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La Universidad de Valladolid estudia los caudales ecológicos de ríos iberoamericanos

Los científicos analizan la información hidrológica, hidráulica y de biodiversidad para preservar las especies significativas por su valor ecológico y como recurso para la población local

El Grupo de Ecohidrología Fluvial de la Universidad de Valladolid (GEF-UVa) elabora estudios de caudal ecológico para proyectos hidroeléctricos en ríos tropicales deIberoamérica, con el objetivo de proteger la biodiversidad que puede verse afectada por la construcción de presas. Los investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia tienen amplia experiencia en el estudio de los efectos de los embalses españoles sobre los ríos, y ahora trasladan este conocimiento a proyectos que se realizan en Panamá, Perú, Ecuador, Guatemala, Argentina y otros países iberoamericanos.

“Se necesita embalsar agua para la generación hidroeléctrica así como para el abastecimiento humano y el riego, y esto conlleva una alteración inevitable del caudal de los ríos, cuyo impacto se extiende aguas abajo de la presa y afecta al estado ecológico del ecosistema fluvial”, explica el profesor Juan Manuel Díez Hernández, “el reto es mantener la integridad del ecosistema fluvial tanto en el cauce como en la ribera, y garantizar poblaciones viables y autosostenibles de los organismos objetivo del tramo intervenido”.

Las exigencias ambientales internacionales son cada vez más altas para este tipo de proyectos hidráulicos, y por eso los científicos de la Universidad de Valladolid llevan años colaborando en varios países. Primero, en la formación de profesionales, y más tarde en la elaboración de trabajos técnicos, de investigación, y auditoría para bancos prestadores internacionales. España es el quinto país del mundo en número de presas del mundo (más de 1200) y durante décadas no se tuvieron en cuenta suficientemente aspectos como su incidencia en el medio ambiente y la biodiversidad, así que ahora los expertos que han estudiado las consecuencias trasladan sus conocimientos a los proyectos que se llevan a cabo en Iberoamérica, una de las zonas del mundo más activas en la construcción de embalses en la actualidad.

A grandes rasgos, los científicos se preocupan por recoger información del ecosistema fluvial en sus tres componentes esenciales: hidrología (serie histórica de caudal), hidráulica (topografía del cauce, velocidad, y sustrato del cauce), y biología (composición, estructura, y funcionamiento de la biocenosis en su condición original). Los tres aspectos están íntimamente relacionados, puesto que el caudal determina en el cauce unas condiciones de velocidad, profundidad, sustrato y físico-químicas a las cuales los organismos reaccionan según sus requerimientos de hábitat naturales.

Estos aspectos son algo diferentes en ríos tropicales que en los ríos templados europeos. La diferencia más marcada reside en la elevada diversidad faunística que albergan los ríos tropicales. “En la península ibérica se registran unas 100 especies ícticas, de las cuales su ecología es relativamente bien conocida, mientras que en ríos tropicales de Latinoamérica, dependiendo del país, esa cifra puede llegar e incluso superar las 1000, lo cual requiere un esfuerzo científico importante para describir su ecología con el alcance que requieren los estudios de caudal ecológico”, comenta el experto.

 

Modelaje del hábitat fluvial

 

La mejor manera de anticipar los efectos de una alteración de caudal es simular las condiciones del hábitat acuático más probables que existirán cuando el proyecto comience a operar. Para ello se aplican metodologías de tipo incremental u holístico, que se basan en la simulación hidráulica del tramo fluvial de las variables que son clave para los organismos acuáticos, como son al menos la velocidad, profundidad, y el material del lecho. Combinando ese resultado con los criterios de idoneidad de hábitat de los organismos objetivo, se generan unas relaciones funcionales entre el caudal circulante y la cantidad de hábitat acuático que es utilizable para cada uno de los organismos. Analizando conjuntamente las implicaciones del caudal ecológico en el hábitat fluvial y también en el potencial de generación del proyecto es posible concertar regímenes ecológicos que hagan viable el aprovechamiento del recurso hídrico, pero salvaguardando la integridad ecológica del río.

