias entre los espacios publicitarios disponibles y el perfil de la audiencia a la que los anunciantes buscan impactar.

Negociación, la clave

La negociación publicitaria es responsabilidad del planificador, un profesional que ha tenido que adaptarse y ajustar sus procesos a la aparición de los medios digitales.

Esta parte del proceso publicitario ha cobrado gran relevancia en los últimos años por la aparición de nuevos canales, el desarrollo de internet y la evolución de las nuevas tecnologías (que permiten un streaming permanente y de alta calidad).

En la selección de los canales en los que ubicar el mensaje publicitario se toma en cuenta, sobre todo, la rentabilidad del anuncio, pero también se valoran la calidad de la publicación y sus contenidos. En la publicidad online se toman en cuenta factores como las visualizaciones del anuncio, la interacción con la web del anunciante y la adquisición del producto que se anuncia. Obviamente, unos resultados tienen más valor económico que otros.

En el año 2021, se invirtieron en España más de once mil millones de euros en publicidad en medios, según datos del informe 2022 sobre inversión publicitaria de Infoadex. Esto representa una subida del 7,8 % respecto al año anterior (cuando cayó, a causa de la pandemia, un 18 %).


Evolución porcentual de los descuentos publicitarios en España (2010-2021).
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Infoadex.

Alcance y cobertura

Una inversión publicitaria eficiente necesita de buenos negociadores, capaces de conseguir descuentos y mejores condiciones (mayor frecuencia de emisión por el mismo precio o mejores horarios o más clics, por ejemplo) para obtener la máxima rentabilidad del presupuesto.

El objetivo es conseguir el mayor alcance (el número total de personas que podrían ver el anuncio) y la mayor cobertura (la cantidad de personas que efectivamente ven un anuncio publicitario) posibles.

Por lo tanto, aquellos medios que ofrecen buenos datos de audiencia son los que tienen mayor fuerza para imponer sus precios al anunciante, mientras que soportes más pequeños tienen que asumir las condiciones del anunciante si quieren captar ese porcentaje de inversión publicitaria.

Los resultados de nuestro trabajo permiten ver cómo está evolucionando el sector publicitario en términos económicos y cómo están siendo los ingresos de los medios, ahora que se pone en duda el modelo de financiación y la gratuidad de los contenidos.

The authors do not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and have disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

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¿Estamos frenando la transición energética en España?

Halfpoint / Shutterstock

La transición energética es tanto una necesidad para adaptarnos al impacto del cambio climático como una oportunidad para un cambio de modelo económico y, como ha puesto de manifiesto la guerra de Ucrania, para reducir la dependencia energética. Este artículo suscita una reflexión sobre el proceso que España está llevando a cabo ante este reto.

A partir de un caso real y concreto, se ilustra la contradicción que puede existir entre el discurso político, o el marco legislativo global, con la práctica real y la implantación cotidiana de esa transición energética tan necesaria.

El compromiso institucional

España se ha alineado con las iniciativas gubernamentales europeas e internacionales (como el Pacto Verde Europeo o las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) y ha publicado diferentes documentos que plasman objetivos y estrategias (compromiso contra el cambio climático, Plan de Acción de Cambio Climático). Como ha quedado recogido por el Ministerio para la Transición Ecológica, existe un marco estratégico de Energía y Clima (Ley de Cambio Climático, Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030, Estrategia de Transición Justa).

A la vista de los proyectos y planes gubernamentales en España (por ejemplo, proyectos de reducción de emisiones FES-CO2, planes PIMA, etc.), a los que se añaden diferentes declaraciones de los responsables políticos e informes globales de emisión de C0₂ en los compromisos de descarbonización, podríamos pensar que España va por el buen camino.

Aplicación en la vida cotidiana

El compromiso global que muestra el anterior marco político y legislativo es necesario, pero no es suficiente. Para que la transición energética sea real y efectiva es preciso que su aplicación, en la vida cotidiana de los ciudadanos, tome cuerpo.

Así, por ejemplo, en países del entorno europeo como Francia se están tomando medidas claras para que las familias adapten sus casas a una mejora energética, afrontando así los compromisos de descarbonización.

En España, que sigue recibiendo sanciones por exceso de emisiones de gases efecto invernadero, existe la voluntad política de seguir la senda de la transición energética. El Observatorio de Sostenibilidad recomienda energías renovables.

El Ministerio para la Transición Ecológica ha elaborado una Hoja de Ruta de Autoconsumo en la que insta y apoya a toda la población a poner en marcha medidas de autoconsumo.

