El instrumental creado por la UVa y el INTA para la misión europea a Marte afronta su fase final
El equipo rectoral conoce en las instalaciones de INTA un aparato para rastrear compuestos orgánicos en la superficie marciana. La versión final se entrega a la ESA en la primavera de 2018
El vehículo espacial de la misión ExoMars tiene previsto taladrar el suelo marciano a partir de 2020 con un apéndice que recuerda el aguijón de una abeja. Este perforador se ha creado para detectar trazas de vida pasada o presente en el planeta, y de tener éxito, supondría un hito científico universal. Es la primera vez que se emplea un artilugio de esta naturaleza, capaz de llegar hasta dos menos por debajo de la superficie. Con él, hay un aparato ideado y desarrollado entre la Universidad de Valladolid (UVa) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). El equipo rectoral ha conocido el 30 de octubre de 2017 en Torrejón de Ardoz (Madrid) el modelo empleado en el ensayo final, la última oportunidad para garantizar el éxito de su funcionamiento. Dentro de un mes, comenzará la fabricación de la versión definitiva, para ser entregada en primavera de 2018 a la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), la que viajará al vecino planetario de la Tierra.
ExoMars es la misión con la que Europa quiere dejar un vehículo de exploración en Marte en 2020. En sus entrañas, el rover dispondrá de un laboratorio analítico con tres elementos fundamentales: un espectrómetro de infrarrojos francés, un analizador de compuestos orgánicos alemán y el dispositivo español, un espectrómetro Raman. A partir de 2018, en un laboratorio de Turín (Italia) comenzará el ensamblaje de todas las piezas para que en 2020 despegue desde el aeródromo ruso de Baikonur (Kazajistán) camino de Marte.
Antes, como si de una obra de teatro se tratase, tiene que realizarse un ensayo final. El equipo liderado por el catedrático Fernando Rull de la UVa ha terminado un modelo de calificación con el que se han realizado todas las pruebas para conocer su capacidad de resistencia a las condiciones marcianas. “Le hemos hecho mil perrerías”, resume el investigador principal del proyecto. El modelo de vuelo, la versión definitiva, viajará sin ensayos, por lo que esta fase es clave. “El aparato final tiene que viajar totalmente limpio de muestras biológicas para evitar la contaminación y de otro tipo de partículas, por lo que no es posible probar sus capacidades. Por eso han sido importantes todos los ensayos que hemos desarrollado en el modelo de cualificación”, explica. Durante el mes de noviembre, esta versión beta será enviada a la ESA y, a partir de entonces, comenzará la hora final de la fase de fabricación.
El vicerrector de Investigación, José Ramón López, y el rector de la Universidad de Valladolid, Daniel Miguel San José (primero y segundo por la izquierda) ,asisten a una explicación en el INTA
Raman
El instrumento Raman consiste en tres unidades: un láser que ilumina las muestras a analizar, un espectrómetro que describe los componentes químicos de cada roca estudiada y un cabezal óptico que enfoca el láser. “El desafío técnico que afronta esta espectroscopia es que la fracción de luz que contiene la información atómico-molecular de la muestra iluminada es del orden de la mil- millonésima parte de la luz que emite el láser”, explica Rull.
En su amartizaje y durante su vida en ese planeta, el vehículo y todo su equipamiento soportará condiciones drásticas (impactos a mil veces la fuerza de gravedad terrestre, ciclos térmicos entre -80º y 120º de la noche al día y otras vicisitudes propias de la exploración de un planeta pedregoso y hostil). Los otros instrumentos de los laboratorios, tanto convencionales como avanzados, no tienen esa vida tan dura, por lo que es necesario testear profundamente un prototipo gemelo al que viajará por el Sistema Solar.
El proceso ha concluido con éxito. “El modelo de calificación ha pasado todas las pruebas y será integrado en breve dentro del laboratorio analítico y posteriormente en el rover para realizar ensayos de conjunto de todos los sistemas ensamblados”, avanza Rull, que también coordina un equipo internacional con Francia, Reino Unido y Alemania como socios.
El equipo español comprende dos instituciones principales, la UVa y el INTA. En instituto dependiente del Ministerio de Defensa se lleva a cabo el desarrollo tecnológico que comprende, diseño, fabricación y todos los ensayos y verificaciones. Desde la institución académica se ha realizado la dirección general del proyecto, el desarrollo del sistema de calibración, los algoritmos de operación y toda la ciencia asociada para complementar la operación en Marte.
Maqueta del vehículo de la misión ExoMars en un ensayo en el desierto de Atacama
Visita institucional
El rector de la Universidad de Valladolid, Daniel Miguel, y el vicerrector de Investigación, José Ramón López, han conocido el aparato en el Centro de Astrobiología del INTA de la mano de Fernando Rull. La visita ha incluido una reunión con el responsable de la subdirección general de programas espaciales, Ángel Moratilla, y el director del Departamento del Programa Espacial de esta institución, Fernando González. Además de la explicación del aparato, el equipo rectoral ha tenido la oportunidad de conocer la situación del convenio de colaboración entre ambas instituciones.
La colaboración INTA-UVA tiene una larga tradición de más de 15 años y se ha canalizado a través de la Unidad Asocia UVA-CSIC al Centro de Astrobiología (un centro mixto INTA-CSIC) y más recientemente bajo el amparo de un convenio marco UVA-INTA en trámite de firmas finales.
2020 será un año clave en la exploración marciana. También la NASA quiere llevar un rover al planeta rojo. Y dentro de él, también hay un dispositivo creado por el equipo de Fernando Rull.