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Estudiantes universitarios consumen alcohol por encima de la media a pesar de conocer sus peligros

Un estudio puesto en marcha por el Grupo de Investigación de Excelencia (GIE) en Psicología de la Educación, de la Universidad de Valladolid, en colaboración con la Universidad Pontificia de Salamanca, evalúa el consumo de drogas entre su población estudiantil

Los cambios socio-económicos y culturales observados en las últimas décadas en España han provocado un cambio notorio en el ciclo de vida social, especialmente de los más jóvenes. Como consecuencia de estos cambios, especialmente profundos desde 2008, los jóvenes invierten más años en formación académica, abandonan más tarde el hogar familiar y esperan más para formar una familia. Esta nueva etapa en la vida de los jóvenes, situada aproximadamente entre los 18 y los 29 años, se conoce como adultez emergente y se caracteriza por una inestabilidad en la mayor parte de las facetas vitales y por el intento de encontrar la mejor manera de crecer.

Ante este escenario, investigadores de las universidades de Valladolid y Pontificia de Salamanca se plantean cómo se comportan estos jóvenes que, en general, rehúyen las reponsabilidades, ante las drogas y su consumo y cómo se relacionan la relación con el entorno, el desempeño académico y la inteligencia emocional con este consumo de estupefacientes. Para ello, han puesto en marcha un estudio conjunto en ambas universidades en el que se ha seleccionado una muestra de 211 jóvenes de entre 18 y 28 años, que pertenecen fundamentalmente a los grados de Trabajo Social de ambas instituciones educativas. La importancia de esta investigación radica en la visibilización de la necesidad de nuevas estrategias relacionadas con el consumo de alcohol y otras drogas. “Si bien este estudio no puede generalizarse al conjunto de estudiantes universitarios de Castilla y León, podría servir de base para que las universidades y otras instituciones diseñen estrategias de prevención del consumo, mejoren el rendimiento académico y optimicen el desarrollo de los jóvenes universitarios”, concluyen los investigadores.

¿Qué consecuencias tiene el consumo de sustancias estupefacientes?

Los jóvenes universitarios de Castilla y León participantes en el estudio apuntan a tasas de consumo de alcohol, tabaco y cannabis superiores a la media nacional registrada en la Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España para los jóvenes de esa franja de edad, con el 82,5% consumidores habituales de alcohol, el 19,9% de tabaco y el 16,1% de cannabis. Es importante tener en cuenta que los datos de esta muestra no podrían extrapolarse al conjunto de los jóvenes universitarios ya que se trata de “un muestreo no probabilístico y no aleatorio debido a la facilidad de acceso y la disponibilidad de las personas de formar parte de la muestra”, tal y como explica José Luis Rodríguez, investigador del Área de Psicología Evolutiva y de la Educación de la UVa. Además, esta investigación se enmarca dentro del área de Ciencias Sociales, que “incluye grados altamente feminizados, por lo que la mayor parte de muestra está compuesta por mujeres”, añade Salgado, profesor de la Universidad Pontificia. No obstante no se han encontrado diferencias significativas en los patrones de consumo en términos de género.

Los resultados del estudio ‘Socio-Emotional Variables Linked to the Consumption of Drugs amongst University Students of Social Sciences: A Pilot Study’ indican un cierto vínculo entre el consumo de sustancias estupefacientes y el rendimiento académico, en la línea de lo concluido en investigaciones anteriores. De esta forma, aquellas personas que consumen estas sustancias obtienen peores resultados que los que no lo hacen. Sin embargo, no se ha encontrado una diferencia significativa en las notas de los consumidores habituales y los ocasionales.

Por otro lado, el consumo de drogas se relaciona negativamente con variables como la estabilidad emocional. “Cuando el hecho de prestar atención a nuestros estados emocionales llega a ser excesivo, puede provocar un incremento del pensamiento rumiativo y mantener el estado de ánimo displacentero. De hecho, si el joven adulto focaliza su atención excesivamente en sus sentimientos, pero no es capaz de clarificar qué siente ni de regular internamente sus emociones, es más probable que opte por otras formas menos adecuadas para afrontar sus estados emocionales aversivos como el consumo de sustancias”, aclara el investigador del Grupo de Investigación de Excelencia de Psicología de la Educación.

En cuanto a la tecera variable objeto de análisis, el apoyo socio-familiar percibido, parece indicar que la familia es una dimensión relevante para los jóvenes, ya que aquellos universitarios que presentan un mayor apoyo familiar son los que se autodeclaran no consumidores y además son los que mejores calificaciones obtienen. “Sistemáticamente, diferentes estudios de nuestro país y de nuestra comunidad autónoma, confirman que la variable de percepción de calidad familiar es un buen protector, frente al inicio del consumo. Los jóvenes que perciben una alta calidad familiar no se inician en el consumo de drogas y si lo hacen, lo hacen más tarde y abandonan el consumo esporádico mucho antes. Además, es una variable que favorece los resultados académicos, probablemente por ser una variable motivacional: estos jóvenes se sienten más animados, valorados y comprendidos”, confirma Alfonso Salgado, investigador de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Una de las limitaciones del estudio podrían ser los autoinformes ya que “ofrecen una medida subjetiva de la percepción del propio alumnado. Se podrían emplear otras fuentes de recogida de información como son las familias y el profesorado. Además, el corte transversal de esta investigación no permite establecer relaciones causales que sí se podrían ver con estudios longitudinales. Además, sería interesante incluir como línea de investigación futura los distintos estilos educativos familiares”, explica Rodríguez.

¿Qué ocurre cuando la muestra es mayor?

El estudio puesto en marcha conjuntamente por investigadores de la Universidad de Valladolid y la Universidad Pontificia de Salamanca sigue en curso, ampliando la muestra hasta casi 1.000 estudiantes de la Universidad de León, la Universidad de Burgos, la Universidad de Salamanca, la Universidad de Valladolid, la Universidad Pontificia de Salamanca, la Universidad Católica de Ávila, la Universidad Isabel I y la Universidad Europea Miguel de Cervantes. “Los resultados todavía preliminares parecen indicar que las conclusiones expuestas en el presente estudio se confirman, y que los niveles de consumo se mantienen estables, estando todavía los datos relativos a los jóvenes universitarios de Castilla y León por encima de la media nacional”, avanzan los investigadores.

Los datos arrojados por el primer estudio, que parecen confirmarse con los datos preliminares del segundo, ponen sobre la mesa la necesidad de creación de unidades de Unidades de Intervención en las universidades. “Con estos datos, querríamos trasladar a los rectorados respectivos la necesidad de que las unidades de atención psicológica incluyan tareas de prevención, programas específicos para el tratamiento de adicciones químicas, tecnológicas… para los estudiantes que los requieran”, concluyen los investigadores del estudio.

Bibliografía

Rodríguez-Sáez, J.L.; Martín-Antón, L.J.; Salgado-Ruiz, A.; Carbonero, M.Á. Socio-Emotional Variables Linked to the Consumption of Drugs amongst University Students of Social Sciences: A Pilot Study. Int. J. Environ. Res. Public Health 2021, 18, 4502. https://doi.org/10.3390/ijerph18094502

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