Sin embargo, esa voluntad institucional choca con algunas realidades concretas que frenan de facto este proceso en el territorio español.

Patrimonio cultural y transición energética

Conservar el rico patrimonio histórico español es compatible con la transición energética. Existen poblaciones con destacados edificios históricos (Toledo, Alcalá de Henares, monasterio de San Lorenzo de El Escorial, etc.). Sin embargo, en algunos casos se da una situación contradictoria.

Así, en el Decreto 52/2006 de la Comunidad de Madrid, se declaró bien de interés histórico-cultural el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial en la categoría de territorio histórico (el único en España). A diferencia de lo que ocurre con los conjuntos históricos urbanos, esta decisión hizo que se ampliase la zona de interés cultural, no sólo a los edificios histórico de El Escorial, sino también a toda una comarca, con extensas zonas residenciales modernas y polígonos industriales, en el perímetro de la denominada Cerca Histórica de El Escorial de Felipe II.


Trazado de la Cerca Histórica de El Escorial (Madrid).
Hispania nostra

La Cerca es un muro de piedra (hoy muy deteriorado) que Felipe II ordenó construir con el doble objetivo de delimitar el Bosque Real y evitar la salida de la caza mayor y la entrada de intrusos. Su trazado tiene unos 51 kilómetros de longitud y abarca un área de unas 9 960 hectáreas, comprendiendo la mayor parte de los territorios de los municipios de El Escorial y San Lorenzo de El Escorial y una parte de Zarzalejo.

Tras la promulgación de la ley de desvinculación de 1869, buena parte de los terrenos de la cerca fueron vendidos y, finalmente, quedó un marco territorial dividido en unas ochenta propiedades. En zonas de este territorio existen hoy numerosas casas modernas, que no corresponden al concepto de “conjunto histórico-cultural” y no deberían estar sujetas a protección de Patrimonio. Sin embargo, sorprendentemente, lo están.

Placas solares a 15 kilómetros de El Escorial

En la mayor parte de El Escorial existen hoy enormes dificultades para poner placas solares en las casas modernas, sin valor histórico, contraviniendo así la hoja de ruta de autoconsumo y toda la filosofía de transición en el espíritu de la ley y el marco estratégico de energía y clima español.

Por ejemplo, el núcleo urbano de Los Arroyos (unos 6 000 habitantes) se encuentra a 15 kilómetros de El Escorial, ayuntamiento del que depende. Se trata de viviendas unifamiliares recientes, sin valor cultural alguno desde el punto de vista del patrimonio a proteger. Para instalar placas solares en sus viviendas, los vecinos tienen que presentar una compleja y ardua documentación que es examinada por la Comisión Local de Patrimonio Histórico de El Escorial y el Ayuntamiento, que decide aprobar o no la instalación (que según las empresas instaladoras es idéntica a las que instalan en otros municipios).

Muchas familias ven rechazada su solicitud y otras muchas ni siquiera inician los trámites porque conocen la difícil realidad. Según las cifras de los ayuntamientos, hubo más autorizaciones (35) en un mes en Galapagar (enero 2022) que en 15 meses, desde enero 2022 a marzo del 2023 (34), en El Escorial y San Lorenzo.

Desde hace más de dos años, asociaciones de vecinos como Entorno Escorial han desplegado enormes esfuerzos (escritos y reuniones con alcaldes, defensor del pueblo, Patrimonio, etc.) para hacer ver a la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid así como a los ayuntamientos de El Escorial y San Lorenzo, que una cosa es proteger el Real Sitio y su entorno del casco urbano, algo que todo el mundo suscribe, y otra es prohibir poner placas solares a 15 kilómetros de El Escorial, en casas familiares modernas de urbanizaciones periféricas.

A día de hoy, la situación apenas ha cambiado. Al mismo tiempo, ahondando en la contradicción, está en marcha la instalación de un polígono industrial macrocentro comercial dentro de la misma zona.

El camino a la transición energética

La transición ha de ser un esfuerzo colectivo, de empresas y particulares. Poner trabas a la instalación de placas solares unifamiliares en zonas que no tienen valor histórico-cultural es frenar el proceso de mejora y adaptación que ha iniciado España.

El freno a las placas solares en el territorio de El Escorial plantea interrogantes sobre la manera en que estamos llevando a cabo la transición: quién detenta las decisiones y por qué tales decisiones, por qué existe desigualdad entre territorios (incluso dentro de la misma comunidad autónoma, ya que Madrid eliminó la obligación de pedir licencias para poner placas fotovoltaicas para autoconsumo en 2021). El caso aquí descrito ilustra la necesidad de seguir trabajando para levantar los frenos hacia una transición energética real.

