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Hongos que crean zombis: ¿qué hay de cierto en la primera escena de la serie The Last of Us?

El hongo Cordyceps nombrado en la serie «The Last of Us» existe en realidad. Captura de la serie The Last of Us / HBO

En enero de 2023 HBO Max estrenó la serie The Last of Us, basada en el videojuego con el mismo nombre, que desarrolló la empresa Naughty Dog. Sin entrar en la trama de los personajes, la historia se desarrolla en un escenario postapocalíptico donde la humanidad ha sucumbido a una enfermedad fúngica que vuelve a las personas zombis.


Logo del videojuego The Last of Us.
Wikimedia Commons

Es precisamente este detalle el que más llama la atención científicamente: un hongo que ataca a los seres humanos y es capaz de modificar su comportamiento.

En la primera escena de la serie, se nos presenta un programa de entrevistas situado en el año 1968, donde dos epidemiólogos responden a preguntas acerca de microorganismos que pueden acabar con la humanidad. El primero de los científicos habla sobre los virus y su rápida expansión, destacando su facilidad para provocar pandemias. Sin embargo, su colega le quita importancia a los virus e indica que el verdadero peligro para la humanidad son los hongos.

Hongos con malas intenciones

“Hay hongos que no buscan matar, buscan controlar”, es la frase con la que el científico hace cambiar por completo la percepción del público ante este peligro.


Cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea).
Wikimedia Commons, CC BY

Para ello, comenta el ejemplo más claro: la droga LSD (dietilamida de ácido lisérgico). Este compuesto, que provoca alucinaciones en humanos, se obtiene a partir de la ergolina, producida de forma natural por un hongo que coloniza los granos de centeno: Claviceps purpurea o cornezuelo del centeno.

¿Por qué un hongo querría controlar el cerebro de un animal? Pues esto es algo que sucede en la naturaleza mucho más a menudo de lo que imaginamos.

Precisamente, el científico ficticio de la serie comenta un ejemplo real de este comportamiento fúngico controlador sobre hormigas, llevado a cabo por el hongo Ophiocordyceps u “hongo hacedor de hormigas zombis”.

La vida del Ophiocordyceps comienza cuando una espora entra en contacto con el cuerpo de una hormiga. Como si fuese una semilla, germina dentro de ella formando una “raíz” (llamada hifa) que es capaz de atravesar la dura capa externa del insecto.


Hormiga del género Camponatus parasitada y consumida por el hongo Ophiocordyceps.
Andre Nogueira / Wikimedia Commons, CC BY

Una vez dentro de su cuerpo, el hongo viaja hasta el cerebro de su presa, donde produce una serie de compuestos químicos que modifican por completo su comportamiento. En primer lugar, hace que salga de su nido y busque un lugar alto, húmedo y protegido, por ejemplo, bajo una hoja.

Una vez situada la hormiga en este nuevo lugar, el hongo le obliga a realizar lo que se llama “la mordida de la muerte”. La hormiga cierra la mandíbula con todas sus fuerzas sobre la hoja y muere. Entonces, el hongo comienza a consumir todos los órganos y fluidos internos del insecto, hasta que es totalmente esquilmado, momento en que el hongo forma un largo “tallo” que producirá nuevas esporas. Las hormigas que pasen debajo del cadáver de su compañera serán infectadas por las esporas, comenzando, de nuevo, esta historia de terror.

Macabro exterminio

Pero hay muchos otros ejemplos de hongos que parasitan el cerebro de los insectos y controlan sus acciones, como muestra un interesante artículo publicado en la revista mBIO.

El hongo Massospora se ha especializado en parasitar a las cigarras de una forma aún más macabra que su pariente en hormigas.


Ciagarra cuyos órganos genitales han sido sustituidos por esporas del hongo Massospora.
Wikimedia Commons, CC BY

Una vez que penetra en el cuerpo de la cigarra, lo primero que hace este invasor es viajar hasta sus órganos genitales, para destruirlos y formar una masa de esporas en ese lugar. Posteriormente, se dirige a su cerebro, donde obliga a su presa a reproducirse continuamente con otras cigarras.

Como realmente esta cigarra no tiene órganos genitales, no se reproduce, sino que lo que hace es impregnar con esporas del hongo a nuevos hospedadores.

La buena noticia es que, como indica el científico en la ficción de la serie, ninguno de estos hongos es capaz de sobrevivir a una temperatura superior a los 34 ºC (es decir, la que tenemos los mamíferos). Por lo tanto, no pueden atacar a nuestros cerebros humanos.

Pero ¿qué sucedería si la temperatura del planeta aumenta año tras año y estos hongos evolucionan para soportar temperaturas superiores? Este es el escenario actual del cambio climático… precisamente el mismo en que se desarrolla The Last of Us.

Jorge Poveda Arias no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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La trágica y apasionada historia de L’Hymne à l’amour

Édith Piaff. Eric Koch for Anefo, CC BY

Dios reúne a los que se aman, dice la letra de esta canción premonitoria, dedicada a la pasión en la vida y al amor tras la muerte, al deseo de encontrarse en el más allá, a un amor trágico eterno. Eso es lo que escribió y cantó Édith Piaf en el Hymne à l’amour (1949).

La historia detrás de esta canción que interpretó Céline Dion en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 es trágica, como lo fue casi toda la vida personal de la cantante Édith Piaf, que la escribió, la interpretó y la inmortalizó, con la música de Marguerite Monnot.

Édith Piaf es la cantante francesa más universal y, en estos días, la más recordada. Se calcula que sus ventas pueden ascender a más de ochenta millones de discos en total gracias a éxitos como La vie en rose, Padam, Milord, o La foule.

Un amor apasionado y trágico

Corría el año 1949 y Édith Piaf estaba locamente enamorada de Marcel Cerdan. Era el boxeador más importante de su época. Ese año era el campeón del mundo del peso medio, y años atrás fue el vencedor del campeonato de Europa (1939). Estaba casado y tenía tres hijos.

Ambos eran estrellas internacionales cuando se conocieron en Nueva York en el verano de 1948: el flechazo fue instantáneo. No era ningún secreto que fueran amantes. Se sabía, se dejaban ver y fotografiar juntos sin reparos. Este romance apasionado y el deseo de estar juntos fue precisamente lo que llevó a un trágico final a Cerdan.

Mientras el amor inunde mis mañanas/ Mientras mi cuerpo tiemble en tus manos/ No me importan los problemas/ Mi amor, ya que tú me amas/ Yo iría hasta el fin del mundo

La cantante se encontraba de gira en Estados Unidos en el otoño de 1949. Marcel viajó la noche del 27 al 28 de octubre de ese año en el vuelo de Air France 009 de París a Nueva York para ir a visitarla. El avión se estrelló en las islas Azores sin supervivientes. La noticia impactó al mundo entero. Entre los restos del avión se encontró la maleta de Marcel, reconocible porque tenía grabadas las letras EC: E de Édith y C de Cerdan. Él tenía 33 años.

La muerte inesperada de su amante sumergió a Édith Piaf en una profunda tristeza, cayó enferma y estuvo alejada de los escenarios durante mucho tiempo. Aunque la canción se publicó grabada en 1950, ella ya la había interpretado en septiembre de 1949, un mes antes de la muerte de Marcel Cerdan. Sin saberlo, su letra contenía una macabra premonición:

Si la vida te arranca de mí/
Si mueres, estás lejos de mí/
No me importa, si tú me amas/
Porque yo también moriría/
Tendremos para nosotros toda la eternidad/
En el azul de toda la inmensidad/
En el cielo, no más problemas.

L’Hymne à l’amour canalizó toda su tristeza y emocionaba al público en cada interpretación. Mostraba con gran dignidad y profundidad el dolor por la pérdida del amado y el deseo de reunirse con él. Fue uno de sus grandes éxitos mundiales: la canción de amor y muerte se convirtió en mito.

Édith Piaf canta L’Hymne à l’amour en una grabación de 1950.

El principio de su final

Édith Piaf nunca se recuperó del todo de la muerte de Marcel Cerdan. Su vida después de él la protagonizan otros amores fallidos, varios accidentes de tráfico, adicción a la morfina para evitar el dolor de las secuelas y el alcoholismo. No faltan las terapias de rehabilitación y recaídas continuas.


