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Un ‘hackeo’ óptico muestra un agujero de seguridad en un sistema criptográfico

Un ‘hackeo’ óptico muestra un agujero de seguridad en un sistema criptográfico

La Universidad de Valladolid encuentra vulnerabilidades en el envío  de claves secretas a decenas de kilómetros mediante láseres ultralargos

En el campo de la investigación ha emergido un nuevo método criptográfico para el intercambio seguro de información. Se basa en láseres ultralargos de fibra óptica. Por medio de estos enlaces de luz, se pueden enviar datos cifrados a decenas de kilómetros de distancia. Supone una alternativa más económica a la criptografía cuántica, que garantiza la absoluta confidencialidad, pero está todavía en ciernes. Sin embargo, un equipo de investigación de la Universidad de Valladolid ha encontrado agujeros por donde podría atacar un pirata informático. El trabajo ayuda a pulir estos sistemas de seguridad y evitar el filtrado de información sensible para las organizaciones.

La criptografía cuántica pone en práctica el principio de incertidumbre de Heisenberg. De manera muy sucinta, el principio viene a decir que el observador modifica lo observado, eso sí, en la minúscula escala espacial en la que opera la física cuántica. Al introducir este factor, el observador modificando lo observado, cuando alguien se inmiscuye en una transmisión cifrada con criptografía cuántica, el emisor y el receptor se enteran de esa interferencia en el mensaje transmitido. Ese chivatazo garantiza la confidencialidad de forma absoluta.

Aunque ya existen empresas que comercializan sistemas de criptografía cuántica, esta tecnología todavía está en pañales y es costosa. Por ello, se ha desarrollado otro tipo de cripografía, basada en láseres ultralargos, también extremadamente segura, pero no totalmente y de forma demostrable, y de realización más simple.

Criptografía

Láseres ultralargos

El sistema se basa en aprovechar las propiedades físicas de los láseres ultralargos. Los láseres ultralargos disponen de una cavidad de varios kilómetros, lo que permite aprovechar su interior como soporte para la transmisión de un mensaje. Con este sistema, se pueden enviar datos de forma segura a unas decenas de kilómetros, desde Valladolid o Palencia a Dueñas, por ejemplo.

El catedrático Pedro Chamorro y el profesor Juan Carlos García Escartín, de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicaciones de la Universidad de Valladolid, pusieron a prueba uno de estos sistemas de encriptado más sofisticado, desarrollado por especialistas de Israel y del Reino Unido. Los investigadores de la UVa introdujeron una señal de sonda enmascarada en el ruido del propio láser y hallaron vulnerabilidades  en estos modelos. La demostración de estos agujeros de seguridad ha sido publicada en la revista científica IEEE Journal of Selected Topics in Quantum Electronics.

El trabajo se hizo no en un espacio físico, sino mediante ecuaciones y simulaciones. “Atacamos teóricamente una propuesta teórica”, resume Chamorro. No obstante, el soporte matemático de este trabajo científico se podría comprobar in situ porque los encriptadores del centro de investigación israelí disponen de estos láseres.

Parches

El trabajo de hackeo óptico advierte de los fallos en la seguridad de una transmisión de claves, por lo que también proporciona soluciones para parchear la transmisión. Un hacker es un experto en introducirse en sistemas informáticos sin permisos, puede ser de forma perniciosa o para definir parches en los sistemas de seguridad.

El grupo de investigación también trabaja en el ámbito de la información cuántica, que emplea recursos de esta naturaleza en tecnologías de la comunicación y la información. “Los ordenadores cuánticos permiten cálculos que no son posibles con omedios convencionales al aprovechar recursos cuánticos, como el entrelazamiento de las unidades de información”, expresa Chamorro. Por ello, en vez de las unidades de información convencionales, denominadas bits, se emplean cúbits. Los chips con cúbits en vez de bits son prometedores prototipos, aunque recientemente algunos fabricantes han anunciado ya para el mercado procesadores cuánticos de 17 o 49 cúbits.

Bibliografía

Juan Carlos García Escartín y Pedro Chamorro Posada. ‘Hidden Probe Attacks on Ultralong Fiber Laser Key Distribution Systems’. IEEE Journal of Selected Topics in Quantum Electronics. Vol. 24. No 3. May/June 2018. DOI: 10.1109/JSTQE.2017.2784539

 

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Descrita una proteína clave en la formación del aislante eléctrico de las neuronas

Descrita una proteína clave en la formación del aislante eléctrico de las neuronas

El IBGM, centro mixto UVa-CSIC, avanza en el conocimiento de las membranas de células gliales cuyo daño origina enfermedades como la esclerosis múltiple

Igual que la electricidad necesita un cableado para que no se escape la corriente, las prolongaciones de las neuronas están recubiertas de otras células que hacen las veces de fundas para que la comunicación entre ellas sea efectiva. Ese recubrimiento se lo ofrecen células gliales y se denomina mielina. En algunas enfermedades, como la esclerosis múltiple, esta capa protectora falla. Un equipo de investigación del Instituto de Biología y Genética Molecular (centro mixto Universidad de Valladolid-Consejo Superior de Investigaciones Científicas) ha descrito una proteína que juega un papel clave en la compactación del envoltorio. Su conocimiento ayuda a comprender mejor el sistema de protección de las prolongaciones de las neuronas y, en un futuro aún lejano, podría proporcionar nuevos fármacos para el tratamiento de enfermedades desmielinizantes como la esclerosis múltiple.

La apolipoproteína D es una vieja conocida para el equipo de investigación que encabezan Lola Ganfornina y Diego Sánchez, adscritos al Departamento de Bioquímica y Biología Molecular y Fisiología de la UVa. Desde 1992 han trabajado con esta molécula. Su papel más conocido es el de guía para las neuronas. En la fase embrionaria, las neuronas tienen una forma redondeada, pero poco a poco empiezan a estirar sus brazos, denominados axones, por los que se transmiten las señales eléctricas y químicas que dan sentido a todo el sistema nervioso. ¿Cómo saben las neuronas hacia dónde crecer? Esta proteína, también conocida como ApoD, hace de lazarillo y les enseña el camino.

