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La UVa renueva su acreditación como miembro de la Red de Unidades de Cultura Científica de la FECYT

La UVa renueva su acreditación como miembro de la Red de Unidades de Cultura Científica de la FECYT

La Universidad de Valladolid reafirma de este modo su compromiso con el fomento de la cultura científica y tecnológica a través de su UCC+I

La Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+I) de la Universidad de Valladolid (UVa) ha cumplido con éxito los requisitos para renovar su registro en la RedUCC+I de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) por dos años, hasta diciembre de 2026, según la resolución publicada por esta fundación pública. Esta acreditación reafirma el compromiso de la UVa con el fomento de la cultura científica a través de este servicio universitario.

La unidad, dependiente del vicerrectorado de Investigación, ha cumplido en el proceso de evaluación con los requisitos establecidos por esta organización dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Desde su registro en 2019 en esta red, la UCC+I de la UVa ha superado cada periodo de renovación con solvencia.

Un total de 111 organizaciones españolas disponen en la actualidad de estos servicios especializados, nodos de una tupida maya destinada a hacer llegar la investigación a la ciudadanía. El procedimiento de acreditación o renovación en la Red de Unidades de Cultura Científica y de la Innovación (RedUCC+I) se publica en el Boletín Oficial del Estado (BOE) cada año desde 2024. Superarlo acredita la condición de miembro en la RedUCC+I por dos años. La resolución provisional ha sido publicada el 23 de junio de 2025 tras el informe firmado de un comité de evaluación, formado por tres especialistas en comunicación social de la ciencia

El vicerrector de Investigación, Enrique Baeyens, ha valorado la renovación como “un paso más en la consolidación de la actividad de la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación en la Universidad de Valladolid” y recuerda “la creciente importancia que está adquiriendo la difusión de la labor investigadora, entendida como transferencia social del conocimiento, en el desarrollo de la carrera profesional del personal investigador; y de las estructuras que facilitan esta actividad”.

Cuatro actividades de divulgación científica de la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación de la Universidad de Valladolid. De izquierda a derecha, Noche Europea de l@s Investigador@s, Lo que no te contaron los cuentos clásicos, El legado del Premio Nobel, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

¿Qué es una UCC+I?

Las unidades de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+I), como la de la Universidad de Valladolid, son las intermediarias entre las instituciones que las acogen y la ciudadanía, con el objetivo principal de promocionar la cultura científica, tecnológica y de la innovación. Lo hacen a través de actividades de diversa tipología: generan comunicación de resultados de I+D+I, realizan divulgación del conocimiento científico y tecnológico, forman al personal investigador de la entidad en habilidades comunicativas y divulgativas, generan conocimiento sobre comunicación social de la ciencia.

Desde que se pusieron en marcha en 2007, estas estructuras han permitido a sus instituciones profesionalizar y coordinar la actividad divulgadora con personal técnico especializado al servicio tanto de la comunidad investigadora como de la sociedad. Para ser considerada como UCC+I, las organizaciones deben cumplir una serie de requisitos mínimos establecidos por FECYT, referidos a su presupuesto, su personal y a un cumplimiento de estándares e indicadores en las acciones divulgativas desarrolladas.

En la UVa

La Unidad de Cultura Científica de la Universidad de Valladolid es un servicio dependiente del vicerrectorado de Investigación desde su creación. Entre otras funciones, es la encargada de organizar y coordinar las actividades divulgativas de la institución, como por ejemplo la Noche Europea de l@s Investigador@s, la Semana de la Ciencia en la UVa o el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Además, desarrolla actividades divulgativas propias de carácter innovador y participa en actividades conjuntas con otras UCC+I u otras estructuras de la universidad.

Está presente en la RedUCC+I de FECYT, en la Red de Divulgación y Cultura Científica (RedDivulga) de Crue Universidades Españolas y en el desarrollo de la red autonómica de unidades de Cultura Científica y de la Innovación de las universidades públicas de Castilla y León.

La UCC+I de la UVa dispone de un site propio (ucc.uva.es), así como de perfiles en los medios sociales Twitter, Instagram, Bluesky y Threads (en todos, bajo el usuario @UVadivulga).

