La Semana de la Ciencia 2024 involucra a 212 docentes en un total de 48 acciones de divulgación científica en la UVa
Centenares de personas han asistido a charlas, talleres, exposiciones y otras acciones desarrolladas en los cuatro campus de la institución
La Universidad de Valladolid ha celebrado con éxito de ponentes y público la Semana de la Ciencia 2024. El evento ha reunido más de 200 ponentes y a centenares de asistentes en torno a sus acciones divulgativas. La Semana de la Ciencia, dedicada a la divulgación científica y la promoción del conocimiento, se ha llevado a cabo en la UVa con una amplia variedad de conferencias, talleres y actividades interactivas diseñadas para acercar la ciencia al público de todas las edades. El programa ha estado coordinado por la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación.
A lo largo de esta edición, un total de 212 personas participaron activamente como ponentes, conferenciantes u otros papeles, compartiendo sus conocimientos y presentando avances en campos como la biomedicina, las ciencias forestales, el cuidado, la sostenibilidad, la arqueología o la filología, entre otros. Las acciones divulgativas ofertadas se convirtieron en un punto de encuentro con la actividad investigadora de la UVa, tanto para estudiantes de Primaria y Secundaria, como para el público general. En total, el personal investigador ha llevado a cabo un total de 48 acciones en los cuatro campus, entre el 5 al 20 de noviembre.
En 2024, se ha incrementado en un 46,2 % el número de investigadores e investigadoras que han propuesto y ofertado actividades de divulgación en la Semana de la Ciencia de la Universidad de Valladolid. Esta participación ha crecido progresivamente desde 2020. En 2023, participaron 145 personas como ponentes.
Los centenares de asistentes a las actividades tuvieron la oportunidad de participar en talleres, exposiciones, charlas, visitas y otros eventos divulgativos de carácter más innovador tanto en espacios de la UVa como laboratorios, salones de actos o aulas de centros académicos o investigadores, como fuera de la institución, esencialmente en centros educativos preuniversitarios. La mayoría de las actividades han sido dirigidas a público de Primaria, Secundaria y Bachillerato. No en vano, uno de los objetivos del programa ha sido inspirar a las nuevas generaciones y motivarlas a adentrarse en el mundo de la investigación.
Asimismo, las actividades se han integrado en la programación de la Semana de la Ciencia de Castilla y León, lo que ha permitido a la Universidad de Valladolid, a través de su Unidad de Cultura Científica y de la Innovación, afianzar su compromiso con la transferencia social del conocimiento.
1. Taller divulgativo en el IBGM.
2. Ciclo de divulgación ‘Nuevos abordajes de las enfermedades neurodegenerativas para la mejora de calidad de vida’, Soria.
3. Taller ‘Los bosques, un lugar con muchos tesoros escondidos’, Valoria la Buena.
4. Taller ‘Gluten-free challenge’, laboratorio de ProCerealTech, edificio Lucía.
5. Visita escolar al taller ‘Echamos un ‘eyetracker’, Facultad de Filosofía y Letras.
6. Taller ‘Un mundo sostenible. La ciencia es la clave’, Escuela de Ingenierías Industriales.
7. Taller ‘¿Quieres ver tu actividad cerebral?’, Facultad de Medicina.
8. Taller ‘Ciencia y Medicina en la Biblioteca Histórica de Santa Cruz’
Conocer el sexo de los esqueletos es un aspecto fundamental en los análisis arqueológicos, antropológicos y forenses. Sus resultados nos permiten caracterizar a un individuo y completar la pirámide de población de una comunidad. Además, nos amplía información sobre las sociedades humanas pasadas, su estratificación social, roles de género, formas de vida y prácticas funerarias.
Cuando analizamos un esqueleto, podemos conocer el sexo del fallecido hasta con un 95 % de fiabilidad a partir de indicadores del cráneo y la pelvis, que son las zonas donde mejor se expresan las diferencias entre hombres y mujeres. Estas estimaciones solo son fiables en individuos adultos, una vez que ha finalizado el desarrollo esquelético, a partir de la pubertad.
Retos de los huesos prehistóricos
El panorama se complica cuando estos huesos no se conservan o aparecen muy fracturados, como ocurre a menudo con los que provienen de yacimientos arqueológicos.
El desafío es aun mayor cuando las poblaciones pertenecen a la prehistoria reciente, con grandes tumbas colectivas que acogían cadáveres durante largos periodos de tiempo, a veces hasta un milenio.