Tumba de Édith Piaf.
CC BY

Aunque su salud era muy frágil, siguió publicando discos, cosechando éxitos mundiales, dando conciertos y con la voz increíblemente impecable. Es el caso por ejemplo de Non, je ne regrete rien publicada en 1960.

Cuando muere, en 1963, parece una anciana a pesar de que sólo tenía 47 años. La vida de excesos era visible. En ese momento estaba casada con el apuesto y jovencísimo Théo Sarapo, cantante y actor que tenía entonces 26 años y que la cuidó hasta el final como si de una madre se tratara. Por cierto, siete años después, Théo Sarapo también murió en un accidente, de tráfico en esa ocasión, y sus restos descansan en una tumba junto a ella.


Édith Piaf & Theo Sarapo.
CC BY

Más allá de la muerte: su deseo cumplido

Para Édith Piaf L’Hymne à l’amour fue quizá la más trascendental de su repertorio. De hecho, en el epitafio de su lápida del cementerio Père Lachaise de París está grabada precisamente el último verso de esta canción:

Dieu réunit ceux qui s’aiment

(Dios reúne a los que se aman).

L’Hymne à l’amour ha seguido siempre vivo y brillando con intensa luz desde su publicación. Desde que Édith Piaf murió, otros grandes artistas la han interpretado, como es el caso de Johnny Halliday, Mireille Mathieu, Lara Fabian o Patricia Kaas. En español hay una versión interpretada por Paloma San Basilio.

El éxito de esta cantante y de su canción permanecen intactos hasta hoy y es considerada uno de los orgullos culturales de Francia. Sesenta años después de su muerte, sus canciones siguen siendo reconocidas y universales. De ahí que fuera elegida para el momento culminante de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París.

Celine Dion, durante la ceremonia de apertura de los JJOO de París, canta “Hymne à l’amour” desde la Torre Eiffel / Eurosport.

Céline Dion renueva el mito

La interpretación de Céline Dion en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de l’Hymne à l’amour emocionó a los cientos de millones de espectadores en todo el mundo que vieron la impresionante actuación por televisión. Sin duda, la más memorable de su historia, al menos hasta hoy, y muy difícil de superar.

La reaparición de Céline Dion tiene algunos aspectos trágicos en común con la de Édith Piaf en su momento. Céline Dion perdió a su marido en 2016 enfermo de cáncer y sufre una enfermedad rara incapacitante que le ha impedido subirse a los escenarios durante cuatro años. En su documental Soy Céline Dion (2023) se puede comprobar el sufrimiento y la tristeza que le han acompañado durante los últimos años. Permite comprender lo difícil que ha podido ser llegar hasta la impecable y deslumbrante actuación de los Juegos Olímpicos de París.

Céline Dion ha actualizado la épica de este himno al amor y ha añadido otro capítulo mayúsculo a la historia y el mito de esta canción de pasión, tragedia y superación.

Ana María Iglesias Botrán no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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12 discos para escuchar en vacaciones sin hacer nada más

Everett Collection/Shutterstock

Dicen las nuevas investigaciones sobre música que nos estamos acostumbrando a escuchar canciones y álbumes “de fondo”, y que eso está modificando la forma de componer melodías. Como desde The Conversation no queremos renunciar a prestarle toda la atención que tenemos a una obra musical que alguien ha pensado y elaborado de forma íntegra, hemos pedido a un grupo de expertos que nos recomienden un álbum que ellos crean que, aprovechando la época estival, debamos escuchar con atención plena, sin hacer otra cosa que no sea sumergirnos en la música y dejarnos llevar. Estas son sus elecciones.

The Queen is Dead, de The Smiths


Portada del álbum The Queen is Dead de The Smiths.
Wikimedia Commons

Afirma ChatGpt que este disco resulta interesante por sus canciones memorables, innovación musical y calidad de sonido. Con ello seguramente estaríamos diciendo poco sobre el culmen de The Smiths. Escucharlo mientras anda o conduce, como tantas veces hice yo, le transportará al centro mismo del flujo de la vida, con sus riffs de guitarra y una voz firme de múltiples matices donde encontramos tanto tristeza serena como alegría concentrada… “There is a light that never goes out”, por ejemplo, recarga de energía, mientras “Some Girls Are Bigger Than Others” le hará cantar y llorar. El pop en estado gozoso, que no apaga su luz.

Recomendado por Ana María Sedeño Valdellós, investigadora de la música en los medios audiovisuales.

La consagración de la primavera, de Ígor Stravinski


Portada de La consagración de la primavera de Stravinski por la Filarmónica de Berlín dirigida por Herbert von Karajan.
Spotify

Recomendar un libro, una música, una película, sin duda es una tarea que merece de una reflexión, atendiendo a perfiles, gustos, etc. Pero si tuviera que escoger un álbum de música para recomendar, sin duda escogería La Consagración de la Primavera de I. Stravinski, dirigida por Herbert von Karajan con la Orquesta Filarmónica de Berlín (aunque cualquier versión de calidad sería adecuada). Fuerza, pasión, sensibilidad, emoción, amor, odio, fortaleza, intelectualidad… y un sinfín de afectos y efectos se combinan en esta magistral obra que cualquier oído apreciará y sabrá extraer cada frase o fragmento para canalizar sus sentimientos.

Recomendado por Ana M. Vernia Carrasco, profesora e investigadora de Didáctica de la Expresión Musical.

Fantasma, de Cornelius


Portada del álbum Fantasma de Cornelius.
Cornelius

Si tuviera que recomendar un álbum para escuchar de una sentada en una época como esta, en la que nuestra atención se encuentra bajo mínimos, sin duda me decantaría por Fantasma de Cornelius. Un batiburrillo promiscuo de indie, electrónica, psicodelia y homenajes a mil y una músicas, que constituye uno de los mayores hitos del Shibuya-kei, una de las corrientes más interesantes que dio Japón a finales de siglo. Un disco omnívoro y aceleracionista, perfecto legado del hipercapitalismo nipón de los años 90 y la particular reinterpretación que sus clases medias hicieron de la música occidental. En suma, una experiencia indudablemente posmoderna, pero hecha con tanto amor a la música que es imposible no contagiarse de su calidez y espíritu aventurero.

Recomendado por Ugo Fellone, profesor e investigador de musicología especializado en los géneros musicales.

Love Yourself: Answer, de BTS


Portada del álbum Love Yourself Answer de BTS.
Wikimedia Commons

Una obra de arte para escuchar y reflexionar. Eso es Love Yourself: Answer, álbum
recopilatorio del grupo surcoreano BTS publicado en 2018. En él, la estructura narrativa clásica china (presentación de la trama, inicio, giro, y conclusión) es la protagonista. Gracias a ella, y a una gran variedad de estilos musicales, el grupo nos introduce en una compleja historia de amor (en un sentido amplio), desamor, y epifanía que culmina con un poderoso mensaje. Para poder amar a alguien más primero hay que amarse a uno mismo, con nuestras virtudes y, sobre todo, con nuestros defectos.

Recomendado por Lorena Varela Domínguez, investigadora en musicología especializada en el k-pop.

19 días y 500 noches de Joaquín Sabina


Portada del álbum 19 días y 500 noches de Joaquín Sabina.
Spotify

Todo lo que se puede decir sobre 19 días y 500 noches (1999) ya se ha dicho. Sabina, que estaba ya consagrado como músico y letrista desde hacía tiempo, tocó el cielo con ese álbum y quedó ratificado como una leyenda viva. Cada una de las canciones que contiene es una obra maestra; cada letra, una joya. Pocos placeres se asemejan a escuchar este disco al fresco de la nocturnidad estival con una copita de lo que uno prefiera entre los dedos. Es como leer un buen libro. Y un buen oyente-lector no puede privarse de saborear cómo, con un equilibrio perfecto entre elaboración literaria y ligereza cancioneril, el magisterio de Sabina dibuja el amor y el desamor, retrata la posguerra o cuenta una novela negra en unos pocos minutos. Cualquier letrista soñaría con escribir una sola canción como esas, y Sabina incluyó más de diez en un solo álbum.

Recomendado por Javier Soto Zaragoza, investigador y profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada especializado en las relaciones entre literatura y música.