Jesús Bermejo-Berros no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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¿Seguimos una dieta saludable? Las bacterias intestinales nos delatan

SewCreamStudio/Shutterstock

Millones de bacterias, virus y hongos viven en nuestro tracto gastrointestinal –sobre todo en el colon–, donde se establece una relación de beneficio mutuo con el humano.

Este conjunto de microorganismos se conoce como microbiota intestinal, y los especialistas en nutrición pueden utilizar estos minúsculos habitantes como “chivatos” de la ingesta en función de la composición. Según el tipo de alimento que pongamos en el plato, crecerán unas bacterias u otras en nuestro intestino, dejando sus “firmas” o “huellas” en el organismo: los biomarcadores.

Dichos rastros pueden dar una idea de nuestro estilo de vida. Y en muchas ocasiones, sirven de ayuda para identificar y tratar de una forma rápida y eficaz infecciones, enfermedades o exposiciones repetidas a un producto o alimento.

Armonía en las “tripas”

Tres grupos o phyla son los que forman principalmente el rico ecosistema de nuestro intestino: los firmicutes, los bacteroidetes y las proteobacterias. Dentro de cada uno encontramos multitud de organismos que deben hallarse en proporciones y diversidades adecuadas (eubiosis) para que la microbiota desempeñe correctamente sus funciones.

De hecho, un desequilibrio entre las especies (la disbiosis) puede generar consecuencias negativas a largo plazo: alteraciones en el sistema hormonal, enfermedades inflamatorias, dolencias autoinmunes o, incluso, trastornos digestivos crónicos.

Por eso es tan importante lo que comemos, ya que la microbiota fecal está directamente modulada por el consumo de ciertos alimentos, que estimulan el crecimiento de microorganismos específicos. Al cambiar nuestro menú, la cantidad y variedad de bacterias también lo hará. Y ahí es donde radica la relevancia de la dieta en el equilibrio intestinal.

Dígame lo que come…

Las investigaciones sobre salud y alimentación a menudo necesitan medir con precisión los nutrientes consumidos en una dieta para monitorizar si los pacientes siguen las instrucciones nutricionales. En este sentido, diversos estudios han demostrado asociaciones de microorganismos con patrones alimentarios concretos:

La dieta mediterránea, caracterizada por una alta ingesta de granos enteros, vegetales, frutas y aceite de oliva, se relaciona con la proliferación del phylum Bacteroidetes y la reducción de patógenos como las proteobacterias.

El consumo de vegetales, frutas, granos enteros, legumbres, semillas y aceites vegetales ricos en fibra y compuestos bioactivos (sustancias químicas de los vegetales que promueven la salud) presentes en las dietas vegetarianas fomentan el incremento de especies bacterianas como las del género Prevotella, conocidas por producir compuestos beneficiosos como los ácidos grasos de cadena corta.

La dieta occidentalizada, vinculada al aumento de enfermedades crónicas y la obesidad, se acompaña por un elevado consumo de calorías, grasas no saludables, azúcares refinados, sal, alcohol y otros elementos poco saludables. Estas ingestas pueden reducir la diversidad bacteriana a nivel intestinal y favorecer a ciertas especies de Clostridium que acarrean problemas intestinales, inflamación e infecciones.

Como consecuencia del impacto de la dieta sobre la composición fecal, son recomendables los patrones alimentarios que incluyan fibra dietética, vitaminas, minerales y componentes bioactivos. Estas pautas se asocian con una microbiota intestinal más saludable y una mayor abundancia de bacterias benéficas.

Al contrario, consumir demasiados azúcares refinados, grasas saturadas, productos lácteos y alimentos ultraprocesados empobrecería la diversidad y la cantidad de microorganismos provechosos. Esos malos hábitos también se han vinculado, como un posible agente de la microbiota alterada, con trastornos del sistema inmune, el aumento de la grasa corporal y enfermedades crónicas no transmisibles como el cáncer.

Una valiosa herramienta

En definitiva, identificar componentes microbianos como biomarcadores puede ser esencial para evaluar la ingesta alimentaria, monitorizar dolencias y planificar dietas personalizadas. Es una herramienta útil que permite abordar una nutrición de precisión y un enfoque más efectivo en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.

