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Centenario del nacimiento de Margaret Thatcher, la gran impulsora del neoliberalismo

Acaban de cumplirse cien años del nacimiento de la primera mujer que ostentó el cargo de primera ministra en Reino Unido. El 13 de octubre de 1925, en la pequeña localidad inglesa de Grantham, nació Margaret Thatcher, quien, además, sería la primera mujer jefa de Gobierno en Europa. Lideró el Ejecutivo británico durante 11 años (1979-1990), un récord en la etapa democrática de su país que todavía no se ha superado.

Con Thatcher llegó el thatcherismo

Los centenarios suponen una buena oportunidad para analizar el perfil de los grandes y pequeños protagonistas de la historia. En este caso, el de una política muy divisiva, con un estilo de gobierno marcadamente presidencialista, pero que consiguió cambiar el rumbo de su país con una doctrina que llevó su nombre (thatcherismo) y que se imitó en una larga serie de naciones.

La trayectoria de Margaret Thatcher resultó revolucionaria en varios aspectos.

En primer lugar, por su género: fue una mujer poderosa en un mundo netamente masculino.

También por sus orígenes, pues –a diferencia de la mayoría de sus predecesores en el liderazgo conservador– carecía de título nobiliario. Thatcher fue en buena medida una representante de la clase media hecha a sí misma: su padre regentaba una tienda de comestibles y su madre era ama de casa. Estudió Química en la Universidad de Oxford, posteriormente trabajó en la empresa privada y más adelante obtuvo la Licenciatura en Derecho.

Y, además, por sus ideas: influida por los economistas de la escuela austriaca (individualista e impulsora del libre mercado), y en particular por Friedrich Hayek –cuyo libro Camino de servidumbre (1944) consideró siempre una referencia–, Thatcher se caracterizó por criticar el consenso alrededor de las ideas keynesianas de un Estado intervencionista, al que también se había adherido el partido conservador.




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Posguerra y captalismo dorado

Tras la II Guerra Mundial –y bajo el gobierno laborista de Clement Attlee (1945-1951)– Gran Bretaña puso en marcha su propio estado de bienestar, con el objetivo de proteger a los británicos “de la cuna a la tumba”.

El partido conservador aceptó el nuevo consenso y los sucesivos primeros ministros tories no realizaron grandes reformas al programa de protección social impulsado por los laboristas a comienzos de la posguerra.

Durante la gran expansión económica occidental que se produjo entre 1945 y 1975 (la “edad de oro” del capitalismo) Gran Bretaña creció menos que los países de su entorno y, cuando llegó la crisis del petróleo, en 1973, sufrió unos efectos más fuertes. Tanto, que en 1976 la economía británica tuvo que ser rescatada por el Fondo Monetario Internacional.

Además de esta decadencia económica, el país estaba sufriendo también el proceso de descolonización que desembocó en la traumática pérdida del Imperio británico.

Una sociedad de propietarios e inversores

Thatcher, diputada desde 1959 y ministra de Educación entre 1970 y 1974, llegó al liderazgo conservador en 1975. Por su agresividad verbal contra el comunismo los soviéticos la denominaron “la Dama de Hierro”, un apelativo que aceptó encantada.

En mayo de 1979 alcanzó el poder con mayoría absoluta, después del “invierno del descontento”, la mayor oleada de huelgas registrada en Gran Bretaña. Comenzó entonces una intensa campaña para reorientar el país con el objetivo de reducir el peso del Estado en la vida pública británica y crear una sociedad de propietarios e inversores.

Fue lo que la primera ministra llamó “capitalismo popular”. Así, se aplicaron una serie de medidas neoliberales: se privatizaron empresas públicas (telecomunicaciones, transporte, energía, etc.) a la vez que se fomentó que los ciudadanos compraran sus acciones (y por primera vez se convirtieran en accionistas).

Además, se impulsó la venta de las casas en alquiler a sus inquilinos y se bajaron los impuestos directos (que gravan la renta y el patrimonio) y la tributación de las empresas.

Hitos del gobierno Thatcher

La guerra de las Malvinas (1982), en la que Thatcher consiguió repeler con éxito una agresión de la dictadura militar argentina, le dio enorme popularidad y le ayudó a revalidar su mandato en 1983.

Tras su victoria emprendió una nueva batalla, esta vez en el interior, contra los sindicatos mineros que se oponían al cierre de las minas que tenían pérdidas económicas. El enfrentamiento dejó imágenes para la historia y concluyó con el triunfo del Gobierno.

En 1984, Thatcher sufrió un atentado terrorista del IRA. Tres años después consiguió la tercera mayoría absoluta consecutiva, un récord en la política británica.

En las relaciones exteriores estableció una sólida alianza con el presidente norteamericano Ronald Reagan, que compartía sus ideales neoliberales y su férrea oposición a la Unión Soviética: ambos tuvieron un notable papel en el final de la Guerra Fría.

Una mandataria de extremos

Ni el Gobierno ni la personalidad de Margaret Thatcher admitieron medias tintas. Si durante su mandato fueron recurrentes las protestas en las calles de las ciudades de Reino Unido, también es verdad que eran más los que no salían a las calles sino que votaban apoyando al Gobierno. Durante esos años la oposición estaba dividida y el Partido Laborista sufrió una escisión.

Algunas de sus medidas fueron muy populares, y otras lo contrario. Calcula el historiador británico Paul Johson en su libro Tiempos modernos (2007) que más de 8 millones de personas se convirtieron en accionistas por primera vez en su vida durante las privatizaciones thatcheristas. Y que se vendieron más de 2 millones de casas que antes estaban en régimen de alquiler. Muchos de ellos adquirieron una casa en propiedad por primera vez en su vida.

Por el contrario, fue muy denostado, por ejemplo, el poll tax: un tributo local que obligaba a los ciudadanos a contribuir por igual, independientemente de su nivel de ingresos y de la zona en que residieran. Entró en vigor por primera vez en Escocia en 1989 y posteriormente en Inglaterra y Gales en 1990. A finales de noviembre de 1990, la Dama de Hierro salió de Downing Street y, en marzo del año siguiente, el nuevo Gobierno conservador había sustituido este impuesto por el council tax, un impuesto también local que tiene en cuenta el valor de los inmuebles (y que sigue vigente).

1990: la Dama de Hierro sale de Downing Street

Thatcher dimitió, pues, en noviembre de 1990, acosada por sus enemigos internos, cuando su carácter se había vuelto más intratable y cuando la CEE (Comunidad Económica Europea) se había convertido en un campo de minas en su propio partido (cuyas consecuencias, salida de la UE incluida, han llegado hasta el presente). Le sucedió su ministro de Hacienda, John Major.

Los datos macroeconómicos mostraron el éxito de las políticas económicas thatcheristas: el PIB aumentó un 35 %, la renta se duplicó, la inflación bajó del 20 al 5 % y Gran Bretaña pasó del puesto 19º (de 22) al 2º entre los países de la OCDE. La otra cara de la moneda fue el aumento del desempleo y el incremento de la desigualdad. Todos los sectores sociales crecieron, pero no todos al mismo ritmo. Más bien la brecha social se agrandó.

En 1997 –18 años después de la última victoria laborista– Tony Blair y su Nuevo Laborismo llegaron al número 10 de Downing Street. Para vencer, el Partido Laboralista cambió sus estatutos (1996) y abrazó la economía de mercado.

Ya en el poder, Blair aceptó y mantuvo el programa económico thatcherista. Con ello, un nuevo consenso se había forjado y este fue, sin duda, el mayor legado de Margaret Thatcher.