Variaciones Goldberg de J. S. Bach


Portada de las Variaciones Goldberg de Bach interpretadas por Glenn Gould.
Spotify

Por las venas de la música clásica palpita la eterna búsqueda de la perfección. Un ideal trascendente en el que mora la genialidad. Bach es un dios de ese mundo. Y las Variaciones Goldberg (1741) una sutil muestra de su inmensa maestría en el arte del contrapunto. La obra fue el encargo de un conde enfermo, aquejado de insomnio. Se dice que gracias a ella pudo soportar sus interminables noches, escuchando una y otra vez aquel juego de voces interpretadas por su clavecinista Johann Gottlieb Goldberg.
Glenn Gould ha sido el interprete de piano más virtuoso de esta obra. Gold y Gould suenan a “oro”, pero aún así la tragedia acompaña a la genialidad. Ese lado oscuro se desvela de forma ejemplar en la novela El malogrado de Thomas Bernhard.

Recomendado por Sagrario Martínez Berriel, profesora e investigadora de Sociología de las artes y la cultura.

Transformations de Hildegard Westerkamp


Portada del álbum Transformations de Hildegard Westerkamp.
Hildegard Westerkamp.ca

Mientras lea este texto probablemente estará inmerso en una experiencia de escucha que, por el simple valor que merecen sus oídos, puede convertir en una composición sonora única e irrepetible. Transformations es un ejemplo de una doble operación, estética y ecológica: mediante el uso de las tecnologías del sonido, la ecologista sonora Hildegard Westerkamp nos traslada a diferentes lugares, mejorando nuestra consciencia de estos, conectándolos con nuestro mundo interior. Gracias a ella visitamos el silencioso desierto mexicano, con un grillo como protagonista, los bosques de la Columbia británica y muchos otros diversos espacios sonoros de la ciudad de Vancouver y de Canadá en general.

Recomendado por Jose Luis Carles Arribas, profesor e investigador de Música, ecólogo y compositor.

What’s Going On de Marvin Gaye


Portada del álbum What’s Going On de Marvin Gaye.
Spotify

Inspirado por un episodio de brutalidad policial, en el single “What’s Going On”, Gaye se pregunta “¿Qué está pasando?” al observar a una nación, los Estados Unidos, dividida. Esta canción inicia un relato de preocupación y esperanza que traza un álbum conceptual pionero sobre preocupaciones sociopolíticas de los años 70, como la guerra, el desempleo o la crisis climática, que siguen resonando en la actualidad. Distintas canciones se entrelazan entre sí, entretejiendo un disco circular que finaliza con unos versos de la canción que lo inaugura, lo que sugiere la espiral en la que está inmersa la sociedad.

Recomendado por Begoña Gutiérrez-Martínez, profesora e investigadora de Comunicación, especializada en análisis de textos culturales: cine, televisión, música y publicidad.

La Lupe Es La Reina (The Queen) de La Lupe


Portada del álbum La Lupe Es La Reina (The Queen) de La Lupe.
YouTube

La Lupe, la Yiyiyi, “la mala de la película”… Con su irreverente estilo y su intensa interpretación, se consolidó como una de las figuras más influyentes del soul latino, la salsa y el bolero. Este álbum, una de las joyas de la artista, inicia con el icónico tema “Puro Teatro”, seguro la banda sonora de numerosos desamores. Así, las cinco primeras piezas son una serie de baladas y boleros que La Lupe no solo canta; ella los grita y los sufre. El bolero es el nuevo punk si lo interpreta la Yiyiyi. Los últimos temas, mucho más enérgicos, ofrecen una mezcla vibrante de salsa, guajira, boogaloo y guaguancó.

Recomendado por Laura González Martínez, investigadora especializada en músicas populares, indie rock y estudios sobre género.

Love and Sex de Plan B.


Portada del álbum de Love and Sex de Plan B.
YouTube

Si tuviese que recomendar un álbum al que dedicar una hora de nuestra vida, este sería Love and Sex (2014) de Plan B, un cóctel de reggaetón donde productores icónicos como Tainy, Luny Tunes o Haze refinan el estilo clásico puertorriqueño. Es puro goce. Vibrantes sintetizadores, unos ritmos de impacto y fusiones exquisitas con la cumbia o el dancehall sostienen este trabajo repleto de éxitos y colaboraciones con Yandel o Tego Calderón. Las magnéticas melodías de Chencho y el rapeo sagaz de Maldy presentan unas letras cuya masculinidad tóxica recomiendo ignorar para dejarse atrapar por la maestría lírica y el erotismo. Eso sí, de ser posible, absténganse de escucharlo sentades.

Recomendado por Marina Arias Salvado, doctoranda en musicología especializada en el estudio del reggaetón en España.

De palmas y cacería de Pony Bravo


Portada del álbum De palmas y cacería de Pony Bravo.
Spotify

En tiempos de canícula recomiendo a los Pony Bravo porque su escucha es siempre fresca y divertida. Pero sobre todo porque, tras una asequible primera capa, se esconde todo un universo de referencias culturales, dobles sentidos y crítica mordaz. Descubrirlo es un divertido pasatiempo. Valga como ejemplo “Zambra de Guantánamo”, collage en el que se reutilizan y articulan fragmentos musicales importados del flamenco, la música iraní y el pop estadounidense, para criticar, a través de su letra, la flagrante violación de los derechos humanos perpetrada en la conocida prisión norteamericana. Si prestan atención, durante la escucha podrán reconocer la melodía de “Helelyos” de Zia Atabay (1987) y un extracto de los “Tientos moros” de Beni de Cádiz (1962). También en el estribillo la popular copla “Qué quieres de mí/si hasta el agua que bebo/te la tengo que pedir”, interpretada por cantaoras como Fernanda de Utrera. Y tras este señuelo… ¿se animan a seguir descubriendo las múltiples referencias escondidas en las canciones de esta banda sevillana?

Recomendado por Fernando Barrera-Ramírez, profesor e investigador de Musicología.

Tubular Bells II, de Mike Oldfield


Portada del álbum Tubular Bells II de Mike Oldfield.
Spotify

Mike Oldfield revisita su primer disco diecinueve años después, en 1992, convirtiéndose en un referente en la música new age en los noventa. Es un álbum que sin duda captó la atención de los audiófilos de esa época, ya que, en piezas como “Sentinel” los distintos instrumentos se oyen muy claros y diferenciados gracias al sonido estéreo. Se emplean instrumentos de diversa naturaleza, combinando así sintetizadores, guitarras, campanas tubulares (que dan nombre al disco), violín e incluso gaitas. Es una obra que ha impactado en nuestros recuerdos musicales y que nunca pasará de moda, como todas las cosas bien hechas.

Recomendado por Manuel Tizón Díaz, profesor e investigador especializado en la relación entre las emociones y la música, la retórica o la innovación educativa.

Begoña Gutiérrez Martínez forma parte del proyecto de I+D+i Problemas y públicos mediatizados: emociones y participación (PID2021-123292OB-I00), financiado por MCIN/AEI/10.13039/501100011033/ y por FEDER Una manera de hacer Europa.

Fernando Barrera-Ramírez Universidad de Cádiz y Grupo HUM1001-Music, Science & Culture. Proyecto “Música y ciudad”, del Plan propio de la Universidad de Granada (PP2022-PP-08).

Lorena Varela Domínguez recibe fondos del Ministerio de Universidades a través de un contrato pre-doctoral FPU (Formación de Profesorado Universitario).

Ana María Sedeño Valdellós, Ana Mercedes Vernia-Carrasco, Javier Soto Zaragoza, Jose Luis Carles Arribas, Laura González Martínez, Manuel Tizón Díaz, Marina Arias Salvado, Sagrario Martinez Berriel y Ugo Fellone no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.

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El huerto escolar: mucho más que aprender a comer sano

Alumnas de cuarto de primaria observan insectos en un huerto escolar. Marcia Eugenio-Gozalbo.

Es cada vez más habitual que los centros educativos dispongan de un espacio para cultivar, como un huerto sobre suelo, bancales elevados de cultivo, mesas de cultivo o huertos verticales. El uso de estos espacios está comúnmente vinculado con la enseñanza de la alimentación saludable, pero son numerosas las cuestiones educativas relevantes que pueden abordarse desde un huerto.

Incluir huertos en los patios escolares es una iniciativa con múltiples beneficios y no resulta cara ni complicada. Las propias administraciones educativas los promueven como parte de los patios verdes.

