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¿Está Europa en guerra contra el plástico?

Oscar Chamorro/Shutterstock

Según la Comisión Europea, el 87 % de los ciudadanos europeos está preocupado por el impacto del plástico en el medio ambiente. Mientras, el debate sobre la sostenibilidad de este material a largo plazo sigue manifestándose con opiniones radicalmente opuestas. Hay quienes proclaman que es altamente contaminante y abogan por evitarlo. Otros, en cambio, lo consideran la mejor opción.

Los últimos datos recopilados por Plastics Europe apuntan que Europa produce un 14 % del plástico mundial. A lo largo de los últimos años, el monto ha oscilado alrededor de los 60 millones de toneladas.

Se trata de una tendencia que ha fluctuado paralelamente a la variación del PIB europeo durante esos mismos años, por lo que es probable que retome el aumento a medida que Europa se recupere del actual periodo inflacionario.

A nivel mundial, su producción ha crecido de manera sostenida desde 1950. Además, se prevé que siga incrementándose durante las próximas décadas y llegue, incluso, a duplicarse en 20 años.

Sigue siendo un material sin competidor

La producción de un bien, en condiciones de equilibrio, va de la mano de la demanda, pues si no, habría exceso de oferta. Por tanto, la tendencia al alza en la producción del plástico implica que está satisfaciendo un número muy amplio y cada vez mayor de necesidades.

Dado este contexto, es razonable predecir que no va a desaparecer de la economía en un plazo de décadas o, incluso, siglos. Al menos, no hasta que aparezca un nuevo material que sea más competitivo, mejorando sus propiedades a menor coste.


El plástico es la solución más económica y versátil que han encontrado muchos fabricantes para todo tipo de artículo cotidianos.
Cjp24 / Wikimedia Commons, CC BY

Donde más se demanda este material es en los sectores del envasado, la construcción y el de transporte. El primero copa el mercado de plásticos en más de un 30 %. Aquí, por ejemplo, las láminas multicapa cumplen una función esencial, pues combinan las características únicas de diferentes plásticos para producir envases flexibles, transparentes y con protección selectiva contra la humedad ambiental, el oxígeno u otros gases.

El siguiente sector, la construcción, atrae un 17 % del total. Materiales funcionales como los plásticos porosos permiten a las viviendas de millones de personas mantener un buen aislamiento térmico a muy bajos costes. Esto es debido a que la estructura porosa está compuesta de hasta un 96 % de aire que, al ser buen aislante, impide la transmisión rápida del calor. Además, puesto que el plástico representa un porcentaje tan bajo del material total, sus costes son muy reducidos.

El tercero es el de la automoción, que consume un 10 % de la producción mundial. Los plásticos compuestos son materiales altamente ligeros y resistentes que permiten a automóviles y aviones ahorrar en carburante, reduciendo las emisiones de CO₂, mientras son seguros ante posibles accidentes.

Actualmente, en ninguno de los anteriores casos existen claros competidores del plástico en términos de propiedades y coste de producción. ¿Qué hay de malo entonces? El problema, como se verá a continuación, son las externalidades negativas –o daños indirectos– que produce.

Los daños del plástico en 2024

Los perjuicios de los desechos plásticos sobre los ecosistemas ya han sido estudiados: facilitan el transporte de especies invasoras y aumenta la mortalidad de especies marinas por ingesta o enredo. Sin embargo, quizá los más nocivos sean los microplásticos, presentes en los hábitats acuáticos, el aire que respiramos, el suelo, nuestras casas, incluso, en el agua que bebemos.

Sus riesgos los sufren no solo animales de todas las especies, sino también la salud de las personas.

A esto se suma el reto de su reciclado: según Eurostat, el 32.5 % de los residuos totales de plástico en Europa son reciclados en 2024. Del resto, un 25 % es vertido y un 45 % es destinado a recuperación de energía.

Esto último consiste en la conversión de residuos en calor, electricidad o combustible utilizable mediante una variedad de procesos, muchos de los cuales, como la incineración, producen dióxido de carbono. Además, se calcula que alrededor de un 3 % del total escapa del proceso de recolección, depositándose indefinidamente en el entorno terrestre o acuático.