En ese contexto, el estudio Dietary Deal, financiado por la UE, y el proyecto METAINFLAMACIÓN, financiado por la Comunidad de Madrid, intentan identificar nuevos biomarcadores para evaluar el seguimiento y efectividad de los tratamientos dietéticos, y determinar el papel de la microbiota como causa o consecuencia de la salud y la enfermedad.

Porque, parafraseando la famosa máxima, nuestros microbios son (también) lo que comemos.

Amanda Cuevas Sierra recibe fondos del Instituto Carlos III de Salud (ayudas postdoctorales Sara Borrell)

Alfredo Martínez Hernández, Daniel de Luis Roman et Lourdes Mariell Chero Sandoval ne travaillent pas, ne conseillent pas, ne possèdent pas de parts, ne reçoivent pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’ont déclaré aucune autre affiliation que leur poste universitaire.

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¿Podemos predecir las cosechas de setas silvestres?

Bukhta Yurii / Shutterstock

Con la llegada del otoño, el suelo de muchos bosques se cubre de setas, dando pie a que los amantes de estos hongos salgan a la caza de boletus, níscalos y rebozuelos, entre otros, para disfrutarlos después en la cocina. Pero ¿es posible predecir dónde crecen sin necesidad de ponerse las botas y salir al campo?

De qué depende que salgan setas

El interés social por las setas ha suscitado la creación de herramientas para modelizar y predecir sus cosechas, como el visor mikogest, el portal web micodata o la aplicación smartbasket.

Desarrollar estas herramientas es difícil por la complejidad de los ciclos de vida de los hongos. Son organismos con extrema variabilidad intra e interanual. Esta variabilidad se debe a su interacción con el resto de organismos de los ecosistemas, al estado del suelo y a la meteorología.

No es ningún secreto que las setas salen cuando llueve y la temperatura es templada. Tampoco que algunas especies sólo salen en un tipo de suelos, como la trufa negra que fructifica en suelos calizos. La pendiente y la altitud también influyen en lo que podemos encontrar. Y también influye cómo es el bosque: el tipo de árbol, cuántos hay y su edad determinan si cogeremos níscalos o boletus.


Boletus edulis.
Holger Krisp / Wikimedia Commons, CC BY

Datos de satélite para prever las cosechas

Cómo se distribuyen los árboles en un bosque determina cómo se distribuye el micelio de los hongos en el suelo y, además, la disponibilidad de materia orgánica. En latitudes medias las setas comestibles proceden, sobre todo, de hongos micorrícicos como las amanitas, que viven siempre asociados con las raíces de los árboles, o de hongos saprobios como los champiñones, que se alimentan de la materia orgánica muerta del suelo.

Hemos comprobado que los datos de humedad del suelo estimados con satélite predicen la cantidad de las cosechas de setas con la misma precisión que los datos de precipitación.

Además, al incorporar el índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI) en los modelos, podemos relacionar el almacén de materia orgánica en los tejidos vegetales vivos de los bosques con la fructificación de los hongos.

Los datos de sensores lídar terrestres, que permiten caracterizar la estructura espacial del bosque con muy alta precisión, también han mostrado capacidad para predecir la cantidad de las cosechas de níscalos, sobre todo junto al NDVI.

Por último, las series de datos de la misión Sentinel-1 de la ESA, relacionados con la estructura del bosque, permiten describir cómo varían las localizaciones y las cantidades de las cosechas de setas a lo largo del tiempo. Estos datos son muy prometedores para poder predecir las cosechas de setas a medio plazo.

Los modelos de predicción de cosechas de setas con datos de teledetección son mejores que otros modelos. Ofrecen mayor precisión y permiten incorporar, para su elaboración, información prácticamente en tiempo real.

Aún quedan muchas cosas por esclarecer respecto a los hongos, pero esta tecnología nos ayuda a avanzar en su estudio. También nos permitirá conocer con mayor precisión la dinámica del micelio en el suelo y facilitará la gestión de los servicios ecosistémicos en tiempo real.


Imagen de Sentinel-1, uno de los satélites del programa Copernicus de la ESA que recoge datos de observación de la Tierra.
ESA / P. Carril

El papel de los hongos en los ecosistemas

El concepto de servicios ecosistémicos engloba, además de bienes directos como los alimentos y la madera, los servicios no productivos que brindan los espacios naturales. Por ejemplo, el agua de calidad, la biodiversidad, el paisaje y la fijación de carbono.