Su papel no queda reducido a este pastoreo. La mielina es una vaina para los axones, las prolongaciones de las neuronas. Las células gliales protectoras se envuelven en torno a estos extremos, pero entre sus capas pueden dejar espacios. Si la funda queda deteriorada, las neuronas, células transmisoras del impulso nervioso, quedan expuestas a un daño. El IBGM ha descubierto ahora que para compactar estas vainas, la célula emplea la proteína ApoD. El trabajo ha sido publicado recientemente en la revista científica Glia.

En un trabajo experimental con ratones, el equipo investigador observó que aquellos en los que no se expresaba la proteína tenían una vaina más débil. En estos ratones, las células de su sistema nervioso envejecían más rápidamente. La investigación ha sido desarrollada en colaboración con el Instituto de Neurociencias de Castilla y León, de la Universidad de Salamanca.

“Llevamos persiguiendo las pistas que va dejando ApoD en las células gliales como si fuera una película policiaca”, explica Lola Ganfornina. Mediante imágenes de microscopía electrónica y confocal, el equipo científico observó la última pista, un movimiento de la proteína objeto de estudio desde la membrana, donde se sitúa de forma general, al interior de la célula. En la célula existe un sistema de reciclaje denominado lisosoma. Reutiliza compuestos que la célula ha desechado inicialmente o los reduce para expulsaros de forma ordenada al exterior. También ayuda a reciclar la membrana de la mielina, y de esta forma se controla su compactación, que la convierte en vaina aislante. Cuando el lisosoma no está estable, las funciones de reparación y reciclado se descontrolan y empiezan a afectar a otras partes de la célula. Es el origen de enfermedades como la de Niemann-Pick de tipo A. La proteína ApoD sirve de apoyo al lisosoma para evitar o minimizar su descontrol.

. Investigadoras del grupo del IBGM (Instituto de Biología y Genética Molecular, centro mixto UVa-CSIC) en torno al desarrollo y degeneración del sistema nervioso

Investigadoras del grupo del IBGM (Instituto de Biología y Genética Molecular, centro mixto UVa-CSIC) en torno al desarrollo y degeneración del sistema nervioso

Aplicaciones

Al saber cómo ApoD ayuda concretamente a compactar la mielina, este conocimiento puede ser útil para desarrollar nuevos fármacos en enfermedades desmielizantes, como la esclerosis múltiple. También puede servir para enfermedades donde el lisosoma yerra, no solo en células de la mielina, sino en otras células gliales.

La proteína ApoD está presente en estas células auxiliares del sistema nervioso, tanto en los astrocitos, que intervienen secundariamente en la sinapsis entre las neuronas, como en la mielina, la capa que protege las prolongaciones transmisoras de las señales eléctricas de las neuronas.

En los animales que no disponen de esta proteína, se ha observado que el cerebro envejece antes. En experimentos de comportamiento con ratones, aquellos que tenían anulada la expresión de la proteína perdían capacidades cognitivas asociadas a la memoria. A todos se les proporcionaba estímulos nuevos. El ratón es un animal curioso por naturaleza, por lo que se acercaban a estos estímulos, tales como figuras decorativas u otros objetos. Cuando se cambiaba alguna de estas piezas, los animales sanos se centraban en la nueva, mientras que los que tenían la proteína anulada no eran capaces de reconocer la novedad y regresaban a los ya observados. “No tenían recuerdos o eran muy vagos, por eso exploraban todos los estímulos indistintamente”, explica Ganfornina. Este deterioro está vinculado a enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.

. La investigadora del IBGM Nadia García Mateo analiza en el microscopio una muestra

La investigadora del IBGM Nadia García Mateo analiza en el microscopio una muestra

Bibliografía

Nadia García Mateo, Raquel Pascua Maestro, Alberto Pérez Castellanos, Concepción Lillo, Diego Sánchez, María Dolores Ganfornina. ‘Myelin extracelular leaflet compaction requires apolipoprotein D membrane management to optimize lysosomal-dependent recycling and glycocalyx removal’. Glia. DOI: 10.1002/glia.23274

 

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Varios virus infectan a un peligroso patógeno forestal mediante el uso de las nuevas técnicas genómicas

Varios virus infectan a un peligroso patógeno forestal mediante el uso de las nuevas técnicas genómicas

El hallazgo lo ha llevado a cabo un grupo de científicos del Grupo de Patología Forestal del campus de la Universidad de Valladolid en Palencia

Las nuevas técnicas de secuenciación de genomas son capaces de obtener millones de secuencias de ADN (o ARN) en un solo procesado de la muestra. Investigadores de la Unidad de Patología Forestal del Campus de Palencia (iuFOR; UVa-INIA) en colaboración con el Natural Resources Institute Finland (LUKE, Finlandia) han puesto a punto el uso de secuenciación masiva de ARN para identificar virus asociados a un peligroso patógeno forestal: Fusarium circinatum, el hongo causante del chancro resinoso del pino. Esta especie provoca gran mortalidad de plántulas de pino en vivero, causando graves daños al arbolado adulto en pinares y repoblaciones alrededor del mundo, incluido nuestro país.
“Esta clase de análisis provee de millones de datos, pero identificar un virus entre miles de secuencias requiere de un minucioso análisis bioinformático” explica E. Jordán Muñoz Adalia investigador predoctoral de la UVa. Los virus que infectan hongos forestales pueden en ocasiones ser de utilidad para detener estas patologías del arbolado, puesto que algunos de ellos debilitan al hongo, haciendo que la planta supere la enfermedad. “Con estos métodos, es posible detectar virus incluso cuando se encuentran en muy baja proporción en las muestras silvestres” añade J.J. Diez Casero, director de la investigación. El trabajo está también supervisado por la investigadora del campus de la Yutera Mercedes Fernández.