Fábrica de pellets de polímero en la planta química Ticona en Kelsterbach, cerca de Frankfurt am Main.
Metroskop / Wikimedia Commons, CC BY

Por tanto, aún queda un largo camino hacia una economía circular completa. Y eso no es todo, pues es necesario también que la demanda de plástico reciclado incremente en paralelo al aumento del reciclaje.

Al respecto, en 2018 se calculó una demanda de plásticos reciclados del 6 % sobre el total. Se trata de un valor muy bajo que, aunque el Parlamento Europeo prevea un rápido incremento en los futuros años, hay que tener todavía en cuenta.

Y es que el proceso de reciclaje sigue siendo costoso e ineficiente. Además, los plásticos que se reciclan se destinan en su mayoría a aplicaciones de menor valor que representan su uso final. Ocurre, incluso, con termoplásticos como el PET, que no suelen sufrir pérdidas apreciables en sus propiedades. Tras el primer reciclado, tienden a no reciclarse nuevamente por causas económicas.

En guerra contra su mala gestión

En definitiva, el 87 % de los ciudadanos europeos hace bien en preocuparse, pues sobre ellos están cayendo cuantiosas externalidades negativas derivadas del plástico. Sin embargo, esto no quiere decir que deba o esté cerca de ser eliminado indiscriminadamente mediante gravosas regulaciones.

La solución ideal al problema del plástico no será imponer indistintamente su veto o sustitución, sino promover la internalización de externalidades por parte de los productores. Es decir, hacer que los costes o efectos secundarios negativos sean asumidos por quienes los causan.

Para ello, será necesario avanzar en el desarrollo de materiales más sostenibles y competitivos, así como en la investigación, tecnologización y sofisticación de su gestión. Esto es, la llamada economía circular, que es, citando a The New Plastics Economy: “una forma potencial de que nuestra sociedad prospere, al tiempo que reduce la demanda de materias primas finitas y minimiza las externalidades negativas”.

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

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Más de 700 colegiales conocen el proyecto ‘Lo que no te contaron los cuentos clásicos’ en la Feria del Libro de Valladolid

Más de 700 colegiales conocen el proyecto ‘Lo que no te contaron los cuentos clásicos’ en la Feria del Libro de Valladolid

La plaza Mayor de Valladolid acogió narraciones orales de  los cuentos

Más de 700 alumnos de colegios de Valladolid han podido conocer los secretos de los cuentos clásicos presentes en el proyecto de la acción divulgativa Lo que no te contaron los cuentos clásicos. De la mano de las narraciones orales Isabel Benito, diferentes grupos escolares han podido acercarse a cuestiones científicas o técnicas presentes en estos relatos durante cinco días en la 57 Feria del Libro de Valladolid.

La actividad contó con la visita de la concejal de Educación y Cultura de Valladolid, Irene Carvajal, y el vicerrector de Investigación de la Universidad de Valladolid, Enrique Baeyens, así como de varias investigadoras vinculadas al proyecto divulgativo.

Fotografías: Feria del Libro de Valladolid y Ayuntamiento de Valladolid

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¿Sigue siendo necesario separar los residuos en casa?

Serie de contenedores en una calle de Alpedrete (España): vidrio; aceite usado; ropa y calzado; papel y cartón; envases; orgánico y otros restos. Labola / Wikimedia Commons, CC BY

Los ciudadanos españoles están obligados por ley a repartir sus desechos domésticos en los distintos contenedores disponibles. De hecho, un 82 % de los hogares cuenta con al menos dos espacios distintos para separar su basura.

Mientras, la tecnología avanza y los métodos de clasificación automática se vuelven cada vez más sofisticados. Si se puede hacer de esta manera, ¿sigue siendo útil, aun en 2024, que los españoles asuman la responsabilidad de separar su basura doméstica de forma manual?

Concienciación como prioridad

Ya el artículo 8 de la ley de residuos 7/2022 establece que los ayuntamientos deben llevar a cabo medidas incentivadoras, como campañas de concienciación pública, para promover la separación de residuos.

El sector privado, tampoco se queda atrás. FCC Medio Ambiente o Urbaser, las dos empresas que más facturan en este sector en España, dedican esfuerzos a realizar campañas de concienciación. Lo mismo hace el sistema colectivo Ecoembes, formado por más de 17 000 empresas envasadoras y de comercio.


