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La adición de sustancias ácidas naturales mejora los productos sin gluten de nueva hornada

La adición de sustancias ácidas naturales mejora los productos sin gluten de nueva hornada

La Universidad de Valladolid investiga las bases para elaborar este tipo de alimentos más nutritivos y apetitosos

Cada vez es más habitual la presencia de productos sin gluten en las estanterías de los supermercados. Además de las personas con celiaquía u otras patologías asociadas a este conjunto de proteínas presentes en cereales como el trigo, existen consumidores que demandan estos alimentos de forma creciente. Al calor de esta demanda, un grupo de investigación de la Universidad de Valladolid, ProcerealTech, trabaja en mejorar las propiedades nutricionales y el sabor de estas alternativas a los panes, bollos o galletas convencionales. Recientemente han observado que la adición de sustancias ácidas naturales, similares a las producidas de forma espontánea por las masas madre utilizadas tradicionalmente en la elaboración de panes de trigo, permiten una mejora de estos productos.

En el horno de cualquier tahona, hay un momento en el que la masa fermenta y se reduce su pH. Como si se tratara de una panadería, el equipo científico ha utilizado la acidificación y la adición de proteínas exógenas, además de otros ingredientes de alto valor nutricional, para mejorar las características de estos alimentos. “Generalmente, se emplea harina de arroz u otras harinas pobres desde el punto de vista nutricional para elaborar los productos sin gluten”, explica Felicidad Ronda, responsable del equipo de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia.

Para mejorar las características nutricionales y organolépticas de la harina de arroz como substituta del trigo, se emplea almidón procedente de arroz, maíz, patata o tapioca. Una línea de investigación de esta unidad de investigación consolidada reconocida por la Junta de Castilla y León trabaja en el enriquecimiento proteico de productos sin gluten. Para ello, complementa las harinas de arroz con proteína de guisante, de soja, de albúmina de huevo o de caseína de leche de vaca o modifican el proceso mediante la acidificación de las masas, como se hace en la elaboración del pan de trigo.

La investigadora Marina Villanueva muestra productos sin gluten horneados en la Universidad de Valladolid

La investigadora Marina Villanueva muestra productos sin gluten horneados en la Universidad de Valladolid

Margen de mejora

Un trabajo de investigación publicado en la revista científica Food Hydrocolloids presenta unas mejoras en la elaboración de alimentos en los que se han cambiado la proporción de dos tipos de ingredientes: por un lado, el tipo de almidón (patata, arroz o tapioca); por otro, la proteína añadida (soja o albúmina de huevo). A partir de esta labor de cocina científica, el equipo del Departamento de Ingeniería Agrícola y Forestal con sede en el edificio Lucía de Valladolid obtuvo geles más consistentes y adecuados para su uso alimentario. Los geles se forman en la elaboración de cremas salsas y postres. “Estudiamos las bases científicas que nos permiten elaborar productos sin gluten más nutritivos y apetitosos”, explica Marina Villanueva, a cuya tesis doctoral pertenecen estos resultados obtenidos en colaboración con la Universidad Aristóteles de Salónica (Grecia).

El trabajo de investigación ha permitido establecer un margen de maniobra en la modificación del nivel de acidez que ahora puede resultar útil a la industria agroalimentaria. En concreto, la adición de un porcentaje de proteína procedente de albúmina de huevo o de soja combinado con la reducción del pH es capaz de modificar las temperaturas de cocinado y las consistencias de los geles obtenidos a partir de almidones de arroz, patata o tapioca empleados en los productos sin gluten. Con ello, se podrán mejorar las formulaciones de estos productos.

Para ello, el equipo empleó técnicas de laboratorio como la calorimetría diferencial de barrido, la medida de propiedades reológicas de los geles y la microscopía laser con focal para observar los cambios.

 

Integrantes del grupo de investigación ProCerealTech, de la Universidad de Valladolid

Otras líneas

En el objetivo de obtener mejores productos sin gluten, la unidad investigadora también ha trabajado en el enriquecimiento con fibra soluble a partir de avena o cebada y actualmente mantiene abiertas dos líneas en el estudio de la modificación física de harina sin gluten y en la búsqueda de granos distintos para la obtención de nuevas harinas de elevado valor nutricional (como el teff o el trigo sarraceno).

 

 

Productos sin gluten enriquecidos elaborados en la Universidad de Valladolid

Productos sin gluten enriquecidos elaborados en la Universidad de Valladolid

Gluten como sinónimo de saludable

A pesar de la demanda creciente por parte de un sector de consumidores, la investigadora principal, Felicidad Ronda, recuerda que “no hay nada que demuestre el perjuicio para la salud del consumo de productos con trigo para aquellas personas que no padecen celiaquía ni ninguna otra forma de  intolerancia al gluten/trigo”. No obstante, para la científica “es obligado ofertar materias primas diferentes al trigo para diversificar la dieta y aumentar la oferta de productos saludables a los consumidores”.

Bibliografía

Marina Villanueva, Felicidad Ronda, Thomas Moschakis, Athina Lazaridou, Costas G. Biliaderis, ‘Impact of acidification and protein fortification on termal properties of rice, potato and tapioca starches and rheological behaviour of their gels’. Food Hydrocolloids. 79 (2018). 20-29

Limitaciones del estudio

El autor advierte que este estudio tiene ciertas limitaciones en las que quieren trabajar a futuro. Entre ellas están la inclusión del papel del transporte compartido, el desarrollo de las tecnologías de hidrógeno, las diferencias regionales y la falta de datos sobre disponibilidad de materiales, que no permite conocer con precisión cómo la escasez de estos podría afectar a la demanda.

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La producción de microalgas para uso agrícola mejora con nuevos fotobiorreactores experimentales

La producción de microalgas para uso agrícola mejora con nuevos fotobiorreactores experimentales

La UVa aumenta el potencial de uso de estos microorganismos, empleados para la retención de C02 en los suelos y como fertilizantes

En la lucha contra el cambio global hay un pequeño ser con capacidades provechosas. Son las microalgas, microorganismos con capacidad de fotosíntesis repartidos no solo en mares y terrenos acuosos, también por suelos de todo el planeta. Un proyecto Life+, en el que participa la Universidad de Valladolid (UVa), ha estudiado la forma de aprovechar estas algas microscópicas en actividades agroindustriales tanto para capturar dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero más preocupante en estos momentos, como para servir de abono una vez descompuesto. En este marco, un equipo de ingeniería agraria de la UVa en el campus de Palencia han diseñado nuevos depósitos para el cultivo de microalgas. Los fotobiorreactores aceleran el proceso de crecimiento e incrementan la carga fertilizante en las microalgas.