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¿Podemos curar a los tomates usando perfumes?

Tomates afectados por la enfermedad fúngica llamada antracnosis. Dan Gabriel Atanasie/Shutterstock

El desperdicio alimentario en el mundo supone un tercio de todo lo que se produce (1 300 millones de toneladas anuales). En el caso de frutas y verduras, durante el almacenamiento y su distribución, están expuestas a diferentes patógenos que provocan las llamadas “enfermedades postcosecha”. Un ejemplo es la pudrición gris, provocada por el típico hongo grisáceo (Botrytis cinerea) que afecta las fresas y que puede atacar a muchos otros vegetales diferentes.

Fresa afectada por Botrytis cinerea.
Wikimedia Commons., CC BY

Una hortaliza popular y delicada

El tomate (o jitomate, en Mexico) es el tercer producto vegetal más importante del mundo a nivel económico, con una producción global de unas 200 millones de toneladas. La gran mayoría del tomate consumido mundialmente (el 80 %) se hace en forma de alimento procesado (salsas, zumos y sopas). Tanto fresco como procesado es una importante fuente de nutrientes para la dieta humana, como potasio, hierro, folato, licopeno, vitamina C, carotenos y compuestos fenólicos.

A pesar de su gran uso en todo el mundo, se trata de un vegetal muy delicado: puede ser atacado por más de 200 patógenos diferentes. De entre ellos, destaca el hongo Colletotrichum, que llega a provocar pérdidas de hasta el 30 % de los frutos almacenados. Este hongo provoca la enfermedad denominada antracnosis, caracterizada por la aparición de lesiones negras que van creciendo (según crece el hongo) hasta la total pudrición del tomate.

Tomate afectado por Colletotrichum coccodes.
Wikimedia Commons., CC BY

Para evitar la aparición de antracnosis en los tomates, desde que son cosechados y hasta que son consumidos, se utilizan diferentes estrategias, como baños en agua caliente, desinfección con ozono o la aplicación de fungicidas químicos. Sin embargo, las actuales normativas de seguridad alimentaria y las preferencias de los consumidores hacen necesario buscar alternativas que sean más respetuosas con el medioambiente y la salud humana y animal.

Con este objetivo se está estudiando el uso de extractos vegetales y microorganismos beneficiosos para proteger los frutos de sus patógenos.

Protección natural desinfectante

Los aceites esenciales son mezclas complejas de compuestos vegetales muy volátiles obtenidos mediante destilación de diferentes partes de las plantas. Debido a su fuerte olor, estos aceites son principalmente utilizados para la fabricación de perfumes y otros productos de cosmética.

Pero no solo son importantes por su fragancia. Los aceites esenciales contienen compuestos con una gran capacidad insecticida y antimicrobiana, razón por la cual cada vez se plantea más su uso en la conservación de alimentos.

En este contexto, investigadores de la Universidad de Valladolid (España) y del Centro de Investigación en Biotecnología Aplicada del Instituto Politécnico Nacional (México) hemos desarrollado un importante trabajo, publicado en la revista Food Bioscience. Empleamos aceites esenciales obtenidos a partir de hojas de hierba limón o, en México, zacatelimón (Cymbopogon citratus) y eucalipto (Eucalyptus globulus), mediante hidrodestilación o destilación con agua.

Nuestra idea inicial era poder obtener un producto efectivo contra la antracnosis del tomate (provocada por la especie Colletotrichum gloeosporioides) a partir de recursos naturales presentes en el territorio (plantas silvestres) y mediante una técnica sencilla (destilación con agua).

Hierba limón (Cymbopogon citratus), empleada por los investigadores para destilar el aceite esencial.
Wikimedia Commons., CC BY

Eucalipto y limón

Los aceites esenciales obtenidos de eucalipto y hierba limón por hidrodestilación se encuentran dentro de los estándares internacionales con respecto a densidad, solubilidad, turbidad o color, entre otros parámetros. Además, contienen potentes compuestos antimicrobianos, como el eucaliptol (en el aceite esencial de eucalipto) y el carveol (en la hierba limón).