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Jorge Lafuente del Cano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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Paulino Uzcudun, de ídolo del boxeo a icono falangista y “juguete roto”

Hoy pocos recuerdan el nombre de Paulino Uzcudun. Sin embargo, en las décadas de 1920 y 1930, fue una celebridad mundial. En los cuadriláteros de Estados Unidos se enfrentó a los mejores pesos pesados del momento (Delaney, Godfrey o Schmeling) y fue aclamado por la prensa como The Basque Woodchopper.

Fue el boxeador “jamás noqueado” hasta que, en 1935, cuando su carrera se apagaba, tropezó con Joe Louis (El bombardero de Detroit), uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos, quien lo batió por KO.

Con todo, la historia de Uzcudun ha sido olvidada tanto por sus vínculos con el franquismo como por la emergencia de otra figura del boxeo en la década de 1960: el también guipuzcoano José Manuel Ibar (Urtain).

De leñador a campeón

Nacido en 1899 en Régil –hoy Errezil– (Guipúzcoa), Paulino fue el hijo pequeño de una familia de labradores. En el difícil contexto económico de entreguerras, buscó valerse por sí mismo y se dedicó a diferentes actividades: leñador, albañil y operario de una fábrica de embutidos. Pero, con 23 años, después del servicio militar, decidió dejarlo todo y apostar por el boxeo en una época en la que el deporte profesional todavía era una práctica inusual para la clase trabajadora.

Así que se mudó a Francia y se preparó con los mejores entrenadores de boxeo de la Europa del momento. El vasco demostró ser un portento. Para 1924 ya era campeón de España de peso fuerte (hoy, peso pesado) y, dos años después, lo era de Europa tras vencer al italiano Erminio Spalla.

Aquellas victorias, que aumentaron su fama, resultaron muy provechosas para la dictadura de Primo de Rivera, que para entonces irradiaba a través del deporte sus valores y concepto de España: masculinidad, regeneración racial, disciplina y patrioterismo. Para el régimen dictatorial, Uzcudun era símbolo de todo ello: un héroe popular con atributos idóneos.




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El salto a América

Durante los felices años veinte, Estados Unidos fue el país del boxeo. Allí estaban los principales cuadriláteros y en estos era donde se dirimía el campeonato mundial de peso fuerte. En el país norteamericano, Paulino peleó contra los mejores púgiles del momento, como Max Baer, Joe Louis o Jack Sharkey.

Aunque nunca alcanzó el cinturón de campeón, se hizo un hueco entre los mejores y obtuvo una gran fama. Para los emigrantes españoles, especialmente los de origen vasco, se convirtió en un símbolo de orgullo. Uzcudun era el vasco inquebrantable, el que mejor representaba la personalidad de su tierra y así lo recogió la prensa desde distintos espacios ideológicos.


Boxeo. Sesión de entrenamiento del púgil Paulino Uzcudun (en el centro).

Kutxa Fundazioa Fototeka. Fondo Photo Carter. Ricardo Martín (Fotógrafo). ID. 12707959.

Cuando el ring se volvió ideología

Su carrera deportiva coincidió con el auge del fascismo y el nazismo en Europa, dos ideologías de masas que utilizaron el deporte, y en concreto el boxeo, como un espacio político más.

En 1933, en los días de la Segunda República, Uzcudun disputó el título europeo a Primo Carnera, el “Gigante Fascista”, representante de la Italia de Mussolini.

En 1935, se midió en Berlín con el campeón del mundo Max Schmeling, símbolo deportivo del Tercer Reich. El vasco perdió ambos combates. Sin embargo, mostró un gran nivel en dos encuentros que fueron mucho más que duelos deportivos: pugnas propagandísticas entre naciones y modelos políticos diferentes, entre democracia y fascismo.

Aparte de ser una experiencia deportiva, aquellos combates sirvieron para iniciar su acercamiento ideológico a la extrema derecha. Atraído por la heroización de los deportistas, la glorificación de su pasado y, entre otras cosas, su imagen pública, Uzcudun acabó aproximándose al discurso fascista.

Del estrellato mundial a la propaganda política

La biografía de Uzcudun también tiene episodios grises que forman parte de su compleja figura. En 1935 estuvo implicado en el escándalo de corrupción derivado de las máquinas del Straperlo, de las que participó y en el que se involucró por sus contactos en círculos políticos y empresariales derechistas.

Según cuenta el diario bilbaino El Liberal (8 de febrero de 1936, página 3), fue juzgado por ello, pero el estallido del golpe de Estado del 18 de julio de ese año interrumpió el proceso. En esos meses, se acercó a la extrema derecha, alineándose con Falange. Y así lo demostró en la Guerra Civil, combatiendo en sus columnas, siendo rostro visible de su propaganda e incluso formando parte de uno de los comandos que planearon asaltar la cárcel de Alicante para liberar a José Antonio Primo de Rivera en octubre de 1936.

El guipuzcoano fue uno de los ejes de las actividades de Auxilio Social, la organización de socorro humanitario del bando franquista, para la que hizo giras de combates benéficos en España y Portugal entre 1937 y 1939. Falange lo convirtió en modelo de patriotismo, disciplina y masculinidad, y, mediante su imagen, buscaron ganar apoyos a la causa sublevada.

Grupo de soldados. En el medio, el más alto, Paulino Uzcudun. San Sebastián. Septiembre de 1936. Colección Foto Marín. Pascual Marín (fotógrafo). Fototeca Kutxa Fundazioa. Id. 23867147.
Colección Foto Marín. Pascual Marín (fotógrafo). Fototeca Kutxa Fundazioa. Id. 23867147

Entre la gloria y el olvido

Tras la Guerra Civil, Uzcudun se situó en el corazón de una España donde la frontera entre negocio, política y propaganda fue difusa. En plena Segunda Guerra Mundial, montó una empresa de gasógenos e hizo negocios con miembros del Tercer Reich.

Según informes de la Oficina Federal de Investigación (FBI) estadounidense, estuvo relacionado con Rudy de Merode, un colaborador nazi refugiado en España al que sirvió de guardaespaldas y con el que colaboró tanto en una red de contrabando de bienes robados a ciudadanos de origen judío como en una red de evasión nazi en la frontera vasco-francesa.

También trató de regresar al boxeo con 46 años. Lo hizo contra Rodolfo Díaz en un improvisado ring en El Escorial (Madrid) y, tras la victoria, prometió combatir en Nueva York. Pero nunca lo hizo. La negativa del FBI a que se le concediera visado se lo impidió.

Fue entonces cuando su vida dio un giro de 180 grados.

Modelo de padre de familia para el franquismo

En 1942 se había casado con Isabel Huerta Vera, de la familia de ganaderos de Victoriano de la Serna, con la que se mudó a Torrelaguna, en la Sierra Norte de Madrid, de donde ella era originaria y poseía una hacienda.

Ambos dedicaron su vida al campo y a sus cuatro hijos, y la prensa franquista vio en ese cambio un filón para explotar los valores del régimen: un famoso boxeador que, como el hijo prodigo, había decidido regresar a los orígenes, al campo, tras estar en lo alto de la fama, para dedicarse a los suyos. Uzcudun se convirtió así en uno de los modelos de padre de familia del franquismo.


Grupo de personas, con el boxeador Paulino Uzcudun en primer plano, en un salón.

Kutxa Fundazioa Kutxateka. Id. 70456271. Fondo: Foto Marín. Pascual Marín (fotógrafo).

El eco de los golpes

Su estrella, entonces, se apagó. Siguió teniendo contacto con el boxeo, pero dejó de ser reconocido y se convirtió en un “juguete roto”, tal como lo retrató Manuel Summers en el documental del mismo título.

En la década de 1960, recibió pequeños homenajes de federaciones de boxeo como la catalana, pero la dictadura, a la que tanto había servido con su imagen y puños, le olvidó, y nunca le otorgó la Medalla al Mérito Deportivo, distinción con la que el régimen reconocía el esfuerzo de sus atletas.