¿Qué cosechamos de los huertos educativos?

Los huertos proporcionan experiencias de aprendizaje al aire libre sin salir de la escuela, ahorrando a los docentes el tiempo de clase que se invierte en desplazamientos y organización de salidas escolares (que, no obstante, son importantes y deben realizarse).


Estudiantes de 4º curso de primaria del colegio público Numancia (Soria) durante la realización de una actividad sobre insectos en el Huerto EcoDidáctico de la Facultad de Educación de Soria.
Marcia Eugenio-Gozalbo.

La experiencia directa de la naturaleza juega un papel vital, quizás insustituible, en el desarrollo afectivo y cognitivo de las personas, y el contacto habitual con ella tiene un efecto psicoemocional reparador. Así, disponer de espacios verdes en las escuelas y utilizarlos para enseñar repercute positivamente sobre la salud y el bienestar de los estudiantes, mejorando su participación y atención en las clases posteriores.



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Así fomentan los patios ‘verdes’ la curiosidad científica

Las experiencias regulares de contacto con la naturaleza fomentan el desarrollo de actitudes y conductas de cuidado del entorno, particularmente cuando ocurren desde edades tempranas, porque es en la infancia cuando se establecen vínculos afectivos positivos con ella. Por eso, a nivel internacional, organizaciones como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza destacan la importancia de naturalizar las escuelas, incorporando elementos naturales, para educar ciudadanos comprometidos con el medio ambiente.

Desde el punto de vista de las ciencias, un huerto es un agroecosistema: un sistema complejo donde se dan los mismos procesos que en la naturaleza, pero gestionado por el ser humano. Cuando disponemos de un huerto, los profesores podemos plantear investigaciones para abordar el estudio de los elementos (plantas, fauna asociada, suelo, etc.) y procesos (ciclos de materia, interacciones entre especies, etc.), de modo que el alumnado aprenda ciencia haciendo ciencia: observando, midiendo, diseñando experimentos, etc.

Una corriente con una larga historia

En realidad, el uso de huertos educativos fue propuesto por eminentes filósofos y pedagogos ya desde el siglo XVIII. Rousseau señaló la necesidad de educar a los infantes en el medio y en base a su propia experiencia; el pedagogo suizo Enrique Pestalozzi iniciaba a los niños en el cuidado del huerto familiar, usando la observación directa para la comprensión de hechos y fenómenos; el alemán Friedrich Fröbel, fundador de los primeros “jardines de infancia”, incluía en estos plantas, animales, materiales de construcción y herramientas sencillas.

Ya hacia el siglo XX, el estadounidense John Dewey señalaba la importancia del aprendizaje que proporcione experiencias valiosas; María Montessori introdujo en las labores de la escuela los ejercicios de la vida práctica, como el cuidado de plantas y animales domésticos; el belga Ovide Decroly promovía introducir el estudio de la vida y la interacción con el ambiente en los programas escolares; y el francés Célestin Freinet defendía una educación científica basada en la observación y la investigación, concibiendo el huerto como un recurso que las facilita.



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¿Es eficaz la enseñanza Montessori? Lo que nos dice la investigación científica

Cultivando la transformación social

Disponer de un huerto en la escuela proporciona la oportunidad de educar en la reflexión crítica sobre cómo nos relacionamos con el medio y, más en concreto, sobre cómo producimos nuestros alimentos. En un contexto global de crisis socioambiental y de tránsito hacia sociedades sostenibles, la naturaleza nos proporciona un modelo a seguir.

Por eso, la agricultura que enseñamos en los huertos educativos se basa en la imitación de los ecosistemas naturales. Algunos de sus principios orientadores son: aprovechar al máximo los recursos naturales, reciclar la materia orgánica o favorecer la mayor diversidad posible de organismos. Así se hace, por ejemplo, en la permacultura, la agricultura ecológica o la agricultura regenerativa.

Beneficios en todas las etapas educativas

Los huertos en los centros educativos suponen ventajas en todas las etapas, desde la educación infantil hasta la universitaria. Existen ya propuestas didácticas diseñadas específicamente para cada una de ellas (infantil-primaria, secundaria y universitaria).

Es imprescindible el apoyo de las administraciones públicas para que se puedan superar algunas de las barreras existentes, como su abandono por la falta de recursos para el mantenimiento, o la ausencia de formación específica para los docentes en los planes de estudio de los actuales Grados en Maestro de Educación Infantil y Primaria.

Las autoras han recibido fondos para su investigación de los Proyectos de Innovación Educativa “Huertos EcoDidácticos” de la Universidad de Valladolid y “Fomento del pensamiento STEAM y los ODS”, de la Universitat Jaume I.

Marcia Eugenio-Gozalbo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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Western movies: a 21st century renaissance

Still from First Cow, by Kelly Reichardt. FilmAffinity

In modern cinema, directors are once again feeling the pull of the Westerns of yesteryear, proof that this mythical vision of the American epic still lives on.

The Dead Don’t Hurt, starring Viggo Mortesen, is one of the latest examples, while Kevin Costner has also breathed new life into the genre in Horizon: An American Saga. The Western has risen from the ashes of disinterest in the early 21st century, and as with all revivals, there are aspects of the tradition that endure while others are reassessed.

On the one hand, this phenomenon of re-appropriating the Western is a clear, intentional aesthetic choice: stagecoaches, wagons, ramshackle towns, ranches, tumbleweeds, saloons, stables and deserts are still mainstays of this cinematic world. It was in these spaces that the first Westerns told the tales of heroism that would come to to define “American” identity.

At the same time, American war films have often aimed for something similar, albeit in a more tragic vein – once the conquest of the West was complete, these same people and values would go out to assume the role of “sheriff” on a global scale. The parallels are striking: heroes risk their lives on the frontiers of ideology and religion to defend the Law against rogue agents, presenting democracy and freedom as the only political bulwark against the power of the strongest, in a more tarnished and critical interpretation of the Western vision.

While not everything can be boiled down to a handful of romantic clichés, one of the Western’s most valuable aspects is its creation of human archetypes like the “frontiersman”, as depicted by Ethan Edwards in The Searchers. Edwards embodies heroism and the ethical positions of outsider and outlaw that do not necessarily fit neatly together. Later, this mould of the “apparently bad but ultimately good guy” would vindicate Clint Eastwood’s protagonist in Unforgiven.

In the modern incarnations of the Western, the allure of these old archetypes is still extremely powerful.

The history of the Western

The Western began as a literary genre, created by East coast puritan colonisers under the doctrine of “manifest destiny”.

Spread by journalists such as John O’Sullivan, this idea legitimised and justified westward territorial expansion as a momentous duty for citizens of democracy. Indeed, many Westerns owe a debt to the work of the press – it features prominently in the plot of 2020’s News of the World, which tells the story of a young girl held captive by Native Americans.


John Wayne in a still from The Searchers, by John Ford.
FilmAffinity

The genre has also documented and established historical landmarks. Events such as the completion of the first transcontinental railroad to California, the Civil War – which paralleled the Union and the fight against slavery – the annexation of Texas and its bids for independence, and the creation of Indian reservations are some of the milestones that bound the country together with a shared narrative of courage, contradiction, sacrifice and innovation.

Similarly, the Western is inseparable from the birth of cinema. The characters depicted by authors like Bret Harte would later appear on screen in a mythology populated by bandits, outlaws, trappers, sheriffs, outsiders and cowboys – people with expansionist, adventurous interests, driven by necessity or greed.

Another great theme of the Western is the whitewashing or excusing of criminal behaviour, particularly in the “dime novels” that were popular among children, where the frontier becomes a mental, spiritual and political symbol. Here, moral scepticism and ambiguity coexist in heroes with a fierce code of honour: John Ford, Howard Hawks, Sam Peckinpah, Anthony Mann, Sergio Leone and John Sturges were but a few classic directors who reinvented the figure of the knight-errant on the prairies.

The Western is therefore a narrative formula that explains the forging of a nation, while also nourishing, correcting, orienting and questioning it. The Western is to America what tragedy is to Ancient Greece.

Remakes, adaptations, and stories of everyday life

After briefly falling out of fashion in the late 20th century, the Western has experienced a new lease of life, built on homage to the genre with a renewed focus on demystifying ordinary life in this period of history.

