La música cubana mantuvo su variedad creativa en la década de los 60, tras el triunfo de la Revolución
Un estudio puesto en marcha en el campus de Palencia de la Universidad de Valladolid (UVa) describe el enfrentamiento musical que surgió entre los compositores cubanos tras la caída de Fulgencio Batista
El éxito de la Revolución Cubana no significó, como se pensaba, una homogeneización musical, sino que trajo consigo una serie de tensiones en torno a la misma enfrentando en el plano de las ideas a vanguardistas y músicos de la retaguardia. A esta conclusión ha llegado la investigadora del departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal de la Universidad de Valladolid (UVa), Yurima Blanco García, que ha encontrado en numerosas publicaciones de la época pruebas de los enfrentamientos y juicios valorativos de los propios compositores e intérpretes.
Si bien es cierto que la vanguardia fue el canon y dominó el relato musical de los años 60 en Cuba, cuando la historiografía comenzó a preocuparse por la sociedad en su conjunto esta narración se diversificó. “Siempre nos quedamos con esos nombres que constituyen el canon o los que van a la vanguardia de las cosas, pero desde los años 80 con la nueva musicología se comienza a generar otro tipo de discurso con otras voces, y este caso de Cuba en los primeros años de la Revolución es un ejemplo bastante claro”, explica la profesora de la Facultad de Educación de Palencia.
Yurima Blanco ha centrado su investigación en la música cubana, prestando especial atención al compositor Hilario González, al que dedicó su tesis titulada Las canciones de Hilario González (1920-1996) en la cultura cubana biografía, análisis y recuperación patrimonial y dirigida por los profesores Carlos Villar-Taboada y Victoria Eli Rodríguez, y el libro Hilario González: catálogo razonado de obras. Otra línea de investigación abordada por la profesora es la formación docente en el ámbito de la música.
Una de sus publicaciones más recientes, publicada en la revista científica El Oído Pensante, profundiza en cómo la libertad cultural en los primeros años de la Cuba de Fidel Castro devino en dos posturas muy evidentes: por un lado, los músicos vanguardistas, que impugnaron los resultados y posiciones estéticas de los compositores de la generación anterior y que terminaron ocupando los puestos de la élite musical; y por otro, aquellos compositores e intérpretes que no se suscribieron al movimiento vanguardista, tachados a menudo de conservadores y de tradicionales.
Enlazado con este estudio, la investigadora Yurima Blanco ha puesto en marcha la creación y producción de tres discos recopilatorios de canciones inéditas de Hilario González, bajo el título La voz enamorada. El volumen 2 de la colección incluye ciclos de canciones compuestos en la década de 1960, por lo que contribuye a difundir, precisamente, la diversidad sonora y estética de esos años.
Yurima Blanco, musicóloga y profesora de la UVa junto al tenor Roger Quintana.
Innovación frente a la tradicción
La confrontación entre los compositores cubanos durante el nacimiento del movimiento vanguardista se produjo fundamentalmente en el terreno de las ideas. De ello da muestra la producción escrita en prensa y revistas culturales como ‘La Gaceta de Cuba’, ‘Revolución’, ‘Bohemia’ o ‘El Caimán Barbudo’. “Se debatió qué iba a ser la música nueva, por qué usar técnicas ya usadas, por qué renunciar a una tradición cubana nacionalista dentro de la composición o por qué esa defensa de la vanguardia a ultranza..”, profundiza la especialista. Sin embargo, como exponen las profesoras Blanco y Ailer Pérez Gómez, coautoras del texto, no fueron los aspectos técnicos y musicales los únicos que vertebraron este debate.
Un primer eje de esta discusión giró en torno a la definición de música nueva. Los vanguardistas, liderados inicialmente por Juan Blanco y Leo Brouwer proponían experimentar con nuevas técnicas y trasgredir los lenguajes tradicionales tomando como referente a la nueva escuela polaca, mientras que los músicos de la retaguardia defendieron la continuidad de la música cubana y los lenguajes tradicionales. Entre estos compositores podríamos destacar a Hilario González o José Ardévol quien afirmaba que no era “honrado intentar el monopolio de la contemporaneidad musical en nombre de una tendencia”.
Alejado de las cuestiones técnicas y puramente musicales entró en el debate el compromiso de los músicos con la Revolución y la política, ya que la influencia del realismo socialista soviético fue ganando terreno en todas las manifestaciones artísticas en el transcurso de los años 60. Los compositores lanzaron numerosas obras de contenido ideológico y revolucionario explícito, proliferó la creación de cantatas y de otras composiciones dedicadas a conmemorar acontecimientos de la historia de Cuba y sus héroes, del pasado o del presente, enmarcadas dentro de la retórica de la Revolución. Los vanguardistas encontraron en el público, al que consideraban como un elemento catalizador, la razón de ser de estas letras que consideraban formativas. De esta forma, se puso también el foco en necesidad de educar al público masivo.
Pese a que el movimiento de vanguardia ha marcado históricamente el relato musical de los años 60 en Cuba, la confrontación entre los compositores durante el inicio de la Revolución fue una realidad y la música de retaguardia, aunque excluida generalmente del relato tuvo vital importancia en el enriquecimiento cultural y musical del país. “La Revolución propuso un todo nuevo: el Che Guevara, un hombre nuevo, un Estado nuevo… y también una música nueva. Sin embargo, en el terreno de la música y de la producción artística durante los años 60 no pudieron controlar a los compositores y hubo gran libertad artística. Aunque todo cambió con el inicio de la censura y del quinquenio gris en 1971.” concluye Blanco.
La prensa como testimonio
El análisis de los juicios valorativos y críticos de compositores e intérpretes ha sido posible gracias a la consulta de prensa de amplia difusión social como Revolución, Hoy, El Mundo y Bohemia; y revistas culturales surgidas en la etapa y vinculadas movimientos artísticos como Revista de Música, La Gaceta de Cuba y El Caimán Barbudo. Los textos indagan en la llamada nueva música, vanguardia musical, o creación contemporánea de los compositores cubanos Juan Blanco, Leo Brouwer y Carlos Fariñas, con Manuel Duchesne Cuzán como intérprete, y sus principales resultados de escucha.
La doctora en musicología Yurima Blanco disfrutó de una estancia de investigación en la Universidad de Miami y obtuvo la Beca Diaz-Ayala Cuban and Latin American Music Collection en la Universidad Internacional de Florida, lo que le dio la posibilidad de consultar todas estas fuentes no solo en la Habana sino que también pudo acceder los fondos documentales existentes en Miami creados como consecuencia del enorme flujo migratorio entre Estados Unidos y Cuba.
Bibliografía
Blanco García, Y., & Pérez Gómez, A. (2020). “Vanguardia” y “retaguardia” musical en Cuba: relatos históricos y polémicas (1961-1971)”. El oído Pensante, 8(2). https://doi.org/10.34096/oidopensante.v8n2.8062