Los suelos contienen de forma natural microalgas. En la Meseta Norte, es habitual encontrar el género Chlorella, organismo unicelular del tamaño de un glóbulo rojo pero de un intenso color verde. “Está más presente cuando más húmedo es el suelo”, explica el catedrático de Ingeniería Agrícola y Forestal Luis Manuel Navas. “El proyecto Life+ Integral Carbon persigue minimizar la carga de dióxido de carbono en la producción agroindustrial”, resume el responsable del grupo de investigación de la UVa participante. En un marco más amplio, la iniciativa, que involucra a centros de investigación y al sector industrial, ha diseñado un sistema circular de aprovechamiento y reutilización de residuos en el que participan las microalgas.

Los fotobiorreactores son piscinas de plástico de tres metros cúbicos de capacidad, aproximadamente, y recuerdan a las que emplean los niños para bañarse. Allí crecen las microalgas, a las que se les controla la temperatura, el dióxido de carbono, el nivel de acidez del agua y la conductividad eléctrica producida. El equipo científico testó digestatos como sustrato para el crecimiento de los microorganismos. Los digestatos aportan los nutrientes que necesitan estos seres y proceden de residuos de las explotaciones donde terminarán las microalgas. En el desarrollo de estos dispositivos han colaborado investigadores de la Universidad de Burgos y del Centro de Desarrollo Biotecnológico del CSIC, ubicado en Boecillo (Valladolid). Los resultados de esta investigación han sido recientemente publicados en la revista científica Science of the Total Environment.

Vino y leche

Los digestatos que sirven de alimento para las microalgas proceden de las industrias vinícola y lechera. Pellejos y rastrojos de vides y de efluentes sobrantes de productos lácteos sirvieron para la generación de biogás. El combustible era empleado en las explotaciones, pero a cambio dejaba un rastro en forma de digestatos y de dióxido de carbono (CO2) emitido a la atmósfera. Los digestatos se destinaron a substrato de las microalgas, que a su vez capturan el gas de efecto invernadero. Con ello se dibuja un sistema circular. De forma global, el proyecto pretende aprovechar los subproductos de la producción de vino y leche, reducir el impacto ambiental y crear nuevos fertilizantes para uso agrícola.

“Queremos que los suelos mejorados con microalgas no solo sean más eficientes, sino que además se mantengan en el tiempo, por ello, no solo es importante que capturen CO2, sino que una vez descompuestas, las algas sirvan de abono”, resume Navas.

Para el desarrollo de estos nuevos fotobiorreactores, la Universidad de Valladolid actualizó y mejoró una patente previa. Ahora persigue transferir esta tecnología a la industria.

El proyecto Life+ Integral Carbon se desarrolló entre 2014 y 2016, si bien parte de la iniciativa se amplió a 2017. Participaron las universidades de Valladolid y Burgos, la Fundación General de la UVa, el Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario de Extremadura (CTAEX), la Asociación Vitivinícola de Uclés (Cuenca) y la empresa Kepler Ingeniería y Ecogestión, con sede en Burgos.

 

Cultivo de 'Chlorella ellipsoidea

Cultivo de ‘Chlorella ellipsoide. Foto: Dave Thomas

 

Bibliografía

Evan A.N. Marks, Jorge Miñón, Ana Pascual, Olimpio Montero, Luis Manuel Navas, Carlos Rad. ‘Application of a microalgal slurry to soil stimulates heterotrhopic activity and promotes bacterial growth’. Science of the Total Environment. 605-606 (2017) 610-617. DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.scitotenv.2017.06.169

 

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La Universidad de Valladolid analiza la contaminación de suelos agrícolas fertilizados con lodos y compost

La Universidad de Valladolid analiza la contaminación de suelos agrícolas fertilizados con lodos y compost

Una investigación desarrollada en suelos agrícolas de Palencia ha permitido comprobar que los residuos orgánicos incrementan el contenido de PCB, con concentraciones que no implican ningún tipo de riesgo para la salud humana

Investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia de la Universidad de Valladolid (UVa) estudian si se origina contaminación cuando se utilizan lodos procedentes de estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) y compost de basuras urbanas en la fertilización de suelos agrícolas.

En un trabajo desarrollado en dos parcelas de la localidad palentina de Villamediana, los científicos han estudiado el grado de contaminación de los suelos agrícolas por policlorados bifenilos (PCB). Estos compuestos contaminantes tienen su origen principal en la deposición atmosférica de la contaminación ambiental, debida a las emisiones de algunas industrias y las reservas que existen todavía de estos compuestos, afectando a los lodos que se obtienen en la depuración de las aguas residuales y el compost de residuos sólidos urbanos. Aunque en la actualidad está prohibida la fabricación de PCB, siguen estando en el medio ambiente y son potencialmente peligrosos para la salud. Por este motivo, los investigadores han estudiado su presencia después de fertilizar durante ocho años las tierras con estos residuos orgánicos.

Al comparar los suelos donde se aplicaron residuos orgánicos frente a suelos que no los recibieron, los científicos han determinado que los primeros aumentaron su contenido en PCB, según los resultados que recoge una tesis doctoral defendida por el investigador por Juan Manuel Antolín, dentro de un equipo dirigido por la profesora Mercedes Sánchez Báscones, perteneciente al Grupo de Investigación Reconocido en Tecnologías Avanzadas Aplicadas al Desarrollo Rural Sostenible (GIR TADRUS).

Sin embargo, los niveles alcanzados se quedaron muy por debajo de los valores establecidos para suelos alejados de zonas de emisión de estos contaminantes, de manera que no se estima que la utilización de estos compuestos orgánicos pueda suponer un riesgo para la salud.

Las líneas de investigación de este grupo que tiene su sede en la ETS de Ingenierías Agrarias de Palencia se centran en “la gestión, el tratamiento y el aprovechamiento agrario de residuos orgánicos, procedentes de industrias alimentarias o ganaderas para ser utilizados posteriormente como fertilizantes o enmiendas en suelos agrícolas y forestales o en la restauración de suelos degradados”, explica Juan Manuel Antolín. Dentro de este marco, la evaluación de la ausencia de toxicidad de estos residuos es fundamental cuando se aplican en suelos con cultivos, por su relación con la salud humana y animal.