Cepas del hongo 'Fusarium circinatum' creciendo en medio de cultivo para la posterior extracción de ARN
Cepas del hongo ‘Fusarium circinatum’ creciendo en medio de cultivo para la posterior extracción de ARN

Resultados

Los resultados del estudio, que han sido recientemente publicados en la revista internacional Archives of Virology (de la prestigiosa editoral Springer), serán de gran utilidad en el estudio de esta grave enfermedad forestal que provoca cuantiosas pérdidas económicas en España.
El Instituto de Investigación en Gestión Forestal Sostenible de la UVa, al que pertenecen los miembros del trabajo, está llevando a cabo una intensa actividad en el estudio de diversas patologías forestales, donde se han desarrollado ya una quincena de tesis doctorales. Los miembros de esta Unidad coordinan diversos proyectos nacionales e internacionales sobre esta enfermedad, como el Proyecto PINESTRENGTH (financiado por la Unión Europea), en el que participan 36 países de todo el mundo.
Durante su existencia, este grupo ha organizado diversas reuniones internacionales, como el Congreso IUFRO (International Union of Forest Research Organizations) celebrado en el año 2011, sobre enfermedades forestales, que contó con la participación de investigadores de 17 países; o de carácter nacional, como el congreso de la Sociedad Española de Fitopatología (SEF) que se desarrolló en el año 2016 en el Teatro Principal y en el Palacio de la Diputación de Palencia.

Chancro resinoso del pino

Chancro resinoso del pino. Foto: Pablo Martínez Álvarez

Bibliografía

Muñoz-Adalia E.J., Diez J.J., Fernández M.M., Hantula J. & Vainio E.J. 2018. Characterization of small RNAs originating from mitoviruses infecting the conifer pathogen Fusarium circinatum. Archives of Virology. https://doi.org/10.1007/s00705-018-3712-2

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La adición de sustancias ácidas naturales mejora los productos sin gluten de nueva hornada

La adición de sustancias ácidas naturales mejora los productos sin gluten de nueva hornada

La Universidad de Valladolid investiga las bases para elaborar este tipo de alimentos más nutritivos y apetitosos

Cada vez es más habitual la presencia de productos sin gluten en las estanterías de los supermercados. Además de las personas con celiaquía u otras patologías asociadas a este conjunto de proteínas presentes en cereales como el trigo, existen consumidores que demandan estos alimentos de forma creciente. Al calor de esta demanda, un grupo de investigación de la Universidad de Valladolid, ProcerealTech, trabaja en mejorar las propiedades nutricionales y el sabor de estas alternativas a los panes, bollos o galletas convencionales. Recientemente han observado que la adición de sustancias ácidas naturales, similares a las producidas de forma espontánea por las masas madre utilizadas tradicionalmente en la elaboración de panes de trigo, permiten una mejora de estos productos.

En el horno de cualquier tahona, hay un momento en el que la masa fermenta y se reduce su pH. Como si se tratara de una panadería, el equipo científico ha utilizado la acidificación y la adición de proteínas exógenas, además de otros ingredientes de alto valor nutricional, para mejorar las características de estos alimentos. “Generalmente, se emplea harina de arroz u otras harinas pobres desde el punto de vista nutricional para elaborar los productos sin gluten”, explica Felicidad Ronda, responsable del equipo de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia.

Para mejorar las características nutricionales y organolépticas de la harina de arroz como substituta del trigo, se emplea almidón procedente de arroz, maíz, patata o tapioca. Una línea de investigación de esta unidad de investigación consolidada reconocida por la Junta de Castilla y León trabaja en el enriquecimiento proteico de productos sin gluten. Para ello, complementa las harinas de arroz con proteína de guisante, de soja, de albúmina de huevo o de caseína de leche de vaca o modifican el proceso mediante la acidificación de las masas, como se hace en la elaboración del pan de trigo.

La investigadora Marina Villanueva muestra productos sin gluten horneados en la Universidad de Valladolid

La investigadora Marina Villanueva muestra productos sin gluten horneados en la Universidad de Valladolid

Margen de mejora

Un trabajo de investigación publicado en la revista científica Food Hydrocolloids presenta unas mejoras en la elaboración de alimentos en los que se han cambiado la proporción de dos tipos de ingredientes: por un lado, el tipo de almidón (patata, arroz o tapioca); por otro, la proteína añadida (soja o albúmina de huevo). A partir de esta labor de cocina científica, el equipo del Departamento de Ingeniería Agrícola y Forestal con sede en el edificio Lucía de Valladolid obtuvo geles más consistentes y adecuados para su uso alimentario. Los geles se forman en la elaboración de cremas salsas y postres. “Estudiamos las bases científicas que nos permiten elaborar productos sin gluten más nutritivos y apetitosos”, explica Marina Villanueva, a cuya tesis doctoral pertenecen estos resultados obtenidos en colaboración con la Universidad Aristóteles de Salónica (Grecia).

El trabajo de investigación ha permitido establecer un margen de maniobra en la modificación del nivel de acidez que ahora puede resultar útil a la industria agroalimentaria. En concreto, la adición de un porcentaje de proteína procedente de albúmina de huevo o de soja combinado con la reducción del pH es capaz de modificar las temperaturas de cocinado y las consistencias de los geles obtenidos a partir de almidones de arroz, patata o tapioca empleados en los productos sin gluten. Con ello, se podrán mejorar las formulaciones de estos productos.

Para ello, el equipo empleó técnicas de laboratorio como la calorimetría diferencial de barrido, la medida de propiedades reológicas de los geles y la microscopía laser con focal para observar los cambios.

 

Integrantes del grupo de investigación ProCerealTech, de la Universidad de Valladolid

Otras líneas

En el objetivo de obtener mejores productos sin gluten, la unidad investigadora también ha trabajado en el enriquecimiento con fibra soluble a partir de avena o cebada y actualmente mantiene abiertas dos líneas en el estudio de la modificación física de harina sin gluten y en la búsqueda de granos distintos para la obtención de nuevas harinas de elevado valor nutricional (como el teff o el trigo sarraceno).

 

 

Productos sin gluten enriquecidos elaborados en la Universidad de Valladolid

Productos sin gluten enriquecidos elaborados en la Universidad de Valladolid

Gluten como sinónimo de saludable

A pesar de la demanda creciente por parte de un sector de consumidores, la investigadora principal, Felicidad Ronda, recuerda que “no hay nada que demuestre el perjuicio para la salud del consumo de productos con trigo para aquellas personas que no padecen celiaquía ni ninguna otra forma de  intolerancia al gluten/trigo”. No obstante, para la científica “es obligado ofertar materias primas diferentes al trigo para diversificar la dieta y aumentar la oferta de productos saludables a los consumidores”.