En dichas sepulturas, no se suelen identificar individuos completos articulados, sino que los huesos son continuamente removidos y desplazados. Por tanto, lo que el arqueólogo se encuentra es una acumulación de huesos sueltos desordenados y generalmente fracturados por el paso del tiempo y por el trasiego de vivos y muertos en las tumbas.
Información en los huesos largos
Los huesos largos son un excelente alternativa cuando los cráneos y las pelvis no se conservan o están muy degradados, puesto que por su morfología suelen preservarse en buenas condiciones en excavaciones arqueológicas.
Desde mediados del siglo XX, diversas investigaciones los emplean para desarrollar técnicas alternativas de estimación sexual, partiendo de colecciones de esqueletos recientes, de los que se conoce el sexo y la edad de muerte.
Camino del Molino: el mayor cementerio prehistórico europeo
El cementerio colectivo de Camino del Molino, localizado en Caravaca de la Cruz, fue descubierto en 2007 e intervenido de urgencia en 2008 bajo la dirección de J. Lomba, M. López y F. Ramos.
En origen, se trataba de un hipogeo o cueva artificial de siete metros de diámetro que acogió los restos de 1348 individuos durante gran parte del III milenio a.C.
Esta sepultura recibió cadáveres de forma continuada durante unos 600 años. Algunos mantienen su posición original, pero el grueso fueron continuamente reubicados y amontonados para hacer espacio a nuevos cuerpos. Esto provoca que solo se conserven 167 esqueletos articulados completos, mientras el resto forma parte del mayor osario prehistórico conocido hasta la fecha.
Las excepcionales condiciones de Camino del Molino lo convierten en la colección perfecta para desarrollar un estudio osteométrico completo que investigue las diferencias métricas entre hombres y mujeres, como el que llevamos a cabo en el departamento de Prehistoria y Antropología Social de la Universidad de Valladolid.
Gracias a la preservación de casi dos centenares de esqueletos completos, hemos podido definir de forma fiable las características del cráneo y la pelvis que mejor diferencian entre sexos y hacer estimaciones con márgenes de error mínimos.
Nuestro trabajo se centró en realizar un estudio completo de los huesos largos (húmeros, cúbitos, radios, fémures y tibias) de los 109 esqueletos de adultos completos.
Mediante el desarrollo de métodos estadísticos, hemos conseguido obtener 52 fórmulas matemáticas para predecir el sexo con índices de acierto que alcanzan el 98 %.
Predicción estadística
El funcionamiento es sencillo. Únicamente hay que tomar una medida en un hueso largo y aplicar la fórmula matemática correspondiente. Si el resultado obtenido es superior al punto de corte indicado, asumimos que el sujeto es masculino, mientras que, si es inferior, se considera femenino.
Todas las fórmulas seleccionadas superan el 80 % de acierto en la predicción, si bien los mejores resultados se han obtenido al utilizar la anchura de las epífisis.
Además de esta metodología, se ha recurrido al uso de enfoques de aprendizaje automático para ver qué hueso y qué medida funciona mejor en la estimación sexual. Los resultados confirman la importancia de las epífisis proximales de los huesos largos para diferenciar entre hombres y mujeres en esta población, especialmente, las de los fémures y húmeros.
Las epífisis proximales de estos huesos contienen inserciones musculares importantes y transmiten el peso, por lo que la anatomía de estas regiones se ve indudablemente afectada en términos de tamaño y forma, lo que repercute en diferencias claras entre sexos.
Gracias a esta investigación, Camino del Molino se ha convertido en la población europea más antigua analizada para este propósito y en el primer ejemplo ibérico de análisis discriminante en colecciones prehistóricas.
Aplicabilidad del nuevo método
En la península ibérica, existen fórmulas desarrolladas en poblaciones de los siglos XIX y XX de zonas como Granada, Madrid o Coimbra. Sin embargo, la distancia cronológica entre estas colecciones y las prehistóricas provoca que estos métodos no arrojen buenos resultados.
Esto se debe a que cada una está sujeta a diferentes factores genéticos, culturales y ambientales. Por ello, es necesario utilizar fórmulas basadas en poblaciones que vivieran en momentos y condiciones afines a la que es objeto de estudio.
Siguiendo estos criterios, una función puede aplicarse tanto a la población empleada para su formulación como a aquellas que presenten medias similares en las medidas empleadas, que tengan alta afinidad biológica y que compartan condiciones ambientales afines.
Por ello, proponemos la aplicación de esta metodología para realizar estimaciones de sexo más fiables en los huesos desarticulados de Camino del Molino, así como en otras series esqueléticas mediterráneas de la misma cronología.
