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Simone Weil y el arte de prestar atención ‘suspendiendo el pensamiento’

Elona Agug/Pexels

En tiempos de notificaciones constantes, mensajes que reclaman una respuesta inmediata y un flujo incesante de información, la atención se ha convertido en un recurso escaso. No solo es difícil concentrarse, también lo es sostener la concentración el tiempo suficiente para profundizar en una idea, un problema o un texto.

La filósofa francesa Simone Weil (1909-1943) propuso hace casi un siglo una concepción de la atención que, lejos de quedar obsoleta, sigue hoy más vigente que nunca. En 1942 escribió el ensayo Reflexiones sobre el buen uso de los estudios escolares como medio de cultivar el amor a Dios. Lo dirigió al dominico Joseph-Marie Perrin, como guía para acompañar a jóvenes cristianos. Aunque el texto tiene un trasfondo religioso, sus ideas pueden leerse en clave universal.

‘Aquel que pasa sus años de estudio sin desarrollar la atención pierde un gran tesoro’

En la vida académica y profesional solemos asociar prestar atención con hacer un esfuerzo sostenido. Weil rompe con esta visión. Para ella, atender no consiste en contraer la mente como un músculo, sino en abrirla. Es un acto de receptividad, no de tensión.

Imagen en blanco y negro de una mujer joven de melena corta.
Retrato de Simone Weil de joven.
Wikimedia Commons

“La atención consiste en suspender el pensamiento, en dejarlo disponible, vacío y penetrable al objeto”, escribe. No se trata de forzar la solución, sino más bien de crear el espacio interior donde pueda aparecer lo que buscamos. Atender es, en gran medida, una manera de esperar.

Esta forma de entender la atención tiene implicaciones profundas en la educación. Para Weil aprender no es solo una cuestión de memoria, técnica o voluntad. Así, cuestiona la idea de que trabajar mucho deba equivaler a fatigarse. Propone, en cambio, un ritmo natural, como la respiración: se inspira y se espira. En sus palabras: “Veinte minutos de atención intensa y sin fatiga valen infinitamente más que tres horas de esa dedicación de cejas fruncidas”.

Aprender como fin en sí mismo, no como medio

La pensadora llega a afirmar que “la facultad de atención es el objetivo verdadero y casi el único interés de los estudios –escolares–”; lo que significa que, aunque olvidemos fechas, datos o fórmulas, el hábito de prestar atención permanece. Por eso considera que todas las materias, incluso las que parecen alejadas de nuestras afinidades, son valiosas como campo de práctica.

Imaginemos que un estudiante de letras se enfrenta a un problema de geometría que no logra resolver. Según la lógica habitual, ese tiempo podría considerarse “perdido” porque no ha encontrado la solución. Para la filósofa, en cambio, el esfuerzo atento servirá después para leer un poema, escuchar a un amigo o tomar una decisión importante. También Leonardo Da Vinci recomendaba a sus discípulos que contemplaran una pared blanca durante horas hasta hallar inspiración. Lo esencial no es el contenido puntual, sino la disposición interior que florece en la atención sostenida.

Portada del libro en francés de Simone Weil en el que habla de la atención, Attente de Dieu.
Portada del libro en francés de Simone Weil en el que habla de la atención, Attente de Dieu.
Wikimedia Commons

Además, la inteligencia se mueve únicamente por el deseo, y ese deseo necesita de la alegría para mantenerse vivo. “La alegría de aprender –escribe– es tan indispensable para el estudio como la respiración para el atleta”. Sin placer, el esfuerzo se convierte en una tensión dolorosa.

¿Prestar atención nos hace mejores?

Weil insiste en que la atención verdadera exige humildad. Reconocer que no sabemos, que quizás nos hemos equivocado, que necesitamos volver atrás y mirar de otro modo. Este reconocimiento no es una derrota, es parte del proceso. Al vaciar la mente de certezas apresuradas, la dejamos libre para percibir conexiones y matices que antes no veíamos.

La leyenda del Grial sirve como ejemplo. En Perceval o el cuento del Grial (siglo XII), Chrétien de Troyes narra la historia del joven caballero Perceval y su llegada al castillo del Rey Pescador, guardián del Grial. El monarca sufre una herida misteriosa que vuelve estériles sus tierras.

Una de las pruebas del relato nos muestra que la consecución del propósito no depende de la fuerza. Perceval presencia una procesión en la que aparece el Grial, una copa sagrada y legendaria. Sin embargo, no pregunta: “¿Qué es el Grial? ¿A quién sirve?”. Versiones posteriores relacionarán ese silencio con el incumplimiento de su destino caballeresco: el héroe que podía restaurar la fertilidad del reino no logra cumplir su misión por falta de atención y compasión.

Weil retoma este gesto sencillo para señalar la repercusión de la atención fecunda en nuestra relación con el mundo, con nuestro presente, y con los otros. La humildad también está en mirar al otro y reconocerlo como único e irrepetible.

Contra la dispersión contemporánea

Aunque el ensayo de Reflexiones tiene un trasfondo espiritual explícito –ella concibe la atención como la forma más pura de oración–, su propuesta puede entenderse fuera de un marco religioso. En el contexto contemporáneo, se acerca a lo que llamamos atención plena. Pero Weil no escribe sobre una estrategia para mejorar el rendimiento o la productividad, sino como un camino para dejar de imponer al mundo nuestros prejuicios y ampliar así nuestra capacidad de encuentro con lo real.

En el fondo, lo que está en juego es nuestra presencia. Cultivar la atención es aprender a mirar y a escuchar de tal modo que dejemos un espacio para que la verdad pueda aparecer, en cualquier ámbito de la vida. Si estamos atentos, estamos presentes.


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Sofía Esteban Moreno recibe fondos de ayudas de Formación del Profesorado Universitario (FPU) financiadas por la Agencia Estatal de Investigación, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Asimismo, forma parte del proyecto TRANSFERRE. Referencia: PID2023-148361NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y cofinanciado por la Unión Europea.