Bibliografía

Marina Villanueva, Felicidad Ronda, Thomas Moschakis, Athina Lazaridou, Costas G. Biliaderis, ‘Impact of acidification and protein fortification on termal properties of rice, potato and tapioca starches and rheological behaviour of their gels’. Food Hydrocolloids. 79 (2018). 20-29

Limitaciones del estudio

El autor advierte que este estudio tiene ciertas limitaciones en las que quieren trabajar a futuro. Entre ellas están la inclusión del papel del transporte compartido, el desarrollo de las tecnologías de hidrógeno, las diferencias regionales y la falta de datos sobre disponibilidad de materiales, que no permite conocer con precisión cómo la escasez de estos podría afectar a la demanda.

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Un trabajo coordinado por el IOBA minimiza un fármaco en el tratamiento del ojo seco

Un trabajo coordinado por el IOBA minimiza un fármaco en el tratamiento del ojo seco

El medicamento experimental suplementa una proteína implicada solo con la parte esencial de la misma. El sistema, en fase muy preliminar, penetra mejor en la superficie ocular y reduce la inflamación

l literato y aviador Antoine de Saint-Exupéry dejó una cita grabada a fuego en la mente de algunos buenos diseñadores: «La perfección se alcanza no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando ya no queda nada más que quitar». Bajo esta misma premisa parece haber trabajado un equipo científico dirigido desde el Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada (IOBA) de la Universidad de Valladolid para mejorar el tratamiento del ojo seco. La investigación ha empleado en un fármaco la parte más activa de una proteína cuya disminución está implicada en enfermedades inflamatorias y con ello ha mejorado su efectividad.

“La inflamación juega un papel muy importante en el desarrollo del ojo seco”, advierte la responsable de la línea de investigación, Yolanda Diebold, líder de un equipo científico en el grupo de Superficie Ocular del IOBA. El ojo seco es una enfermedad ocular derivada de la alteración de la composición de la lágrima que baña la parte experior del órgano visual. Para suplir esta deficiencia, generalmente se emplean colirios. Sin embargo, las gotas administradas se encuentran una barrera natural muy efectiva que la vuelve impermeable a muchos medicamentos. La parte externa del ojo tiene que batallar día a día con agentes externos agresivos (polvo, microorganismos…), por lo que ha desarrollado una densa capa protectora. El fármaco convencional penetra con dificultad al interior de los tejidos. Un equipo multidisciplinar de la Universidad de Valladolid, compuesto por biólogos, biotecnólogos, tecnólogos farmacéuticos y optometristas, junto con tecnólogos farmacéuticos de la Universidad Complutense de Madrid, han logrado diseñar un fármaco experimental más pequeño y permeable al usar sólo una pequeña parte de una de las proteínas disminuidas cuando la superficie del ojo se inflama.

La proteína cuyos niveles disminuyen se denomina trombospodina-1. Está presente en los tejidos del cuerpo humano, entre ellos, los oculares. En trabajos experimentales previos, se había observado su implicación en el ojo seco, por lo que se propuso suplementarla desde fuera. “Sin embargo, esta proteína es muy grande y compleja”, matiza Diebold. Introducir una proteína voluminosa a través de una barrera celular densa es una misión complicada. El equipo investigador seleccionó de la proteína su parte más específica, un péptido, y formuló el sistema de transporte y protección para abrirse camino hacia el interior. Los resultados han sido publicados en Experimental Eye Research.

Una investigadora del IOBA pipetea en uno de los laboratorios de investigación del instituto

Una investigadora del IOBA pipetea en uno de los laboratorios de investigación del instituto

Cultivos celulares y ojos de cerdo

El fármaco experimental se empleó en células de córnea humanas y en ojos de cerdos obtenidos de mataderos. Los suidos son animales muy parecidos al ser humano en muchos aspectos anatómicos. El péptido lograba penetrar la córnea y lo hacía más profundamente que los tratamientos convencionales tanto en tiempos cortos, cinco minutos después de la administración, como más largos, una hora.

El equipo investigador quiere llevar ahora el nuevo tratamiento a Estados Unidos. Diebold, doctora en Medicina y Cirugía, colabora habitualmente con un equipo de inmunología de la Universidad de Boston. Este grupo dispone de unos ratones con ojo seco que carecen por completo de la proteína objetivo y es necesario probar si el fármaco experimental es eficaz contra la enfermedad.

Precisamente, el equipo dirigido por Diebold trabaja en el desarrollo de modelos de estudio in vitro (con cultivos celulares) y ex vivo (con muestras extraídas de pacientes u ojos de cerdo) para reducir la presencia de animales de experimentación en los laboratorios, en consonancia con la directiva europea de 2010.

magen de microscopía. Se observa la penetración de la proteína (en verde) en la superficie ocular

Imagen de microscopía. Se observa la penetración de la proteína (en verde) en la superficie ocular

Prevalencia del ojo seco

El ojo seco es una enfermedad ocular con una prevalencia entre el 10 y el 30 por ciento de la población. Se produce en mayor porcentaje en mujeres que en hombres, ya que tiene un componente hormonal. De hecho, es más frecuente tras la menopausia. No obstante, se ha observado un incremento en los últimos años, también en varones, derivado de la sequedad de ambientes de trabajo o del uso constante de pantallas en oficinas o en la vida cotidiana.

Bibliografía

Laura Soriano Romaní, Jesús Álvarez Trabado, Antonio López García, Irene Molina Martínez, Rocío Herrero Vanrell, Yolanda Diebold. ‘Improved in vitro cornela delivery of a thrombospondin-1-derived peptide using a liposomal formulation’. Experimental Eye Research. 167 (2018) 118-121. DOI: https://doi.org/10.1016/j.exer.2017.12.002

 

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La producción de microalgas para uso agrícola mejora con nuevos fotobiorreactores experimentales

La producción de microalgas para uso agrícola mejora con nuevos fotobiorreactores experimentales

La UVa aumenta el potencial de uso de estos microorganismos, empleados para la retención de C02 en los suelos y como fertilizantes

En la lucha contra el cambio global hay un pequeño ser con capacidades provechosas. Son las microalgas, microorganismos con capacidad de fotosíntesis repartidos no solo en mares y terrenos acuosos, también por suelos de todo el planeta. Un proyecto Life+, en el que participa la Universidad de Valladolid (UVa), ha estudiado la forma de aprovechar estas algas microscópicas en actividades agroindustriales tanto para capturar dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero más preocupante en estos momentos, como para servir de abono una vez descompuesto. En este marco, un equipo de ingeniería agraria de la UVa en el campus de Palencia han diseñado nuevos depósitos para el cultivo de microalgas. Los fotobiorreactores aceleran el proceso de crecimiento e incrementan la carga fertilizante en las microalgas.