Sonia Díaz Navarro recibió fondos de la Junta de Castilla y León y el Fondo Social Europeo (ORDEN EDU/574/2018) para el desarrollo de esta investigación. El estudio se ha llevado a cabo en colaboración con los investigadores S. Díez Hermano (UVa), M.A. Rojo Guerra (UVa), J.Lomba Maurandi (UM), C.Valdiosera (UBU), T. Gunther (Uppsala University) y M. Haber Uriarte (UM).
Jeanne du Barry, la última amante oficial del rey Luis XV de Francia (1754-1793), era prostituta.
Odiada por la corte de Versalles pero adorada por el rey, consiguió durante seis años imponerse como la favorita del monarca ignorando a todos los que la detestaban por sus vergonzosa profesión y por no pertenecer a la nobleza. Sin embargo, hasta la malograda reina Maria Antonieta tuvo que ceder y aceptarla.
Pero sí, era prostituta. Eso fue lo que encandiló al rey. Jeanne du Barry era una experta profesional en la intimidad, se habla incluso de que usaba pastillas afrodisíacas. Fue en esos años una compañera fiel, que no interfirió directamente en los asuntos del gobierno del rey. Esto no evitó que fuese considerada manipuladora y ambiciosa.
El tiempo de los Libertinos
Jeanne Bécu, su nombre de soltera, conoció al rey a través de su proxeneta, el conde Jean-Baptiste du Barry, que tenía contactos entre los cortesanos y consiguió que el asistente personal del rey la introdujera en su entorno, o más bien en su cama.
Esto era fácil y posible porque en el siglo XVIII francés la moral de la alta sociedad se dejaba influenciar por los libertinos: intelectuales y aristocracia se mezclaban en ambientes relajados, donde el erotismo, la sexualidad y la libertad en la intimidad no tenía límites. Así lo cuenta Pierre Choderlos de Laclos en su novela Las amistades peligrosas (1782), a través de 75 cartas en las que se pueden ver reflejadas las costumbres de la época. La novela ha sido varias veces llevada al cine.
Los reyes de Francia tenían esposa y, normalmente, una amante oficial, una favorita. La amante oficial de Luis XV durante años, Madame de Pompadour, murió en 1764, y en 1768 lo hizo la reina consorte, María Leszczynska. También habían muerto el heredero al trono, Luis Fernando, y su esposa, María Josefa de Sajonia, padres del futuro Luis XVI. Así que en 1768, cuando conocío a Jeanne, Luis era un rey triste, impopular, se sentía solo, con poca ilusión y arte para el gobierno
Y encontró a Jeanne
Según los historiadores Emmanuel de Waresquiel (anteriormente mencionado), Marc Fourny y Alexandre Maral, una vez que Luis conoció a Jeanne, se enamoró y ya no tuvo más amantes hasta su muerte. Él tenía 59 años y ella, 23. Esta relación despertó su vitalidad perdida y le alegró hasta el día de su muerte: “Elle est très jolie, elle me plaît; cela doit suffire” (Es muy guapa, me gusta; eso debería ser suficiente).
Para ser la amante oficial del rey era conveniente que la mujer tuviera un título nobiliario y que no siguiera soltera para mostrar una imagen de decencia. El monarca concertó un matrimonio blanco con el hermano de su proxeneta, Gillaume du Barry, quien recibió por ello dinero y bienes. Después de la boda, él se retiró a Toulouse y nunca ejerció realmente de marido. A cambio, ella se convirtió en condesa du Barry.
Fue entonces cuando Luis XV se llevó a Jeanne du Barry a vivir a Versalles, a unos apartamentos privados justo al lado de sus habitaciones, decorados con gran lujo y con bastante espacio, comparado con lo que era habitual en el palacio en aquel momento. En la actualidad, se consideran el ejemplo de la elegancia y el refinamiento del arte del siglo XVIII. Le dio una asignación de tres millones de libras anuales, además de joyas y bienes. Sin contar con un niño negro que hacia de paje, llamado Zamor, regalo de un capitán inglés.
Según los historiadores, Jeanne era despreciada por todos. ¿Una prostituta, la favorita del rey? Era una idea insoportable. Por eso era insultada por todo París, en las canciones, en los panfletos y por todas las clases sociales. Aún así, los testimonios del momento no pueden dejar de reconocer su saber estar. Jeanne era cortés incluso ante las más explícitas humillaciones. Según la historiadora Evelyne Lever, permaneció hasta el final amable y respetuosa con todas las personas que la rodearon.
La propia princesa en ese momento, Maria Antonieta, casada con el heredero Luis XVI, provocó un incidente diplomático al no querer ni saludarla. La consideraba una ramera y una escandalosa intrusa en la corte. Al final, cedió a regañadientes y un día se acercó a ella y le dijo:
“Il ya bien de monde aujourd’hui à Versailles”. (Hay mucha gente hoy en Versalles.)
