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Isabel Muñoz, ganadora del concurso divulgativo Three Minute Thesis (3MT) en la Universidad de Valladolid

Isabel Muñoz, ganadora del concurso divulgativo Three Minute Thesis (3MT) en la Universidad de Valladolid

Víctor Manuel Navarro y Alba Torres obtuvieron el segundo y tercer premio respectivamente
La final se celebró en la Academia de Caballería de Valladolid con aforo completo

La investigadora del Programa de Doctorado en Física Isabel Muñoz de Frutos ha obtenido el primer premio del concurso Three Minute Thesis (3MT) de la Universidad de Valladolid (UVa) en la final celebrada en la Academia de Caballería de Valladolid el 29 de abril de 2025. Su presentación, Poliespán, poliespán… ¡qué invento el poliespán!, logró la mayor puntuación del jurado.

El concurso ha estado organizado por la Escuela de Doctorado y la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación y ha contado con la colaboración del Consejo Social de la UVa.

Víctor Manuel Navarro Poncela, investigador del Programa de Doctorado en Filosofía, ha logrado el segundo premio con El tic-tac silencioso de la educación. El tercer puesto ha sido para Alba Torres Arribas, del Programa de Doctorado en Química, con su presentación Filtrando el futuro.

El público también participó en la elección de su propio premio, que reconoció a Sara López Vázquez, del Programa de Doctorado en Investigación Biomédica, y su presentación Madres, no dejéis de brillar. El aforo del salón de actos se completó para seguir la octava edición de este concurso divulgativo en la Universidad de Valladolid.

Un total de 32 investigadores en formación de todas las ramas de conocimiento han participado este año en el certamen y han puesto a prueba sus habilidades de oratoria y retórica para explicar su investigación en menos de 180 segundos con el único apoyo de una diapositiva estática. Del 31 de marzo al 2 de abril, se celebraron las eliminatorias en tres institutos de Educación Secundaria de la ciudad de Valladolid, donde los participantes acercaron sus resultados a su alumnado. A la final accedieron los doce clasificados en estas tres eliminatorias previas.

Los tres primeros premiados además han logrado clasificarse para la Final Autonómica del certamen, que se celebra el próximo mes de junio en la Universidad de Salamanca.

De izquierda a derecha: fotografía de familia de autoridades, concursantes y jurado. Isabel Muñoz. Víctor Manuel Navarro. Alba Torres

Jurado

El jurado de la final estuvo compuesto por el teniente coronel Francisco Javier Calavia, el antropólogo Luis Nicanor Pablo Díaz González-Viana, la narradora Eva Moreno, la exdirectora del Conservatorio de Música de Valladolid, Angelines Porres, y el periodista y poeta Fernando del Val.
En esta ocasión, la final se celebró en la Academia de Caballería del Ejército de Tierra. Su coronel director, Francisco Javier López Villar, recordó durante el acto la vinculación de este centro formativo militar, que cumple su 175 aniversario, con la ciudad de Valladolid.

¿Qué es Three Minute Thesis?

Como su nombre indica, Three Minute Thesis (3MT) consiste en la exposición en solo tres minutos de la investigación que están realizando en su tesis doctoral, en unos casos una investigación ya avanzada y con resultados y en otros casos tesis en vías de realización. En todo caso, en tres minutos han de ser capaces de sintetizar un trabajo investigador que implica varios años de estudio, esfuerzo y búsqueda de resultados. El concurso, por lo tanto, supone todo un reto para los estudiantes de los programas de doctorado de la Universidad de Valladolid, ya que tienen que presentar de forma clara y concisa, y utilizando solamente recursos de la oratoria y la retórica, las hipótesis, los objetivos y conclusiones, si ya las hay, de su tesis doctoral. Para ello, los participantes se han preparado previamente para presentar de manera atractiva sus trabajos en el exiguo margen de tiempo del que disponen. El evento, además, propicia que diferentes públicos puedan acceder a algunos de los trabajos de investigación que se desarrollan en el seno de la Universidad de Valladolid a través de esta actividad divulgativa.