Admiration for heroic sacrifice can be seen in remakes like 3:10 to Yuma or True Grit, while novels and biographies have been adapted for the big screen to show the negative consequences of violence. There is room for the stories of Civil War renegades in The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, as well as capitalism’s more abhorrent sides in the incomparable There Will Be Blood.


Still from The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, by Andrew Dominik.
FilmAffinity

This revival of the genre brings a touch of critical modernity: the nation-building attitude and harsh living conditions of the pioneers are deconsecrated, no longer the stuff of romance.

Instead, stories like that of Hugh Glass in The Revenant reflect the real struggle of man against nature’s more savage forces in the frontier territories. Even new protagonists, such as Captain Joseph Blocker in Hostiles, show the psychological wounds inflicted by the protagonist’s own violent acts.

There have also been bolder, more novel approaches, such as that of Quentin Tarantino’s Django Unchained, a film with a rare (though not unique) black protagonist where violence becomes language, or that of Tommy Lee Jones in The Homesman, which paints a decidedly unheroic portrait of women who return to the East because they were unable to endure the tough conditions out West.

Striking a more celebratory tone, the figure of the explorer Martha Jane Canary-Burke, known as “Calamity Jane”, is idealised in a film of the same name.

French animated film Calamity retells this story in a picturesque compendium of the themes that dominate the great American story. Director Rémi Chayé approaches the myth of Martha Jane Cannary by intelligently distilling the essence of the Western: the interplay of a physical and psychological journey, the hero’s loneliness in the face of danger, the sense of community, the yearning for adventure and the romance of the everyday, the mystique of coffee over a campfire, and the voracious beauty of an untamed wilderness that does not spare the weak.


Still from Calamity, by Rémi Chayé.
FilmAffinity

Ploughing a more contemplative furrow, director Kelly Reichardt documents the time of the Western, recognising the value of uncertainty and de-dramatising the everyday lives of hustlers and their families in Meek’s Cutoff and First Cow.

The Western has been reborn in the 21st century, demystifying its motives and questioning – not without nostalgia and admiration – some of the darker aspects of a history that is still being unmasked, and of a bewitching, cruel and enchanting fantasy portrayal of migration.

The authors of this article have recently published a book in Spanish entitled «El western renacido en el siglo XXI» (The rebirth of the Western in the 21st century), which compiles 15 studies on 21st century Westerns.

Alberto Fijo Cortés y Gema Pérez Herrera no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.

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¿Quién es el verdadero autor de ‘El burlador de Sevilla’?

‘Don Juan y la estatua del Comendador’, de Alexandre-Évariste Fragonard. Museo de Bellas Artes de Estrasburgo, CC BY-SA

El mito de Don Juan ha dado lugar a numerosas obras dramáticas. Una de ellas, El burlador de Sevilla, es un clásico del teatro barroco español. Durante siglos se ha enseñado que había sido escrita por Tirso de Molina. Pero… ¿y si este dato no fuese correcto?

Andrés de Claramonte y Corroy fue un dramaturgo del Siglo de Oro que nació en Murcia, probablemente en la década de 1560. Una de las primeras noticias que tenemos de él data del año 1592, cuando aparece citado en la loa de La duquesa constante. Esta pieza del canónigo Tárrega permitiría situar al autor por esas fechas en el Levante.


Portada de El valiente negro en Flandes, una comedia de Andrés de Claramonte, en una edición del siglo XVIII.
Wikimedia Commons

A comienzos del siglo XVII, Agustín de Rojas Villandrando lo menciona en El viaje entretenido, un compendio de anécdotas teatrales, cuando habla de aquellos “que han hecho farsas, loas, bailes, letras”. De ello se deduce que Claramonte no era ningún desconocido en el panorama teatral de entonces. En 1604 actuó en la compañía de Baltasar de Pinedo, representando en Salamanca su propia comedia: El nuevo rey Gallinato.

Poco tiempo después, Claramonte marchó a Sevilla, pasando a formar parte de la compañía de Antonio Granados. Desde entonces, residió en la ciudad hispalense, aunque el oficio teatral –que también desempeñó como director y escritor– lo llevó a trabajar en Valencia, Zaragoza, Palencia, Medina de Rioseco, Lisboa o Madrid. En esta última ciudad murió en 1626. En su producción literaria podemos encontrar comedias de capa y espada, hagiográficas, bíblicas e históricas, varios autos sacramentales, dos poemas religiosos y la relación de un suceso.

El burlador de Sevilla

La fijación del repertorio dramático de Claramonte es endeble, ya que ciertos impresores atribuyeron algunos de sus textos a dramaturgos que daban garantías de beneficios.


Portada de una edición de El burlador de Sevilla y combidado de piedra atribuida a Tirso en el siglo XVIII.
Wikimedia Commons

Por eso Tirso de Molina y Calderón de la Barca figuraron como autores en las portadas de las ediciones de El burlador de Sevilla que aparecieron en 1629 y en 1634 en los talleres de Manuel de Sande y Francisco de Lyra –en la imprenta de este último tipógrafo la obra se publicó con el nombre de Tan largo me lo fiáis–.

La atribución contemporánea de Tirso fue respaldada por Eugenio de Ochoa y Eugenio Hartzenbusch. Ellos editaron en el siglo XIX el texto a nombre de fray Gabriel Téllez, el nombre original de Tirso. Otros críticos modernos como Blanca de los Ríos, Luis Vázquez e Ignacio Arellano han editado la obra de acuerdo con las atribuciones primitivas y decimonónicas. Algunos de los argumentos que se dan para ello son analogías temáticas o entre personajes (por ejemplo, Laura Dolfi compara a don Juan con los caballeros seductores –posteriormente arrepentidos– Jorge y Luis, en la obra de Tirso La Santa Juana, y con Gabriel de La villana de Vallecas, quien seduce, se disfraza y persigue el provecho individual) e, incluso, la sensibilidad poética del autor, relevante según Luis Vázquez.

Sin embargo, desde hace décadas existía la hipótesis de que Claramonte era el autor del drama. Esta teoría fue formulada, en primer lugar, por Gerald E. Wade en su artículo de 1974 “Hacia una comprensión del tema de Don Juan y ‘El Burlador’”, publicado en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos.

Sin embargo, su gran valedor ha sido Alfredo Rodríguez López-Vázquez, que lo ha investigado en múltiples ensayos y en las introducciones de sus ediciones críticas.

Entre las razones que se esgrimen para atribuir la obra a Claramonte tendríamos, por un lado, usos léxicos (como “lino aspado”, presente en la Letanía moral; “reloj desconcertado” como expresión de los celos, que aparece en Deste agua no beberé; u “homicida de mi honor”, presente en El inobediente o la ciudad sin Dios).

Por otro lado, contamos con elementos de orden histórico. Por ejemplo, los datos relativos a los Ulloa, a los que Claramonte presentó como héroes frente a los Tenorio, sus enemigos. La familia Ulloa había protegido a Claramonte, y esto se percibe en la dedicatoria del poema religioso Letanía moral, una obra de alabanza a los santos.

Puede que los partidarios de la autoría de Tirso siempre lo tuvieran más fácil para defender su postura en el debate. Después de todo, Claramonte tiene una mala reputación como escritor dramático gracias a los juicios peyorativos de Marcelino Menéndez Pelayo. El erudito describió al autor murciano como un muy poco talentoso remedador de Lope de Vega. Al ser considerado uno de los padres de la Filología Española, muchas de sus ponderaciones han sobrevivido como dogmas, sin haber sido revisadas. Esto explica la concepción negativa que, aún hoy, persiste del murciano.

La IA ayuda a descubrir la autoría real

Sin embargo, se ha producido un punto de inflexión con la llegada de la estadística computacional a las Humanidades. Esta ciencia –de gran auxilio para los filólogos– está aplicándose desde hace algunos años a textos del teatro del Siglo de Oro gracias a Germán Vega García-Luengos y Álvaro Cuéllar. Ambos dirigen el proyecto ETSO, por el que se han medido y cotejado las frecuencias léxicas de tres millares de piezas de esa época.