Los suelos contienen de forma natural microalgas. En la Meseta Norte, es habitual encontrar el género Chlorella, organismo unicelular del tamaño de un glóbulo rojo pero de un intenso color verde. “Está más presente cuando más húmedo es el suelo”, explica el catedrático de Ingeniería Agrícola y Forestal Luis Manuel Navas. “El proyecto Life+ Integral Carbon persigue minimizar la carga de dióxido de carbono en la producción agroindustrial”, resume el responsable del grupo de investigación de la UVa participante. En un marco más amplio, la iniciativa, que involucra a centros de investigación y al sector industrial, ha diseñado un sistema circular de aprovechamiento y reutilización de residuos en el que participan las microalgas.

Los fotobiorreactores son piscinas de plástico de tres metros cúbicos de capacidad, aproximadamente, y recuerdan a las que emplean los niños para bañarse. Allí crecen las microalgas, a las que se les controla la temperatura, el dióxido de carbono, el nivel de acidez del agua y la conductividad eléctrica producida. El equipo científico testó digestatos como sustrato para el crecimiento de los microorganismos. Los digestatos aportan los nutrientes que necesitan estos seres y proceden de residuos de las explotaciones donde terminarán las microalgas. En el desarrollo de estos dispositivos han colaborado investigadores de la Universidad de Burgos y del Centro de Desarrollo Biotecnológico del CSIC, ubicado en Boecillo (Valladolid). Los resultados de esta investigación han sido recientemente publicados en la revista científica Science of the Total Environment.

Vino y leche

Los digestatos que sirven de alimento para las microalgas proceden de las industrias vinícola y lechera. Pellejos y rastrojos de vides y de efluentes sobrantes de productos lácteos sirvieron para la generación de biogás. El combustible era empleado en las explotaciones, pero a cambio dejaba un rastro en forma de digestatos y de dióxido de carbono (CO2) emitido a la atmósfera. Los digestatos se destinaron a substrato de las microalgas, que a su vez capturan el gas de efecto invernadero. Con ello se dibuja un sistema circular. De forma global, el proyecto pretende aprovechar los subproductos de la producción de vino y leche, reducir el impacto ambiental y crear nuevos fertilizantes para uso agrícola.

“Queremos que los suelos mejorados con microalgas no solo sean más eficientes, sino que además se mantengan en el tiempo, por ello, no solo es importante que capturen CO2, sino que una vez descompuestas, las algas sirvan de abono”, resume Navas.

Para el desarrollo de estos nuevos fotobiorreactores, la Universidad de Valladolid actualizó y mejoró una patente previa. Ahora persigue transferir esta tecnología a la industria.

El proyecto Life+ Integral Carbon se desarrolló entre 2014 y 2016, si bien parte de la iniciativa se amplió a 2017. Participaron las universidades de Valladolid y Burgos, la Fundación General de la UVa, el Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario de Extremadura (CTAEX), la Asociación Vitivinícola de Uclés (Cuenca) y la empresa Kepler Ingeniería y Ecogestión, con sede en Burgos.

 

Cultivo de 'Chlorella ellipsoidea

Cultivo de ‘Chlorella ellipsoide. Foto: Dave Thomas

 

Bibliografía

Evan A.N. Marks, Jorge Miñón, Ana Pascual, Olimpio Montero, Luis Manuel Navas, Carlos Rad. ‘Application of a microalgal slurry to soil stimulates heterotrhopic activity and promotes bacterial growth’. Science of the Total Environment. 605-606 (2017) 610-617. DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.scitotenv.2017.06.169

 

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El absentismo por baja laboral supone un sobrecargo de 3000 millones para las arcas públicas

El absentismo por baja laboral supone un sobrecargo de 3000 millones para las arcas públicas

Economistas de la Universidad de Valladolid desarrollan una metodología para estimar cuándo se alarga el permiso más allá de la recuperación fisiológica en un accidente en el trabajo

En una baja laboral por accidente, puede ocurrir que quien la padezca no se incorpore inmediatamente a su puesto de trabajo y alargue más de lo estrictamente necesario este periodo de recuperación. Esta acción tiene un coste que repercute, al final, en la economía del Estado, dado que en España esta cobertura se realiza a cargo de la Seguridad Social. Economistas de la Universidad de Valladolid en el campus María Zambrano de Segovia han desarrollado una metodología que estima tanto el coste de este tipo de absentismo como el momento en el que se produce tal comportamiento oportunista. El equipo investigador calcula que de los 26 días de media, los once y medio finales corresponderían a una prórroga innecesaria y atribuye un sobrecoste de unos 3000 millones de euros para las arcas públicas entre 2005 y 2013 por la asunción de este riesgo moral.

Un riesgo moral es aquel que una parte asume a su favor cuando tiene más información que la otra en un contrato. Un ejemplo es el del contratante de un seguro sanitario. Generalmente, la persona asegurada tiene más información que su compañía respecto a su propio estado de salud, por lo que está en ventaja a la hora de negociar las condiciones. El equipo de investigación del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Valladolid aplicó este concepto para estudiar las bajas por accidente laboral en España. “Podemos dividir este periodo de recuperación en dos partes, el relativo a la recuperación de la lesión en sí, y el del riesgo moral que puede asumir el afectado para prolongar el periodo de restablecimiento”, explica Ángel Luis Martín Román, responsable de la investigación.

El coste de la duración del riesgo moral está estudiado en economías como la estadounidense o las escandinavas, pero apenas se ha tratado desde un punto de vista de la economía positiva en España. El trabajo de investigación ha sido publicado recientemente en la revista European Journal of Health Economics.