En este caso, gracias a un proyecto subvencionado por la Junta de Castilla y León, cuyo objetivo era estudiar la viabilidad de utilizar lodos de las estaciones depuradoras y compost de residuos sólidos urbanos como fertilizantes en suelos agrícolas, se concluye que esta reutilización resolvería dos problemas: la gran cantidad de lodos generados en las estaciones depuradoras y la tendencia a la desertización de los suelos agrícolas de la comunidad, con contenidos de materia orgánica inferiores al 2%, a causa de las técnicas de laboreo intensivas.

Un aspecto fundamental era abordar la posible contaminación de los suelos agrícolas por algunos tipos de sustancias incluidas en los residuos orgánicos utilizados, como metales pesados y los PCB. Estos compuestos han sido ampliamente usados en la industria eléctrica, por ejemplo, en transformadores y condensadores como fluidos dieléctricos; y también en productos de consumo como tintas, papeles y pinturas. Sin embargo, en la actualidad, están incluidos en la lista de los contaminantes orgánicos persistentes prohibidos por el Convenio de Estocolmo por su toxicidad, bioacumulación, persistencia en el medioambiente y alta movilidad.

El mayor problema deriva de su acumulación en el tejido graso de los seres vivos y de su transferencia a través de la leche materna. Algunos estudios vinculan su presencia a alteraciones hormonales y problemas de aprendizaje en los niños. Por sus características físicas, los PCB tienden a acumularse en las zonas más frías del planeta, como los polos.

Trabajo de campo y de laboratorio

La gran aportación de este trabajo es que se ha realizado “en condiciones  ambientales reales, no en estudios de laboratorio”, destaca Juan Manuel Antolín. Para ello se eligieron dos parcelas, una de regadío y otra de secano, que se dividieron para aplicar distintos tratamientos: fertilización mineral y fertilización orgánica con lodo compostado, lodo deshidratado y compost de basuras urbanas. Además, se dejó otra subparcela como suelo control, sin tratamiento.

Los investigadores repitieron el proceso cuatro veces y tomaron muestras antes y después para medir aspectos edafológicos y la concentración de contaminantes. Además, también se realizaron análisis de plantas por su tamaño, producción y contenidos.

“Nuestra inquietud por el estudio de los PCB se debió a que estos compuestos están presentes a nivel global”, señala el científico, así que analizar su presencia “nos indicaría el nivel de calidad de nuestro medio ambiente más cercano”, teniendo en cuenta que en la región no existían este tipo de estudios.

Los tratamientos con los tres residuos orgánicos generaron un incremento de la concentración de PCB en el suelo agrícola. Aun así “están muy por debajo del umbral límite recomendado por la Unión Europea”. Además de la aplicación de residuos orgánicos, otra posible vía de llegada de estos compuestos al suelo es la deposición atmosférica, que el análisis del terreno de control descartó en este caso.

Tendencia a la reducción

Por otra parte, se realizó una simulación sobre la tendencia de estos compuestos, debida a la aplicación de residuos orgánicos en los suelos agrícolas, de forma continua hasta el año 2050. “Los valores obtenidos fueron muy próximos a cero, porque la tendencia de los PCB en el medio ambiente se está minimizando gracias a las normativas actuales, que además de prohibir su fabricación, obligan a que las reservas existentes se eliminen progresivamente”, apunta el experto. No obstante, “siempre es necesaria la labor de equipos de investigación que vigilen y determinen la posible existencia de sustancias tóxicas como los PCBs, evitando posibles problemas de contaminación”.

En ese sentido, de cara al futuro, “nuestro objetivo es determinar otro tipo de compuestos tóxicos, como dioxinas y furanos”. Al no estar restringidos por la legislación, escapan del control, así que “vigilar y prevenir posibles riesgos para la salud humana y animal es una de nuestras responsabilidades”, comenta Juan Manuel Antolín.

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La aplicación de inteligencia artificial mejora la eficiencia de las energías renovables

La aplicación de inteligencia artificial mejora la eficiencia de las energías renovables

La Universidad de Valladolid estudia la medición inteligente de redes eléctricas. Investigadores de Ingenierías Agrarias de Soria publican un artículo en la revista Applied Sciences

Investigadores de la Escuela Universitaria de Ingeniería de la Industria Forestal, Agronómica y de la Bioenergía Soria de la Universidad de Valladolid (Uva) estudian la medición inteligente en redes eléctricas. Aplicar la inteligencia artificial al sistema eléctrico es de gran importancia para aprovechar el potencial de las energías renovables y para hacer viable el nuevo modelo de generación distribuida, con muchas más puntos de producción de energía, que comienza a ser una realidad.

En colaboración con la Universidad del País Vasco y con el Centro de Desarrollo de Energías Renovables (CEDER), ubicado en la localidad soriana de Lubia y adscrito al Departamento de Energía del CIEMAT, el profesor Luis Hernández Callejo ha publicado un artículo en la revista científica Applied Sciences que repasa la situación actual y las tendencias en este campo, que aspira a integrar la inteligencia artificial en las redes eléctricas para lograr una mayor eficiencia.

El modelo eléctrico clásico se basa en puntos de generación alejados del consumidor, centrales de gran potencia que pueden estar a cientos de kilómetros, de manera que en el transporte se registran importantes pérdidas para el sistema. Frente a este modelo, la generación distribuida consiste en muchos más puntos de producción, más cercanos al consumidor y de menor potencia, un sistema adecuado para aprovechar los recursos locales como el sol o el viento y que en teoría debería registrar menos pérdidas y ser más eficiente.

Este nuevo paradigma está directamente relacionado con el surgimiento de las energías renovables y la posibilidad de contar con pequeñas microrredes autogestionadas localmente. Sin embargo, “tener más puntos de generación complica la gestión y la monitorización”, explica Luis Hernández. Además, otra cuestión por resolver es el almacenamiento de energía en este sistema. En un futuro se espera poder realizar una “gestión activa de la demanda” que pueda optimizar la producción y distribución de electricidad.