El aséptico macroanálisis, basado en los usos inconscientes de la lengua, ha dado grandes sorpresas. En primer lugar, ha vinculado obras tradicionalmente adjudicadas a un autor con artistas inesperados: La monja Alférez, siempre adscrita a Juan Pérez de Montalbán, resultó ser de Juan Ruiz de Alarcón. También ha atribuido piezas anónimas con escritores de la talla del mismísimo Lope de Vega, como el caso de La francesa Laura.


Don Juan y el Comendador por Francisco de Goya.
Fundación Goya en Aragón

En 2023, Vega García-Luengos y Cuéllar publicaron un artículo sobre la obra teatral de Claramonte a la luz de la estilometría –la aplicación de la estadística al estilo de los autores–. En él ponían de manifiesto la afinidad lingüística de El burlador de Sevilla con la forma de escribir de Claramonte.

Podríamos decir entonces que la inteligencia artificial ha validado las hipótesis de Wade y Rodríguez López-Vázquez. Una de las grandes polémicas atributivas de la historia de la literatura española ha quedado definitivamente zanjada –ahí quedan todavía el anonimato del Lazarillo o la enigmática identidad del autor del Quijote de Avellaneda–, y no hay otra opción que reconocer a Claramonte como el verdadero autor de El burlador de Sevilla.

Una vez se consiga la aceptación unánime de la paternidad dentro del circuito académico, debemos trasvasar el conocimiento a las aulas de los institutos, donde se lleva toda la vida explicando El burlador al calor del teatro de Tirso, cuando debiera ser interpretado al arrimo de Claramonte, cuya poética dramática se expande a lo largo y ancho del texto.

Jorge Ferreira Barrocal recibe fondos procedentes de la Universidad de Valladolid y del Banco Santander, que cofinancian un contrato predoctoral del que se beneficia desde enero de 2022, año en que pasa a formar parte del Departamento de Literatura Española y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Valladolid, donde compagina tareas docentes y científicas como investigador predoctoral.

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¿Es la climatización evaporativa la alternativa definitiva al aire acondicionado?

DimaBerlin/Shutterstock

Ante el calor, los equipos de aire acondicionado de la publicidad nos ponen ojitos… Pero luego vemos las orejas a la factura de la luz y nos entran dudas.

Nos gustaría estar frescos sin gastar mucha energía y dinero. Es entonces cuando aparecen los llamados “climatizadores evaporativos” como si fueran la panacea: son equipos aparentemente simples, baratos y eficientes, pero solo si los usamos correctamente.

Un climatizador evaporativo se basa en el método de climatización más antiguo conocido: el enfriamiento que se genera cuando el agua se evapora. Como el agua necesita energía para evaporarse, la extrae de algún sitio: del resto del agua que no se ha evaporado (como en un botijo), de la superficie con la que está en contacto (como el sudor desde la piel), o del propio aire (como la brisa marina).

Esta tecnología consiste en humidificar un material mediante una bomba que recircula el agua desde un depósito. A la vez, el aire circula en contacto con el agua gracias a un ventilador, favoreciendo la evaporación.

El consumo de la bomba y el ventilador es muy reducido comparado con la energía eléctrica que requiere un equipo de aire acondicionado convencional. Además, solo utiliza agua, evitando el uso de fluidos refrigerantes.

No confundir un sistema evaporativo con…


Climatizador evaporativo portátil: no tiene conexión a exterior, pero debe tener las ventanas ligeramente abiertas.
Ana Tejero

Un sistema evaporativo no es un equipo de aire acondicionado, término que reservamos para aquellos que generan frío por el mismo método que el frigorífico de casa. En este caso, en vez de extraer calor del interior del frigorífico y disiparlo fuera a la cocina, lo extraemos de la estancia a acondicionar y lo disipamos en el exterior de la vivienda.

Esto requiere un gran consumo de energía eléctrica. Además, se usan fluidos refrigerantes que, en caso de fugas, afectan al calentamiento global.

Tampoco es un “pingüino” o equipo de aire acondicionado portátil. Aunque visualmente son parecidos a los climatizadores evaporativos, son fáciles de distinguir: los primeros disponen de un conducto de aire que debe conectarse al exterior

Y no es un purificador de aire, aunque hay publicidad engañosa que lo vende también como tal. Existe una verdad de fondo: los primeros equipos parecidos a los actuales surgieron hace 100 años como “lavadores de aire”, para retener polvo en espacios industriales. Pero hay que saber que retienen principalmente partículas gruesas y que jamás van a favorecer la calidad del aire en cuanto a la proliferación de virus y bacterias.


Aire acondicionado portátil o pingüino: debe conectarse al exterior y mantener las ventanas cerradas.
Ana Tejero.

Usarlos de forma adecuada tiene su técnica

Una queja habitual en internet sobre estos equipos es que no se alcanzan las condiciones esperadas.

En primer lugar, no siempre es posible conseguir un ambiente confortable con un climatizador evaporativo. Si el clima es muy húmedo, casi no tiene efecto. Y si el clima es excesivamente cálido, el enfriamiento generado no es suficiente.

Por otro lado, el aire acondicionado “reseca” el aire: al bajar mucho la temperatura, parte del vapor de agua en el aire condensa (seguro que ha visto alguna vez gotear agua desde un equipo de aire acondicionado, como el de un coche). Sin embargo, un climatizador evaporativo lo humidifica. Lo adecuado es mantener la humedad relativa en casa entre el 40 % y el 60 % y evitar siempre superar el 70 %.

En este sentido, otra diferencia reside en que, cuando se usa el aire acondicionado, hay que cerrar las ventanas, porque recircula el aire que enfría. Por eso interesa que no haya intercambio con el ambiente exterior. Pero cuando funciona un climatizador evaporativo conviene abrirlas parcialmente, para que se vaya renovando el aire. Si no, se saturará de humedad. Esto reduce el efecto buscado a la vez que produce esa sensación indeseada de “sauna”.

También es cierto que, aunque algunos equipos comerciales incluyen bloques o acumuladores de hielo para colocarlos en el depósito de agua, su efecto es limitado y breve.

Limitado porque el calor que requiere el hielo para fundirse es mucho menor que el que requiere el agua para evaporarse (casi siete veces menor). Y breve porque, una vez fundido, no se puede volver a aprovechar su efecto hasta que regeneremos el hielo, lo que resulta poco práctico.

Por último, como se trabaja con agua, puede haber riesgo de proliferación de bacterias, como la Legionella. Para evitarlo solo hace falta tener cuidado con una cosa: vaciar completamente el depósito siempre que no se use y mantenerlo limpio.

¿Podemos combatir el calentamiento global usando estos equipos?

Es una realidad que la demanda energética para enfriar los edificios está aumentando y, con ella, el número de equipos de aire acondicionado instalados cada año.

El uso de los sistemas convencionales favorece el calentamiento global de forma indirecta, por las emisiones asociadas a la generación de la energía eléctrica que acciona los equipos, y de forma directa por las posibles fugas accidentales de refrigerante y por el calor que liberan las unidades exteriores.

Ante este panorama, el empleo adecuado del enfriamiento evaporativo, junto con otras estrategias como la ventilación durante las horas más frescas del día, es una buena práctica a la que aún podemos recurrir en muchas climatologías españolas para enfrentarnos a las necesidades crecientes de refrescar nuestras estancias sin influir negativamente sobre el calentamiento global.

Ana Tejero González recibe fondos en el marco del proyecto TED2021-129652A-C22, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España (MCIN/AEI/10.13039/501100011033) y la Comisión Europea a través de fondos “NextGenerationEU”/PRTR.

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Prevenir incendios y producir hongos comestibles… al mismo tiempo

Boletus bajo una jara joven. Pablo Martín-Pinto, Author provided

Puede parecer magia, pero es posible gestionar el territorio para prevenir incendios, produciendo a la vez setas comestibles extraordinariamente valiosas y apreciadas. Una estrategia que, de paso, pone en valor algunos territorios marginales infrautilizados.

En España, los matorrales cubren más de 10 millones de hectáreas, proporcionando numerosos bienes y servicios esenciales para la sociedad, como regulación hidrológica, biodiversidad, recursos energéticos y ganaderos, así como valores florísticos y faunísticos.


Jara vigorosa tras quema prescrita.
Pablo Martín-Pinto

Sin embargo, su falta de uso y aprecio actual los hace vulnerables a procesos de degradación, especialmente a incendios forestales. A pesar de su importancia, los matorrales no han recibido la misma atención en gestión forestal que los bosques, debido en parte a su menor valor económico directo en comparación con otros recursos naturales.