En este sentido, más allá de su interés culinario, los hongos contribuyen de forma importante a la producción y mejora de nutrientes en el suelo y al suministro de alimentos. También interaccionan con otros organismos, participando activamente en la regulación de poblaciones y comunidades.

Los servicios ecosistémicos indican la calidad de nuestra interacción con el entorno. Conociéndolos, podemos desarrollar herramientas para identificar el tipo de gestión de los bosques que ayuda a mitigar los efectos del cambio global. También podemos optimizar los beneficios sociales, impulsando la polinización y la fertilidad de los suelos, por ejemplo, y evitando así costes innecesarios en la agricultura.

Obtener información sobre los servicios ecosistémicos no relacionados con la madera es un desafío. Para gestionarlos eficazmente se necesita conocer su cantidad y su localización, pero la cartografía basada en datos medidos en campo es costosa y de pequeña extensión.

Los datos de satélite (o de sensores montados en aviones o en drones) permiten cuantificar y cartografiar los servicios ecosistémicos con un coste más bajo.

Las observaciones de teledetección son frecuentes y con alto detalle espacial. Esto facilita el seguimiento de los bosques de forma global. Además, algunos sensores permiten observar aspectos hasta ahora difíciles de cuantificar, como la humedad de la vegetación y del suelo, o la estructura de los árboles.

Gracias al acceso libre y gratuito a estos datos, y a los algoritmos de inteligencia artificial, podremos cartografiar la distribución de las especies de hongos y predecir con más acierto la producción de setas silvestres. Podremos saber dónde encontrarlas y cuántas recoger, asegurando su producción a medio y largo plazo y sin perjudicar su importante rol en los ecosistemas.

Beatriz Águeda posee acciones de Fora Forest Technologies SLL

Cristina Gómez Almaraz does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

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Un nuevo WhatsApp vegetal: descubren cómo un hongo conecta las raíces de plantas vecinas

Las plantas se comunican entre ellas para avisar de la presencia de amenazas. Tomas Vynikal / Shutterstock

Las plantas no pueden salir corriendo o quitarse de encima a los herbívoros y patógenos que las atacan. Sin embargo, son capaces de sobrevivir frente a la gran cantidad de peligros a los que se enfrentan. ¿Cómo lo hacen? Una de sus principales estrategias defensivas consiste en producir y acumular en sus órganos compuestos químicos tóxicos para sus atacantes: insecticidas, antifúngicos, antibacterianos, etc.

Aunque estos compuestos químicos tóxicos son muy efectivos, requieren tiempo para poder sintetizarse y acumularse. Si una oruga comienza a comerse una hoja, la planta no puede defenderse antes de que el animal se la termine (no le da tiempo). Por esta razón, es muy importante la comunicación que existe dentro de la planta y con sus plantas vecinas.

En el caso concreto de la oruga, cuando muerde una hoja, la planta envía una señal química por todo su cuerpo, avisando al resto de hojas del ataque, para que comiencen a sintetizar y acumular compuestos insecticidas. De esta forma, la oruga solo podrá comerse una hoja.

Además, las plantas no se quedan la información del peligro para sí mismas, sino que envían señales químicas a todas las plantas cercanas. Esto lo hacen mediante la producción de compuestos químicos volátiles (como los del olor de las flores), que son percibidos por las otras plantas, provocando en ellas la activación de sus defensas contra las orugas. Este mecanismo biológico de comunicación vegetal por volátiles fue descrito por primera vez hace exactamente cuarenta años, en sauces y en chopos.

Mensajes bajo tierra

Pero las plantas van más allá y han desarrollado muchas otras estrategias para poder comunicarse entre ellas. ¿Qué pasa si la comunicación por compuestos volátiles no funciona porque hay mucho viento? Entonces las plantas se comunican a través de las raíces, mediante la denominada “comunicación por cable” vegetal.

Seguramente nos suene el concepto de “internet de los bosques”, del que se ha hablado mucho en los últimos años. Bajo el suelo de los bosques existe una gran red de micelio de hongos micorrícicos (como la trufa) que conecta a las raíces de los árboles entre sí. Esta red fúngica consiste en hilos microscópicos que crecen por el suelo a la vez que viven dentro de las raíces vegetales. Sería algo así como tener dos ordenadores conectados entre sí mediante un cable y enviándose información a través de él.

Gracias a esta enorme red fúngica que existe bajo el suelo, se cree que un árbol atacado por una oruga puede avisar del ataque a otro árbol, a cientos de metros de distancia, para que su vecino comience a preparar sus defensas.