En cualquier caso, el primer paso es medir correctamente lo que sucede en el sistema eléctrico. Por eso, el objetivo de este trabajo era analizar el estado del arte centrándose en la medición inteligente o smart metering y los proyectos que existen en este ámbito. Tal y como han comprobado los investigadores, la mayoría de las compañías utilizan la tecnología Power Line Communications (PLC), que permite aprovechar la red eléctrica para transmitir datos.

Por el momento, de acuerdo con los resultados del estudio, la mayoría de las empresas se están limitando a utilizar los medidores para tareas de facturación, pero las posibilidades son mucho más amplias. “Está previsto que sirvan para muchas más tareas, como el control de la generación y el almacenamiento distribuido, ya que esta tecnología puede dar órdenes relacionadas con los precios para reducir costes”, apunta el experto. “Las telecomunicaciones han invadido el sistema eléctrico pero los cambios son lentos”, agrega.

En la actualidad, se registran muchos picos en la curva de la demanda de energía eléctrica en función de circunstancias puntuales que complican y encarecen la producción. Abaratar el mercado supone un gran reto tecnológico que se puede abordar por medio de la inteligencia artificial, que realice una previsión de la demanda y una programación de la misma, enviando órdenes a los distintos elementos involucrados en la red.

Consumidores y productores

El modelo se encamina hacia una fusión del consumidor y del productor, lo que ya ha generado un nuevo término, prosumidor o prosumer, una bidireccionalidad que se aplica en éste y en otros campos de la economía. Un mismo punto genera y consume energía y mantiene a la red constantemente informada.

Para estudiar todas estas cuestiones, la Universidad de Valladolid y el CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas), del Ministerio de Economía y Competitividad, han creado una unidad mixta de investigación. Esta unión permitirá que los investigadores profundicen en un campo complejo de la tecnología, pero que tiene una aplicación real e inmediata.

El futuro en este ámbito de trabajo es prometedor y las compañías eléctricas necesitan apoyarse, cada vez más, en expertos en informática y telecomunicaciones. De hecho, “las ciudades inteligentes se sustentan en la eficiencia energética, en hacer lo mismo con menos recursos y para ello son necesarias las redes inteligentes”, afirma Luis Hernández. Además, la investigación debe comenzar, precisamente, por la medición: “No se puede conseguir una mayor eficiencia si no somos capaces de medirla”, asegura.

Acuerdo con dos universidades colombianas

A este respecto, durante 2017, el responsable del grupo de investigación ha firmado un acuerdo marco con la Pontificia Universidad Javeriana de Cali y la Universidad del Valle, ambas en Cali (Colombia), para la integración de estas fuentes renovables y redes eléctricas.

 

Bibliografía

Noelia Uribe-Pérez, Luis Hernández, David de la Vega and Itziar Angulo. State of the Art and Trends Review of Smart Metering in Electricity Grids. Applied Sciences. 2016, 6(3), 68; doi:10.3390/app6030068

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Los suelos de los sabinares absorben importantes cantidades de CO2

Los suelos de los sabinares absorben importantes cantidades de CO2

Una investigación de la UVa, realizada en Soria, describe el papel de estos bosques al retirar de la atmósfera estos gases de efecto invernadero

Los suelos de los bosques de sabinas tienen una mayor capacidad de retención de dióxido de carbono (CO2) que los propios árboles. Esta característica está derivada, según un estudio desarrollado por la Universidad de Valladolid en la provincia de Soria, por la materia orgánica en descomposición que queda bajo la copa de estas cupresáceas. Los sabinares pueden actuar como reservorios para retirar de la atmósfera este tipo de gas de efecto invernadero.

La historia de la agricultura está asociada al uso por parte del ser humano de los suelos más ricos en nutrientes para su propio provecho. Los suelos que soportan los cultivos necesitan una profundidad de suelo grande que provea de nutrientes a estas especies vegetales domesticadas. En esta lucha contra la naturaleza, se ha producido una retirada de los bosques que ocupaban estos suelos profundos. Así, durante centurias han desaparecido de la península Ibérica encinares, pinares u otros bosques autóctonos para ampliar los campos de cultivo.

Algunas especies han podido sobrevivir en suelos menos profundos; una de ellas, la sabina (Juniperus thurifera). En terrenos con horizontes poco potentes, a veces inferiores a treinta centímetros hasta la roca madre, este árbol de hoja perenne y tamaño no mayor de diez metros, crece de una forma tortuosa, retorciendo su tronco. Bajo sus ramas, la especie deja un terreno rico en materia orgánica, generalmente con su propia hojarasca.

 

Sabinar en Soria. Fotos: Amelia Moyano

Suelos pobres, pero con capacidad

El grupo de investigación Suelo, Vegetación y Modelización (Suvemo) de la Universidad de Valladolid, ha medido la capacidad de los sabinares en la captura de CO2, tanto en la masa forestal como en el suelo. En sus observaciones, realizadas en parcelas situadas en la provincia de Soria, han registrado que el suelo dispone de más carbono que el almacenado en las copas. El trabajo ha sido publicado recientemente en la revista Forests. Estos suelos son generalmente calcáreos, pobres para la agricultura pero con características medioambientales muy interesantes desde el punto de vista de la gestión forestal.

El estudio tuvo en cuenta diámetros de los ejemplares, sexos de los árboles y los suelos de las proyecciones de las copas y así como el fraccionamiento de las formas orgánicas, entre otros parámetros. Las investigaciones demostraron que en los suelos de los sabinares dominan formas orgánicas estables a la biodegradación, como son las denominadas huminas.

Quedan sabinares como bosques aislados en la península Ibérica y el norte de África, generalmente en terrenos abruptos. La mayor parte de estos reductos se localizan en el entorno del sistema Ibérico, como en las provincias de Soria y Teruel.

 

Bibliografía

Elena Charro, Amelia Moyano, Raquel Cabezón. ‘The Potential of Juniperus thurifera to Sequester Carbon in Semi-Arid Forest Soil in Spain’. Forest (2017). DOI: 10.3390/f8090330

 

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El pan candeal exhibe las mejores propiedades en la digestión del almidón en su corteza

El pan candeal exhibe las mejores propiedades en la digestión del almidón en su corteza

La Universidad de Valladolid desarrolla el primer estudio sobre corteza y en la miga de varios tipos de pan y rompe algún mito sobre estos alimentos

De miga más compacta, el pan candeal ha perdido protagonismo en los hogares en las últimas décadas en favor de otras variedades de este alimento básico. Un grupo de investigación de la Universidad de Valladolid en el campus de la Yutera, Palencia, ha comparado este producto típico de Castilla con otras variedades comerciales, como la barra y la chapata, y ha observado que la digestión del almidón, el compuesto mayoritario en la harina, es más prolongada en la corteza de este pan clásico.