Tras exponer al hongo a diferentes proporciones de estos dos compuestos, pudimos confirmar su gran capacidad para inhibir el crecimiento fúngico y la germinación de las esporas a muy bajas concentracciones.

Posteriormente, aplicamos los aceites esenciales en frutos de tomate almacenados a temperatura ambiente (21-25 ºC) y en frío (8 ºC) e infectamos los frutos con el patógeno realizando pequeñas heridas con bisturí. Los resultados obtenidos fueron sorprendentes: los aceites esenciales de hierba limón lograron reducir la enfermedad a la mitad, a temperatura ambiente, y al cien por cien, cuando los frutos estaban almacenados en frío.

Hongo Colletotrichum creciendo en medio de cultivo.
Wikimedia Commons., CC BY

Futuros trabajos se centrarán en el desarrollo de un producto comercializable basado en estos compuestos para usarlo en el almacenamiento de tomate. Es un importante avance en la búsqueda de alternativas accesibles y sostenibles para poblaciones con menos recursos, ya que pueden utilizar un producto kilómetro cero (producido y consumido en un radio de menos de 100 kilómetros).

The Conversation

Jorge Poveda Arias no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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Si quiere estar bien informado, no caiga en los titulares trampa (y este no es uno de ellos)

sutadism/Shutterstock

Hace veinte años, todavía era habitual ir a comprar el pan y el periódico. El papel requería una lectura pausada, pasar las páginas con los dedos y tener a mano un lápiz para rellenar un crucigrama.

Pero la crisis económica irrumpió a mediados de los 2000. Mientras internet crecía en las casas y las redes sociales llegaban a los móviles, los medios impresos se veían en una encrucijada: o digitalizarse o arriesgarse a morir.

En 2024, cuando la comunicación digital ha cumplido treinta años, el consumo de medios en papel se ha reducido a mínimos históricos: solo un 14 % de la población española lee la prensa impresa frente al 42 % de 2008. Los españoles preferimos utilizar internet, pero las noticias tampoco son nuestra prioridad.

En su lugar, enviamos mensajes y navegamos por las redes sociales. Unas redes que, paradójicamente, nos saturan de información rápida y constante. Y así, ese “digitalizarse o morir” de los medios se convierte en un reto permanente. O consiguen destacar entre la maraña de contenido online y captar nuestra atención, o sus posibilidades de mantenerse a flote peligran.

La brecha informativa entre medios y audiencias

Los medios funcionan como intermediarios entre la actualidad y la opinión pública. Los periodistas son “mensajeros” que nos informan de lo que no conocemos de primera mano: sucesos, guerras o incluso los resultados de un partido de fútbol.

Las cosas han cambiado. Algunos estudios señalan cómo la mayoría de los usuarios no accedemos a los medios. Las redes y las apps de mensajería instantánea son nuestras nuevas “mensajeras”. Solo de vez en cuando, si consiguen llamar nuestra atención lo suficiente, hacemos clic en las noticias.

Esto provoca una brecha informativa que ya se ha detectado en España. Mientras las portadas de los medios destacan la actualidad económica, política o social, el público lee y comparte noticias de deportes, sucesos o celebridades. Pero ¿es todo culpa nuestra?

En un entorno digital saturado y competitivo, que depende económicamente de las visualizaciones, los medios intentan destacar para lograr lo que algunos expertos llaman “periodismo de fácil consumo”. Utilizan atajos y tácticas para vender la información como atractiva, urgente o inusual y así atrapar al público.

Estas técnicas desplazan el criterio periodístico y priorizan el marketing y las preferencias de la audiencia con tal de que acceda a la noticia y, por tanto, puedan monetizarla.

Es decir, que si antes los medios nos ofrecían en sus páginas temas de política, economía o sociedad, ahora también publican curiosidades, vídeos impactantes y “Las cinco cosas que haces mal al conducir”. Porque, por la brecha informativa, saben que nosotros encontraremos y “picaremos” en esas noticias, aunque no aparezcan en sus portadas.