Hongo Trichoderma hamatum.
Jorge Poveda Arias, CC BY-NC-SA

A pesar de que estas redes fúngicas han sido ampliamente estudiadas entre árboles y mediante hongos micorrícicos, no se ha investigado su existencia con otros grupos de hongos, como los endófitos (endo=dentro y fito=planta; que viven dentro de las plantas). Dentro de los hongos endófitos, destaca el género Trichoderma, por ser muy utilizado en agricultura como agente de control biológico.

Un hongo guardián


Estructuras productoras de esporas del hongo Trichoderma harzianum.
Departamento de Agricultura de los Estados Unidos / Wikimedia Commons

Trichoderma coloniza las raíces de las plantas y también el suelo de su alrededor (espacio denominado rizosfera) protegiendo a su compañera vegetal del ataque de insectos y patógenos. En este sentido, es capaz de “atrapar” y “comerse” a estos enemigos, de producir compuestos tóxicos para ellos e incluso de avisar a la planta que coloniza para que active sus defensas, antes de ser atacada.

Por eso Trichoderma se usa en agricultura para combatir a los enemigos de los cultivos, aplicándose mediante formulados comerciales de esporas (en forma de polvo) directamente al suelo o al riego, pero también cubriendo las semillas.

En un trabajo recientemente publicado en la revista Plant Science, investigadores de la Universidad de Valladolid y de la Misión Biológica de Galicia (CSIC) hemos descrito por primera vez cómo Trichoderma es capaz de realizar una “comunicación por cable” vegetal entre plantas vecinas, cuando una de ellas es atacada por un patógeno en las hojas.


Planta de Arabidopsis thaliana.
Jorge Poveda Arias, CC BY-NC-SA

Para este estudio, utilizamos una planta modelo en investigación, denominada Arabidopsis thaliana, y la especie Trichoderma hamatum, aislada de raíces de berza (muy conocida actualmente con el nombre “kale” en los supermercados) en la provincia de Pontevedra.

En primer lugar, conseguimos que Trichoderma colonizara las raíces de dos plantas vecinas separadas espacialmente, además de todo el suelo que había entre ellas. Tras infectar las hojas con un patógeno llamado Sclerotinia sclerotiorum, un hongo que forma manchas negras de tejido muerto, pudimos comprobar cómo Trichoderma es capaz de enviar una señal de una planta a otra a través de sus raíces. De esta forma, cuando una planta es atacada en sus hojas, avisa a su vecina mediante las raíces y Trichoderma para que active sus defensas contra el patógeno, haciéndola totalmente inmune a su posterior ataque.

El trabajo realizado supone un gran avance en el conocimiento de la biología de Trichoderma, lo cual amplía sus aplicaciones y beneficios para los cultivos.

Jorge Poveda Arias no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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Horror a las plantas: entre la ciencia vegetal y los terrores victorianos

Lámina litográfica en color de la obra ‘Kunstformen der Natur’ de Ernst Haeckel, de 1899, que muestra una representación artística de distintas variedades de orquídeas: Wikimedia Commons

Las plantas son innegablemente diferentes a nosotros. Esto les ha permitido hacerse un hueco en la imaginación popular como seres aterradores. A veces han sido adoradas como deidades, otras han sido vistas como monstruos por su imposibilidad de ser liberadas por sus raíces y su –en ocasiones– crecimiento descontrolado.

Por eso muchas veces han sido representadas como una amenaza para los seres humanos en la literatura, el cine, la televisión, los cómics, los videojuegos y otros medios.

Esto sucedió en la época victoriana. A lo largo del siglo XIX las plantas exóticas eran comunes, generalmente descritas como peligrosas. Pero el final de siglo fue testigo de una explosión de interés, tanto científico como literario, en el que las plantas letales pasaron de ser potenciales envenenadores a seres que abiertamente mataban al ser humano.

Por eso ocuparon una posición destacada en la ficción, bastante cercanas a la fantasía, añadiendo elementos detectivescos, de aventuras y científicos.

H. G. Wells

Herbert George Wells (1866-1946) fue un creativo escritor inglés, hijo de un jardinero. Gracias a este parentesco desarrolló interés y conocimiento en botánica. Hoy en día, la figura de Wells es central al hablar de la evolución de las novelas científicas en la ficción moderna. Se le considera un maestro en temas como viajes en el tiempo, invasión extraterrestre, mutación biológica, ciudades futuras y distopías, gracias a obras como La máquina del tiempo (1895), El hombre invisible (1897) y La guerra de los mundos (1898).