Ángel Luis Martín Roman y Alfonso Moral, profesores de la Universidad de Valladolid

Ocurrencia y duración

El equipo científico recabó datos de las situaciones de incapacidad temporales registradas en la Seguridad Social entre los años 2005 y 2013. La Ley General de la Seguridad Social establece dos tipos de bajas, vinculadas o no al trabajo. Las bajas por accidente laboral suceden cuando la persona trabajadora no puede acudir a su puesto de forma temporal por una lesión o enfermedad profesional.  En el caso de las segundas, el trabajador asegurado percibe desde el primer día el 75 por ciento de la base reguladora y tiene garantizada la asistencia sanitaria y los tratamientos necesarios para recuperar su estado de salud. Los accidentes de trabajo son muy variables, incluyen daños físicos como contusiones, heridas, fracturas óseas e incluso amputaciones, pero también psicológicos como traumas.

Los datos del ministerio de Empleo sirvieron como variables en una fórmula y así conocer la duración ideal de cada tipo de baja por accidente. “Se realizaron comparaciones de las bajas estadísticamente similares y, a partir de un análisis denominado de frontera estocástica, se estableció el límite de tiempo que lleva la recuperación de cada tipo de baja. A partir de este mínimo, se puede estimar el riesgo moral asumido por parte del asegurado, este tipo de absentismo”, explica Martín Román.

El procedimiento descrito es una aproximación metodológica novedosa que se puede exportar a otros países con un sistema de cobertura de Seguridad Social como el español. Precisamente en el artículo, se establece una comparación con otros doce países europeos occidentales sobre el sistema de compensación de las bajas laborales cubiertas por el Estado.

Resultados

 

El análisis llevado a cabo con datos de entre 2005 y 2013 lleva a los investigadores a afirmar que de los 26 días de media que dura una baja por accidente laboral, alrededor de 11,5 días corresponden a un comportamiento oportunista del trabajador. Trasladado a costes económicos, los economistas establecen que cerca del 45% de los costes es atribuido a una prolongación más allá del límite ideal de la recuperación de las lesiones. En ese periodo de tiempo, se destinaron un total de 6920 millones de euros para retribuir estas ausencias del trabajo por motivos de salud. Alrededor de 3000 millones, según el cálculo del equipo de Análisis Económico, se podrían atribuir a comportamientos absentistas. “Las medidas de política económica podrían ser más efectivas para reducir este coste, dado que estamos hablando de dinero público”, remarca Martín Román.

El periodo de estudio abarcó tanto un periodo de crecimiento económico, como la explosión de la crisis. Aunque el coste de las bajas se redujo en los peores años como consecuencia también de la reducción del número de empleados, los investigadores se sorprendieron al observar que el absentismo por baja laboral también aumentó. “Lo interpretamos en un marco de precariedad, marcado por los trabajos temporales. En este contexto, esta ayuda social podría servir para mantener unos ingresos a los trabajadores”, resume el investigador principal.
Previamente, el equipo de economistas había descrito patrones entre hombres y mujeres, y entre trabajadores locales y foráneos respecto a estos periodos retribuidos de recuperación. “En el caso de las mujeres, se observa una menor ocurrencia de bajas laborales por accidente, pero de mayor duración, que atribuimos a que suelen emplearse en puestos con menos riesgos físicos. En el sector del transporte de mercancías, por ejemplo, suceden más accidentes de tráfico que en otros ámbitos, y es mayoritariamente ocupado por hombres”. En el caso de los trabajadores inmigrantes, ocurren menos bajas y son de duración más corta que los nacionales, según los trabajos de la Universidad de Valladolid.

Bibliografía

Ángel Martín-Román, Alfonso Moral, ‘A methodological proposal to evaluate the cost of duration moral hazard in workplace accident insurance’. European Journal of Health Economics (2017) 18: 1181-1198. DOI: http://10.1007/s10198-017-0878-6

 

 

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La Universidad de Valladolid analiza la contaminación de suelos agrícolas fertilizados con lodos y compost

La Universidad de Valladolid analiza la contaminación de suelos agrícolas fertilizados con lodos y compost

Una investigación desarrollada en suelos agrícolas de Palencia ha permitido comprobar que los residuos orgánicos incrementan el contenido de PCB, con concentraciones que no implican ningún tipo de riesgo para la salud humana

Investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia de la Universidad de Valladolid (UVa) estudian si se origina contaminación cuando se utilizan lodos procedentes de estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) y compost de basuras urbanas en la fertilización de suelos agrícolas.

En un trabajo desarrollado en dos parcelas de la localidad palentina de Villamediana, los científicos han estudiado el grado de contaminación de los suelos agrícolas por policlorados bifenilos (PCB). Estos compuestos contaminantes tienen su origen principal en la deposición atmosférica de la contaminación ambiental, debida a las emisiones de algunas industrias y las reservas que existen todavía de estos compuestos, afectando a los lodos que se obtienen en la depuración de las aguas residuales y el compost de residuos sólidos urbanos. Aunque en la actualidad está prohibida la fabricación de PCB, siguen estando en el medio ambiente y son potencialmente peligrosos para la salud. Por este motivo, los investigadores han estudiado su presencia después de fertilizar durante ocho años las tierras con estos residuos orgánicos.

Al comparar los suelos donde se aplicaron residuos orgánicos frente a suelos que no los recibieron, los científicos han determinado que los primeros aumentaron su contenido en PCB, según los resultados que recoge una tesis doctoral defendida por el investigador por Juan Manuel Antolín, dentro de un equipo dirigido por la profesora Mercedes Sánchez Báscones, perteneciente al Grupo de Investigación Reconocido en Tecnologías Avanzadas Aplicadas al Desarrollo Rural Sostenible (GIR TADRUS).

Sin embargo, los niveles alcanzados se quedaron muy por debajo de los valores establecidos para suelos alejados de zonas de emisión de estos contaminantes, de manera que no se estima que la utilización de estos compuestos orgánicos pueda suponer un riesgo para la salud.

Las líneas de investigación de este grupo que tiene su sede en la ETS de Ingenierías Agrarias de Palencia se centran en “la gestión, el tratamiento y el aprovechamiento agrario de residuos orgánicos, procedentes de industrias alimentarias o ganaderas para ser utilizados posteriormente como fertilizantes o enmiendas en suelos agrícolas y forestales o en la restauración de suelos degradados”, explica Juan Manuel Antolín. Dentro de este marco, la evaluación de la ausencia de toxicidad de estos residuos es fundamental cuando se aplican en suelos con cultivos, por su relación con la salud humana y animal.