Eso fue todo. Maria Antonieta siguió rechazando y despreciando a Jeanne. Ésta intentó sin éxito ganarse su afecto con regalos y deferencias que la princesa devolvía sin contemplaciones. Sin embargo, cuando llegaron los días de la Revolución y todo el reino detestaba también a la ya reina Maria Antonieta, cedió y hubo un acercamiento.
Adiós, Versalles; hola, guillotina
En 1774 el rey cayó enfermo de viruela. Jeanne lo cuidó incluso ante el riesgo de contagio. En mayo, tras su muerte, los nuevos reyes María Antonieta y Luis XVI la expulsaron de Versalles inmediatamente.
Tras vivir una época en un convento, se instaló en el palacete de Louveciennes que el rey le había regalado, alejada de la vida de la ciudad y de la corte. Llevó una vida burguesa, tranquila, recibiendo visitas de sus pocos amigos íntimos. Tuvo un nuevo amor incondicional, el duque de Brissac.
Su vida podría haber seguido apacible hasta el final. Sin embargo, sufrió el robo de unas joyas que habían sido pagadas por las arcas reales: diamantes y perlas de un valor actual de 60 millones de euros. Hizo una denuncia pública por todo París y la noticia la situó de nuevo en el objetivo de la mirada pública. Sus propiedades, sus afectos y amistades se consideraron delitos de Estado.
Fue detenida, juzgada por el tribunal revolucionario y condenada a la guillotina. Jeanne du Barry murió decapitada a los 50 años, el 8 de diciembre de 1793. Se cuenta que fue entre gritos, llantos y rogando por un minuto más de vida.
Ana María Iglesias Botrán no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
La cirugía nació hace 10 000 años. En este momento de transición del Paleolítico al Neolítico, aparecen en diferentes zonas geográficas (Italia, Francia, Ucrania, Marruecos y Argelia) unos protocirujanos que, con herramientas de piedra, practican las primeras trepanaciones de la humanidad.
Estas pueden definirse como perforaciones en el cráneo que dan como resultado orificios de morfología y apariencia variada según la técnica empleada y la regeneración o no del hueso.
Con el tiempo, el desarrollo de la agricultura trae consigo el dominio de nuevos procedimientos en el campo quirúrgico. Así, la cirugía craneal se generaliza a partir del Neolítico en todo el mundo y va asociada a la implementación de técnicas más complejas.
¿Cómo realizaban las trepanaciones?
En la actualidad se conocen tres técnicas practicadas por las sociedades prehistóricas. Un estudio de 2020 registra 184 trepanaciones en 135 cráneos prehistóricos de la península ibérica y las islas Baleares y apunta que la más empleada era el barrenado, seguido del raspado y de la incisión.
El primero consiste en perforar el cráneo mediante movimientos de semirrotación alterna. Se utiliza una punta lítica y el orificio resultante es circular.
El método de abrasión o raspado se consigue lijando la bóveda craneal, aprovechando su curvatura. Utiliza una herramienta de piedra con aristas o textura rugosa y el resultado final es un orifico elipsoidal.
Finalmente, las trepanaciones incisas son el resultado de cortes utilizando un cuchillo (forma rectangular) o una punta lítica (circular).
Para realizar esta cirugía, la persona afectada posiblemente debía ser fuertemente inmovilizada por otros miembros de la comunidad o tratada con sustancias psicotrópicas que le aliviaran el dolor o le dejaran inconsciente. Existen referencias al uso de psicofármacos como el opio, la hiosciamina y la efedra en épocas prehistóricas y su uso está bien documentado en contextos arqueológicos europeos.
¿Por qué se realizan estas intervenciones?
La razón por la que se efectuaban estas prácticas ha sido una de las cuestiones más debatidas en la literatura científica. Cuando nos encontramos ante un sujeto trepanado, lo primero que tratamos de analizar es la posible existencia de procesos patológicos que justifiquen la intervención.
Sin embargo, en la mayoría de los restos hallados en la península ibérica, no se han identificado lesiones o enfermedades que pudieran motivarla. Esto ha llevado tradicionalmente a los investigadores a plantear como causa principal de las trepanaciones motivaciones mágico-religiosas.
No obstante, en contextos prehistóricos generalmente solo se preserva el esqueleto, por lo que únicamente se pueden valorar las patologías que afectan al hueso. La ausencia de tejidos blandos genera una pérdida de información de gran importancia a la hora de identificar enfermedades que podrían ser tratadas mediante cirugía craneal, como epilepsia, hipertensión, migrañas, tumores, etc.