Paradójicamente, tuvo que ser el gobierno democrático de Adolfo Suárez el que en febrero de 1979 le otorgó el galardón, cuando estaba ya muy enfermo y Urtain eclipsaba su recuerdo, como contó su hijo menor Juan en el programa Documentos, de RNE.

Un solitario final

En 1985, tras una larga enfermedad degenerativa, Uzcudun murió al calor de los suyos, pero lejos de la memoria pública. En aquellos momentos, mientras Rocky IV se convertía en la segunda película más taquillera del año, la consideración social del boxeo en España era pésima.

Los pocos que recordaban a Uzcudun lo asociaban a la dictadura, a un héroe deportivo y figura propagandística del franquismo. Un tiempo que superar. De algún modo, representaba lo que la democracia trataba de dejar atrás.

En 2025, después de 40 años de su muerte, su nombre apenas se conoce, pero su biografía demuestra que el deporte es una forma de hacer política. Su caso ilustra cómo los ídolos deportivos no son solo deportistas, sino espejos de la sociedad que los aclama, de sus contradicciones y de su selectiva memoria.

The Conversation

David Mota Zurdo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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Simone Weil y el arte de prestar atención ‘suspendiendo el pensamiento’

Elona Agug/Pexels

En tiempos de notificaciones constantes, mensajes que reclaman una respuesta inmediata y un flujo incesante de información, la atención se ha convertido en un recurso escaso. No solo es difícil concentrarse, también lo es sostener la concentración el tiempo suficiente para profundizar en una idea, un problema o un texto.

La filósofa francesa Simone Weil (1909-1943) propuso hace casi un siglo una concepción de la atención que, lejos de quedar obsoleta, sigue hoy más vigente que nunca. En 1942 escribió el ensayo Reflexiones sobre el buen uso de los estudios escolares como medio de cultivar el amor a Dios. Lo dirigió al dominico Joseph-Marie Perrin, como guía para acompañar a jóvenes cristianos. Aunque el texto tiene un trasfondo religioso, sus ideas pueden leerse en clave universal.

‘Aquel que pasa sus años de estudio sin desarrollar la atención pierde un gran tesoro’

En la vida académica y profesional solemos asociar prestar atención con hacer un esfuerzo sostenido. Weil rompe con esta visión. Para ella, atender no consiste en contraer la mente como un músculo, sino en abrirla. Es un acto de receptividad, no de tensión.

Imagen en blanco y negro de una mujer joven de melena corta.
Retrato de Simone Weil de joven.
Wikimedia Commons

“La atención consiste en suspender el pensamiento, en dejarlo disponible, vacío y penetrable al objeto”, escribe. No se trata de forzar la solución, sino más bien de crear el espacio interior donde pueda aparecer lo que buscamos. Atender es, en gran medida, una manera de esperar.

Esta forma de entender la atención tiene implicaciones profundas en la educación. Para Weil aprender no es solo una cuestión de memoria, técnica o voluntad. Así, cuestiona la idea de que trabajar mucho deba equivaler a fatigarse. Propone, en cambio, un ritmo natural, como la respiración: se inspira y se espira. En sus palabras: “Veinte minutos de atención intensa y sin fatiga valen infinitamente más que tres horas de esa dedicación de cejas fruncidas”.

Aprender como fin en sí mismo, no como medio

La pensadora llega a afirmar que “la facultad de atención es el objetivo verdadero y casi el único interés de los estudios –escolares–”; lo que significa que, aunque olvidemos fechas, datos o fórmulas, el hábito de prestar atención permanece. Por eso considera que todas las materias, incluso las que parecen alejadas de nuestras afinidades, son valiosas como campo de práctica.

Imaginemos que un estudiante de letras se enfrenta a un problema de geometría que no logra resolver. Según la lógica habitual, ese tiempo podría considerarse “perdido” porque no ha encontrado la solución. Para la filósofa, en cambio, el esfuerzo atento servirá después para leer un poema, escuchar a un amigo o tomar una decisión importante. También Leonardo Da Vinci recomendaba a sus discípulos que contemplaran una pared blanca durante horas hasta hallar inspiración. Lo esencial no es el contenido puntual, sino la disposición interior que florece en la atención sostenida.

Portada del libro en francés de Simone Weil en el que habla de la atención, Attente de Dieu.
Portada del libro en francés de Simone Weil en el que habla de la atención, Attente de Dieu.
Wikimedia Commons

Además, la inteligencia se mueve únicamente por el deseo, y ese deseo necesita de la alegría para mantenerse vivo. “La alegría de aprender –escribe– es tan indispensable para el estudio como la respiración para el atleta”. Sin placer, el esfuerzo se convierte en una tensión dolorosa.

¿Prestar atención nos hace mejores?

Weil insiste en que la atención verdadera exige humildad. Reconocer que no sabemos, que quizás nos hemos equivocado, que necesitamos volver atrás y mirar de otro modo. Este reconocimiento no es una derrota, es parte del proceso. Al vaciar la mente de certezas apresuradas, la dejamos libre para percibir conexiones y matices que antes no veíamos.

La leyenda del Grial sirve como ejemplo. En Perceval o el cuento del Grial (siglo XII), Chrétien de Troyes narra la historia del joven caballero Perceval y su llegada al castillo del Rey Pescador, guardián del Grial. El monarca sufre una herida misteriosa que vuelve estériles sus tierras.

Una de las pruebas del relato nos muestra que la consecución del propósito no depende de la fuerza. Perceval presencia una procesión en la que aparece el Grial, una copa sagrada y legendaria. Sin embargo, no pregunta: “¿Qué es el Grial? ¿A quién sirve?”. Versiones posteriores relacionarán ese silencio con el incumplimiento de su destino caballeresco: el héroe que podía restaurar la fertilidad del reino no logra cumplir su misión por falta de atención y compasión.

Weil retoma este gesto sencillo para señalar la repercusión de la atención fecunda en nuestra relación con el mundo, con nuestro presente, y con los otros. La humildad también está en mirar al otro y reconocerlo como único e irrepetible.

Contra la dispersión contemporánea

Aunque el ensayo de Reflexiones tiene un trasfondo espiritual explícito –ella concibe la atención como la forma más pura de oración–, su propuesta puede entenderse fuera de un marco religioso. En el contexto contemporáneo, se acerca a lo que llamamos atención plena. Pero Weil no escribe sobre una estrategia para mejorar el rendimiento o la productividad, sino como un camino para dejar de imponer al mundo nuestros prejuicios y ampliar así nuestra capacidad de encuentro con lo real.

En el fondo, lo que está en juego es nuestra presencia. Cultivar la atención es aprender a mirar y a escuchar de tal modo que dejemos un espacio para que la verdad pueda aparecer, en cualquier ámbito de la vida. Si estamos atentos, estamos presentes.


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Sofía Esteban Moreno recibe fondos de ayudas de Formación del Profesorado Universitario (FPU) financiadas por la Agencia Estatal de Investigación, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Asimismo, forma parte del proyecto TRANSFERRE. Referencia: PID2023-148361NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y cofinanciado por la Unión Europea.

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¿Preparados para lo inesperado? Así respondieron los ciudadanos españoles al apagón de abril

Un policía local regula el tráfico en Cartagena (Murcia) durante el apagón del pasado 28 de abril. Los semáforos dejaron de funcionar, lo que creó problemas en muchas ciudades españolas. P4K1T0/Wikimedia Commons, CC BY

Entre pandemias, olas de calor, crisis energéticas y ciberataques a infraestructuras y sistemas básicos, actualmente las emergencias son más probables que excepcionales. Sin embargo, ¿estamos preparados para lo inesperado? La evidencia sugiere que no: seguimos confiando en que, si algo pasa, alguien vendrá rápidamente a solucionarlo.