Campaña de concienciación de reciclaje de Ecoembes en el Ayuntamiento de la Villa de Moya, Gran Canaria.
Ecoembes/Ayuntamiento Villa de Moya

La difusión se lleva a cabo a través de múltiples métodos, como talleres, presenciales u online, o folletos informativos en los buzones. Un buen resumen de las diversas medidas se puede encontrar en el informe Evaluación de actuaciones de educación, comunicación y sensibilización en materia de residuos del MITECO.

De forma paralela, existen en el mundo múltiples técnicas automáticas para separar materiales en las plantas de gestión de residuos, aprovechando características físicas y químicas de los materiales como su tamaño, peso, propiedades electromagnéticas, ópticas, etc.

Sin embargo, los materiales son cada vez más diversos y complejos, por lo que su separación es un reto en constante necesidad de superación.

La sociedad es consciente de este problema. Prueba de ello es el creciente número de publicaciones científicas relativas a la clasificación de residuos en los últimos años. La cifra anual se incrementa a razón exponencial desde 1970, con más de 3 000 artículos sobre el tema en el año 2023.

En el caso de España, según se indica en el informe de 2023 de la Fundación Cotec para la Innovación, los niveles de reciclado se sitúan todavía muy por debajo de los de la Unión Europea. En 2021, el vertedero seguía siendo el principal destino del 51.91 % de los residuos domésticos. El reciclaje, junto con el compostaje, suponía menos del 40 % de la distribución total. El resto acababa incinerado.

Por tanto, la industria española todavía necesita cubrir grandes huecos de inversión e investigación, así como una mayor digitalización, como también indica el informe de 2021 del Centro Tecnológico de la Energía y del Medio Ambiente (CETENMA).

La punta del iceberg

Según el INE, en 2021, los residuos de los hogares españoles constituyeron un 19.6 % del total. El restante 80.4 % proviene de sectores como la agricultura y la ganadería, la industria, la construcción o los servicios.


Código internacional de colores para la clasificación de residuos de residuos.
Martin de Santa Cruz / Wikimedia Commons, CC BY

Por tanto, aun con un 82 % de hogares españoles que aseguran hacer separación de su basura, tan solo el 7.8 % de los residuos totales que se produjeron en España en 2021 fueron de origen doméstico y reciclados al final del proceso. De este 7.8 %, ¿cuánto se atribuye a la colaboración individual de los ciudadanos?

El porcentaje exacto es difícil de cuantificar, si no imposible. Lo que sí se puede afirmar es que no sería la totalidad, ya que la separación inicial es tan solo la punta del iceberg. La cadena de procesamiento de los residuos domésticos es muy amplia y depende de muchos factores, como su financiación o sus límites tecnológicos.

En España, los servicios de recogida y gestión de residuos son financiados por aquellos que los producen (“quien contamina paga”). En el caso de los desechos domésticos, tanto los hogares como las empresas envasadoras y comerciantes contribuyen a sufragar los costes.

Esto implica que, si los ciudadanos no separasen manualmente su basura, los costes de gestión o de compensación por daños se incrementarían. Aunque es complicado predecir cuánto, un estudio reciente valoró los daños ambientales producidos en Chile por residuos sin separar en 297 euros por tonelada (129 euros per cápita anuales en el año del estudio). Esta cifra puede interpretarse como el coste de la compensación ambiental por tonelada de residuo no gestionado.

¿Quién asumiría el coste si no hubiera recogida selectiva?

Es complicado predecir si un coste equivalente en España sería superior a su utilidad marginal. Es decir, si los ciudadanos estarían dispuestos a asumirlo para no tener que separar su basura. Teniendo en cuenta que España está lejos de ir tecnológicamente en cabeza, es probable los costes sean suficientemente altos como para que la respuesta sea negativa.

En última instancia, el papel activo del ciudadano, aunque responde a una responsabilidad ambiental limitada (menor al 7.8 %) cubre de manera agregada los huecos que la tecnología aún no puede cubrir. Además, previene un aumento de los costes de gestión, que no todos podrían estar dispuestos o capacitados para asumir.

Aunque la tecnología avanza, la sociedad todavía está lejos de contar con sistemas capaces de gestionar eficazmente residuos plenamente no separados. Por lo que, actualmente, la previa separación es un pilar fundamental en el reciclaje. Solo con tiempo, inversión e investigación se podrá aspirar a un sistema que minimice la necesidad de intervención manual por parte de los ciudadanos.

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.