Por otra parte, contamos con varios ejemplos de sujetos trepanados vinculados a patologías específicas. Recientemente, se ha publicado un estudio sobre la primera intervención de oído de la humanidad, con una doble trepanación en los huesos temporales de una mujer de avanzada edad, recuperada en el dolmen de El Pendón (Burgos).
Esta práctica se puede definir como una mastoidectomía, un procedimiento quirúrgico que se sigue realizando y que posiblemente sirvió para aliviar el dolor que esta mujer sufrió como consecuencia de una otitis y una mastoiditis (infección en el hueso posterior al oído). La regeneración que se observa en ambos oídos demuestra que la paciente sobrevivió a ambas intervenciones.
Otro ejemplo es el del individuo masculino recuperado en el yacimiento neolítico de Can Tintorer (Gavá, Barcelona), que muestra una anomalía congénita en las vértebras cervicales y dos trepanaciones con supervivencia en los parietales.
Los autores de la investigación apuntan que la malformación cervical pudo provocar dolor de cabeza continuo. La documentación de semillas de adormidera, que contiene morfina y codeína, en los depósitos de sarro de esta persona parece sugerir que el continuo dolor de cabeza motivó la realización de las cirugías y el consumo de adormidera.
¿Sobrevivían los pacientes?
La mayoría de individuos muestran signos de supervivencia. Si valoramos la seguridad de las técnicas, observamos que la trepanación por raspado y barrenado son las más seguras, dado que el 90 % de cráneos encontrados que fueron operados con esta metodología muestran regeneración del hueso.
En cambio, solo el 30 % de los individuos viven tras una trepanación por incisión. Esto se debe a que es más peligrosa, pues resulta más difícil controlar la presión del cuchillo mediante cortes.
El riesgo de la operación también depende del área del cráneo a tratar. Determinadas regiones están próximas a senos venosos importantes y músculos que provocan un sangrado abundante. Contamos con ejemplos de trepanaciones craneales preshistóricas en áreas peligrosas como el seno sagital o el hueso temporal.
Para el primer caso destaca el individuo de la fosa sepulcral de La Saga, que muestra una trepanación por incisión y apalancamiento sin supervivencia y signos claros de la práctica de scalping o retirada del cuero cabelludo. El segundo caso se encuentra en el enterramiento colectivo de Camino del Molino, donde se identificó en el cráneo de una mujer una doble trepanación por raspado en el área frontotemporal derecha, con supervivencia prolongada.
La alta tasa de éxito de este tipo de cirugías en la prehistoria se puede explicar por el hecho de que el cirujano generalmente no dañaba las meninges ni el cerebro. Así, el procedimiento no presentaba gran riesgo para individuos con un buen sistema inmunológico que combatiera posibles infecciones posoperatorias.
A estas variables hay que sumar el uso de plantas con propiedades analgésicas y antibióticas naturales y de instrumental lítico estéril. El sílex se desgasta con facilidad al utilizarse y sería necesario retocar las herramientas frecuentemente durante las intervenciones.
¿Podemos hablar de medicina en la prehistoria?
Otro factor fundamental para la supervivencia de los pacientes trepanados era la propia pericia de los cirujanos. En este punto, debemos recordar la hipótesis de la existencia de verdaderos protocirujanos. Podrían haber ofrecido sus servicios de forma itinerante en diferentes núcleos de población, especialmente considerando la agrupación de la mayoría de las evidencias de trepanación prehistórica en áreas geográficas específicas.
Además de la cirugía craneal, contamos con otras pruebas de medicina y cuidado en la prehistoria.
Sabemos que las comunidades prehistóricas practicaban la amputación quirúrgica con éxito. En la cueva de Liang Tebo (Borneo) se ha identificado la amputación más antigua, que data de hace 31 000 años. Se trata de la eliminación del extremo de la pierna izquierda de un individuo que murió a los 19-20 años. Los especialistas indican que el sujeto sobrevivió varios años tras la operación.
Esto evidencia que estas sociedades comprendían la necesidad de quitar la extremidad para sobrevivir y que el riesgo de muerte por lesiones, accidentes e infecciones siempre ha existido.
Asimismo, la supervivencia de muchos individuos a lesiones traumáticas, procesos infecciosos y patologías complejas nos advierte de la importancia de cuidados como el lavado, drenaje, vendado o alimentación de los enfermos. En el contexto de una economía de subsistencia, estos individuos no habrían sobrevivido sin recibir atención de los miembros de su comunidad.
Sonia Díaz Navarro no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.