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El éxito de la restauración ecológica pasa por una correcta evaluación de las acciones puestas en marcha

El éxito de la restauración ecológica pasa por una correcta evaluación de las acciones puestas en marcha

Investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología y las universidades de Valladolid y Lleida, entre otras, elaboran un índice que permitirá realizar evaluaciones completas de acciones de restauración

El elevado consumo de plásticos, característica fundamental de las sociedades occidentales actuales, está suponiendo una drástica reducción de la fauna marina. Sin embargo, este derroche es solo un ejemplo de los cientos que podemos encontrar de cómo la actividad del ser humano ha destruido y destruye ecosistemas y especies. Paralelamente a este problema, a lo largo del siglo XXI estamos viviendo un crecimiento generalizado de la sensibilización ecológica de la sociedad en general y de las administraciones en particular. El Desafío de Bonn de 2011 para restaurar 150 millones de hectáres de bosques o la Declaración de Nueva York de 2014 en la que docenas de gobiernos, más de 30 de las empresas más grandes del mundo y más de 50 organizaciones se comprometieron a reducir a la mitad la pérdida anual de bosques naturales para 2020 y esforzarse para alcanzar la cero deforestación en 2030, son ejemplo de ello. Más recientemente, el 1 de marzo de 2020, se declaró en Nueva York la Década 2021-2030, como la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas con el objetivo de incrementar a gran escala la restauración de los ecosistemas degradados y destruidos, como medida de probada eficacia para luchar contra el cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria, el suministro de agua y la biodiversidad.

La restauración ecológica de los ecosistemas se propone como una de las principales soluciones para frenar la alteración de los sistemas, entendiendo por restauración no la recuperación del ecosistema primigenio sino la creación de un ecosistema equilibrado e idóneo que lleve a la optimización de las funciones ecológicas. Ahora bien, actualmente el problema aparece a la hora de medir el nivel de éxito de esta restauración. La diversidad de objetivos perseguidos junto a la variedad de métodos estadísticos en el tratamiento de datos hacen de la evaluación una tarea muy compleja. En este contexto, Carolina Martínez, investigadora de la Universidad de Valladolid y coordinadora del Grupo de Trabajo de Restauración Ecológica de la Asociación Española de Ecología Terrestre, ha participado en la elaboración de un novedoso índice que permitirá medir “lo que se ha restaurado en relación con que debería haberse recuperado”: el índice de Restauración Lograda.

Este índice que permitirá evaluar correctamente el éxito de las labores de restauración es el fruto de una investigación puesta en marcha por el Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC y en la que han colaborado diferentes entidades como la Universidad de Valladolid o la Universitat de Lleida.

Índice de Restauración Lograda

Hasta ahora la mayoría de los estudios que utilizaban metaanálisis para analizar los resultados de la restauración ecológica, expresaban sus resultados mediante el índice de Recuperación Restante, pero, como han señalado numerosos expertos la expresión de los datos, mediante este índice puede ser engañosa. “Tal enfoque solo explica parcialmente los resultados de la restauración ecológica, ya que solo considera ‘lo que queda por hacer’ como una medida del éxito de la restauración; mayor éxito cuanto menor sea lo que queda por hacer. Por tanto, el uso de este índice no es que sea erróneo, sino que la valoración resulta incompleta ya que solo considera ‘lo que queda por hacer’ y también debería considerarse ‘lo que se ha hecho’ en comparación con lo que se esperaba para lograr una restauración completa”, explica Carolina Martínez, profesora del Departamento de Ciencias Agroforestales en el campus de Palencia.

Teniendo en cuenta que el índice de Recuperación Restante ofrece una visión parcial, el equipo en el que participa Martínez propone el uso del índice de Restauración Lograda de forma complementaria. “Sugerimos que usar sólo un índice para evaluar el éxito de la restauración no es suficiente. Proponemos completar el índice de Recuperación restante (‘lo que queda por hacer’) con un nuevo índice que informa sobre ‘lo que se ha restaurado en comparación con lo que debería haberse recuperado’: el índice de Restauración Lograda”, aclara la coordinadora del Grupo de Trabajo de Restauración Ecológica de la AEET.

Restauración… ¿activa o pasiva?