En este caso, gracias a un proyecto subvencionado por la Junta de Castilla y León, cuyo objetivo era estudiar la viabilidad de utilizar lodos de las estaciones depuradoras y compost de residuos sólidos urbanos como fertilizantes en suelos agrícolas, se concluye que esta reutilización resolvería dos problemas: la gran cantidad de lodos generados en las estaciones depuradoras y la tendencia a la desertización de los suelos agrícolas de la comunidad, con contenidos de materia orgánica inferiores al 2%, a causa de las técnicas de laboreo intensivas.

Un aspecto fundamental era abordar la posible contaminación de los suelos agrícolas por algunos tipos de sustancias incluidas en los residuos orgánicos utilizados, como metales pesados y los PCB. Estos compuestos han sido ampliamente usados en la industria eléctrica, por ejemplo, en transformadores y condensadores como fluidos dieléctricos; y también en productos de consumo como tintas, papeles y pinturas. Sin embargo, en la actualidad, están incluidos en la lista de los contaminantes orgánicos persistentes prohibidos por el Convenio de Estocolmo por su toxicidad, bioacumulación, persistencia en el medioambiente y alta movilidad.

El mayor problema deriva de su acumulación en el tejido graso de los seres vivos y de su transferencia a través de la leche materna. Algunos estudios vinculan su presencia a alteraciones hormonales y problemas de aprendizaje en los niños. Por sus características físicas, los PCB tienden a acumularse en las zonas más frías del planeta, como los polos.

Trabajo de campo y de laboratorio

La gran aportación de este trabajo es que se ha realizado “en condiciones  ambientales reales, no en estudios de laboratorio”, destaca Juan Manuel Antolín. Para ello se eligieron dos parcelas, una de regadío y otra de secano, que se dividieron para aplicar distintos tratamientos: fertilización mineral y fertilización orgánica con lodo compostado, lodo deshidratado y compost de basuras urbanas. Además, se dejó otra subparcela como suelo control, sin tratamiento.

Los investigadores repitieron el proceso cuatro veces y tomaron muestras antes y después para medir aspectos edafológicos y la concentración de contaminantes. Además, también se realizaron análisis de plantas por su tamaño, producción y contenidos.

“Nuestra inquietud por el estudio de los PCB se debió a que estos compuestos están presentes a nivel global”, señala el científico, así que analizar su presencia “nos indicaría el nivel de calidad de nuestro medio ambiente más cercano”, teniendo en cuenta que en la región no existían este tipo de estudios.

Los tratamientos con los tres residuos orgánicos generaron un incremento de la concentración de PCB en el suelo agrícola. Aun así “están muy por debajo del umbral límite recomendado por la Unión Europea”. Además de la aplicación de residuos orgánicos, otra posible vía de llegada de estos compuestos al suelo es la deposición atmosférica, que el análisis del terreno de control descartó en este caso.

Tendencia a la reducción

Por otra parte, se realizó una simulación sobre la tendencia de estos compuestos, debida a la aplicación de residuos orgánicos en los suelos agrícolas, de forma continua hasta el año 2050. “Los valores obtenidos fueron muy próximos a cero, porque la tendencia de los PCB en el medio ambiente se está minimizando gracias a las normativas actuales, que además de prohibir su fabricación, obligan a que las reservas existentes se eliminen progresivamente”, apunta el experto. No obstante, “siempre es necesaria la labor de equipos de investigación que vigilen y determinen la posible existencia de sustancias tóxicas como los PCBs, evitando posibles problemas de contaminación”.

En ese sentido, de cara al futuro, “nuestro objetivo es determinar otro tipo de compuestos tóxicos, como dioxinas y furanos”. Al no estar restringidos por la legislación, escapan del control, así que “vigilar y prevenir posibles riesgos para la salud humana y animal es una de nuestras responsabilidades”, comenta Juan Manuel Antolín.

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Almacenamiento de hidrógeno para los coches del futuro

Almacenamiento de hidrógeno para los coches del futuro

El Grupo de Física de Nanoestructuras de la UVa realiza simulaciones por ordenador en busca de pilas de hidrógeno que muevan vehículos eléctricos. El equipo investiga también la catálisis química a través de nanopartículas, llamada a mejorar numerosos procesos industriales

El material que se busca sería “equivalente a una esponja”, explica el catedrático Julio Alfonso Alonso, “que es capaz de almacenar agua gracias a que tiene poros y pequeñas cavidades, lo que permite que entre el líquido y quede retenido”. En este caso, el objetivo es atrapar hidrógeno, que sería liberado mediante un aumento de la temperatura.

 Sin embargo, no se trata de quemar hidrógeno como combustible, sino de emplearlo como parte del sistema de un vehículo eléctrico. La generación de electricidad se conseguiría mediante un proceso químico, al lograr una reacción del hidrógeno en contacto con el oxígeno. Básicamente, el hidrógeno se oxida y los electrones que pierde se transforman en corriente eléctrica para las pilas que moverán los motores eléctricos. El único residuo de esa reacción es el vapor de agua, de manera que este método sería inocuo para el medio ambiente, logrando una propulsión sin emisiones contaminantes.

Hasta ahora el único sistema de características similares emplea bombonas de hidrógeno, pero genera muchas dudas, así que numerosas investigaciones teóricas y experimentales buscan mejorar el método. Desde el punto de vista de la simulación teórica, los científicos de la UVa calculan las características del material poroso que buscan.

“Hoy en día las simulaciones por ordenador son tan sofisticadas que casi equivalen a un experimento de laboratorio, con sus procesos físicos y químicos”, comenta el coordinador del Grupo de Física de Nanoestructuras de la Universidad de Valladolid. Los científicos tienen que analizar cómo sería la interacción del hidrógeno y el material que debe contenerlo, así como la forma de liberarlo posteriormente para generar la corriente eléctrica que movería el coche.

Los científicos trabajan con muchas propuestas, pero aún no han dado con el material definitivo. El Grupo de Física de Nanoestructuras se centra en los carbones porosos, que parecen tener todas las características de “esponja” que serían necesarias. En general, estos materiales de carbono tienen una estructura desordenada, con redes de poros y túneles interiores que los convierten en buenos candidatos para almacenar hidrógeno.