El titular que vende, pero no informa

Entre las técnicas más utilizadas por los medios para llamar nuestra atención está el clickbait –titular cebo–. El clickbait o gancho se basa en dos estrategias: la presentación de información incompleta, engañosa, confusa o llamativa y la inclusión de contenido sensacionalista.

La información incompleta usa titulares como: “Los mejores productos que no te puedes perder”, “¿Sabías que…?” o “Siete destinos exóticos increíbles”. Apelan a nuestro lado racional y a nuestra curiosidad para resolver la incógnita.

El sensacionalismo recurre a nuestro lado emocional: anécdotas, desastres, descubrimientos, curiosidades, consejos…

El clickbait es una estrategia deliberada que intenta atraer al lector y mantenerlo el máximo posible en la página. En sus inicios, lo utilizaban los tabloides y los pseudomedios, es decir, webs que imitan la apariencia de los medios tradicionales, pero dedicadas a desinformar y promover una agenda ideológica a través de la polarización y el populismo.

Sin embargo, su expansión a los medios tradicionales ha puesto en entredicho tanto la calidad de los contenidos periodísticos como la confianza que la audiencia deposita en ellos.

Cómo los medios de prestigio captan nuestra atención

En nuestro estudio Clickbait contagion in international quality media, impulsado desde la Universidad de Valladolid y la Universidad de Valencia, comparamos el clickbait que se promueve en la portada de varios medios internacionales de referencia, el que consigue el clic de la audiencia y el que se comparte en la red social X (antes Twitter).

¿El resultado? El titular gancho no es inocuo, es tóxico porque desinforma y desenfoca la información más importante de las noticias.

Los medios omiten datos clave mediante lagunas informativas o interrogantes incontestados, pero también tratan de impresionarnos y generar impacto.

El clickbait no solo afecta a temáticas irrelevantes o anecdóticas que entran en la agenda periodística, sino que se cuela en la actualidad política e internacional de las portadas. Pero es entre los contenidos más leídos por la audiencia, más propios de deportes o celebridades, donde triunfa. Las redes, sin embargo, no lo difunden en tanta medida.

Esta diferencia entre lo leído y lo compartido puede deberse a que, una vez clicamos en estos titulares, nos damos cuenta del engaño y no los difundimos. Otros autores, sin embargo, sugieren que podría deberse a nuestra necesidad de “guardar las apariencias”: leemos curiosidades o temas de famosos (más tendentes al clickbait), pero no queremos que nuestro entorno lo sepa. Por eso mismo, compartimos contenido sobre política o movimientos sociales, aunque no lo hayamos leído.

La presencia de clickbait en la prensa de prestigio indica un “efecto contagio” en los medios serios, tanto por sus temáticas como por la forma de presentárnoslas. Aunque no domina la oferta de estos medios ni se anuncia de forma mayoritaria en sus portadas, está en su agenda y funciona. Una realidad en la que los medios están dispuestos a sacrificar parte de su agenda a cambio de retenernos.

Esta elección tiene consecuencias, con una tendencia en aumento que provoca que el público desconfíe y evite las noticias.

Los medios pasan, así, de la crisis económica a la crisis de la relevancia. Una situación que no se soluciona aumentando de modo forzado los clics, sino que debe encontrar modelos alternativos para ser sostenibles y confiables para los lectores.

Al otro lado, la audiencia, desinformada y manipulada por las falsas expectativas del clickbait, merece una mayor atención y recursos de alfabetización mediática para no morder el anzuelo.

The Conversation

La publicación de la investigación mencionada en el artículo ha sido financiada por dos proyectos de investigación nacionales: «News puzzlement: Precarizased quality, over (dis)information and polarization», financiada por la Generalitat Valenciana (CIAICO/2021/125); y el proyecto ‘Digital native media in Spain: Typologies, audiences, building trust and keys to journalistic sustainability’, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

Dolors Palau-Sampio recibe fondos del proyecto de investigación CIAICO/2021/125.

Iris Sánchez-Sobradillo y Pilar Sánchez-García no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.