Aunque se haya avanzado en infraestructuras y respuesta institucional, la preparación ciudadana sigue siendo mínima. De hecho, desde la Unión Europea se ha insistido en los últimos meses en la importancia de que cada hogar disponga de un pequeño kit de supervivencia para afrontar posibles emergencias.

El apagón del 28 de abril: una prueba real

El 28 de abril de 2025 a las 12.32 del mediodía, un apagón masivo dejó sin electricidad a buena parte de la península ibérica. En pocos minutos, miles de hogares y negocios quedaron desconectados.

El corte duró solo unas horas pero bastó para paralizar los transportes, dejar sin cobertura a millones de personas y generar una sensación generalizada de desconcierto. Y, aunque a principios de abril un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) señalaba que el 69 % de los españoles se consideraba preparado para subsistir 72 horas en caso de catástrofe, lo cierto es que el apagón demostró lo contrario.

La mayoría de los hogares no disponía de linternas, pilas, radio, efectivo ni provisiones básicas –como agua o alimentos que pudieran conservarse y consumirse sin electricidad–. Además, pocos tenían un plan familiar para actuar en caso de emergencia.




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Miedo, confianza y falta de previsión

Ante una emergencia, las reacciones no son las mismas, pues intervienen factores como la edad, el género, el entorno o incluso el nivel educativo. Se han identificado varios perfiles altamente vulnerables a las situaciones de emergencia: las personas mayores de 65 años, los turistas, las personas con un nivel socioeconómico bajo y los hogares con niños. También la situación de incomunicación contribuye a aumentar la vulnerabilidad.

A partir de los datos recopilados por el CIS en la encuesta flash sobre el apagón eléctrico, he analizado la respuesta de los ciudadanos españoles a dicha emergencia. Los resultados ofrecen una radiografía clara del comportamiento social ante una crisis imprevista.

Casi uno de cada tres encuestados reconoció haber sentido miedo durante el apagón, un porcentaje especialmente alto entre las mujeres (29,7 % frente al 14,4 % de los hombres) y las personas jóvenes. Esta diferencia también se aprecia por grupos de edad; paradójicamente, en porcentaje, los mayores de 54 años se mostraron menos afectados por la caída de la energía.

Dificultades y carencias

Durante el incidente, los ciudadanos señalaron diversas dificultades relacionadas con la falta de suministros y recursos básicos. Entre los principales problemas destacaron la ausencia de una fuente de energía no eléctrica para cocinar (36,3 %), la falta de un aparato de radio (16,7 %) y la imposibilidad de comunicarse (14,1 %).

Este último aspecto estuvo estrechamente vinculado con las emociones experimentadas durante la crisis. El miedo fue mayor entre quienes no lograron acceder a información durante las primeras horas, lo que refleja la importancia de la conectividad digital incluso en contextos de emergencia. Centrándonos en este aspecto, más de la mitad de los encuestados (55,3 %) indicó que una de las principales cosas que echó en falta fue el funcionamiento de los teléfonos y uno de cada cuatro mencionó la falta de conexión a internet o de acceso a las redes sociales (26,5 %).

La preparación material fue igualmente limitada. La mayoría de los hogares carecía de recursos básicos y pocos habían previsto cómo actuar en caso de emergencia. Según los datos del CIS, solo un 33,6 % de los encuestados declaró disponer de algún tipo de kit o material de emergencia. Por otra parte, el acceso a la información también resultó determinante: el 59,6 % consideró insuficiente la información proporcionada por el Gobierno español.

En definitiva, el estudio pone de manifiesto que, aunque la sociedad se perciba preparada, su reacción ante la emergencia muestra falta de previsión.




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Prepararse también es cultura

En los últimos años, España ha sufrido una pandemia, inundaciones, una tormenta de nieve, incendios forestales y un apagón general que han afectado a amplias zonas del territorio. Todo esto en un contexto internacional marcado por crisis energéticas, tensiones geopolíticas y amenazas cibernéticas. Estos episodios, distintos entre sí en naturaleza pero similares en consecuencias, muestran que las emergencias ya no son hechos aislados sino una realidad recurrente que pone a prueba tanto la capacidad institucional como la preparación ciudadana.

Más allá del impacto inmediato, el apagón del 28 de abril puso de relieve la falta de una cultura de prevención. Si en España la preparación ante emergencias sigue viéndose como algo lejano o innecesario, en otros países europeos –como Alemania, Suiza o los países nórdicos– las campañas de autoprotección y los simulacros forman parte de la vida cotidiana. Por ejemplo, en Alemania se promueven planes familiares de emergencia y campañas para almacenar agua y alimentos; en Suiza la ley garantiza, desde 1963, que cada persona disponga de una plaza en un refugio subterráneo, y en los países nórdicos los gobiernos distribuyen manuales y guías ciudadanas que explican cómo actuar ante apagones o crisis.




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Sin alarmismos

Contar con una linterna, una radio o una reserva mínima de agua, medicinas y alimentos no es alarmismo sino una muestra de responsabilidad. Aprender a prever riesgos, a comunicarse cuando falla la tecnología y a apoyarse en la solidaridad vecinal no implica vivir con miedo, sino actuar con conciencia.

Las catástrofes naturales y emergencias de los últimos tiempos ponen de manifiesto que la seguridad no está garantizada y que requiere anticipación, responsabilidad y una respuesta ciudadana calmada y solidaria.

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Raquel González del Pozo recibe fondos del proyecto: PID2021-122506NB-I00 (Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades / Agencia Estatal de Investigación).

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La UVa celebra la Noche Europea de l@s Investigador@s en el palacio de Santa Cruz

La Noche Europea de l@s Investigador@s regresa al palacio de Santa Cruz

La UCC+I de la Universidad de Valladolid se suma a la conmemoración con una muestra ‘El legado del premio Nobel’

La Universidad de Valladolid, a través de su Unidad de Cultura Científica y de la Innovación, se suma un año más a la Noche Europea de l@s Investigador@s (viernes, 26 de septiembre de 2025) trasladando al palacio de Santa Cruz su exposición El legado del premio Nobel. Se trata de una muestra ilustrada en formato photocall que recorre las principales aportaciones de quince ganadores y ganadoras de las categorías de Física, Fisiología y Medicina y Química. La exposición es visitable entre los días 25 y 27 de septiembre de 2025 en los horarios de apertura del palacio (plaza del Colegio de Santa Cruz, 8).

Desde Iván Pavlov (Nobel de Fisiología y Medicina en 1904) a las contemporáneas Donna Strickland (Nobel de Física en 2018) o Emmanuelle Charpentier (Nobel de Química en 2020), la exposición permite conocer y fotografiarse con algunas de las mentes que han hecho progresar a la Humanidad en los últimos 125 años. Esta exposición fue creada por la Universidad de Valladolid, a través de su Unidad de Cultura Científica y de la Innovación, en el marco del Plan de Transferencia de Conocimiento Universidad–Empresa (TCUE) 2021-2023, una iniciativa de la Consejería de Educación que contó con financiación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) conforme al Programa Operativo de Castilla y León 2014-2020; y con la colaboración del Parque Científico Universidad de Valladolid. La muestra ha sido ilustrada por Alberto Sobrino.

Complementa esta actividad una colección de pasatiempos divulgativos creados por investigadores del Instituto de Procesos Sostenibles (ISP, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Valladolid. El público se puede llevar a su casa un puzle, laberintos, un juegos de diferencia, otro de parejas o un crucigrama. Estos juegos permiten además conocer cinco proyectos con financiación europea que se desarrollan en el seno de la UVa, denominados PhyToValue, CHEERS, NANOBOOSTER, Waste4Bio y Oils4My.

