Acaban de cumplirse cien años del nacimiento de la primera mujer que ostentó el cargo de primera ministra en Reino Unido. El 13 de octubre de 1925, en la pequeña localidad inglesa de Grantham, nació Margaret Thatcher, quien, además, sería la primera mujer jefa de Gobierno en Europa. Lideró el Ejecutivo británico durante 11 años (1979-1990), un récord en la etapa democrática de su país que todavía no se ha superado.
Con Thatcher llegó el thatcherismo
Los centenarios suponen una buena oportunidad para analizar el perfil de los grandes y pequeños protagonistas de la historia. En este caso, el de una política muy divisiva, con un estilo de gobierno marcadamente presidencialista, pero que consiguió cambiar el rumbo de su país con una doctrina que llevó su nombre (thatcherismo) y que se imitó en una larga serie de naciones.
La trayectoria de Margaret Thatcher resultó revolucionaria en varios aspectos.
En primer lugar, por su género: fue una mujer poderosa en un mundo netamente masculino.
También por sus orígenes, pues –a diferencia de la mayoría de sus predecesores en el liderazgo conservador– carecía de título nobiliario. Thatcher fue en buena medida una representante de la clase media hecha a sí misma: su padre regentaba una tienda de comestibles y su madre era ama de casa. Estudió Química en la Universidad de Oxford, posteriormente trabajó en la empresa privada y más adelante obtuvo la Licenciatura en Derecho.
Y, además, por sus ideas: influida por los economistas de la escuela austriaca (individualista e impulsora del libre mercado), y en particular por Friedrich Hayek –cuyo libro Camino de servidumbre (1944) consideró siempre una referencia–, Thatcher se caracterizó por criticar el consenso alrededor de las ideas keynesianas de un Estado intervencionista, al que también se había adherido el partido conservador.
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Posguerra y captalismo dorado
Tras la II Guerra Mundial –y bajo el gobierno laborista de Clement Attlee (1945-1951)– Gran Bretaña puso en marcha su propio estado de bienestar, con el objetivo de proteger a los británicos “de la cuna a la tumba”.
El partido conservador aceptó el nuevo consenso y los sucesivos primeros ministros tories no realizaron grandes reformas al programa de protección social impulsado por los laboristas a comienzos de la posguerra.
Durante la gran expansión económica occidental que se produjo entre 1945 y 1975 (la “edad de oro” del capitalismo) Gran Bretaña creció menos que los países de su entorno y, cuando llegó la crisis del petróleo, en 1973, sufrió unos efectos más fuertes. Tanto, que en 1976 la economía británica tuvo que ser rescatada por el Fondo Monetario Internacional.
Además de esta decadencia económica, el país estaba sufriendo también el proceso de descolonización que desembocó en la traumática pérdida del Imperio británico.
Una sociedad de propietarios e inversores
Thatcher, diputada desde 1959 y ministra de Educación entre 1970 y 1974, llegó al liderazgo conservador en 1975. Por su agresividad verbal contra el comunismo los soviéticos la denominaron “la Dama de Hierro”, un apelativo que aceptó encantada.
En mayo de 1979 alcanzó el poder con mayoría absoluta, después del “invierno del descontento”, la mayor oleada de huelgas registrada en Gran Bretaña. Comenzó entonces una intensa campaña para reorientar el país con el objetivo de reducir el peso del Estado en la vida pública británica y crear una sociedad de propietarios e inversores.
Fue lo que la primera ministra llamó “capitalismo popular”. Así, se aplicaron una serie de medidas neoliberales: se privatizaron empresas públicas (telecomunicaciones, transporte, energía, etc.) a la vez que se fomentó que los ciudadanos compraran sus acciones (y por primera vez se convirtieran en accionistas).
Además, se impulsó la venta de las casas en alquiler a sus inquilinos y se bajaron los impuestos directos (que gravan la renta y el patrimonio) y la tributación de las empresas.
Hitos del gobierno Thatcher
La guerra de las Malvinas (1982), en la que Thatcher consiguió repeler con éxito una agresión de la dictadura militar argentina, le dio enorme popularidad y le ayudó a revalidar su mandato en 1983.
Tras su victoria emprendió una nueva batalla, esta vez en el interior, contra los sindicatos mineros que se oponían al cierre de las minas que tenían pérdidas económicas. El enfrentamiento dejó imágenes para la historia y concluyó con el triunfo del Gobierno.
En 1984, Thatcher sufrió un atentado terrorista del IRA. Tres años después consiguió la tercera mayoría absoluta consecutiva, un récord en la política británica.
En las relaciones exteriores estableció una sólida alianza con el presidente norteamericano Ronald Reagan, que compartía sus ideales neoliberales y su férrea oposición a la Unión Soviética: ambos tuvieron un notable papel en el final de la Guerra Fría.
Una mandataria de extremos
Ni el Gobierno ni la personalidad de Margaret Thatcher admitieron medias tintas. Si durante su mandato fueron recurrentes las protestas en las calles de las ciudades de Reino Unido, también es verdad que eran más los que no salían a las calles sino que votaban apoyando al Gobierno. Durante esos años la oposición estaba dividida y el Partido Laborista sufrió una escisión.
Algunas de sus medidas fueron muy populares, y otras lo contrario. Calcula el historiador británico Paul Johson en su libro Tiempos modernos (2007) que más de 8 millones de personas se convirtieron en accionistas por primera vez en su vida durante las privatizaciones thatcheristas. Y que se vendieron más de 2 millones de casas que antes estaban en régimen de alquiler. Muchos de ellos adquirieron una casa en propiedad por primera vez en su vida.
Por el contrario, fue muy denostado, por ejemplo, el poll tax: un tributo local que obligaba a los ciudadanos a contribuir por igual, independientemente de su nivel de ingresos y de la zona en que residieran. Entró en vigor por primera vez en Escocia en 1989 y posteriormente en Inglaterra y Gales en 1990. A finales de noviembre de 1990, la Dama de Hierro salió de Downing Street y, en marzo del año siguiente, el nuevo Gobierno conservador había sustituido este impuesto por el council tax, un impuesto también local que tiene en cuenta el valor de los inmuebles (y que sigue vigente).
1990: la Dama de Hierro sale de Downing Street
Thatcher dimitió, pues, en noviembre de 1990, acosada por sus enemigos internos, cuando su carácter se había vuelto más intratable y cuando la CEE (Comunidad Económica Europea) se había convertido en un campo de minas en su propio partido (cuyas consecuencias, salida de la UE incluida, han llegado hasta el presente). Le sucedió su ministro de Hacienda, John Major.
Los datos macroeconómicos mostraron el éxito de las políticas económicas thatcheristas: el PIB aumentó un 35 %, la renta se duplicó, la inflación bajó del 20 al 5 % y Gran Bretaña pasó del puesto 19º (de 22) al 2º entre los países de la OCDE. La otra cara de la moneda fue el aumento del desempleo y el incremento de la desigualdad. Todos los sectores sociales crecieron, pero no todos al mismo ritmo. Más bien la brecha social se agrandó.
En 1997 –18 años después de la última victoria laborista– Tony Blair y su Nuevo Laborismo llegaron al número 10 de Downing Street. Para vencer, el Partido Laboralista cambió sus estatutos (1996) y abrazó la economía de mercado.
Ya en el poder, Blair aceptó y mantuvo el programa económico thatcherista. Con ello, un nuevo consenso se había forjado y este fue, sin duda, el mayor legado de Margaret Thatcher.
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Jorge Lafuente del Cano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.



