En la literatura finisecular la vida botánica actualizó el género gótico, lleno de degeneración. Teniendo en cuenta esta realidad, es fácil documentar la fascinación victoriana por las plantas carnívoras. Wells, como autor de la época, también se sumó al carro.

Su relato “La floración de la extraña orquídea” se publicó por primera vez el 2 de agosto de 1894, en The Pall Mall Budget, reapareciendo más tarde en The Stolen Bacillus and Other Incidents, una colección publicada en 1895 que contiene quince cuentos fantásticos.

“La floración de la extraña orquídea” combinaba la botánica amateur con la ciencia ficción. En el relato, Wells describe la relación entre Winter-Wedderburn, un inglés coleccionista de orquídeas, y su espécimen recién comprado. Wells presenta una planta que muestra agresividad y malas intenciones. La historia detalla la aterradora (y ficticia) capacidad de la vida vegetal para tragar, engullir, invadir y matar humanos.

El escritor ofrece una visión de un espécimen del mundo vegetal como una verdadera amenaza, convirtiendo su producción en un texto pleno de terror, que al final refleja angustias profundas y arraigadas dentro de la cultura existente.

El Imperio en peligro

“La floración de la extraña orquídea” muestra el vínculo entre la noción de imperio y la amenaza de un ser extraño, sediento de sangre humana, que hace que peligre su existencia. Al igual que el conde protagonista de Drácula –novela publicada en 1897, solamente tres años después–, la orquídea acecha Inglaterra. Ambas narraciones comparten el tratar la temática del parásito –una planta y un vampiro, respectivamente– que proviene de otro país y pretende invadir el imperio inglés.

Además, en el caso que nos ocupa, la orquídea, que ya proviene de un lugar inferior –por venir de fuera del Imperio– es feminizada –debemos tener en cuenta que a comienzos del siglo diecinueve la botánica se consideraba una tarea femenina–. Es decir, la planta era violenta pero de “menor categoría” que sus víctimas.

El relato también hace hincapié en los peligros de interferir con la naturaleza y sus consecuencias. Dice claramente que los humanos no siempre pueden domesticar el mundo natural y que, a pesar de su inmensa belleza, este es a menudo peligroso, incluso letal.

H. G. Wells, valiéndose de la literatura, trata el concepto de la evolución. Hace que el lector se cuestione el estatus supuestamente privilegiado del ser humano.

Las orquídeas como seres de otro mundo

El gran conocimiento que Wells tenía de las ciencias de las plantas se refleja en su pluma. No solo describe y juega con mecanismos fisiológicos de varios tipos de plantas, sino que se adelanta a su tiempo, considerando las orquídeas carnívoras o parásitas.


La polilla esfinge fertiliza una orquídea en los bosques de Madagascar. Ilustración de Thomas William Wood.
Wikimedia Commons

El propio Charles Darwin afirmó que las orquídeas eran universalmente reconocidas como unas de las formas más singulares del reino vegetal. Estas plantas estaban claramente dotadas de rasgos extraños, ejerciendo una especie de influencia mágica en la mente de los victorianos. Wells aborda la visión popular de las orquídeas como más que simples seres vegetales, casi humanos, capaces de un comportamiento inexplicablemente siniestro.

El relato también es uno de los primeros ejemplos literarios donde no son los animales e insectos quienes se alimentan de sangre, sino los integrantes del reino vegetal. Al hacerlo, Wells creó una de las producciones literarias más siniestras, presentando una planta que absorbe la energía vital de sus víctimas, alimentándose de presas humanas.

Las orquídeas asesinas estaban entre las muchas plantas que depredaban la imaginación de sus cultivadores a finales del siglo XIX. Este fue sin duda un género popular (y exitoso). Uno puede preguntarse por qué las orquídeas se volvieron tan asesinas en la imaginación victoriana.

Pero, gracias al detalle que Wells emplea para describir todos los temas que quiere aglutinar con mucha precisión, lo que no puede negarse es que esta es una de las narraciones más efectivas del escritor.

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

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Podríamos evitar la corrupción en los contratos públicos con inteligencia artificial

Parte de los daños en las edificaciones, durante el terremoto del pasado febrero en Turquía, se debieron a las irregulares licitaciones que se habían realizado. Shutterstock

El aumento de los niveles de corrupción es una preocupación creciente en muchos países, lo que ha llevado a investigadores de diversas disciplinas a buscar nuevas formas de detectarla y combatirla.

