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Descifrado el funcionamiento interno de los pinares de repoblación

El Instituto Universitario de Gestión Forestal Sostenible observa un carácter protector desconocido hasta el momento

Un tesis doctoral defendida en el Instituto Universitario de Gestión Forestal Sostenible de la Universidad de Valladolid (Campus de Palencia) revela los principales factores que afectan al desarrollo de los pinares de repoblación. El estudio, elaborado por Teresa de los Bueis, aporta información muy valiosa para la gestión sostenible de estas plantaciones que por su carácter inminentemente protector —a priori no comercial— se desconocía hasta el momento.

El pino carrasco y el pino silvestre —dos especies de sobra conocidas en nuestro país— tienen en común que fueron ampliamente utilizadas desde mediados del siglo XX para repoblar, respectivamente, antiguos encinares y robledales que, después de ser deforestados para uso agrícola o aprovechamiento de leñas, sufrían serios problemas de erosión. Hoy en día, estos pinares están ampliamente asentados y a punto de alcanzar la madurez, por ello es indispensable conocer con profundidad qué relación hay entre los factores del medio y su crecimiento, de manera que sea posible proponer una gestión sostenible para los años venideros.

 

El secreto está en el suelo

“Hemos detectado que los parámetros bioquímicos del suelo son factores determinantes de la productividad forestal porque afectan a la actividad de las bacterias y hongos encargados de la descomposición de la materia orgánica”, comenta la doctora Teresa de los Bueis que ha conseguido con su investigación dar una respuesta sólida a cómo funcionan estos ecosistemas.
Según los resultados de su tesis el agua es el factor limitante para la actividad descomponedora en las plantaciones de pino carrasco, sin embargo en las zonas de pino silvestre no es el agua, sino la elevada acidez del suelo la que actúa como limitante de estos procesos.

 

El manejo silvícola: una posible solución

“Los clareos que conllevan alteración de la densidad de estas plantaciones tienen un impacto sobre el ciclo de nutrientes en el suelo”, asegura la investigadora; y es que en el caso del pino carrasco el simple hecho de “abrir” el bosque facilitaría la incorporación del agua de lluvia al suelo, mejorando así las condiciones para la descomposición de la materia orgánica. En el caso del pino silvestre la acidez del suelo podría corregirse con la incorporación paulatina de robles

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