“La velocidad de la digestibilidad del almidón es clave, ya permite que la liberación de energía sea más extendida”, explica el catedrático del Área de Tecnología de los Alimentos en la Escuela Técnica Superior de Palencia Manuel Gómez Pallarés. El almidón es aproximadamente el 80 por ciento de la harina de trigo. Básicamente, el pan es un alimento compuesto por dos ingredientes, harina y agua, con sal y levadura que actúan de ligazones. En la digestión, el almidón es degradado por enzimas liberando glucosas. Según sea de rápida la degradación de este almidón, el incremento de la glucosa en la sangre será más o menos rápido.

 

La investigadora Laura Román trabaja con una muestra en un laboratorio de la Universidad de Valladolid en Palencia

La investigadora Laura Román trabaja con una muestra en un laboratorio de la Universidad de Valladolid en Palencia

Tres tipos de almidones

“Según su comportamiento en esta degradación, se puede considerar que existen tres tipos de almidones, de rápida digestión, de lenta digestión y resistente”, explica Laura Román, investigadora del área de Tecnología de los Alimentos. “El de lenta digestión está asociado con una baja respuesta glucémica y con el control y la prevención de enfermedades relacionadas con la hiperglucemia, como la diabetes o las enfermedades vasculares”, añade. No en vano, existen ya productos en el mercado, como galletas, que se promocionan con el argumento de que su aporte energético dura más tiempo que su competencia.

En un estudio publicado en la revista Food Chemistry, se analizaron tres tipos de pan (candeal, barra y chapata) según el porcentaje de agua empleado en la producción del pan. El pan candeal emplea un 45% de agua en su base de harina, en la barra alcanza el 60% y en la chapata llega al 75%. Esto es observable en su corte: después de cocer, la miga del candeal es más compacta, mientras que en la chapata se ven más huecos. En la corteza, en todos los casos, en el horneado se evapora más rápidamente el agua, lo que reduce su presencia en el producto final y el mantenimiento de la estructura del almidón menos accesible a las enzimas digestivas.

 

Simulación de la digestión

A partir de una simulación en laboratorio de la digestión humana, el equipo investigador analizó características tanto de la corteza como de la miga de los tres tipos de pan. El tipo de almidón rápidamente digerible era el más habitual en todo caso, tanto en la parte externa como interna de los panes. Sin embargo, el almidón de lenta digestión tenía una presencia mayor de forma significativa en el pan candeal, por el menor aporte de agua en su amasado y por esa estructura más cerrada.

El modelo de digestibilidad fue desarrollado en la Universidad Purdue (West Lafayette, Estados Unidos) por Mario Martínez, doctor por la Universidad de Valladolid. Este trabajo es el primero que se realiza tanto de la digestibilidad del almidón en la corteza y la miga por separado como el efecto del aporte del agua en la fórmula de la masa. Los autores son cautos a la hora de extraer conclusiones para el consumidor. “Faltan estudios en personas que confirmen las conclusiones a las que hemos llegado”, señalan.

En el caso de las cortezas, la degradación del almidón se realiza más prolongadamente que en la miga en los tres tipos proporcionando una energía más extendida.

Por ello, el estudio permite poner en valor un producto que ha visto reducida su presencia en panaderías y tahonas. Otrora alimento esencial en el ámbito rural, el pan candeal ha ido perdiendo presencia por un menor interés comercial tanto por parte del consumidor, como del panadero. “De paso, rompemos el mito de que la corteza engorda más que la miga, ya que no es así, al contrario, sacia más”, concluye Gómez Pallarés. El consumo de pan en España se sitúa en torno a los 170 gramos por persona en la actualidad y se ha reducido en las últimas décadas por el cambio de hábitos alimentarios y de vida

 

 

Premio

El grupo de investigación ha sido galardonado recientemente en el congreso
de la American Association of Cereal Chemistry, en San Diego (Estados
Unidos). La investigadora Laura Román recibió en octubre el premio en
una de las categorías por sus trabajos en torno a harinas extrusionadas

 

Bibliografía

M.M. Martínez, L. Román, M. Gómez, ‘Implications of hydration depletion in the in vitro starch digestibility of White bread crumb and crust’. Food Chemistry (2017). Volumen 239. Páginas 295-303, DOI: 10.1016/j.foodchem.2017.06.122

 

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Un sistema de depuración experimental reduce el impacto de los restos de fármacos y productos de higiene en ríos

Un sistema de depuración experimental reduce el impacto de los restos de fármacos y productos de higiene en ríos

La Universidad de Valladolid estima la presencia de hasta cien substancias de uso habitual en ríos de España y propone una solución para su tratamiento

El uso de fármacos y productos de cuidado personal deja una pista minúscula y nociva. Cuando una persona toma un medicamento, se asea o se maquilla, deja en su interior y en su piel un pequeño rastro. Las substancias que no son asimiladas por el organismo pasan a través de las cañerías de los hogares a las plantas de tratamiento e inevitablemente algunos compuestos terminan en los ríos. Poco a poco, su acumulación puede suponer un problema para los seres humanos o para el medio ambiente. Un grupo de investigación de la Universidad de Valladolid trabaja actualmente en un sistema de depuración para reducir el impacto de estos residuos y ha obtenido resultados significativos en el laboratorio.

El uso extendido de fármacos y de productos de higiene personal supone un impacto hasta ahora poco estudiado en el aire, el suelo y el agua. Las personas que necesitan un medicamento no asimilan todo el compuesto administrado, algunas partes son excretadas por el organismo y terminan en el agua de los retretes. De un modo similar, en la ducha terminan restos de los productos de cuidado personal que usamos habitualmente. Estos hábitos son convencionales e incluso necesarios, pero otros no. Existen todavía personas que se deshacen de las medicinas que ya no usan tirando de la cadena.