Cuna de biodiversidad

Los matorrales albergan numerosas especies de plantas, insectos y aves, muchas de las cuales están amenazadas. Se extienden desde las costas hasta las montañas y son esenciales para la conservación de varios hábitats prioritarios.

El problema es que la falta de gestión y el abandono de la agricultura y la ganadería han llevado a su expansión descontrolada, lo que aumenta la frecuencia e intensidad de los incendios forestales, que a su vez alteran la cobertura vegetal y la composición del suelo.

En muchas áreas de España, esta situación ha permitido la proliferación de especies leñosas y herbáceas, un proceso conocido como matorralización.

Tradicionalmente, los bosques y pastizales han sido valorados por sus recursos, pero los matorrales han sido subestimados, especialmente en términos de producción de madera y otros recursos económicamente valiosos.

Esta falta de gestión ha transformado el paisaje, aumentando la carga de combustible vegetal y, junto con el cambio climático, ha incrementado los incendios en la región mediterránea.

Para abordar este riesgo, es esencial implementar estrategias de manejo adecuadas. Las técnicas tradicionales, como el pastoreo extensivo, la quema prescrita y el desbroce mecánico, son eficaces para gestionar la carga de combustible y mantener la salud de estos ecosistemas.

El pastoreo, en particular, ha sido una forma natural y eficiente de reducir el riesgo de incendios al disminuir la cantidad de combustible disponible. Su decadencia, sin embargo, ha contribuido a la expansión de los matorrales y, por ende, al aumento del riesgo de incendios.

Conservación activa y producción de hongos

El manejo adecuado de los matorrales también puede potenciar la producción de recursos valiosos, como los hongos comestibles. Estos juegan un papel crucial en la salud de los ecosistemas forestales, contribuyen a la nutrición de las plantas y mejoran la estructura del suelo.

Especies como el Boletus spp tienen un alto valor económico y pueden proporcionar ingresos significativos a las comunidades rurales.


Zamoranitos de tabara o boletus de jara.
Pablo Martín-Pinto

Su producción puede contribuir al desarrollo económico local y fomentar la conservación activa de los matorrales. Es esencial implementar estrategias de manejo que no solo prevengan los incendios, sino que también valoren los recursos naturales asociados a estos ecosistemas.

Ejemplos de manejo en la península ibérica

En la cornisa cantábrica, el matorral ha disminuido debido a extensas plantaciones forestales y la transformación de matorrales en pastizales. En Galicia, así, este tipo de vegetación se ha reducido considerablemente en las últimas décadas.

En este contexto, las repoblaciones forestales mantienen un sotobosque abundante que puede ser gestionado para reducir el riesgo de incendios. Las prácticas de gestión incluyen la quema prescrita y el desbroce, que no solo reducen la carga de combustible sino que también favorecen la producción de hongos comestibles.

La puesta en valor de los recursos micológicos puede ser un incentivo importante para la gestión sostenible de los matorrales, cuya importancia en España no puede subestimarse.

Estos proporcionan numerosos beneficios, desde la biodiversidad hasta la regulación hidrológica, y tienen un potencial económico y gastronómico significativo. Asimismo, su gestión adecuada basada en el conocimiento científico y su conservación activa son esenciales para reducir el riesgo de incendios forestales y mantener la salud de nuestros paisajes.

Pablo Martín-Pinto recibe fondos del Minisiterio de Transición Ecológica.

Juan Andrés Oria de Rueda Salgueiro recibe fondos de Diputación de Palencia

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El western renace en el siglo XXI

Fotograma de _First Cow_, de Kelly Reichardt. FilmAffinity

En el siglo XXI algunos directores de cine han mostrado su predilección por aquel western de hace décadas. En su memoria pervive aún la visión mítica sobre la epopeya americana.

Viggo Mortesen en Hasta el fin del mundo es uno de los últimos ejemplos. También Kevin Costner recupera la afición en Horizon: An American Saga. El género ha resurgido de las cenizas del desinterés en el siglo XXI. Y como todo renacer, hay aspectos de la tradición que perduran y otros que se revisan.

Por un lado, este fenómeno de reapropiación del western es estéticamente identificable e intencionado. Diligencias, carretas, poblados destartalados, ranchos, plantas rodantes, saloons, establos y el desierto siguen presentes en el universo.

En ese espacio, el western contaba la Historia de los Estados Unidos en clave de hazaña colectiva, definiendo la identidad “americana”. Eso explica por qué paralelamente el cine bélico estadounidense prolongó sus dominios en la vertiente trágica. Acabada la conquista del Oeste, ese mismo pueblo seguiría asumiendo el papel de sheriff del mundo, arriesgando en la frontera de las ideologías y religiones, defendiendo la Ley frente a la autonomía del individuo, la democracia como la mejor organización política posible frente al poder del más fuerte y la libertad en una versión del western más empañada y crítica de sí mismo.

Pero no todo se reduce a un puñado de tópicos románticos. Uno de los aspectos más valiosos del western es la creación de arquetipos humanos. Uno sería el “hombre de frontera”, representado por el Ethan Edwards de Centauros del desierto. Edwards encarna el heroísmo y dos posiciones éticas no coincidentes necesariamente: la de outsider y la de forajido. Posteriormente, ese “bueno aparentemente malo” validará al protagonista de Sin perdón. En ese nuevo western se advierte un repliegue a las viejas esencias por alguna razón.

Un poco de historia

Este género –en sus orígenes, literario– lo inventaron los colonos puritanos del Este, bajo la consigna providencialista del “destino manifiesto”.

Puesta en boca de periodistas como John O’Sullivan, ofrecía los argumentos que legitimaron y justificaron el expansionismo territorial como un deber trascendental para el ciudadano demócrata. El western le debe mucho a la labor de la prensa en el territorio. Este hecho está presente en los argumentos de películas como Noticias del gran mundo, que cuenta la historia de una niña cautiva por los nativos americanos.


John Wayne en un fotograma de Centauros del desierto, de John Ford.
FilmAffinity

El género también ha creado iconos. Acontecimientos como la construcción del ferrocarril hasta California, la guerra de secesión –que colocó en paralelo la lucha contra la esclavitud y la Unión–, la anexión de Texas y sus intentos de independencia y la creación de las reservas indias son algunos de esos hitos que buscan cohesionar el país con un relato común de valor, contradicción, sacrificio e innovación.

Igualmente, el western (originado en las Westward stories, las historias de la conquista del oeste) fue testigo del nacimiento del cine. Autores como Bret Harte caracterizaron a personajes que luego saltarían a la pantalla. Esa mitología está plagada de bandidos, cuatreros, tramperos, sheriffs, outsiders, cowboys… Gentes con intereses expansionistas, aventureras, acuciadas por la necesidad o la codicia.

Otro gran tema del western es el blanqueamiento del criminal. Destacan así las dime novels, novelas por entregas a diez centavos, que deleitaban a los niños. La frontera se convierte en un símbolo mental, espiritual y político. El escepticismo y la ambigüedad conviven en un héroe con un código de honor fiero. Resuenan así John Ford, Howard Hawks, Sam Peckinpah, Anthony Mann, Sergio Leone o John Sturges, por mencionar a clásicos canónicos a los que debemos los nuevos caballeros andantes de las praderas.

Por lo tanto, este género es una fórmula narrativa que explica la forja de una nación, mientras la alimenta, corrige, orienta y falsea. El western es a Estados Unidos lo que la tragedia a la Grecia Antigua.

Remakes, adaptaciones y la historia ordinaria

Tras un breve decaimiento en las últimas décadas del siglo XX, el western ha experimentado un florecimiento basándose en el homenaje, la desmitificación y el interés por la vida ordinaria.

Por ejemplo, la admiración por el sacrifico del héroe se aprecia en los remakes El tren de las 3:10 o en Valor de ley. Novelas y biografías se adaptan al cine con la intención de mostrar la inadaptación y otras consecuencias negativas de la violencia. Tienen cabida las historias de los renegados de la guerra civil en El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford y también las dos caras abominables del capitalismo en la inigualable Pozos de ambición.