Por nuestra parte, hemos querido identificar los factores que aumentan el riesgo de corrupción en los procesos de contratación pública.

Corrupción no casa con crecimiento

La corrupción, especialmente en el sector público, afecta a países de todo el mundo y puede tener graves consecuencias económicas, políticas y sociales de las que tenemos ejemplos muy recientes.

Tras el terremoto que en febrero de 2023 asoló zonas de Turquía y de Siria se ha visto que parte de los daños en las edificaciones se debieron a las irregulares licitaciones que se habían realizado, y a que algunos edificios que no cumplían con las normas mínimas de seguridad habían superado correctamente los controles de las autoridades.

En el ámbito económico, las prácticas corruptas pueden disuadir a los agentes extranjeros y nacionales de invertir en un país, ralentizando su crecimiento.

Además, pueden limitar la competencia en los mercados, erosionar la confianza en las instituciones –y en los políticos–, exacerbar la desigualdad y limitar el acceso a servicios públicos básicos como la educación y la salud.

Favoritismo inconsciente

Basándonos en los criterios de selección incluidos en los anuncios de contratación pública, hemos buscado cuantificar el riesgo de corrupción en dichos procesos de licitación.

La idea subyacente es que algunos de los criterios exigidos a los participantes en los concursos públicos pueden ser subjetivos o estar elaborados de tal forma que, inadvertidamente, pueden inducir al favoritismo en la concesión de los contratos, limitando la competencia y, en esencia, causando un perjuicio al conjunto de la sociedad.

En nuestro trabajo hemos analizado una muestra de más de 70 000 licitaciones públicas de 33 países europeos en los años 2016, 2017 y 2018. Para ello, utilizamos algoritmos de modelado del lenguaje y redes neuronales, concretamente las técnicas LDA (asignación latente de Dirichlet) y SOM (mapas autoorganizados).

El modelo analiza los anuncios de contratación pública e identifica grupos de riesgo en función de la posibilidad de que un contrato presente irregularidades susceptibles de limitar la libre competencia.

Criterios fallidos

En esencia, el riesgo de corrupción se cuantifica a través del número de ofertas recibidas en cada subasta: un número bajo de ofertas es señal de una potencial falta de competencia.

Entre los elementos que pueden facilitar la corrupción en la asignación de contratos están:

La duración (a partir del cuarto año se incrementa el riesgo de corrupción).

El importe total del contrato.

Nuestros resultados sugieren que los contratos públicos basados principalmente en criterios de precio son los que más riesgo de corrupción presentan.

Aunque pueda parecer que asignar contratos de acuerdo con el precio más bajo es un criterio transparente y objetivo, está muy ligado a algunas prácticas corruptas: un suministrador podría ofrecer un precio bajo en la licitación y renegociarlo una vez celebrado el contrato o, tras haber eliminado a sus competidores, incurrir en sobrecostes.

De hecho, la normativa europea sobre contratos públicos desaconseja el uso exclusivo de este criterio en las licitaciones públicas.

La mejor relación calidad-precio

También parece que haya diferencias entre otros criterios de evaluación empleados en los contratos públicos analizados.

Nuestros resultados muestran que los concursos que evalúan la calidad técnica y la oferta económica de las propuestas fomentan la participación y favorecen la competencia entre empresas. Además, son menos propensos a recibir un bajo número de ofertas.

En ese sentido, nuestra investigación confirma la conveniencia de utilizar el criterio MEAT, que busca la mejor relación calidad-precio y no únicamente el precio de salida más bajo. Además, considera cuestiones como innovación, garantías, fechas de entrega o impacto medioambiental y social.

Supervisión y eficacia

Poder identificar los contratos públicos que requieren una especial atención y vigilancia orienta a las autoridades públicas y a los organismos anticorrupción a la hora de fijar prioridades y asignar recursos, que siempre son escasos pues no se pueden analizar con detalle todos los contratos.

Nuestro trabajo apunta a una serie de nuevas líneas de investigación, pues las formas de fraude evolucionan rápidamente. Por ejemplo, tras la pandemia de covid-19, los países han incrementado el volumen de fondos públicos para incentivar la recuperación económica, como los fondos Next Generation de la UE. Su correcta asignación y empleo son clave para garantizar su eficacia, lo que hace necesarios mecanismos de supervisión semejantes al propuesto en nuestro trabajo.

Iván Pastor Sanz, experto en revisión y control de riesgos crediticios en BNP Paribas, es coautor de este artículo.

Félix J. López Iturriaga recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación (España).