La exposición ‘El legado del premio Nobel’ en el palacio de Santa Cruz

Oviedo y Gijón

La Unidad de Cultura Científica y de la Innovación de la Universidad de Valladolid colabora además en la Noche Europea de los Investigadores y de las Investigadoras de la Universidad de Oviedo, en las sedes de Oviedo y Gijón, a través del proyecto Lo que no te contaron los cuentos clásicos, que incluye un libro con ocho cuentos y material multimedia complementario.

La Noche Europea de l@s Investigador@s (European Researcher’s Night) es una iniciativa promovida por la Comisión Europea dentro de las acciones Marie Skłodowska-Curie del programa Horizonte Europa, que tiene lugar simultáneamente en casi 400 ciudades europeas desde 2005. Pretende acercar a la ciudadanía de una forma lúdica el trabajo de la comunidad investigadora y los beneficios que aportan a la sociedad a través de actividades de divulgación científica y técnica. En Valladolid, la Noche se ha celebrado simultáneamente en la Universidad de Valladolid y en el Museo de la Ciencia de Valladolid – Fundación Municipal de Cultura.

 

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Pesquisa mostra que vitórias em guerras eram comemoradas com sacrifícios humanos e troféus no Período Neolítico

Sepultura contendo os restos mortais de humanos torturados, possivelmente prisioneiros de guerra, encontrada em Achenheim (Alsácia) e datada entre 4300 e 4100 a.C. P Lefranc.

Durante séculos, o triunfo romano tem sido o modelo para todas as celebrações marciais. Na Roma antiga, todo grande sucesso militar terminava em um desfile luxuoso liderado por senadores e magistrados pelas ruas da cidade. Eles eram seguidos por inimigos cativos (em sua maioria indivíduos de alto escalão), carruagens carregadas com os despojos e outros troféus de guerra.

A generosidade da pilhagem era intercalada com artistas, como acrobatas, músicos e cantores, o que aumentava a natureza espetacular da procissão. Em seguida, vinha o general vitorioso, montado em uma carruagem. A procissão era encerrada por sua família e soldados.

Celebração e humilhação, tudo em um só lugar

A procissão, que marchava ao longo da Via Sacra, cruzava o fórum em seu trecho final, onde ocorria o aprisionamento ou a execução dos prisioneiros. Por fim, a procissão avançava até o templo de Júpiter no topo do Monte Capitolino, onde o general oferecia um sacrifício ao deus, geralmente bois brancos, como encerramento da procissão triunfal. A cereja do bolo era a celebração de banquetes e espetáculos em locais públicos para o deleite da congregação.

O triunfo romano, um banquete que humilhava os vencidos. Assista à história.

Era um ritual destinado a celebrar o poderio marcial e a humilhação dos vencidos. Sabemos tudo isso essencialmente por fontes literárias e algumas representações artísticas, mas qual é a origem e a história inicial dos triunfos marciais?

Sacrifícios e torturas neolíticas

Os sítios neolíticos de Achenheim e Bergheim na região da Alsácia, na França, datados entre 4300 e 4100 a.C., oferecem algumas pistas. Em ambos os casos, um grupo de indivíduos brutalmente assassinados (seis e oito, respectivamente) foi jogado em um poço circular, possivelmente localizado em uma praça central da aldeia, juntamente com uma série de braços esquerdos decepados que não correspondiam a nenhum deles (quatro e sete, respectivamente).

A crueldade com que as vítimas foram tratadas, mostrando uma infinidade de fraturas em seus esqueletos na época de sua morte, e a evidência tafonômica de que os braços decepados podem ter sido deixados ao ar livre por algum tempo antes de serem depositados nas covas, não se encaixam bem no que se espera de massacres ou execuções documentados na pré-história recente.

Túmulo com restos humanos, possivelmente prisioneiros de guerra, encontrado em Bergheim (Alsácia) e datado entre 4300 e 4100 a.C.
F Chennal.

Em busca de uma explicação

Essencialmente, esse contexto incomum, que também se repetiu com grande semelhança em ambos os locais, sugere três possíveis cenários interpretativos. O primeiro seria a celebração de um triunfo marcial que combinava o sacrifício de cativos inimigos com violência excessiva e a exibição de troféus humanos coletados em batalha, cujo depósito conjunto em covas encerrava o ritual.

A segunda consistia na repatriação e no enterro de membros do grupo que haviam caído em batalha (na forma de corpos inteiros ou braços esquerdos).

E a terceira envolveria a punição de párias ou criminosos da comunidade, em que a tortura – incluindo mutilação – e a pena capital fariam parte do processo.

Vítimas, inimigos estrangeiros

Para decidir entre essas possibilidades, uma equipe de especialistas de diferentes centros de pesquisa europeus, como as universidades de Valladolid, Aix-Marseille, Oxford, Bruxelas e Estrasburgo, e empresas arqueológicas como a Arkikus e a Antea, elaborou e realizou um estudo multi-isotópico abrangente das biografias dessas vítimas e de uma população de controle do mesmo contexto crono-geográfico.

A metodologia multiisotópica baseia-se na premissa de que somos o que comemos e que essas informações são armazenadas em nível molecular em nossos corpos e produzem uma assinatura isotópica distinta, semelhante a uma impressão digital, que nos permite reconstruir a dieta e a origem dos indivíduos. E como o que comemos (dieta), de onde obtemos nossos alimentos (origem) e com quem comemos (grupo social) está intimamente relacionado a quem somos, essa abordagem também pode abordar a identidade.

Nosso objetivo era comparar os dois grupos e definir a identidade social das vítimas. Os resultados, publicados esta semana na Science Advances, sugerem fortemente que as vítimas não passaram a infância na região e tiveram uma vida muito mais móvel, com uma dieta mais variável e maior exposição ao estresse fisiológico do que a população de controle. Isso é totalmente compatível com um estilo de vida migrante.

Braços e corpos inteiros, de diferentes procedências.

Além disso, o estudo revelou que as vítimas representadas por esqueletos completos e aquelas representadas por braços decepados apresentam sinais isotópicos diferentes, sugerindo um tratamento diferenciado ligado à sua origem geográfica.

É possível que os braços tenham vindo de grupos estabelecidos no norte da Alsácia, enquanto os corpos completos teriam vindo do sul da região, como uma origem mais próxima. No entanto, também é possível que ambos os grupos tenham vindo de regiões mais distantes, como a parte mais ocidental da bacia parisiense ou a parte mais oriental do vale do alto Danúbio.

A evidência de inimigos de diferentes origens nos túmulos é consistente com uma guerra de conquista, na qual os grupos estrangeiros chegavam em diferentes ondas e enfrentavam a população local em diferentes ataques.

Essa não é a única evidência de conflito que temos, pois é nessa época que os primeiros assentamentos cercados por fossos e paliçadas começam a ser documentados na região. O registro arqueológico também mostra uma rápida substituição das tradições culturais locais por outras de regiões adjacentes.

Violência como espetáculo

O espetáculo-violência incomum exercido nessas celebrações contra inimigos cativos, a “caça” e a exibição de troféus humanos e seu depósito conjunto em locais comunitários dificilmente podem ser compreendidos fora da estrutura de um teatro político que visa à exaltação do poder e do triunfo e à desumanização do inimigo.

Nesse caso, temos apenas a evidência material mais brutal da vitória e sua celebração, mas é bem possível que esses rituais de triunfo também fossem acompanhados por um componente festivo, incluindo desfiles, música, danças ou banquetes, como fizeram os romanos mais de três milênios depois. Afinal de contas, eram celebrações que buscavam essencialmente a ostentação do sucesso e a legitimação do poder por meio de um pacto político-religioso.