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De ‘bibliomanía’ a ‘amarabunta’: las palabras que definen el amor por los libros

Imagen de la librería ‘Ler Devagar’ en el distrito LX Factory de Lisboa. SamaraHeisz5/Shutterstock

El escritor francés Charles Nodier escribió en 1831 el cuento “El amigo de los libros”, en el que explica que “del bibliófilo al bibliómano no hay más que una crisis”.

Para este autor, “el bibliófilo sabe elegir los libros; el bibliómano los amontona. El bibliófilo añade un libro a otro tras someterlo a todas las indagaciones de los sentidos y la inteligencia; el bibliómano apila los libros sin mirarlos siquiera. El bibliófilo aprecia el libro; el bibliómano lo pesa o lo mide. El bibliófilo procede con lupa; el bibliómano, con vara”.

En 2024, en una especie de glosario titulado Bibliopatías, bibliomanías y otros males librescos, su autor, el italiano Antonio Castronuovo, expresa así esa diferencia: “el bibliófilo posee libros y el bibliómano, en cambio, es poseído”.

El “fervor de tener libros” del bibliómano, que diría el italiano Gaetano Volpi, se intuye en la definición académica de “bibliomanía”: “propensión exagerada a acumular libros”. Este término, ya con una larga historia, fue acuñado, en el siglo XVII, por Guy Patin, doctor de la Facultad de Medicina de París, quien confesaba padecer este tipo de obsesión. Pero la figura del “loco de los libros” ya había sido retratada en La nave de los locos, un poema que Sebastian Brant compuso en 1494 para criticar la sociedad de su época.

Tipos de bibliomanías y de bibliómanos

No todos los bibliomános son iguales. Castronuovo, siguiendo el ensayo Bibliomania de Giacomo Marcacci, distingue los bibliómanos virtuosos de los ignorantes. Estos últimos son definidos como “pobres almas afectadas de una enfermedad que los obliga a rodearse de objetos que no utilizan, o utilizan solo como decoración, amontonados a toda prisa en los estantes o abandonados en improvisados rincones”.

En cambio, los bibliómanos virtuosos se caracterizan por leer todos los libros “que, adquiridos o recibidos por otras vías, entran en la colección privada”.

Castronuovo, en otro texto titulado “Breve léxico de enfermedades librescas” destaca otros tipos de bibliomanía, además de la virtuosa: analfabeta, exclusiva, envidiosa, atesoradora, vanidosa y voluble.

Como variantes curiosas de la bibliomanía, se refiere, por ejemplo, a la “biblioprestocleptomanía” (‘acto por el cual no se devuelve jamás el libro que se ha pedido prestado’). También la “biblioprestosinvergüencería” (‘devolver el libro prestado después de haberlo llenado de subrayados y marcas de lectura’) o la “erotobibliomanía” (‘acto que se sigue a la adquisición de un libro nuevo, antes incluso de leerlo: el libro será contemplado con éxtasis, palpado, acariciado, olido, besado y, a veces, lamido’). Y no olvidaba la “ginecobibliomanía”, que da nombre a la obsesión por los libros experimentada por las mujeres.

En relación con este último concepto, Castronuovo expone que, si bien Marcacci considera a las mujeres bibliómanas como “peligrosísimas”, ya se trate de las románticas, las depredadoras, las extremas o las furibundas, la predominante es la “bibliómana mansa”. De hecho, en su obra de 2024 reserva una entrada para estas “mansas depredadoras”.

Bibliógenes y bibliorexia

Para designar a la persona que acumula libros, el Diccionario del español de todos, en línea, propone “bibliógenes”, acrónimo formado por “biblio-” (‘libro’) y Diógenes (‘nombre del síndrome que indica una tendencia a acumular objetos’).