Aunque el debate sobre el tipo de restauración idóneo todavía está encima de la mesa y las comparativas son aún escasas, estudios recientes parecen demostrar una mayor efectividad de la restauración pasiva frente a la activa. En el metaanálisis planteado en el estudio, la recuperación restante fue, en general, claramente mayor cuando se implementó restauración pasiva que tras la restauración activa, resultado que serviría como argumento a favor de la restauración activa. Sin embargo, aunque la diferencia no fue significativa, lo que se ha logrado con la restauración (es decir, el trabajo realizado) fue mayor en el caso de la restauración pasiva (AR = 60%) en comparación con la restauración activa (45%). ”Ambos resultados aparentemente contradictorios pueden explicarse si tenemos en cuenta la intensidad de la degradación inicial. De nuestros resultados, aunque aquí de nuevo las diferencias no fueran significativas, se desprende que cuanto mayor sea la degradación inicial, más recurrirán los profesionales a la restauración pasiva. Por lo tanto, aunque la restauración pasiva sea globalmente más eficiente (mayor AR) que la restauración activa, ‘lo que queda por hacer‘ (RR), que es más alto asociado a ella, probablemente está en parte relacionado con la intensidad de la degradación inicial, que es globalmente más alta en la restauración pasiva que en la restauración activa”, concluye la investigadora del Instituto Universitario de Investigación en Gestión Forestal Sostenible (centro mixto UVa-INIA).

 

Bibliografía

Lilian Marchand, Bastien Castagneyrol, Juan J. Jiménez, Jose M. Rey Benayas, Marie-Lise Benot, Carolina Martínez-Ruiz, Josu G. Alday, Renaud Jaunatre, Thierry Dutoit, Elise Buisson, Michel Mench, Didier Alard, Emmanuel Corcket, Francisco Comin. ‘Conceptual and methodological issues in estimating the success of ecological restoration’ Ecological Indicators, Volume 123, 2021, 107362, https://doi.org/10.1016/j.ecolind.2021.107362

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Experiencia en los comités de auditoría: parte de la solución al fraude en las grandes empresas

Experiencia en los comités de auditoría: parte de la solución al fraude en las grandes empresas

Una métrica innovadora, propuesta por un investigador de la UVa, apunta a la experiencia profesional y académica como uno de los pilares fundamentales de la transparencia y el buen gobierno en las grandes empresas europeas

Este año se cumple el 20 aniversario de la caída del gigante energético Enron y, los casos de corrupción y fraude en las grandes empresas siguen, todavía hoy, a la orden del día, por lo que los comités de auditoría se han convertido en los últimos años en un elemento clave en el panorama del gobierno corporativo. En este contexto, la Unión Europea, mediante reformas del marco legal y recomendaciones a los estados miembro, confirma la importancia de fortalecer la competencia de estos órganos de control. En el año 2014, el Parlamento Europeo reforzó la independencia y las competencias de los comités de auditoría exigiendo a las empresas que la mayor parte de los miembros de dichos comités sean independientes y, al menos, uno de los miembros competente en auditoría o contabilidad.

Y, ¿en qué radica la importancia de estos comités de auditoría? Además de ser un elemento de buen gobierno y servir de mecanismo de vigilancia, estos órganos de control y asesoramiento brindan conocimientos y experiencia para que las empresas puedan obtener ventajas competitivas. La función de seguimiento y verificación que realizan los consejeros que forman parte de estas comisiones proporcionan al consejo de administración de las empresas y sus accionistas información detallada sobre el estado de la empresa y las medidas más convenientes a desarrollar en el plano financiero.

La investigación académica no se ha mantenido al margen de esta problemática sino que, gracias a estudios e investigaciones, está contribuyendo también a la mejora de la trasparencia en las grandes empresas. En este sentido, César Zarza, investigador de la Universidad de Valladolid, revisa, en el marco de su tesis doctoral, la importancia de la experiencia de los miembros de los comités de auditoría en las grandes empresas europeas. “Nosotros aportamos un granito de arena, analizando la importancia de la cualificación y la tipología de expertos que mejor desempeñarían su papel en la comisión de auditoría. Vemos que el expertise en auditoría es el único capaz de mitigar el fraude contable”, explica Cesar Zarza, que recientemente ha publicado un artículo sobre su investigación en la revista científica Managerial Auditing Journal.

Experiencia: Educación y empleo

Este estudio se centra en la noción multifacética de experiencia y explora algunas consecuencias de las cualificaciones de los miembros del comité de auditoría. Examina la relación entre la experiencia de los miembros del comité, la actividad del mismo y la función de los auditores externos. “Los estudios previos publicados a este respecto solo analizaban de manera dicotómica la cuestión de la cualificación, de tal forma que medían el nivel de expertise de un comité de auditoría en relación a si al menos uno de los miembros de dicho comité reunía un tipo de cualificación. En el caso del presente estudio analizamos la cualificación de todos los componentes de la comisión, lo que nos ha permitido obtener una variable continua de la comisión al completo, a diferencia del resto de estudios y, además, en un entorno europeo, dada la baja evidencia empírica si lo comparamos con los EE.UU.», expone el investigador.