Estos microcontaminantes pueden causar a la larga un daño a los seres humanos y al medio ambiente cuando se acumulan en ríos y otros sistemas de aguas corrientes. Un equipo del Departamento de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente de la UVa, en colaboración con la Universidad de Carabobo (Venezuela), ha tratado de mitigar su impacto. Para ello, ha realizado primero una estimación de las cantidades de productos farmacéuticos y de higiene que terminan en el medio ambiente.

En un análisis macro, el equipo estimó el impacto de hasta un centenar de compuestos en aguas superficiales de España. Se recopilaron datos analíticos y se observaron correlaciones entre consumo de fármacos y de productos de cuidado personal de uso habitual con la presencia de sus restos en los cauces fluviales. El trabajo forma parte de la tesis doctoral de Sheyla Ortiz.

Posteriormente, se estimó la peligrosidad de una treintena de los compuestos más frecuentes (compuestos activos farmacéuticos como la atorvastatina, el omeprazol o el valsartán, entre otros o algún almizcle sintético de desodorantes o perfumes como el tonalide. El equipo científico analizó la persistencia, bioacumulación, toxicidad y presencia de estas substancias en el medio ambiente, y estableció una clasificación de prioridades de los compuestos investigados.

 

Fotorreactor

Fotorreactor en un experimento del equipo de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente de la UVa

Toxicidad y una sorpresa

Para medir la toxicidad de cada uno de los compuestos más usuales, se realizó un ensayo con bacterias bioluminiscentes, concretamente de la especie Vibrio fischeri. “Estos tests biológicos nos ayudan a conocer la peligrosidad de cada compuesto estudiado, ya que si tienen efecto, las bacterias dejan de emitir luz o lo hacen con menos intensidad”, explican los corresponsables del trabajo de investigación, Rubén Irusta y Pedro García Encina. Paradójicamente, los científicos observaron que, en pequeñas dosis, algunos de los compuestos no producían un efecto negativo para la bacteria, sino positivo. Esta circunstancia se denomina ‘hormesis’.

En un artículo recientemente publicado en la revista Science of the Total Environment, el equipo de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente de la UVa ha descrito la metodología USEtoxTM que han empleado para realizar este estudio, con el fin de que se puedan aplicar las estimaciones de ecotoxicidad y toxicidad de estos fármacos y productos de higiene personal en los estudios de evaluación de impacto de ciclo de vida. La inclusión de estos efectos toxicológicos en el análisis de ciclo de vida ofrece una visión más realista de los potenciales impactos de estas substancias, explican los investigadores.

 

Búsqueda de soluciones

Con el fin de buscar soluciones para eliminar estos restos de fármacos y productos de higiene personal que, a la larga, pueden resultar dañinos, los investigadores proponen dos soluciones: la separación de las aguas negras y grises (esto es, las del váter, más contaminantes, de las de lavabos o lavadoras), y tratar específicamente estos compuestos en las plantas depuradoras.

Con este fin, han iniciado una línea de investigación que trata, de forma experimental, los restos de fármacos y productos de cuidado personal. En fotorreactores, han reducido de forma significativa la presencia de estos elementos nocivos mediante sistemas fotocatalíticos.

Los profesores pertenecen a la UIC 071 de la Junta de Castilla y León y el trabajo se ha realizado en el marco del proyecto VA067.

 

 

Bibliografía

Sheyla Ortiz de García, Pedro A. García-Encina, Rubén Irusta-Mata. ‘The potential ecotoxicological impact of pharmaceutical and personal care products on humans and freshwater, based on USEtoxTM characterization factors. A Spanish case study of toxicity impact scores’. Science of the Total Environment. Volume 609. 31 December 2017. Pages 429-445. DOI: https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2017.07.148

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La Universidad de Valladolid estudia los caudales ecológicos de ríos iberoamericanos

La Universidad de Valladolid estudia los caudales ecológicos de ríos iberoamericanos

Los científicos analizan la información hidrológica, hidráulica y de biodiversidad para preservar las especies significativas por su valor ecológico y como recurso para la población local

El Grupo de Ecohidrología Fluvial de la Universidad de Valladolid (GEF-UVa) elabora estudios de caudal ecológico para proyectos hidroeléctricos en ríos tropicales deIberoamérica, con el objetivo de proteger la biodiversidad que puede verse afectada por la construcción de presas. Los investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia tienen amplia experiencia en el estudio de los efectos de los embalses españoles sobre los ríos, y ahora trasladan este conocimiento a proyectos que se realizan en Panamá, Perú, Ecuador, Guatemala, Argentina y otros países iberoamericanos.

“Se necesita embalsar agua para la generación hidroeléctrica así como para el abastecimiento humano y el riego, y esto conlleva una alteración inevitable del caudal de los ríos, cuyo impacto se extiende aguas abajo de la presa y afecta al estado ecológico del ecosistema fluvial”, explica el profesor Juan Manuel Díez Hernández, “el reto es mantener la integridad del ecosistema fluvial tanto en el cauce como en la ribera, y garantizar poblaciones viables y autosostenibles de los organismos objetivo del tramo intervenido”.

Las exigencias ambientales internacionales son cada vez más altas para este tipo de proyectos hidráulicos, y por eso los científicos de la Universidad de Valladolid llevan años colaborando en varios países. Primero, en la formación de profesionales, y más tarde en la elaboración de trabajos técnicos, de investigación, y auditoría para bancos prestadores internacionales. España es el quinto país del mundo en número de presas del mundo (más de 1200) y durante décadas no se tuvieron en cuenta suficientemente aspectos como su incidencia en el medio ambiente y la biodiversidad, así que ahora los expertos que han estudiado las consecuencias trasladan sus conocimientos a los proyectos que se llevan a cabo en Iberoamérica, una de las zonas del mundo más activas en la construcción de embalses en la actualidad.

A grandes rasgos, los científicos se preocupan por recoger información del ecosistema fluvial en sus tres componentes esenciales: hidrología (serie histórica de caudal), hidráulica (topografía del cauce, velocidad, y sustrato del cauce), y biología (composición, estructura, y funcionamiento de la biocenosis en su condición original). Los tres aspectos están íntimamente relacionados, puesto que el caudal determina en el cauce unas condiciones de velocidad, profundidad, sustrato y físico-químicas a las cuales los organismos reaccionan según sus requerimientos de hábitat naturales.