The Conversation

O projeto do qual esta pesquisa é derivada foi financiado por uma bolsa do programa Marie-Slodowska Curie Actions (MSCA-IF-790491) da Comissão Europeia, concedida a Teresa Fernández-Crespo.

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Nuevo estudio: las victorias de guerra en el Neolítico se celebraban con sacrificios y trofeos humanos

Fosa con restos de humanos torturados, posiblemente cautivos de guerra, hallada en Achenheim (Alsacia) y datada entre 4300 y 4100 a. C. P Lefranc.

Durante siglos, el triunfo romano ha sido el modelo a seguir en toda celebración marcial. En la antigua Roma, cada gran éxito militar acababa en un fastuoso desfile encabezado por senadores y magistrados que recorría las calles de la ciudad. A estos les seguían los enemigos cautivos (la mayoría, individuos de alto rango), carros cargados con el botín y demás trofeos de guerra.

La fastuosidad de los expolios se entremezclaba con artistas, como acróbatas, músicos y cantantes, que aumentaban la espectacularidad de la procesión. A continuación, marchaba el general vencedor, montado en un carro. Cerraban el cortejo su familia y soldados.

Festejo y humillación, todo en uno

El desfile, que marchaba por la vía Sacra, cruzaba en su último tramo el foro, donde tenía lugar el encarcelamiento o la ejecución de los prisioneros. Finalmente, la procesión avanzaba hacia el templo de Júpiter, en la cima de la colina Capitolina, donde el general ofrecía un sacrificio al dios, generalmente bueyes blancos, como clausura del recorrido triunfal. La guinda era la celebración de banquetes y espectáculos en lugares públicos para deleite de los congregados.

El triunfo romano, una fiesta que humillaba a los vencidos. Mira la Historia.

Se trataba de un ritual destinado a festejar el poderío marcial y la humillación del conquistado. Todo esto lo sabemos esencialmente por las fuentes literarias y algunas representaciones artísticas. ¿Pero cuál es el origen y la historia primitiva de los triunfos marciales?

Sacrificios y torturas neolíticas

Los yacimientos neolíticos de Achenheim y Bergheim, en la región francesa de Alsacia, datados entre 4300 y 4100 a.e.c., ofrecen algunas pistas al respecto. En ambos casos, en una fosa circular, posiblemente ubicada en una plaza central del poblado, se arrojó un grupo de individuos brutalmente asesinados (seis y ocho, respectivamente), junto a una serie de brazos izquierdos cercenados que no correspondía a ninguno de ellos (cuatro y siete, respectivamente).

El ensañamiento con el que se había tratado a las víctimas, que mostraban multitud de fracturas en todo su esqueleto ocurridas alrededor del momento de su muerte, y la evidencia tafonómica de que los brazos cercenados pudieron estar a la intemperie un tiempo antes de su depósito en las fosas, no encajaban bien con lo esperable en masacres o ejecuciones documentadas en la prehistoria reciente.

Fosa con restos de humanos, posiblemente cautivos de guerra, hallada en Bergheim (Alsacia) y datada entre 4300 y 4100 a.e.c.
F Chennal.

En busca de una explicación

Esencialmente, este inusual contexto, que además se repetía con gran similitud en ambos yacimientos, sugiere tres posibles escenarios interpretativos. El primero sería la celebración de un triunfo marcial que combinara el sacrificio de cautivos enemigos con una violencia excesiva y la exposición de trofeos humanos recolectados en batalla, cuyo depósito conjunto en fosas clausurase el ritual.

El segundo consistiría en la repatriación y el enterramiento de miembros del grupo caídos en batalla (en forma de cuerpos completos o de brazos izquierdos).

Y el tercero comprendería el castigo de parias o delincuentes comunitarios, donde la tortura –incluyendo la mutilación– y la pena capital formaran parte del proceso.

Las víctimas, enemigos extranjeros

A fin de dirimir entre estas posibilidades, un equipo de especialistas de diferentes centros de investigación europeos, como las universidades de Valladolid, Aix-Marsella, Oxford, Bruselas y Estrasburgo, y empresas de arqueología como Arkikus y Antea, ideamos y realizamos un estudio multiisotópico completo de las biografías de estas víctimas y de una población de control del mismo contexto crono-geográfico.

La metodología multiisotópica se basa en la premisa de que somos lo que comemos y que esta información queda almacenada a nivel molecular en nuestro organismo y produce una firma isotópica distintiva, similar a una huella dactilar, que permite reconstruir la dieta y la procedencia de los individuos. Y como lo que comemos (alimentación), de dónde obtenemos los alimentos (origen) y con quién comemos (grupo social) está íntimamente relacionado con quiénes somos, con este enfoque también puede abordarse la identidad.

Nuestro objetivo era comparar ambos grupos y definir la identidad social de las víctimas. Los resultados, publicados esta semana en Science Advances, sugieren claramente que las víctimas no pasaron su infancia en la región y tuvieron una vida mucho más móvil, con una alimentación más cambiante y una mayor exposición al estrés fisiológico que la población de control. Todo ello es plenamente compatible con una forma de vida migrante.

Brazos y cuerpos enteros, de distinta procedencia

Además, el estudio ha permitido descubrir que aquellas víctimas representadas por esqueletos completos y aquellas representadas por brazos cercenados muestran señales isotópicas distintas, lo que sugiere un tratamiento diferencial vinculado con su origen geográfico.

Es posible que los brazos procedieran de grupos asentados en el norte de Alsacia, mientras que los cuerpos completos hubieran llegado del sur de la región, como origen más próximo. No obstante, es también posible que ambos grupos provinieran de regiones más distantes, como la zona más occidental de la cuenca parisina o la zona más oriental del valle alto del Danubio.

La evidencia de enemigos de distinta procedencia en las fosas es coherente con una guerra de conquista, en que los grupos foráneos llegarían en diferentes oleadas y se enfrentarían con la población local en distintos asaltos.

No es esta la única evidencia de conflicto que poseemos, ya que es en este momento cuando empiezan a documentarse en la región los primeros poblados rodeados por fosos y empalizadas. Asimismo, se observa en el registro arqueológico una rápida sustitución de tradiciones culturales locales por otras venidas de regiones adyacentes.

Violencia como espectáculo

La inusitada violencia-espectáculo ejercida en estas celebraciones hacia los enemigos cautivos, la “caza” y exposición de trofeos humanos y su depósito conjunto en lugares comunitarios difícilmente pueden entenderse fuera del marco de un teatro político que pretende la exaltación del poder y del triunfo y la deshumanización del enemigo.

En ese caso, solo tenemos la evidencia material más brutal de la victoria y su celebración, pero es muy posible que estos rituales del triunfo se acompañaran también de un componente festivo, incluyendo desfiles, música, bailes o banquetes, como hicieron más de tres milenios después los romanos. Al fin y al cabo, eran celebraciones que esencialmente buscaban la ostentación del éxito y la legitimación del poder a través de un pacto político-religioso.

The Conversation

El proyecto del que se deriva esta investigación ha sido financiado por una ayuda del programa Marie-Slodowska Curie Actions (MSCA-IF-790491) de la Comisión Europea, concedida a Teresa Fernández-Crespo.

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Europa frente al desafío del agua: hacia una estrategia común de resiliencia hídrica

Quintanilla/Shutterstock

Desde la Roma antigua, el agua ha sido sinónimo de civilización. Los acueductos, termas y sistemas de distribución romanos no solo garantizaron la supervivencia de una sociedad floreciente, sino que también demostraron el papel central de este recurso en el desarrollo económico y cultural.