Por otra parte, en el citado lexicón, en la entrada correspondiente al término japonés “tsundoku”, definido como ‘tendencia o propensión a no dejar de comprar libros pese a que se vayan quedando apilados sin leer’, se sugiere, como alternativa a ese extranjerismo, “bibliorexia”.

Un hombre lee un libro titulado 'No Ordinary' a través de un túnel circular de libros en The Last Bookstore, Los Ángeles
Un lector en la librería ‘The Last Bookstore’ de Los Ángeles, Estados Unidos.
NorthSky Films/Shutterstock

Se da la circunstancia de que hemos encontrado este término en el periódico DSalamanca, en concreto, en un artículo humorístico titulado “La bibliorexia, un mal nacional”. El firmante, PGarcía, se declara inventor de este término, creado a imagen y semejanza de “anorexia”. Basándose en una simple asociación entre esas dos palabras, deduce que el significado de “bibliorexia” ha de ser ‘la lectura escasa o nula de libros’.

Sin embargo, hay que señalar que, etimológicamente, este neologismo derivaría del griego “orexis” (‘deseo’, ‘apetito’), por lo que, en rigor, “bibliorexia” tendría como significado ‘el deseo de poseer libros o de leer (o de ambas cosas)’.

Amarabunta

“Amarabunta”, la última creación dentro de la fabulosa familia lingüística de la que estamos hablando, aparece expuesta en la entrada de la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid.

Entrada de la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid en la que están escritos los significados de amarabunta.
Entrada de la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid en la que están escritos los significados de amarabunta.
S. H. G.

Dentro de un proyecto para el fomento de la lectura, Dunia Etura, profesora de esta universidad, y el diseñador Nacho García Sevillano (Typopótamo) concibieron esta palabra con sus definiciones. Una de ellas, la que más nos concierne en estos momentos, es la siguiente: ‘impulso irrefrenable de acumular libros, incluso cuando las estanterías ya no pueden contenerlos, acompañado de un hormigueo inquieto en las manos y el pecho al imaginar todas las lecturas pendientes’.

Ahora bien, es interesante también detallar los otros tres significados que también le otorgan a “amarabunta”:

  • Pasión desbordante por los libros y la lectura, reconocible por un cosquilleo interno al sostener un libro entre las manos, abrirlo por primera vez o sumergirse en sus páginas. Puede volverse crónica y no desaparece con el tiempo, sino que se expande con cada nueva historia descubierta.

  • Conjunto de lectores apasionados que, en tumulto fervoroso, se congregan en bibliotecas, librerías y clubes de lectura, entregándose al placer inagotable de las palabras y las historias.

  • Sensación de enjambre literario que recorre el cuerpo al perderse en una historia absorbente, como si un ejército de hormigas trajeran palabras y mundos nuevos hasta el alma lectora.

Todos los términos (podríamos citar muchos más), antiguos y nuevos, sirven para entender por qué celebramos el Día del Libro. Llegado el caso, si experimenta conmoción hormiguil a la vista de los libros que desea adquirir o que quiere que le regalen (todo puede ser), no se inquiete y póngale el nombre que prefiera.

The Conversation

Silvia Hurtado González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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11 términos para entender los enrevesados tentáculos de la desinformación

Ellagrin/Shutterstock

La desinformación no es un fenómeno nuevo, pero en el contexto digital se ha convertido en una amenaza compleja y en un riesgo importante para las democracias y la confianza en las instituciones.

A diferencia de otros idiomas, como el inglés, en los que se llegan a describir hasta tres términos para diferenciar sus características (malinformation, misinformation y disinformation), en español empleamos mal el concepto para describir también otros supuestos como, por ejemplo, el desconocimiento de un hecho.

Sin embargo, la falsedad, la manipulación y la tergiversación de la realidad tienen formas poliédricas que a veces, por su sutileza, resulta complejo identificar. Bajo esta premisa, once investigadores de diez instituciones distintas hemos recopilado 125 términos sobre desinformación en un capítulo de libro que forma parte de la publicación anual del Foro contra las campañas de desinformación en el ámbito de la seguridad nacional.