Una vez analizados, mediante técnicas de big data, cerca de 2.500 currículum vitae procedentes de los miembros de comités de más de 295 empresas europeas los resultados apuntan a una mejora en la experiencia de este órgano. Los hallazgos confirman que los comités con mayor experiencia son más activos, se reúnen más, tienen menos dedicación exclusiva de sus componentes y pagan honorarios por la auditoría más bajos, evidenciándose una tendencia de las grandes empresas europeas hacia comités más expertos en los últimos años. Sin embargo, ¿qué significa que los comités tengan más o menos experiencia? La experiencia de los miembros y del comité de auditoría se puede obtener a través de la educación y del empleo. Estos dos tipos de experiencia han demostrado ser complementarios y no sustitutivos, ya que aportan diferentes competencias y habilidades al comité de auditoría.

En definitiva, los resultados de este estudio confirman la importancia de los comités de auditoría en los gobiernos corporativos y demuestran las implicaciones tanto para las empresas como para los responsables de la formulación de políticas. Por ello, una vez demostrada científicamente la importancia de la experiencia y de la cualificación de estos comités “la legislación relativa a las comisiones de auditoría debería dar un paso más y especificar los tipos de cualificación necesarios, sustituyendo las actuales exigencias genéricas de cualificación en contabilidad y/o auditoría. Se debe especificar más y el regulador bancario ya ha dado sus primeros pasos en esta dirección”, afirma Zarza.

Bibliografía

Zarza Herranz, C., Lopez-Iturriaga, F. and Reguera-Alvarado, N. (2020), «Audit committee expertise in large European firms», Managerial Auditing Journal, Vol. 35 No. 9, pp. 1313-1341. https://doi.org/10.1108/MAJ-11-2019-2478

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Estudiantes universitarios consumen alcohol por encima de la media a pesar de conocer sus peligros

Estudiantes universitarios consumen alcohol por encima de la media a pesar de conocer sus peligros

Un estudio puesto en marcha por el Grupo de Investigación de Excelencia (GIE) en Psicología de la Educación, de la Universidad de Valladolid, en colaboración con la Universidad Pontificia de Salamanca, evalúa el consumo de drogas entre su población estudiantil

Los cambios socio-económicos y culturales observados en las últimas décadas en España han provocado un cambio notorio en el ciclo de vida social, especialmente de los más jóvenes. Como consecuencia de estos cambios, especialmente profundos desde 2008, los jóvenes invierten más años en formación académica, abandonan más tarde el hogar familiar y esperan más para formar una familia. Esta nueva etapa en la vida de los jóvenes, situada aproximadamente entre los 18 y los 29 años, se conoce como adultez emergente y se caracteriza por una inestabilidad en la mayor parte de las facetas vitales y por el intento de encontrar la mejor manera de crecer.

Ante este escenario, investigadores de las universidades de Valladolid y Pontificia de Salamanca se plantean cómo se comportan estos jóvenes que, en general, rehúyen las reponsabilidades, ante las drogas y su consumo y cómo se relacionan la relación con el entorno, el desempeño académico y la inteligencia emocional con este consumo de estupefacientes. Para ello, han puesto en marcha un estudio conjunto en ambas universidades en el que se ha seleccionado una muestra de 211 jóvenes de entre 18 y 28 años, que pertenecen fundamentalmente a los grados de Trabajo Social de ambas instituciones educativas. La importancia de esta investigación radica en la visibilización de la necesidad de nuevas estrategias relacionadas con el consumo de alcohol y otras drogas. “Si bien este estudio no puede generalizarse al conjunto de estudiantes universitarios de Castilla y León, podría servir de base para que las universidades y otras instituciones diseñen estrategias de prevención del consumo, mejoren el rendimiento académico y optimicen el desarrollo de los jóvenes universitarios”, concluyen los investigadores.

¿Qué consecuencias tiene el consumo de sustancias estupefacientes?

Los jóvenes universitarios de Castilla y León participantes en el estudio apuntan a tasas de consumo de alcohol, tabaco y cannabis superiores a la media nacional registrada en la Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España para los jóvenes de esa franja de edad, con el 82,5% consumidores habituales de alcohol, el 19,9% de tabaco y el 16,1% de cannabis. Es importante tener en cuenta que los datos de esta muestra no podrían extrapolarse al conjunto de los jóvenes universitarios ya que se trata de “un muestreo no probabilístico y no aleatorio debido a la facilidad de acceso y la disponibilidad de las personas de formar parte de la muestra”, tal y como explica José Luis Rodríguez, investigador del Área de Psicología Evolutiva y de la Educación de la UVa. Además, esta investigación se enmarca dentro del área de Ciencias Sociales, que “incluye grados altamente feminizados, por lo que la mayor parte de muestra está compuesta por mujeres”, añade Salgado, profesor de la Universidad Pontificia. No obstante no se han encontrado diferencias significativas en los patrones de consumo en términos de género.