Estos aspectos son algo diferentes en ríos tropicales que en los ríos templados europeos. La diferencia más marcada reside en la elevada diversidad faunística que albergan los ríos tropicales. “En la península ibérica se registran unas 100 especies ícticas, de las cuales su ecología es relativamente bien conocida, mientras que en ríos tropicales de Latinoamérica, dependiendo del país, esa cifra puede llegar e incluso superar las 1000, lo cual requiere un esfuerzo científico importante para describir su ecología con el alcance que requieren los estudios de caudal ecológico”, comenta el experto.

 

Modelaje del hábitat fluvial

 

La mejor manera de anticipar los efectos de una alteración de caudal es simular las condiciones del hábitat acuático más probables que existirán cuando el proyecto comience a operar. Para ello se aplican metodologías de tipo incremental u holístico, que se basan en la simulación hidráulica del tramo fluvial de las variables que son clave para los organismos acuáticos, como son al menos la velocidad, profundidad, y el material del lecho. Combinando ese resultado con los criterios de idoneidad de hábitat de los organismos objetivo, se generan unas relaciones funcionales entre el caudal circulante y la cantidad de hábitat acuático que es utilizable para cada uno de los organismos. Analizando conjuntamente las implicaciones del caudal ecológico en el hábitat fluvial y también en el potencial de generación del proyecto es posible concertar regímenes ecológicos que hagan viable el aprovechamiento del recurso hídrico, pero salvaguardando la integridad ecológica del río.

En esa fase se encuentran los estudios de caudal ecológico que está elaborando el Grupo de Ecohidrología Fluvial de la UVa para dos nuevos proyectos hidroeléctricos en Ecuador y en Argentina. “Tenemos que estimar los posibles efectos del proyecto sobre el ecosistema cuando operen con el caudal ecológico, así como diseñar medidas de mitigación adecuadas para garantizar un estado ecológico aceptable”, apunta Díez Hernández. “En los dos proyectos ha sido necesario realizar un esfuerzo importante de muestreo biológico para estudiar el hábitat de los organismos objetivo (peces, macroinvertebrados, mamíferos…) y tener certidumbre acerca de sus ciclos vitales y sus preferencias de hábitat, habida cuenta que la información de base tenía algunos vacíos importantes”

Medidas de mitigación y compensación ambiental

En el caso de Panamá, han trabajado en un proyecto hidroeléctrico compuesto de dos presas, el cual ha entrado en operación recientemente. El principal reto fue salvaguardar la trucha tropical, una especie que necesita realizar migraciones largas para reproducirse, de manera que cualquier tipo de barrera, como una presa, compromete su futuro. También abordaron medidas de mitigación para conservar una población autosostenible de la nutria neotropical.
En un reciente estudio para una nueva central hidroeléctrica en Perú investigaron las preferencias de hábitat de un crustáceo con alto interés económico nacional por su destino gastronómico muy cotizado: el camarón de río, una especie de cangrejo con una ecología similar en ciertos aspectos al de nuestro país.
Para un nuevo proyecto hidroeléctrico en Ecuador el grupo GEF han elaborado un plan de manejo adaptativo de caudal ecológico, que es una iniciativa pionera que ha comenzado a implementarse en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo BID. Consiste en un proceso de ajuste secuencial y bien estructurado del régimen de caudal ecológico, en función de la respuesta real del ecosistema que se detecta mediante el monitoreo ambiental. De ese modo el caudal ecológico puede tener que ser incrementado en una cantidad suficiente para que el ecosistema adquiera un estado aceptable y estable en el tiempo.
Actualmente el equipo GEF está determinando el caudal ecológico para un nuevo proyecto hidroeléctrico importante en Argentina al sur de la Patagonia, que consta de dos presas. El objetivo es definir un caudal mínimo en el río que posibilite inicialmente el llenado de los embalses, y que sea capaz de mantener poblaciones ícticas estables de varias especies nativas, e inclusive de otras exóticas pero que poseen un interés económico para la práctica de la pesca deportiva (trucha, salmón) que es conocido internacionalmente. También el grupo GEF está realizando el estudio de caudal ecológico para un proyecto hidroeléctrico de nueva creación en Guatemala, que supondrá un incremento importante de suministro energético.
Una vez realizada la obra, el trabajo de técnico del grupo GEF no finaliza, puesto que es preciso hacer un seguimiento ambiental, monitorizando todo el ecosistema para observar las respuestas reales del ecosistema, y evaluar si los cambios en la dinámica fluvial o en la biocenosis son admisibles. A partir de esta información, se pueden tomar medidas concretas para mitigar el impacto del proyecto, y para compensarlo resultase necesario.
Generalmente, el trabajo de la Universidad de Valladolid se centra en la dirección técnica y la elaboración del estudio, mientras que son los técnicos especialistas locales los que se encargan del muestreo de campo de acuerdo con las indicaciones del equipo de Juan Manuel Díez Hernández. “Nosotros diseñamos el protocolo optimizado particular para cada proyecto, y damos las instrucciones precisas acerca de qué medir, dónde, cómo, cuánto, y cuándo, porque son los especialistas locales los que mejor conocen el lugar”, asegura.

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Nuevas membranas para capturar CO2 llegan a plantas piloto de Corea del Sur

Nuevas membranas para capturar CO2 llegan a plantas piloto de Corea del Sur

Una investigación liderada por la UVa y el CSIC mejora hasta cien veces las prestaciones de sistemas para separar gases de efecto invernadero

La batalla para mitigar los efectos del cambio global no se juega en la atmósfera, sino sobre el suelo. Por él transitan o se aposentan los grandes emisores de los gases responsables del efecto invernadero: vehículos, factorías… Para reducir los efectos nocivos, muchas industrias deberían emplear sistemas de captura de dióxido de carbono (CO2). Uno de los sistemas más prometedores es el uso de tecnologías de membranas. La Universidad de Valladolid y el CSIC lideran un desarrollo que ha mejorado estos filtros hasta cien veces respecto a los actuales. Plantas piloto de Corea de Sur, de la escala de captura de una pequeña cementera convencional, han empezado a usarlas de forma experimental.