Antes de continuar con la lectura, nos gustaría saber si ya conocía algunos de los términos que hemos recopilado. Por eso, si nos permite la osadía, le invitamos a completar este breve test de un minuto.

Imaginará el lector que en este artículo solo podemos ofrecer una pequeña muestra, en la que hemos resumido algunas definiciones. En concreto, once:

  • Ataque mariposa. Técnica similar al astroturfing, pero con un enfoque diferente: en lugar de apoyar temas o grupos con la ilusión de un movimiento de base, se utiliza para infiltrarse, dividir y desactivar comunidades, campañas y grupos ya existentes. Nombre propuesto en 2017.

  • Cherry-picking. Falacia de prueba incompleta o de atención selectiva consistente en considerar válidos únicamente los datos o pruebas que confirman una idea o postura propia mientras se descartan las informaciones que la contradicen. También se establece cuando se defiende una opinión seleccionando solo las evidencias y argumentos que la corroboran.

  • DARVO (Deny, Attack and Reverse Victim and Offender). Su traducción literal es Negar, Atacar y Revertir Víctima y Agresor. Se trata de una técnica reactiva y manipuladora que consiste en negar la evidencia y defenderse atacando, invirtiendo las figuras de víctima y agresor. Se emplea para silenciar a personas o grupos mediante críticas y para culpabilizar a la víctima del ataque.

  • Defensa Chewbacca. Técnica de propaganda defensiva que consiste en plantear argumentos sin sentido con el objetivo de confundir al atacante o acusador. Se basa en apabullar con mentiras o falacias mediante la exposición de temas, ejemplos y asociaciones que no tienen relación alguna con el tema tratado para desviar la atención y sembrar dudas.

  • Deplatforming. Acción de retirar, limitar, bloquear o privar deliberadamente a ciertos actores el acceso de individuos, organizaciones o grupos que infrinjan políticas de uso de plataformas en línea, proveedores de servicios y servicios críticos. Esta medida está relacionada con la práctica de moderación del contenido determinando su idoneidad para un sitio, localidad o jurisdicción determinados y reduciendo su propagación e impacto.

  • Estrategia híbrida. Empleo intencionado y sincronizado de diversas acciones de tipo político, económico, social, diplomático, militar e informacional para aprovechar la vulnerabilidad de un oponente en esos distintos ámbitos –habitualmente, un país objetivo– para ejercer coerción en su toma de decisiones políticas y obtener ventaja competitiva. De forma concreta, estas estrategias pueden incluir campañas de desinformación, ciberataques, espionaje, subversión social, sabotaje y coacción económica.

  • Factoide. Creencia popular sin base factual. Afirmación o dato falso, impreciso o trivial que se convierte en un hecho supuestamente incontrovertible a raíz de su repetición en múltiples fuentes.

  • Galope de Gish (Gish Gallop). Técnica de propaganda y réplica en debates que consiste en emitir una multitud de mensajes en un corto periodo de tiempo donde la cantidad y rapidez de los argumentos prevalecen sobre su veracidad. Proviene su nombre de un creacionista llamado Duane Gish, que empleaba esta técnica contra los defensores de la teoría de la evolución.

  • Impersonation (clon, suplantación de identidad, Doppelgänger). Técnica de manipulación informativa mediante la cual se clona o se suplanta la identidad de entidades legítimas y reales como, por ejemplo, medios de comunicación, organizaciones públicas y personas con el objetivo de engañar al público y difundir información falsa o engañosa.

  • Manipulación informativa FIMI (Foreign Information Manipulation and Interference). Su traducción literal es Manipulación e Interferencia de Información Extranjera y describe un patrón de comportamiento, en su mayoría no ilegal, que tiene por objetivo amenazar o generar un impacto negativo en los valores democráticos y procesos políticos. Tal actividad es de carácter manipulador, llevada a cabo de manera intencional y coordinada por parte de actores extranjeros y sus representantes dentro y fuera de su territorio.

