TERESA DÍEZ ME FECIT (es decir, “Teresa Díez me hizo”).
En realidad, esto es todo lo que sabemos acerca de esta mujer que floreció en Toro (Zamora, España) a mediados del siglo XIV. El único testimonio que nos da cuenta de su existencia es epigráfico: la inscripción que acompaña a la representación de san Cristóbal en el conjunto de pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro.
No obstante, pese a la precariedad de las fuentes, sobre esta mujer corren ríos de tinta a los que solo podrá poner fin la improbable aparición de un documento que despeje las dudas acerca de su identidad.
Las pinturas murales en las que aparece su nombre, descubiertas a mediados del siglo XX, fueron arrancadas de los muros del coro del convento de Santa Clara en 1962. Tras una sucesión de eventos, se pueden ver actualmente en la iglesia de San Sebastián de los Caballeros de Toro.
La comunidad de clarisas a la que estas pinturas murales sirvieron durante un tiempo como imaginario para sus vivencias religiosas durante su vida en clausura abandonó el convento en 2019.
Su escaso archivo conventual no nos ha deparado documento alguno en el que aparezca el nombre de Teresa Díez o el de algún personaje que pudiera ser contemporáneo suyo. Solo el Archivo Apostólico Vaticano permite conocer a cierta sor Isabel Ibáñez, que hubo de ser readmitida en el convento en 1357 por orden del papa Inocencio VI. Sor Isabel quizás podría contarnos algo, pero, por desgracia, no es posible interpelarla.
¿Autora o comitente?
La duda más importante que plantea la inscripción que da a conocer a Teresa Díez es el valor que debemos dar a la expresión latina me fecit (me hizo). En principio, debemos entender que indica la ejecución material de la obra a la que se asocia (en este caso, las pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro). Si aceptamos esta interpretación, Teresa Díez sería una pintora y, como tal, la autora de uno de los conjuntos más importantes de la pintura castellana de estilo gótico lineal del siglo XIV.
Sin embargo, el concepto medieval de “agencia” (es decir, capacidad de actuar) era muy distinto del nuestro. La expresión me fecit se usaba también en ocasiones para indicar no la persona que había ejecutado materialmente una obra, sino la persona que había encargado una obra (la comitente). Ello a pesar de que el rol de esta podía expresarse más claramente con expresiones como fecit fieri o fieri iussit (hizo hacer o mandó hacer).
Por lo tanto, la cuestión a dirimir es si Teresa Díez fue la autora de las pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro o si fue su comitente.
En este caso, para ser precisos, si fue la comitente del mural de San Cristóbal en el que aparece su nombre. Aunque percibamos este conjunto de murales como una unidad debido a que, con la excepción del mural de San Bernardino de Siena, todos fueron ejecutados por un mismo taller, se trata en realidad de una sucesión de murales independientes, cada uno con sus propios comitentes, según pone de manifiesto la heráldica.
Lo cierto es que nos planteamos esta cuestión por el mero hecho de que precede al me fecit el nombre de una mujer; si fuese el de un hombre, jamás dudaríamos de que se trata del autor del conjunto. En primer lugar, porque en este periodo es más extraña la presencia de una mujer artista que la de un hombre (no imposible, pero sí extraña). Por lo tanto, las firmas de hombres se asumen y las de mujeres se cuestionan en tanto no haya evidencias adicionales. Y en segundo lugar, porque al hablar de unas pinturas murales que están en un espacio de estricta clausura conventual, el único rol que hubiese podido desempeñar ahí un hombre hubiese sido el de autor.
El contexto espacial (interior de una clausura monástica femenina en la que Teresa Díez pudo ser una de sus religiosas, quién sabe si su abadesa) habla a favor de una Teresa Díez comitente. El contexto epigráfico (no solo la fórmula me fecit, sino también la manera en que se presenta la inscripción dentro del recuadro que contiene la representación de san Cristóbal, así como la ubicación original de este justo enfrente del acceso al coro desde el claustro) habla a favor de una Teresa Díez autora.
Con este panorama, creo que, mientras no aparezca documentación concluyente, se debe dar por válido, aunque con reservas, que Teresa Díez fue una pintora (pues es, en efecto, indudable que en los siglos del gótico hubo mujeres pintoras) y, como tal, la autora de las pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro.
¿Quién era, fuese lo que fuese?
La controversia sobre Teresa Díez no se ciñe a la determinación de su rol. Comprende, asimismo, la determinación de su identidad personal y social y, en estrecha relación con esta, la determinación del corpus pictórico que cabe atribuirle (asumiendo, en todos estos casos, que fuese una pintora).
Puesto que su obra de referencia se encuentra en el interior de una clausura monástica, se ha planteado si pudo ser, acaso, una religiosa del propio convento de Santa Clara de Toro. Pero lo cierto es que obras de la misma autoría se encuentran en la colegiata, la iglesia del Santo Sepulcro o el convento de Sancti Spiritus de Toro, lo que aboga por su condición de laica.
Puesto que la inscripción que nos ha transmitido su nombre se presenta asociada a un escudo de armas, se ha planteado si pudo pertenecer a la nobleza, pero lo cierto es que el empleo de la heráldica no era, en este momento, privativo de esa clase social (aunque denota, en cualquier caso, un importante grado de autoconciencia).
Sea como fuera, el conjunto de pinturas murales del coro del convento de Santa Clara de Toro es uno de los testimonios más importantes de la pintura castellana y española del siglo XIV y uno de los testimonios más importantes de la espiritualidad femenina en clausura del Occidente medieval. Y es indudable que Teresa Díez, quienquiera que fuera, jugó un papel activo en su conformación.
Fernando Gutiérrez Baños es miembro del Grupo de Investigación Reconocido IDINTAR (Identidad e intercambios artísticos. De la Edad Media al mundo contemporáneo) y del Instituto Universitario de Historia Simancas de la Universidad de Valladolid.