Fotograma de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, de Andrew Dominik.
FilmAffinity

Este renacer del género aporta su toque de modernidad: la desacralización de la construcción de la nación, la actitud de los pioneros o las condiciones de vida sufridas.

A través de otros relatos, como el de Hugh Glass en El renacido, se refleja lo que debió ser la auténtica lucha del hombre contra la naturaleza salvaje en los territorios de frontera. Incluso nuevos protagonistas, como el Capitán Joseph Blocker en Hostiles, muestran su herida psicológica a causa de la violencia que ellos mismos han infligido.

Resultan novedosos algunos enfoques arriesgados como el de Quentin Tarantino en Django desencadenado, donde la violencia se erige en lenguaje y el protagonista es negro, o el de Tommy Lee Jones, en Deuda de honor, al mostrar un retrato nada heroizante de las mujeres que regresaron al Este porque no supieron resistir en aquellos horizontes lejanos.

En un proceso inverso, se idealiza la figura de la exploradora Martha Jane Canary-Burke, conocida como “Calamity Jane”.

La película animada Calamity es un bellísimo compendio estético de los asuntos que dominan el gran relato americano. Es llamativo que el director francés Chayé se acerque en ella al mito de Martha Jane Cannary leyendo de manera tan inteligente la danza esencial del western entre el viaje físico y el viaje interior, la soledad del héroe ante el peligro y el sentido de comunidad, el anhelo de aventura y el gusto por lo cotidiano, la mística de un café sobre una fogata y la belleza devoradora de una naturaleza indómita que no perdona a los débiles.


Fotograma de Calamity, de Rémi Chayé.
FilmAffinity

En una línea más contemplativa, la directora Kelly Reichardt documenta el tiempo del western. Reichardt aporta el valor de la incertidumbre a la par que desdramatiza la vida real de las familias y de los buscavidas en Meek’s Cutoff y en First Cow.

El western ha renacido en el siglo XXI desmitificando su causa o cuestionando con nostalgia y admiración algunos aspectos oscuros de una historia aún por desenmascarar, de una falsificación fabulosa, cruel y encantadora de migraciones.

Los autores de este artículo han publicado recientemente una monografía sobre el tema titulada El western renacido en el siglo XXI. En ese libro se recogen 15 estudios sobre westerns del siglo XXI.

Alberto Fijo Cortés y Gema Pérez Herrera no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.

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¿Está Europa en guerra contra el plástico?

Oscar Chamorro/Shutterstock

Según la Comisión Europea, el 87 % de los ciudadanos europeos está preocupado por el impacto del plástico en el medio ambiente. Mientras, el debate sobre la sostenibilidad de este material a largo plazo sigue manifestándose con opiniones radicalmente opuestas. Hay quienes proclaman que es altamente contaminante y abogan por evitarlo. Otros, en cambio, lo consideran la mejor opción.

Los últimos datos recopilados por Plastics Europe apuntan que Europa produce un 14 % del plástico mundial. A lo largo de los últimos años, el monto ha oscilado alrededor de los 60 millones de toneladas.

Se trata de una tendencia que ha fluctuado paralelamente a la variación del PIB europeo durante esos mismos años, por lo que es probable que retome el aumento a medida que Europa se recupere del actual periodo inflacionario.

A nivel mundial, su producción ha crecido de manera sostenida desde 1950. Además, se prevé que siga incrementándose durante las próximas décadas y llegue, incluso, a duplicarse en 20 años.

Sigue siendo un material sin competidor

La producción de un bien, en condiciones de equilibrio, va de la mano de la demanda, pues si no, habría exceso de oferta. Por tanto, la tendencia al alza en la producción del plástico implica que está satisfaciendo un número muy amplio y cada vez mayor de necesidades.

Dado este contexto, es razonable predecir que no va a desaparecer de la economía en un plazo de décadas o, incluso, siglos. Al menos, no hasta que aparezca un nuevo material que sea más competitivo, mejorando sus propiedades a menor coste.


El plástico es la solución más económica y versátil que han encontrado muchos fabricantes para todo tipo de artículo cotidianos.
Cjp24 / Wikimedia Commons, CC BY

Donde más se demanda este material es en los sectores del envasado, la construcción y el de transporte. El primero copa el mercado de plásticos en más de un 30 %. Aquí, por ejemplo, las láminas multicapa cumplen una función esencial, pues combinan las características únicas de diferentes plásticos para producir envases flexibles, transparentes y con protección selectiva contra la humedad ambiental, el oxígeno u otros gases.

El siguiente sector, la construcción, atrae un 17 % del total. Materiales funcionales como los plásticos porosos permiten a las viviendas de millones de personas mantener un buen aislamiento térmico a muy bajos costes. Esto es debido a que la estructura porosa está compuesta de hasta un 96 % de aire que, al ser buen aislante, impide la transmisión rápida del calor. Además, puesto que el plástico representa un porcentaje tan bajo del material total, sus costes son muy reducidos.

El tercero es el de la automoción, que consume un 10 % de la producción mundial. Los plásticos compuestos son materiales altamente ligeros y resistentes que permiten a automóviles y aviones ahorrar en carburante, reduciendo las emisiones de CO₂, mientras son seguros ante posibles accidentes.

Actualmente, en ninguno de los anteriores casos existen claros competidores del plástico en términos de propiedades y coste de producción. ¿Qué hay de malo entonces? El problema, como se verá a continuación, son las externalidades negativas –o daños indirectos– que produce.

Los daños del plástico en 2024

Los perjuicios de los desechos plásticos sobre los ecosistemas ya han sido estudiados: facilitan el transporte de especies invasoras y aumenta la mortalidad de especies marinas por ingesta o enredo. Sin embargo, quizá los más nocivos sean los microplásticos, presentes en los hábitats acuáticos, el aire que respiramos, el suelo, nuestras casas, incluso, en el agua que bebemos.

Sus riesgos los sufren no solo animales de todas las especies, sino también la salud de las personas.

A esto se suma el reto de su reciclado: según Eurostat, el 32.5 % de los residuos totales de plástico en Europa son reciclados en 2024. Del resto, un 25 % es vertido y un 45 % es destinado a recuperación de energía.

Esto último consiste en la conversión de residuos en calor, electricidad o combustible utilizable mediante una variedad de procesos, muchos de los cuales, como la incineración, producen dióxido de carbono. Además, se calcula que alrededor de un 3 % del total escapa del proceso de recolección, depositándose indefinidamente en el entorno terrestre o acuático.


Fábrica de pellets de polímero en la planta química Ticona en Kelsterbach, cerca de Frankfurt am Main.
Metroskop / Wikimedia Commons, CC BY

Por tanto, aún queda un largo camino hacia una economía circular completa. Y eso no es todo, pues es necesario también que la demanda de plástico reciclado incremente en paralelo al aumento del reciclaje.

Al respecto, en 2018 se calculó una demanda de plásticos reciclados del 6 % sobre el total. Se trata de un valor muy bajo que, aunque el Parlamento Europeo prevea un rápido incremento en los futuros años, hay que tener todavía en cuenta.

Y es que el proceso de reciclaje sigue siendo costoso e ineficiente. Además, los plásticos que se reciclan se destinan en su mayoría a aplicaciones de menor valor que representan su uso final. Ocurre, incluso, con termoplásticos como el PET, que no suelen sufrir pérdidas apreciables en sus propiedades. Tras el primer reciclado, tienden a no reciclarse nuevamente por causas económicas.

En guerra contra su mala gestión

En definitiva, el 87 % de los ciudadanos europeos hace bien en preocuparse, pues sobre ellos están cayendo cuantiosas externalidades negativas derivadas del plástico. Sin embargo, esto no quiere decir que deba o esté cerca de ser eliminado indiscriminadamente mediante gravosas regulaciones.

La solución ideal al problema del plástico no será imponer indistintamente su veto o sustitución, sino promover la internalización de externalidades por parte de los productores. Es decir, hacer que los costes o efectos secundarios negativos sean asumidos por quienes los causan.

Para ello, será necesario avanzar en el desarrollo de materiales más sostenibles y competitivos, así como en la investigación, tecnologización y sofisticación de su gestión. Esto es, la llamada economía circular, que es, citando a The New Plastics Economy: “una forma potencial de que nuestra sociedad prospere, al tiempo que reduce la demanda de materias primas finitas y minimiza las externalidades negativas”.

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.