  • Pseudoescepticismo. Se refiere a las posturas negacionistas que se autodefinen como escépticas. No debe confundirse ni con el escepticismo inherente a la práctica científica ni con el escepticismo filosófico.

Esperamos que este pequeño recorrido sobre desinformación le haya sido útil y le invitamos ampliar esta lectura. La educación digital es, además, de un derecho, la mejor herramienta para fortalecer la resiliencia de la ciudadanía ante este desafío.

Este artículo se ha elaborado con la colaboración de Beatriz Martín García, data analyst en European External Action Service, y de un miembro del Departamento de Seguridad Nacional.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

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Por qué no siempre es tan malo desperdiciar algo de comida en casa

Pormezz/Shutterstock

En las últimas semanas se está hablando mucho del desperdicio alimentario en España debido a la aprobación de una nueva ley. Este desperdicio en el mundo supone un tercio de todos los alimentos que se producen, lo que afecta de una manera muy importante a la huella de carbono y la huella hídrica del planeta.

En la Unión Europea se calcula que un 40 % del desperdicio alimentario se debe al consumidor y una de las principales herramientas para reducirlo es la formación, divulgación y concienciación. Pero si esta no se hace adecuadamente, puede ser contraproducente. La alimentación no es algo sencillo, ya que involucra aspectos de seguridad alimentaria y salud, hábitos de vida, hedonismo y aspectos económicos. Cuando intervenimos sobre cualquiera de estos aspectos, solemos influir en alguno de los otros.

En general, el desperdicio de alimento en los hogares se centra en tres grandes grupos. Por un lado, las sobras de distintas elaboraciones. Por otro, partes no comestibles (o con menor calidad organoléptica) de determinados alimentos. Y por último, alimentos que superan su fecha de caducidad o se estropean por distintos motivos. Vamos a analizar cada uno de ellos.

Las sobras

Una forma sencilla de reducir el desperdicio de las sobras es que no las haya. Y para eso, podemos intentar que las personas terminen todos los platos. Esta era una práctica muy habitual en España hace décadas. Nuestros mayores habían pasado épocas de hambre, y la visión de un niño rollizo era la de un niño sano.

Afortunadamente, esto ha pasado y sabemos que no es bueno, en general, forzar el consumo de alimentos cuando no se tiene hambre. Nuestras necesidades calóricas son bastante reducidas, y la ingesta media de calorías al día suele superarlas. Por lo que no debemos forzar. De hecho, comer menos nos podría ayudar a vivir más y mejor.

La solución para reducir las sobras es planificar bien las elaboraciones, teniendo en cuenta los miembros de la casa y lo que suele comer cada uno. Y consumir esta comida sobrante en las 24-48 horas de su elaboración, manteniéndola en refrigeración y calentándola en el momento de consumirla si es necesario.

Las partes no comestibles

Muchas frutas y verduras contienen partes no comestibles, como pieles, corazones, hojas duras, tallos, huesos y otras. Algo similar ocurre con carnes y pescados, en los que es necesario desechar huesos, espinas o partes concretas. Por tanto, al comprar estos productos para cocinar se suele producir un cierto desperdicio. Algunas de estas partes se pueden aprovechar para hacer un caldo o alguna otra receta. Y en algunos casos pueden ingerirse, bien directamente, como las pieles de ciertas frutas, o tras su cocinado. Pero esto no es viable en todos los casos.

Una posible solución consiste en consumir productos previamente procesados en la industria. Sin embargo, la reducción de desperdicio es engañosa, ya que aunque no se produzca en los hogares sí que se haría en la industria alimentaria, y por tanto el desperdicio en la cadena sería similar.