Hoy, dos milenios después, nuestra realidad no es tan diferente: medio ambiente, economía, seguridad alimentaria, energía y calidad de vida siguen dependiendo de un suministro de agua estable y de calidad. Sin embargo, el crecimiento demográfico, los cambios socioeconómicos y el cambio climático están poniendo en riesgo la seguridad hídrica de millones de europeos.

Las proyecciones son especialmente preocupantes para el sur del continente. En España se estima que la disponibilidad de agua podría reducirse hasta un 40 % en algunas cuencas hidrográficas. Si la temperatura global aumenta 1,5 °C, la población europea que vive en condiciones de escasez pasaría de los 51,9 millones actuales a 64,6 millones. En el caso español, el número crecería de 22,4 a 32,7 millones de personas.

El otro gran desafío son las inundaciones, el desastre natural más frecuente en Europa. Los episodios recientes, como la dana en Valencia, evidencian la magnitud del problema. Hoy, una décima parte de la población urbana europea vive en zonas con riesgo potencial de inundación.




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¿Hay ahora un mayor riesgo frente a catástrofes naturales?


Tres principios para afrontar la crisis hídrica

Ante este panorama, la Comisión Europea aprobó en junio de 2025 la Estrategia Europea de Resiliencia Hídrica, cuyo objetivo es construir una Europa más preparada frente a la crisis hídrica. Y se articula en tres ejes:

  1. Restaurar y proteger el ciclo hidrológico.

  2. Impulsar una economía hidrointeligente que combine competitividad y sostenibilidad.

  3. Garantizar el acceso universal a agua limpia y asequible. En definitiva, Europa reconoce que el agua ya no puede darse por sentada: requiere planificación, inversión y, sobre todo, una respuesta conjunta y solidaria.

La Estrategia Europea de Resiliencia Hídrica propone un ambicioso programa de acción que combina nuevas regulaciones, planificación a largo plazo y desarrollo tecnológico. Sin embargo, su verdadero valor reside en la capacidad de articular políticas y acciones multisectoriales, trasladando la gestión hídrica más allá del ámbito medioambiental.

Agricultura, industria, energía, transporte y urbanismo deben trabajar de forma coordinada para reducir la presión sobre los recursos, fomentar el uso eficiente, acelerar la innovación tecnológica y promover la circularidad.

Esta iniciativa supone un avance significativo en la gobernanza del agua al reconocerla como un bien común indispensable para la salud pública, la seguridad alimentaria, la energía, la cohesión social y la competitividad económica. Sin embargo, su éxito dependerá en gran medida de cómo se afronten una serie de obstáculos estratégicos, institucionales y técnicos.




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Sin agua no hay desarrollo sostenible


Los desafíos en la resiliencia hídrica

Entre los principales retos destaca la naturaleza no vinculante de algunos objetivos, como la meta de reducir el consumo de agua en un 10 % para 2030. Asimismo, la fragmentación institucional y legislativa de la Unión Europea complica la coherencia en su aplicación.

Las directrices europeas deben traducirse eficazmente en políticas nacionales coordinadas. Sin embargo, la capacidad administrativa es divergente en los países europeos. El desafío financiero es otro reto importante. La Comisión Europea estima una necesidad de 23 000 millones de euros al año para modernizar infraestructuras y fomentar la reutilización del agua. Sin embargo, garantizar inversiones privadas y públicas sostenidas requerirá mecanismos financieros robustos y confianza regulatoria.

En este contexto, para que la estrategia cumpla su propósito, es indispensable fortalecer la gobernanza multinivel, asegurar financiación sostenible, fomentar colaboraciones público-privadas y adaptar las acciones a la diversidad regional.

Ante un clima cada vez más extremo y sistemas hídricos frágiles, solo un enfoque coherente, participativo y financiero sólido puede consolidar la resiliencia hídrica en toda Europa.

The Conversation

María Molinos Senante no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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Qué deberíamos recordar de Jane Birkin más allá del bolso que lleva su nombre

Jane Birkin en la Mostra de Venecia en 2009. Nicolas Genin/Wikimedia Commons, CC BY-SA

La noticia corrió como la pólvora: el bolso más caro de la historia –de la marca Hermès– había sido vendido en una subasta por ocho millones y medio de euros. Su nombre: Birkin, el apellido de la actriz y cantante inglesa, icono de los años sesenta y setenta.

Pero el bolso es, en realidad, una anécdota; sólo por ser la musa que inspiró este objeto de culto una puede imaginarse la magnitud de la leyenda de Jane Birkin.

Sus primeras películas

Nacida en Londres en 1946, su padre era capitán de fragata y su madre, actriz. Se casó a los 19 años con el compositor John Barry, del que se divorció tres años después.

Con 20 años participó con un pequeño papel secundario en la película Blow-up. Su guion estaba inspirado en un cuento de Julio Cortázar y fue galardonada con la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes. La taquilla alcanzó los 25 millones de dólares y su aparición, en la que sale medio desnuda, la catapultó a la popularidad.

Dos mujeres, una rubia y una morena, miran fuera del fotograma.
Jane Birkin (izquierda) y Gillian Hills en Blow-Up.
FIlmAffinity

El escándalo de ‘Je t’aime… moi non plus’

En 1969 protagonizó en Francia, junto con Serge Gainsbourg, la pelicula Slogan. Ambos comenzaron una relación intensa y apasionada que duró doce años. Durante esa época, Gainsbourg ejerció de “pigmalión”, la introdujo en los entornos artísticos franceses y ambos se convirtieron en una pareja icónica.

Serge Gainsbourg venía de vivir un romance con Brigitte Bardot, con quien había grabado la canción “Je t’aime… moi non plus” (“Te amo… yo tampoco”). La letra, los gemidos, jadeos y respiraciones evocan de forma explícita un encuentro sexual. Cuando el marido de Brigitte Bardot escuchó la canción se enfureció hasta el punto de amenazar con tomar medidas legales si se difundía.

Jane Birkin interpretó la versión que finalmente sí se publicó.

El gran escándalo que provocó la canción fue su mejor publicidad. Se prohibió en Inglaterra, España, Portugal, Suecia, Brasil, Italia…

En Francia fue censurada por su contenido pornográfico. Se vendía con una pegatina que indicaba que era para mayores de edad, y sólo se podía emitir en la radio por la noche. El mismísimo Vaticano se pronunció en L’Osservatore Romano amenazando con excomuniones. Fue así como la canción erótica que todo el mundo quería prohibir alcanzó el éxito mundial.

El erotismo de Jane

69, année érotique”, que da nombre a una de sus canciones, refleja el gusto de Jane Birkin por el erotismo. Su voz suave, delicada y con un tono sensual, aunque pareciera frágil evocaba con naturalidad todo tipo de fantasías. A Jane le divertía explorar ese juego erótico: lo asumía con libertad, lo disfrutaba y lo compartía abiertamente con Serge Gainsbourg.

Una prueba clara de esta faceta fue el reportaje titulado “Jane erotojane”, publicado en la edición navideña de 1974 de la revista masculina Lui. En él, las fotos tomadas por Frank Gitty y los textos escritos por el propio Gainsbourg mostraban una imagen de Birkin cargada de sensualidad. Era un erotismo explícito, en el límite entre el sadomasoquismo y la violencia, expresando una visión artística y provocadora del deseo y la atracción física.

Un hombre le da algo a una mujer sentada en un balancín.
Alain Delon y Jane Birkin en La piscina.
FilmAffinity

Birkin también participó en películas consideradas transgresoras para su época, como Si Don Juan fuese mujer, donde mantenía una relación sexualmente ambigua con Brigitte Bardot, además de actuar en éxitos de taquilla como La piscina.