Uno de los materiales formados por carbono más populares es el grafeno, que tiene una sola capa de átomos y podría formar las paredes de los poros de esos futuros “contenedores” de hidrógeno. “Producir carbonos porosos es sencillo y barato, los químicos saben cómo hacerlo a partir de carburos, que son compuestos formados por carbono y un elemento adicional que se puede eliminar”, comenta Julio Alfonso Alonso. Por eso, en su opinión, el verdadero reto no está en producirlos ni en definir una estructura determinada o conseguir que los poros tengan un tamaño adecuado, todos ellos objetivos asequibles, sino en modificarlos mediante procesos físicos o químicos para aumentar su capacidad para almacenar hidrógeno hasta los niveles requeridos por la industria automovilística.

 

el catedrático Julio Alfonso Alonso, segundo por la izquierda

El catedrático Julio Alfonso Alonso, segundo por la izquierda

Catálisis química

El Grupo de Física de Nanoestructuras ha obtenido la calificación de Unidad de Investigación Consolidada por parte de la Junta de Castilla y León, un distintivo que reconoce a los grupos de investigación de la comunidad que cuentan con un mayor nivel de calidad y de producción científica. Aunque el trabajo sobre almacenamiento de hidrógeno ocupa buena parte de su tiempo, los científicos que lo integran desarrollan otra potente línea de investigación en torno a la catálisis química.

“Un catalizador es un material que ayuda a aumentar la velocidad de una reacción sin participar en ella. Por ejemplo, si en la actualidad los coches que tenemos emiten pocos gases nocivos es porque ya cuentan con catalizadores muy buenos”, afirma el catedrático.

La gran novedad en este campo es que los investigadores trabajan con nanopartículas, es decir, esperan desarrollar catalizadores basados en materiales de un tamaño tan pequeño que se puedan medir en nanómetros (la milmillonésima parte del metro). Lo más interesante es que las propiedades cambian en esta escala. “El oro es un material noble, no se oxida, pero si en lugar de tener un gran bloque, lo reducimos a unos pocos cientos de átomos, se convierte en reactivo y es un catalizador muy interesante”, pone como ejemplo el experto.

Las aplicaciones de estos estudios son incalculables porque casi todas las industrias químicas usan catalizadores y mejorarlos a escala nanométrica supone conseguir reacciones más rápidas y más eficientes.

Colaboraciones internacionales

 Tanto en la línea de almacenamiento de hidrógeno como en la de catálisis química, este grupo de la UVa mantiene colaboraciones internacionales de primer nivel, en la actualidad, con científicos de Estados Unidos, Bélgica e Israel. En España, mantienen estrechas relaciones con la Universidad de Burgos, el CSIC y la Universidad del País Vasco.

En muchas ocasiones, la colaboración se establece con grupos similares que realizan simulaciones teóricas por ordenador que resultan complementarias para el trabajo que están desarrollando. Otras veces requieren sus servicios grupos experimentales que trabajan en los laboratorios con materiales reales, para quienes resulta imprescindible apoyar sus resultados en la exactitud de los cálculos teóricos. “Nosotros podemos decirles lo que sucede en cada átomo”, apunta el investigador. Para desarrollar estas investigaciones, el Grupo de Física de Nanoestructuras se apoya en la financiación de proyectos nacionales y regionales.

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La cronología de los glaciares de la Cordillera Cantábrica es diferente a la de los europeos

La cronología de los glaciares de la Cordillera Cantábrica es diferente a la de los europeos

La máxima extensión de los glaciares cantábricos fue previa a la que se registró en Europa, según un artículo del Departamento de Geografía de la Universidad de Valladolid

La máxima extensión de los glaciares de la Cordillera Cantábrica durante la última glaciación del planeta no coincide con la de otras masas de hielo de Europa, según los datos publicados en un monográfico de The Geological Society. Investigadores de la Universidad de Valladolid (Uva) han analizado los estudios que existen al respecto y los han plasmado en esta síntesis, junto a dataciones realizadas por ellos mismos en los Picos de Europa y en la Montaña Palentina. Los resultados están más próximos a los registrados en los Pirineos y confirman que la glaciación en la península ibérica tuvo rasgos diferenciales.

“En el momento en el que se registra más frío, los glaciares cantábricos son más cortos pero de un mayor grosor”, comenta Enrique Serrano, investigador del Departamento de Geografía de la UVa. Su hipótesis es que, en una primera etapa todavía relativamente cálida, la cercanía con el océano habría provocado altos niveles de humedad y precipitaciones en forma de nieve, lo cual habría hecho que los glaciares ocupasen una gran extensión, aunque fuesen poco consistentes. Sin embargo, posteriormente aumenta el frío y se reducen las precipitaciones, momento en el que se registra el último máximo glaciar en Europa y la nieve se transforma en hielo formando una capa más sólida, pero de menor extensión.

Último periodo glacial

El último periodo glacial se registró hace 20.000 años, pero este trabajo, en el que también han participado investigadores de la Universidad de Cantabria y de la universidad escocesa de Aberdeen (Reino Unido), sugiere que en la Cordillera Cantábrica la máxima extensión de los glaciares se habría producido antes de 40.000 años.

Habitualmente, los expertos que estudian estos fenómenos utilizan diversas técnicas. Una de las más conocidas es la del carbono 14, que utiliza este isótopo para determinar la edad de los materiales. La materia orgánica que los investigadores encuentran en antiguos lagos (paleolagos) también permite establecer correlaciones temporales, ya que determinadas formas de vida necesitan condiciones climáticas muy determinadas para desarrollarse.

Por otra parte, el trabajo de campo es esencial. Los sistemas de información geográfica (SIG) y la fotointerpretación ayudan a entender lo que no se aprecia a simple vista. Por ejemplo, “podemos calcular la línea de equilibrio del glaciar, es decir, el momento en el que dejaba de acumular hielo y empezaba a fundirse”, teniendo en cuenta la topografía y utilizando modelos digitales del terreno. Hoy en día existe un programa preciso, desarrollado en la Universidad de Aberdeen por Ramón Pellitero, doctor por la Universidad de Valladolid.

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