Los resultados del estudio ‘Socio-Emotional Variables Linked to the Consumption of Drugs amongst University Students of Social Sciences: A Pilot Study’ indican un cierto vínculo entre el consumo de sustancias estupefacientes y el rendimiento académico, en la línea de lo concluido en investigaciones anteriores. De esta forma, aquellas personas que consumen estas sustancias obtienen peores resultados que los que no lo hacen. Sin embargo, no se ha encontrado una diferencia significativa en las notas de los consumidores habituales y los ocasionales.

Por otro lado, el consumo de drogas se relaciona negativamente con variables como la estabilidad emocional. “Cuando el hecho de prestar atención a nuestros estados emocionales llega a ser excesivo, puede provocar un incremento del pensamiento rumiativo y mantener el estado de ánimo displacentero. De hecho, si el joven adulto focaliza su atención excesivamente en sus sentimientos, pero no es capaz de clarificar qué siente ni de regular internamente sus emociones, es más probable que opte por otras formas menos adecuadas para afrontar sus estados emocionales aversivos como el consumo de sustancias”, aclara el investigador del Grupo de Investigación de Excelencia de Psicología de la Educación.

En cuanto a la tecera variable objeto de análisis, el apoyo socio-familiar percibido, parece indicar que la familia es una dimensión relevante para los jóvenes, ya que aquellos universitarios que presentan un mayor apoyo familiar son los que se autodeclaran no consumidores y además son los que mejores calificaciones obtienen. “Sistemáticamente, diferentes estudios de nuestro país y de nuestra comunidad autónoma, confirman que la variable de percepción de calidad familiar es un buen protector, frente al inicio del consumo. Los jóvenes que perciben una alta calidad familiar no se inician en el consumo de drogas y si lo hacen, lo hacen más tarde y abandonan el consumo esporádico mucho antes. Además, es una variable que favorece los resultados académicos, probablemente por ser una variable motivacional: estos jóvenes se sienten más animados, valorados y comprendidos”, confirma Alfonso Salgado, investigador de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Una de las limitaciones del estudio podrían ser los autoinformes ya que “ofrecen una medida subjetiva de la percepción del propio alumnado. Se podrían emplear otras fuentes de recogida de información como son las familias y el profesorado. Además, el corte transversal de esta investigación no permite establecer relaciones causales que sí se podrían ver con estudios longitudinales. Además, sería interesante incluir como línea de investigación futura los distintos estilos educativos familiares”, explica Rodríguez.

¿Qué ocurre cuando la muestra es mayor?

El estudio puesto en marcha conjuntamente por investigadores de la Universidad de Valladolid y la Universidad Pontificia de Salamanca sigue en curso, ampliando la muestra hasta casi 1.000 estudiantes de la Universidad de León, la Universidad de Burgos, la Universidad de Salamanca, la Universidad de Valladolid, la Universidad Pontificia de Salamanca, la Universidad Católica de Ávila, la Universidad Isabel I y la Universidad Europea Miguel de Cervantes. “Los resultados todavía preliminares parecen indicar que las conclusiones expuestas en el presente estudio se confirman, y que los niveles de consumo se mantienen estables, estando todavía los datos relativos a los jóvenes universitarios de Castilla y León por encima de la media nacional”, avanzan los investigadores.

Los datos arrojados por el primer estudio, que parecen confirmarse con los datos preliminares del segundo, ponen sobre la mesa la necesidad de creación de unidades de Unidades de Intervención en las universidades. “Con estos datos, querríamos trasladar a los rectorados respectivos la necesidad de que las unidades de atención psicológica incluyan tareas de prevención, programas específicos para el tratamiento de adicciones químicas, tecnológicas… para los estudiantes que los requieran”, concluyen los investigadores del estudio.

Bibliografía

Rodríguez-Sáez, J.L.; Martín-Antón, L.J.; Salgado-Ruiz, A.; Carbonero, M.Á. Socio-Emotional Variables Linked to the Consumption of Drugs amongst University Students of Social Sciences: A Pilot Study. Int. J. Environ. Res. Public Health 2021, 18, 4502. https://doi.org/10.3390/ijerph18094502