En esa fase se encuentran los estudios de caudal ecológico que está elaborando el Grupo de Ecohidrología Fluvial de la UVa para dos nuevos proyectos hidroeléctricos en Ecuador y en Argentina. “Tenemos que estimar los posibles efectos del proyecto sobre el ecosistema cuando operen con el caudal ecológico, así como diseñar medidas de mitigación adecuadas para garantizar un estado ecológico aceptable”, apunta Díez Hernández. “En los dos proyectos ha sido necesario realizar un esfuerzo importante de muestreo biológico para estudiar el hábitat de los organismos objetivo (peces, macroinvertebrados, mamíferos…) y tener certidumbre acerca de sus ciclos vitales y sus preferencias de hábitat, habida cuenta que la información de base tenía algunos vacíos importantes”

Medidas de mitigación y compensación ambiental

En el caso de Panamá, han trabajado en un proyecto hidroeléctrico compuesto de dos presas, el cual ha entrado en operación recientemente. El principal reto fue salvaguardar la trucha tropical, una especie que necesita realizar migraciones largas para reproducirse, de manera que cualquier tipo de barrera, como una presa, compromete su futuro. También abordaron medidas de mitigación para conservar una población autosostenible de la nutria neotropical.
En un reciente estudio para una nueva central hidroeléctrica en Perú investigaron las preferencias de hábitat de un crustáceo con alto interés económico nacional por su destino gastronómico muy cotizado: el camarón de río, una especie de cangrejo con una ecología similar en ciertos aspectos al de nuestro país.
Para un nuevo proyecto hidroeléctrico en Ecuador el grupo GEF han elaborado un plan de manejo adaptativo de caudal ecológico, que es una iniciativa pionera que ha comenzado a implementarse en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo BID. Consiste en un proceso de ajuste secuencial y bien estructurado del régimen de caudal ecológico, en función de la respuesta real del ecosistema que se detecta mediante el monitoreo ambiental. De ese modo el caudal ecológico puede tener que ser incrementado en una cantidad suficiente para que el ecosistema adquiera un estado aceptable y estable en el tiempo.
Actualmente el equipo GEF está determinando el caudal ecológico para un nuevo proyecto hidroeléctrico importante en Argentina al sur de la Patagonia, que consta de dos presas. El objetivo es definir un caudal mínimo en el río que posibilite inicialmente el llenado de los embalses, y que sea capaz de mantener poblaciones ícticas estables de varias especies nativas, e inclusive de otras exóticas pero que poseen un interés económico para la práctica de la pesca deportiva (trucha, salmón) que es conocido internacionalmente. También el grupo GEF está realizando el estudio de caudal ecológico para un proyecto hidroeléctrico de nueva creación en Guatemala, que supondrá un incremento importante de suministro energético.
Una vez realizada la obra, el trabajo de técnico del grupo GEF no finaliza, puesto que es preciso hacer un seguimiento ambiental, monitorizando todo el ecosistema para observar las respuestas reales del ecosistema, y evaluar si los cambios en la dinámica fluvial o en la biocenosis son admisibles. A partir de esta información, se pueden tomar medidas concretas para mitigar el impacto del proyecto, y para compensarlo resultase necesario.
Generalmente, el trabajo de la Universidad de Valladolid se centra en la dirección técnica y la elaboración del estudio, mientras que son los técnicos especialistas locales los que se encargan del muestreo de campo de acuerdo con las indicaciones del equipo de Juan Manuel Díez Hernández. “Nosotros diseñamos el protocolo optimizado particular para cada proyecto, y damos las instrucciones precisas acerca de qué medir, dónde, cómo, cuánto, y cuándo, porque son los especialistas locales los que mejor conocen el lugar”, asegura.

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