Estas alternativas industriales en algunos casos son alimentos mínimamente procesados. Mediante procesos físicos, como pelado o corte. Y conservados congelados o tras una cocción sencilla. Pero otras veces se trata de productos ultraprocesados, perjudiciales para nuestra salud.




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Los productos perecederos

Muchos de los alimentos frescos que compramos tienen una vida útil reducida, lo que incrementa el riesgo de que se estropeen pasado un tiempo sin consumirlos. Una posible solución para que esto no ocurra es comprar productos de larga vida útil, normalmente ultraprocesados.

La industria dispone de medios de conservación mucho más eficientes, o mejor aplicados, de los que se dispone en los hogares. Así, los procesos de congelación de la industria pueden ser mucho más eficaces que los congeladores caseros. Y la mayoría de los sistemas de pasteurización y esterilización industriales son difíciles de imitar en los hogares, al menos con la misma eficacia.

Sin embargo, para incrementar la vida útil de los alimentos también se recurre al uso de ciertos ingredientes y aditivos. Así, la utilización de conservantes en ciertos productos procesados resulta habitual. El azúcar y la sal también son muy buenos conservantes, aunque no son muy buenos para nuestra salud. Y los productos secos, con baja actividad de agua, también se conservan mejor.

En el caso del pan, los panes de molde, y los dulces, se conservan mejor que las barras. Y todavía presentan una mayor vida útil los panes secos o tostados. Pero la calidad nutricional de las barras, especialmente en el caso de que sean integrales, es algo mejor.

En definitiva, debemos seguir comprando productos frescos, ya que su consumo, y el hecho de cocinar y controlar los ingredientes utilizados, es bueno para nuestra salud. Los alimentos procesados o ultraprocesados pueden ser una ayuda puntual, pero no deben convertirse en el centro de nuestra dieta, especialmente los ultraprocesados.

¿Cuáles son las mejores soluciones?

La solución para reducir el desperdicio consistirá en un adecuado control de las compras. También en una buena gestión en el almacenamiento, teniendo en cuenta las fechas de consumo preferente o caducidad de cada producto. De esta manera podemos consumirlo o cocinarlo antes de que se estropee.

En cuanto a lo que consideramos estropear un alimento, esto puede ser muy variado. Algunos se “estropean” por un deterioro microbiano. Estos productos debemos descartarlos bien cuando se alcanza la fecha de caducidad, bien cuando observamos el crecimiento microbiano. Los peligros a los que nos exponemos son variados, pero ciertos microorganismos, como los mohos, pueden generar micotoxinas, que no suelen producir efectos negativos a corto plazo, pero sí lo hacen a largo plazo. También se pueden desarrollar bacterias patógenas causantes de enfermedades.




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Otros productos se “estropean” por una pérdida de aromas o cambios en su textura. Los productos que llegan al final de su vida útil suelen indicar lo que se considera fecha de consumo preferente. Y es importante diferenciarla de la fecha de caducidad. Cuando un alimento supera la fecha de consumo preferente es perfectamente comestible, o al menos su consumo no comporta riesgo para nuestra salud.

Muchos de los productos que se estropean por causas físicas pueden consumirse directamente pasada la fecha de consumo preferente. En otros casos puede ser conveniente transformarlos mediante técnicas culinarias. Así, una fruta que ya no está tan crujiente o firme puede destinarse a elaborar zumos, purés u otros productos sin pérdida de calidad. El pan correoso se puede tostar. Incluso el pan duro se puede triturar y utilizar en distintas recetas.

Siempre es bueno reducir el desperdicio alimentario, especialmente para la salud del planeta. Pero las soluciones deben tener en cuenta otros aspectos, como nuestra salud, los costes e incluso cómo lo planteamos en casa e involucramos a toda la familia.

The Conversation

Manuel Gómez Pallarés recibe fondos de la Unión Europea a través del programa Interreg POCTEP 21-27, y en concreto del proyecto TransCoLab PLUS.