El creciente desajuste entre demanda y oferta de vehículos eléctricos plantea preocupaciones sobre la disponibilidad de recursos necesarios para su fabricación. Académicos y empresas coinciden en que existe escasez física, especialmente para las baterías.
¿Significa eso que ya no se fabricarán más vehículos eléctricos, o que se encarecerán masivamente en el medio o largo plazo? La respuesta es: no necesariamente.
Aquellos que llegan a estas conclusiones parten generalmente de una hipótesis errónea: una naturaleza estática. Al introducir los conceptos de empresa y transformación de recursos, la escasez física queda en segundo plano, y toma el mando la escasez económica.
Cómo hacer frente a la escasez
Por definición, un recurso es económicamente escaso cuando no se dispone de suficiente cantidad para satisfacer todas las formas en que una sociedad desea utilizarlo. Pero un recurso es algo cambiante y la sociedad tiende a adaptarse a sus propias necesidades de mano del avance de la tecnología.
Al igual que el metal no constituía un recurso para los hombres de las cavernas, pues no podían extraerlo o transformarlo, sí lo es para la sociedad actual. Lo mismo ocurre en el caso de los vehículos eléctricos.
Así, existen tres mecanismos para hacer frente a la escasez de un recurso: innovación, sustitución y reutilización.
Recursos escasos: litio y cobalto
En la actualidad, el litio y el cobalto son recursos clave en las baterías comerciales.
Existe una moderada cantidad del primero en el océano, pero su concentración es muy baja y extraerlo y purificarlo es actualmente inviable económicamente. Así que la mayor parte proviene de minas terrestres.
Su distribución geográfica es muy desigual. Las reservas de litio son escasas en Europa, Japón y África, lo que complica el desarrollo de industrias autónomas en estos territorios. Además, aunque China posee grandes cantidades, se encuentra mezclado con sodio, magnesio y otros elementos y, por tanto, también requiere de procesos de extracción y purificación complejos y costosos. Por tanto, el litio como material es abundante, pero como recurso es escaso.
Por otro lado, el cobalto está incluido en las listas de materias primas críticas de la Unión Europea y de Estados Unidos debido a su baja tasa de sustitución y reciclaje, así como al riesgo de interrupciones en su suministro. El 60 % de su producción mundial está concentrada en la República Democrática del Congo.
Innovación en la transoformación del recurso escaso
Una vía para remediar la escasez de un recurso es posibilitar o facilitar su extracción y transformación mediante avances tecnológicos. Las universidades están haciendo notables esfuerzos en esto. De hecho, dos investigaciones recientes, publicadas en revistas de alto impacto, proponen métodos de extracción de litio no perjudiciales con el medio ambiente.
La primera describe un dispositivo basado en energía solar para extraer y almacenar ese metal de manera eficiente. La segunda publicación presenta un proceso de extracción basado en diferencias de concentración de iones en agua, para recuperarlo de fuentes acuosas. Aunque la industria todavía se muestra reticente a su uso, estos avances representan un paso positivo.
Asimismo, la extracción selectiva de cobalto sigue atrayendo el interés académico. Este material se encuentra frecuentemente junto al níquel, por lo que su extracción requiere el uso de química innovadora para lograr una alta selectividad.
Buscando sustitutos
La búsqueda de sustitutos es una de las formas en las que el mercado soluciona la escasez de un recurso. En el caso del litio, el sodio ha emergido como una posible alternativa en la fabricación de baterías.
En el ámbito científico, se cree que, una vez desarrollado, el sodio podría usarse en aplicaciones similares a las de las actuales baterías de litio. La principal ventaja de las baterías de este elemento es su abundancia y su menor coste frente al litio. Su extracción y purificación son más económicas.
Además, los materiales de estas baterías se fabrican con metales abundantes y baratos como hierro, manganeso, cobre, vanadio y titanio. A diferencia de las baterías de litio, las de sodio no requieren cobalto, un recurso escaso, haciéndolas sostenibles y asequibles en países tanto ricos y pobres.
Aunque actualmente siguen en desarrollo, ya existen iniciativas comerciales que han comenzado a introducir baterías de sodio en el mercado. Tanto el mundo universitario como la industria coinciden en que tienen potencial, pero señalan que estas tecnologías serán soluciones complementarias en lugar de sustitutos absolutos.
En cuanto al cobalto, estudios recientes apuntan a la utilización de hierro como solución complementaria de bajo coste y alto rendimiento.
Reutilización del recurso escaso
La creciente demanda de vehículos eléctricos impulsa el desarrollo del mercado de reciclaje. Los métodos industriales actuales son intensivos en energía y poco sostenibles, mientras que los desarrollos académicos, aunque más ecológicos, no suelen permitir un desarrollo industrial escalable.
Actualmente, menos del 10 % del litio es reciclado anualmente. Aunque en las próximas décadas se espera que el reciclaje podría compensar parte de la escasez, sobre todo de metales, tiene que hacer frente a retos técnicos y ambientales.
Por tanto, la economía no se limita a los recursos físicos disponibles. La sociedad, en su naturaleza adaptativa, no dejará de tratar de satisfacer sus necesidades. La innovación tecnológica, la búsqueda de sustitutos y la reutilización constituyen estrategias clave para garantizar la sostenibilidad del sector.
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