Punto y seguido a Serge Gainsbourg

Tras doce años juntos y una hija –Charlotte Gainsbourg–, Jane Birkin y Serge Gainsbourg se separaron. Pero su amistad nunca terminó. Serge siguió escribiendo canciones para ella y de esa complicidad nació Baby Alone in Babylone (1983), el primer disco de Jane Birkin en solitario.

Más tarde, Jane tuvo otra hija, Lou, con el cineasta Jacques Doillon. Serge fue su padrino; una prueba de que la conexión entre ellos nunca se rompió.

Gainsbourg falleció en 1991. Tras su muerte, Jane Birkin se animó a subir a los escenarios, algo que hasta entonces le habían impedido el miedo escénico y una timidez insospechada. En 1995 lanzó Versions Jane, donde reinterpretaba canciones de Serge. En 1998 dio un paso más allá con À la légère, el primer disco sin vínculos con su expareja, rompiendo así con la imagen de “viuda oficial” que muchos le atribuían.

Aun así, en sus conciertos terminaba interpretando la canción “Je suis venu pour te dire que je m’en vais” (“He venido a decirte que me voy”), en homenaje a Serge.

Compromiso social

Una mujer con una camiseta, vaqueros y una riñonera posa en una playa.
Jane Birkin en el Festival de Cine de Cannes de 2008, donde organizó un evento denominado ‘Día de Birmania’ para llamar la atención sobre la difícil situación de los monjes birmanos.
Featureflash Photo Agency/Shutterstock

Birkin se comprometió activamente con diversas causas sociales. Entre ellas, la defensa del derecho al aborto en el famoso proceso de Bobigny (1972), en el que se juzgaba a una menor que había abortado tras ser violada. Muchas personalidades, incluida la filósofa Simone de Beauvoir, también apoyaron a la acusada. La gran presión social suscitada con este caso, entre otros factores, dio como resultado que el aborto fuera despenalizado en Francia con la Ley Veil en 1975.

Y aquí volvemos al famoso bolso, que, aunque exitoso, no estuvo exento de polémica. Porque, comprometida con la defensa de los derechos de los animales, y tras ver un documental de la organización PETA, Birkin publicó un comunicado en el que denunciaba públicamente el uso de piel de cocodrilo para fabricar bolsos, incluyendo el que llevaba su nombre, y pedía que le retiraran su nombre al accesorio si no se implementaban prácticas más éticas hacia los cocodrilos con los que se fabricaba. Hermès realizó una investigación y accedió a las peticiones de la artista.

Jane sostuvo también otras causas sociales y humanitarias, algunas promocionadas con pegatinas en su “Birkin”.

Comment te dire adieu?

La vida de Birkin fue azarosa. Tanto que ella misma fue el sujeto de estudio de dos documentales: Jane B para Agnès V (1988), dirigido por su amiga, la directora Agnès Varda, y Jane por Charlotte (2021), dirigido por la hija que tuvo con Gainsbourg, Charlotte.

Tráiler del documental Jane por Charlotte.

Birkin fue diagnosticada de leucemia en 2002, su hija Kate murió trágicamente precipitándose por una ventana –en lo que todo apuntaba a un suicidio– en 2013 y, en sus últimos años, ella contrajo el covid-19 en varias ocasiones. Pero a pesar de todo, siguió cantando y disfrutando de la adoración del público hasta prácticamente su final, en 2023, a los 76 años.

El bolso Birkin se encarga desde entonces de seguir nutriendo su leyenda.

The Conversation

Ana María Iglesias Botrán no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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La UVa reafirma su compromiso con la divulgación inclusiva a través de Capaciénciate

La UVa reafirma su compromiso con la divulgación inclusiva a través de Capaciénciate

Más de 40 personas con discapacidad participan en las actividades, que combinan divulgación científica con integración real

Más de 40 personas con discapacidad mental o intelectual han participado en Capaciénciate, una propuesta de la Universidad de Valladolid que desde 2018 promueve el acceso inclusivo a la ciencia para personas con discapacidad a través de la divulgación científica. Coordinado por el Servicio de Asuntos Sociales y la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+I), el programa ha vuelto a desarrollarse con dos actividades específicas en Palencia y Valladolid, diseñadas para acercar el conocimiento científico generado en ambos campus a usuarios de la Fundación Personas Palencia – Aspanis y El Puente Salud Mental, de Valladolid.

            La primera actividad, titulada ¿Qué nos podemos encontrar en el monte?, tuvo lugar en la Fundación Personas Palencia – Aspanis el día 15 de julio de 2025. La sesión, conducida por Celia Herrero de Aza e Irene Ruano, de las áreas de Edafología y Química Agrícola y de Producción Vegetal respectivamente, propuso un recorrido sensorial por los elementos del entorno forestal. Ruano mostró sistemas de datación de árboles contando los anillos de crecimiento y parte de sus investigaciones desarrolladas para la reforestación y gestión sostenible de bosques. Mientras, Herrero de Aza enseñó a diferenciar diferentes setas que se pueden encontrar en el monte y cómo algunas pueden contribuir al desarrollo de nuevos fármacos. Esta diversidad de especies de setas que hay en el suelo y su potencialidad se explicó gracias a una investigación en la que participó.

El día 16, la Asociación El Puente Salud Mental, en Valladolid, acogió la charla Periodismo, desinformación y discapacidad, impartida por Rosa Masegosa, del área de Periodismo, quien abordó los riesgos de la infoxicación y la importancia de la alfabetización mediática. Masegosa desarrolla actualmente su investigación en el ámbito de la comunicación institucional.

Celia Herrero de Aza (izquierda) e Irene Ruano, durante su taller en Capaciénciate en Aspanis (Palencia)

Valoración

Las tres ponentes han coincidido en destacar la importancia de acercar a todo el mundo la labor investigadora, especialmente a colectivos que enfrentan barreras estructurales. “Toda la sociedad debe ser partícipe de lo que se está descubriendo en la ciencia, porque además es un deber del servicio público dar a conocer nuestros quehaceres. En este sentido, la sociedad la conformamos todo tipo de personas y debemos llegar a todos los niveles, desde los más pequeños hasta los más adultos, pasando por todo tipo de personas que tienen distintas capacidades”, expresa Herrero de Aza. Ruano, por su parte, recalca que “las instituciones públicas como la UVa tienen responsabilidades que van más allá de una acción de comunicación; deben generar responsabilidades transversales como la integración”. Para Masegosa, “estos talleres han sido una muestra de ello”.

Esta vocación inclusiva se tradujo en el modo en que cada actividad fue planteada. “La clave ha sido escuchar, conectar y construir el conocimiento con ellos, no para ellos”, comenta Masegosa sobre su taller periodístico. En el caso de la sesión sobre el monte, Ruano explica que buena parte de la adaptación ocurrió en el momento, “no es lo mismo un grupo que tiene conexión con el mundo rural que un grupo muy urbano”. En este caso, ayudó mucho saber que el grupo tenía un fuerte vínculo con el ámbito rural, “por lo que pudimos conectar con su pasado, con sus experiencias previas y con sus expectativas para futuros paseos que se den por el bosque”, incide Herrero de Aza. Además, ambas investigadoras recrearon las vestimentas del trabajo investigador, una con bata y otra vestida con ropa de campo. En el caso del taller sobre desinformación, se proporcionó al público un decálogo para evitar caer en bulos o, al menos, no propagarlos.

En cuanto al grado de satisfacción, las tres ponentes coincidieron en que las sesiones fueron emocionantes personal y profesionalmente. El público también mostró gran receptividad, consultando constantemente a las investigadoras sobre los aspectos abordados en los talleres.

Rosa Masegosa, durante su taller en Capaciénciate en El Puente Salud Mental (Valladolid)