Las membranas poliméricas son materiales orgánicos en forma de tamiz. Este tipo de criba deja pasar las moléculas del gas más pequeño (dióxido de carbono en muchas separaciones), mientras retiene el resto de los otros gases (más grandes) a una escala nanométrica. Un objeto de un nanómetro es tan minúsculo que requiere de microscopios electrónicos para ser observado. Si midiéramos un lunar de la piel de cinco milímetros en nanómetros, su diámetro correspondería a cinco millones de nanómetros.

El Grupo de Superficies y Materiales Porosos (SMAP), unidad de la Universidad de Valladolid asociada al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a través del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros, ha desarrollado membranas TR que mejoran las prestaciones respecto a las convencionales “entre diez y cien veces”, explica Ángel E. Lozano, integrante del equipo investigador. Su grupo acaba de describir nuevos avances en la separación de las moléculas de CO2 respecto a otros gases. La membrana experimental separa de una manera más eficaz los componentes de una emisión de gases industrial. Los resultados se han publicado en la revista científica Journal of Membrane Science. El trabajo, de carácter internacional, ha contado con la financiación de la fundación nacional de investigación sobre secuestro y captura de CO2 de Corea del Sur.

 

Resultados

Los resultados de la investigación pueden aplicarse en la lucha por frenar la emisión de gases de efecto invernadero. De hecho, se encuentran en un estadio previo a aplicarse ya en plantas experimentales antes de ser implantadas a una escala industrial. El gobierno surcoreano se ha mostrado interesado en la protección de estos avances a través de patentes.

El equipo investigador del SMAP, algunos de cuyos miembros también pertenecen al Instituto Universitario CINQUIMA (Centro de Innovación en Química y Materiales Avanzados) de la UVa, optimiza los procesos en los que actúa las membranas para retener las moléculas señaladas. En el CINQUIMA se realiza también la síntesis de nuevos materiales de alta porosidad para mejorar procesos de separación de gases y para producir catalizadores de alta eficacia. El resultado del trabajo en el laboratorio es un material polímero de color amarillo que adquiere tonalidades ocres cuando se modifica mediante un tratamiento a alta temperatura. “De forma general, se asocia la palabra plástico a una mercancía básica y barata, pero existen polímeros de gran valor añadido, como el kevlar de los guantes anticorte o de chalecos antibala, los pegamentos de alta tecnología usados para fijar los escudos térmicos que permiten a los transbordadores espaciales regresar a la Tierra o materiales biomédicos muy específicos. La tecnología desarrollada en estas membranas es bastante sofisticada”, recalca Lozano.

Bibliografía

B. Comesana-Gandara, L. Ansaloni, Y.M. Lee, A.E. Lozano, M.G. De Angelis, ‘Sorption, diffusion, and permeability of humid gases and aging of thermally rearranged (TR) polymer membranes from a novel ortho-hydroxypolyimide’. Journal of Membrane Science. Volumen 542. Páginas 439-455. 2017. DOI: 10.1016/j.memsci.2017.08.009

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El topillo campesino contribuye al aumento de la tularemia en el medio agrario

El topillo campesino contribuye al aumento de la tularemia en el medio agrario

El incremento de la población de estos roedores está vinculado a la multiplicación de la bacteria que causa la enfermedad

En una investigación publicada en el último número de la revista Emerging Infectious Diseases, los investigadores describen el análisis de muestras de topillos de la provincia de Palencia tomadas entre 2013 y 2015, coincidiendo con una explosión demográfica del topillo campesino en Castilla y León. Utilizando muestras de tejidos (hígado y bazo de estos animales) y técnicas moleculares, han profundizado en la presencia de la bacteria Francisella tularensis y su relación con la densidad poblacional de estos roedores.

Los resultados indican que la prevalencia media de la bacteria en el topillo campesino durante esos años fue del 20.16%, e, incluso, del 33% durante un pico poblacional que tuvo lugar en julio de 2014.

De forma general, la enfermedad en personas comienza con síntomas inespecíficos, mayoritariamente tipo gripal, que varían en función de la vía de transmisión y la mayoría de los casos curan con el tratamiento antibiótico adecuado.

“Las personas se pueden infectar por diferentes vías, como son la inhalación de aerosoles y material vegetal o tierra infectada, el contacto con animales muertos, por ingestión de agua contaminada, así como la picadura de vectores de transmisión como garrapatas y mosquitos”, explica la investigadora pre-doctoral de la UVa Ruth Rodríguez-Pastor.

 

Ruth Rodríguez Pastor, en el laboratorio

 Ruth Rodríguez Pastor, en el laboratorio

 

Brotes en Castilla y León

Dos grandes brotes de tularemia han sacudido Castilla y León en los últimos años: uno entre 1997 y 1998, y el segundo entre 2007 y 2008. En total fueron más de mil las personas afectadas por la enfermedad, notificadas de manera oficial. “El primer brote fue principalmente atribuido a la manipulación de liebres de caza, mientras que el segundo a un aumento de la abundancia del topillo campesino”, señala Rodríguez-Pastor.

Posteriormente, en 2014, volvieron a aumentar los casos de tularemia en humanos, con 95 pacientes confirmados, en un momento en que se registró de nuevo un aumento “significativo” de la población de topillo.

Según los autores, esta investigación pone de manifiesto que el topillo campesino tiene un papel clave en la transmisión y en la amplificación de la bacteria en los medios agrarios de Castilla y León, donde esta especie de roedor está ampliamente distribuida. La amplificación del patógeno en el medio se produce principalmente durante las plagas, cuando se alcanzan densidades de hasta 1.000 topillos por hectárea, de los cuales un tercio puede ser portador de Francisella tularensis.

“Por tanto, es importante llevar a cabo un seguimiento de las poblaciones de topillo campesino para prevenir los brotes de tularemia, tratando de reducir la exposición de las personas a dicha enfermedad”, agrega la investigadora.

Además de investigadores de iuFOR y Universidad de Valladolid, en el trabajo han participado científicos del CSIC (IREC), del Instituto de Salud Carlos III (Madrid), y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Bibliografía

Ruth Rodríguez-Pastor, Raquel Escudero, Dolors Vidal, François Mougeot, Beatriz Arroyo, Xavier Lambin, Ave Maria Vila-Coro, Isabel Rodríguez-Moreno, Pedro Anda y Juan J. Luque-Larena. Density-Dependent Prevalence of Francisella tularensis in Fluctuating Vole Populations, Northwestern Spain. Emerging Infectious Diseases. DOI: https://doi.org/10.3201/eid2308.161194